lunes, abril 07, 2014

Instructivo para Beliebers K

Manual de ataque de los beliebers K


Remes Kicillof viaja a Estados Unidos (donde Cristina compró 132 empresas a través de sus testaferros) para negociar la impunidad de la novia de Milani. Con la soja a niveles récord se le entrega igual el país al FMI bajo la excusa, del mismo gobierno, eh, de que son ineptos e incapaces para manejar sobernamente la economía.
Los beliebers K, urgidos de defender sus contratos, pondrán sus energías mercenarias en decir qué:


1) Es lo que pedía la oposición de derecha, y hacer lo que pide la oposición de derecha no es girar a la derecha sino robarles las banderas

2) La ortodoxia siempre tuvo razón, pasa que nos hacíamos los boludos

3) Es ésto o el caos.

4) El semanario de Calamuchita dice que...

5) Como antes de girar a la derecha el gobierno no era de derecha está bien que ahora sea de derecha.

6) El FMI giró a la izquierda

7) La derecha y la izquierda no existen, son categorías europeas que no dan cuenta de la realidad nacional. Y el FMI, Goldman Sachs y Chevron son ONG africanas

Olaaaaa chicassss!!!




-La tablita cambiaria

-Devaluación a la marchanta

-La indemnización a empresas estatizadas por vaciamiento

-El endeudamiento de YPF para el Banco Central

-La inflación anual del 30-40%

-La bicicleta financiera

-Las tasas de interés por las nubes

-Las rebajas en el salario real vía chamuyo nominal

-El congelamiento de los planes sociales



BIENVENIDO A LA ARGENTINA ALFREDO MARTÍNEZ DE HOZ 

En la vida hay que elegir


domingo, abril 06, 2014

Luis D Elía, más pelotudo que de costumbre


Martín Rodríguez disparando munición gruesa al sentido común marica

Esa música va a matarte
Por Martín Rodríguez
Massa frente a los efectos corrosivos de apalancarse en la inseguridad. Los riesgos de buscar la rentabilidad inmediata.
Una encuesta de D´Alessio Irol asegura que el 70% de los argentinos sienten “preocupación” frente a los linchamientos. Respiremos. La inseguridad nació con la democracia, nació con el Ingeniero Santos en los “tempranos 80’s”, nació cuando se firmó el pacto del orden democrático. Es el “vida o muerte” que nos queda. La inseguridad es una conversación que está un paso antes de la política. Porque invariablemente parece contener la negación de las mediaciones. Es el momento donde a los ojos de mucha gente la política es parte del problema y no de la solución. Por eso, políticamente, jugar con la inseguridad es jugar con fuego, porque es alimentar llamas que se la llevan puesta. Blumberg lo intentó. No es un discurso que produce políticos, sino que los desgasta. De Narváez quiso ser eso: un político de agenda cerrada, un gendarme del sentido común de la mano dura, y terminó atrapado por el vacío concreto de su sobre-oferta. ¿Alguien realmente sabe qué hay que hacer con la inseguridad? ¿Alguien realmente tiene una fórmula, un promedio, que toque todas las notas del problema? Pero la política no puede otra cosa que mostrarse imbatible, todopoderosa. Es una mano en el hombro que en medio de la oscuridad te dice: “tranquilo, vamos a resolver todo”.

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Comentaristas del blog de Carrasco se mudaron al programa de Aliverti


Diputado de izquierda interpela a Capitalinch

El diputado Nicolás del Caño, diputado del Frente de Izquierda en la interprelación sobre el Plan de Dios a Capitanich


Los Wikileaks sobre Malvinas


Olaaaaaaaaa chicaaaassss, uf, qué incordio esto de ser un sex smbols! Pero yendo a temas más importantes (no más importantes que yo, pues no lo hay, sino más importante que el incordio), más allá de que los votos de Cabandié le sirvieron a Filmus para conquistar su banca de Senador por Malvinas, este texto siempre bien escrito de Santiago O'Donnell sobre Malvinas está basado en los cables Wikileaks, sobre cuyo capítulo argentino el tiene un libro dedicado al tema.
Antes que ese libro saliera y en caliente cuando estalla la cosa, en 678 dije que me parecía una operación de inteleigencia a escala global, la más fabulosa de la historia pero que contiene, como ciertamente toda operación de inteligencia, una cuota de verdad. Y como toda operación de inteligencia es en sí mismo un dato. Ahí es donde ingresa el oficio y la pericia de un buen periodista, amores míos. Y Santiago lo es.
Vamos, pues, al texto. Cuyo provocativo título es "Falklands":

A tres años de la primera publicación de los cables de Wikileaks sobre las Malvinas, cinco conclusiones rápidas.
1) Para Estados Unidos, Gran Bretaña es más que un par, más que un aliado inquebrantable: es la madre patria. En los cables diplomáticos la embajada en Londres le dispensa un trato reverencial ("Gobierno de Su Majestad"), muy distinto al tono neutral que utiliza con la Argentina la embajada de Buenos Aires.

2) Para alivio de la Argentina, Las grandes petroleras de Gran Bretaña y Estados Unidos, Shell y Exxon, buscaron pero no encontraron petróleo en las islas. Su lugar fue ocupado por tres pequeñas firmas británicas lideradas por Desire, que pese al entusiasmo inicial, siguen buscando sin demasiada suerte.

3) La solidaridad latinoamericana en el tema Malvinas no es tan fuerte como las declaraciones en las cumbres dan a entender. Con la complicidad de países vecinos, los isleños burlan fácilmente cualquier sanción que intenta imponer Argentina.

4) Gran Bretaña enfrenta la más drástica reducción de su presupuesto militar en su historia reciente. Pretende eliminar el 20 por ciento de sus tropas y poner fuera de servicio a su único portaaviones entre el 2010 y el 2018. Por lo tanto, como dicen los cables, no quiere problemas en América Latina por causa de las Malvinas y aspira a mantener relaciones "normales" con Argentina..

5) Como parte de su plan de austeridad, más que nunca antes desde la guerra del 82, a Gran Bretaña le interesaría desprenderse del costo político, financiero y militar de mantener a las Malvinas. Pero el lenguaje belicoso del gobierno argentino impide cualquier progreso porque toca el orgullo nacionalista británico y da crédito a los reclamos de los isleños, frenando en seco cualquier intento de acercamiento. A continuación, los cables de wikileaks sobre las Malvinas en el capítulo "Falklands" de mi libro Argenleaks:

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Desapareció Milagros Agustina Rojas, de 14 años


Verbitsky sobre la acefalía presidencial

1) El diario de la derecha: según Página 12 Scioli decretó la emergencia en represión hasta que dure su campaña electoral. En la web, se trata de esas notas que escriben los servicios que van sin firmas.

2) Verbitsky sobre los linchamientos, dando cuenta que existe acefalía (hace dos meses, la prsidente que trabajaba 20 horas por día pasó a trabajar 10, hace una semana ya no era una estadista y hoy ya noes "l centro de la escena" sino que está borrada o en sus angelicales vacaciones de abril, todo dicho con giros de sintaxis compleja para que los belibers no lo entiendan. No es por estas cosas que es el mejor periodista argentino, de lejos, pero también. No gobiernan los diarios que sí se leen, ante esta acefalía)

3) El encargado de empobrecer a la clase trabajadora, Augusto Costa,permitió un aumento del kilo de pan (actualmente en promedio 25, es decir, 20 kilosde pan por Asignación familiar al mes, se iría a 30) a cambio de un pan de mala calidad algunos días a la semana, cuando ATECÉ haga nota de la marcha revolucionaria

4) Los vacíos hoteles con los que la presidente lava el dinero del narcotráfico cotizan en dólares para el escaso público interesado (generalmente, mulitas europeas). La estadía aumentó un 40

5) La inmobiliaria donde haraganea Mortadela alquila las casas que mamita robó durante la dictadura a quienes "no estaban" con contratos ilegales. Los mayores terratenientes del sur y de los mayores de la Argentina, la familia Kirchner, alquila las cosas robas con uamentos anuales en contratos de dos años Ualgo claramente ilegal) y el aumento que los usureros le agregan es del 40%. Esa es la inflación real que calculan para el año.

6) Verbitsky es lo único que sigue haciendo de ese paskin oscuro que es Página 12, un diario que valga la pena leer.

Paulo Freire para espías

 Por Horacio Verbitsky

Durante la dictadura, para ingresar al cuerpo de informaciones de la Policía Federal había que rendir diversas pruebas, una de ellas sobre matemáticas y geometría. Mientras hacían los cálculos, los futuros agentes destinados a infiltrarse en distintas organizaciones reforzaban su preparación ideológica, por medio de palabras generadoras que sintonizaban con el universo verbal de la profesión elegida, por su carga de sentido existencial y contenido emocional. En esta verdadera pedagogía del opresor, los informantes policiales en vez de contar peras, manzanas u ovejas, realizaban sus ejercicios con comunistas, peronistas, radicales y personas “de ideologías no definidas”.

viernes, abril 04, 2014

La pensión del olvido




Vengo de un velorio.
Saqué varias conclusiones de sublime irrelevancia y contundente improbabilidad pero adjetivadas con una solemnidad de la concha de la lora.
Por ejemplo; en las salas de velatorio la gente va menos al baño que en cualquier otro lugar de reunión y mira menos la hora y habla menos por teléfono. Y se agrupan más; pero no se forman grupos de pertenencia o identidad, tipo peña universitaria, que buscan los rincones, algunos, otros el centro de la pista, los alrededores de la barra, el pasillo para faloperos, la puerta del baño. (Casi todo lo que había que aprender sobre el desengaño del amor y la revolución yo lo aprendí en las peñas universitarias de todas las universidades que abandoné: soy bachiller con orientación atorrante. Es una orientación que se consigue en las escuelas nocturnas. Esa melancolía del obrero precarizado). Sino que se agrupan de otra manera, hasta el punto que los dueños de las cosas están en el mismo perímetro circular que su empleado, por ejemplo. O el líder político le sirve un café al custodio mientras la segunda familia del finado va entrando con su prole desheredada.
Son grupos, los que se forman, obstructivos, por llamarlos de algún modo, aunque no, no es eso. Se rompe la dinámica espacial. Es decir, se forman grupos en la puerta, en los pasillos, en la salida del garage. No son grupos invasivos como una reunión de consorcio que, como todos sabemos, se engrupen ocupando tooodo el pasillo para decidir cómo capitalizar el dinero de los alquileres. En esa democracia directa de inmobiliarios llenos de rencores y chismes y cartas documento donde siempre por los honorarios de un albañil se está por desatar la tercera guerra mundial y tras un par de horas de insultos vuelven a sus departamentos aburridos a mirar un canal de cable para gritarle al televisor que los políticos deben generar consenso. Esos grupos de propietarios arrogantes que en última instancia solo se reúnen para avisarle al portero que por más que dialoguen sobre las banalidades habituales (fútbol, policiales, clima, política) usted es nuestro empleado, usted no es propietario, usted debe agradecernos que le digamos Buen Día y que le paguemos una fortuna. ¿Que los porteros no cobran una fortuna? Sí, es una fortuna: cobra 10.000, por nada. Barre. Dice Buen Día. Se culea al trolo del 7mo C. Yo, en cambio, me rompo el culo laburando toooodo el día en el estudio, haciendo los papeles de los campos, haciendo negocios, porque yo me hice de abajo, yo no le debo nada a nadie, yo pago mis impuestos. La balada del individualismo en las buenas se hace tango socialista en las malas: asambleísmo vecinal.
Son grupos torpes, los de los velatorios. Desubicados. Inoportunos. Como la muerte, digamos.
Es raro encontrar alguien solo. Las salas de velatorios son la antítesis de los casinos (donde todos están solos y salen más solos aún) y lo opuesto a los bares. En los bares, si alguien está solo, todos entienden que busca que no lo molesten. En los velorios, si alguien está solo, se interpreta rápidamente y con cierta ligereza que esa persona busca y desea y necesita urgente consuelo. Probablemente, en la mayoría de los casos sea así.
Se dice que los aeropuertos y los shopping son no-lugares. Podrían, también, serlo las salas de velatorio. Pero no. No son un no-lugar, son un reeee lugar.
Y esto es raro: cuando vas al tercer cumpleaños de 15 en el mismo salón (cosa muy frecuente en ciudades como Paraná) hay más, en el ambiente, del salón que de la cumpleañera. Y aunque hay más salones de bailes que salas de velatorio (lo cual no explica la supuesta superpoblación, sino la desigualdad económica), cada ceremonia fúnebre es distinta. Aunque el lugar sea el mismo. Como cuando vas al cementerio: no vas al cementerio, vas al hotel absoluto de tu abuela, del amigo que se suicidó, de la ex novia que murió, de la tía que te odiaba y un día te dejó de molestar.
Parecen cosas obvias: la tensión, el dolor, la singularidad de la muerte, hacen que una casa de velatorios no sea igual que cualquier otro lugar de los que frecuentamos socialmente. Pero...a todos nos habrá pasado alguna vez: en el lugar donde hubo una muerte inesperada (¿existe tal cosa, existe la muerte inesperada? No, lo que es inesperado es el momento. Como si todos supiéramos cuándo hemos de morir...pero bueno, todos sabemos que vamos a morir) y trágica, a ese lugar, cada vez que volvemos, rehacemos la escena. Una y otra vez. Queda marcado para siempre -en esa eternidad singular que es cada vida- el lugar con esa muerte.
Es cierto, esos lugares no están predispuestos para la ceremonia de la muerte: uno que abre la hornalla y escribe una carta y adiós, uno que se duerme para siempre en un geriátrico, uno que vuela en una esquina sin semáforos, uno que pierda una pelea y así. Ese lugar donde vivos morir a alguien ya no será una iglesia, una avenida oscura, un club de pescadores; será de ahora en más el lugar donde alguien murió. La sala de velatorios, claro, está para eso. ¿Pero cuál es la correlación entre recrear el mismo lugar -una sala de velatorios- ante cada evento mortuorio, rehacerlo en la percepción y que ese lugar esté, justamente, sobreinterpretado, que ese lugar sea ultraobvio, sin sorpresas, metaexplicado y sin embargo cada vez que pisamos ese lugar es un lugar nuevo?
 Otro dato. Las personas mayores conversan más sobre tópicos ajenos al muerto, las circunstancias de la muerte y los familiares del muerto. Solo lo justo y necesario. En el sentido práctico, más el morboso y el chismoso.
Los más jóvenes agregan largamente cara de circunstancia, además. A los comentarios prácticos del muerto (cómo murió, cuándo, por qué, para qué, etcétera) y los aspectos morbosos -esa manera de asomarnos a lo que nos espera- y los chismes que ordenan nuestro mundo cotidiano, le agregan la cara Lucky Luke de circunstancia. Cara de duelo protocolar y acné. Con esa fatuidad insegura de los adolescentes. Ensayando muecas de homenaje al trastorno irreconocible de la muerte. Cuando sos joven la muerte es un imprevisto escatológico.
Los adolescentes se juntan en la vereda y casi ni hablan. Se meten las manos en los bolsillos. Hacen zizag con las zapatillas. Como si en el fondo no supieran qué deben hacer, cómo deben comportarse, aunque tratan de encajar, respetuosamente. En esa rutina de jubilados y flores. Cuando sos viejo la muerte es un accidente doméstico.
El café de las salas de velatorio es de mala calidad. Se consume porque sí, para hacer algo, por la creencia compartida de que tomar un café es hacer algo cuando, claramente, es un velorio: no hay nada que hacer. Incluso, exceptuando el café, los llantos, el tirarse al piso y pegarle a los canteros, hacer cualquier cosa práctica está prohibido. Bah, es legal ir a un velorio y ponerse a tejer o hacer encuestas sobre imagen del ministro, pero queda mal. Por algo los heladeros no entran. Tampoco los que venden 3 pares de medias por 25 pesos.
Los empleados de la funeraria -este detalle es importante, compañeros- son invisibles. Como los mozos que sirven agua en las convenciones científicas. Además, no tienen nombre. Ni rostro. Incluso hay quienes aseguran que las funerarias no tienen, en realidad, empleados. Que son maniquís. O extraterrestres. O buenos tipos, esos que nadie recuerda ni tiene en cuenta.
Se apoyan para esbozar esta teoría en el hecho irrefutable de que nadie conoce a un empleado de funeraria. Es cierto. Pero uno tampoco conoce a otros burócratas de la muerte para quienes morirse es un asunto contable. Uno no conoce coroneles, ministros de economía, terratenientes, obispos. Uno apenas conoce algunos muertos, algunos nos conocen a nosotros, a todos nos van a olvidar tarde o temprano. Yo conocí a uno. Era familiar mío. Se mudó a la pensión del olvido. 

jueves, abril 03, 2014

Alejandro Bercovich explica por qué la economía se fue a la mierda


no llora no mama / el viejo stop and go / quienlapaga
la crisis nuestra de cada década

por Alejandro Bercovich /
La economía argentina es un ser histérico y trastornado que con notable regularidad se sobresalta y colapsa. Detrás de esos síntomas recurrentes, prevalece una estructura productiva desequilibrada, reconcentrada e hiper-dependiente. El kirchnerismo lo supo pero no lo quiso o no lo pudo cambiar. Y en el albor de su propia crisis, lo que viene es el conflicto de fondo por la redistribución de la riqueza.
Una crisis cada diez años. Como un sino tanguero o una maldición ancestral, muchos argentinos creen que en esta orilla del Plata estamos condenados eternamente a experimentar sacudones económicos periódicos. A medida que crece, uno aprende a coleccionar como trofeos las anécdotas de las crisis que sobrevivió y empieza a contrastarlas con las que sus mayores le transmiten desde la más tierna infancia. El argentino medio siempre espera la próxima crisis y basa en ello su racionalidad económica, mucho más veloz que la de sus vecinos para adaptarse a reglas de juego cambiantes. Sabe que un cimbronazo puede hacerlo perder todo y forzarlo a empezar de cero, que el departamento en el que vive puede quintuplicar su valor en un par de años o desmoronarse en la misma proporción, que hasta el queso de segunda o tercera marca puede convertirse en un bien de lujo, que el alquiler o las expensas pueden escapársele o que las cuotas que le faltan pagar de la casa o la heladera o el auto pueden hacerse inasequibles en un abrir y cerrar de ojos. Las crisis también ponen en entredicho el trabajo, la vocación y el futuro. Tensan lazos familiares, disparan tasas de divorcio y generan esa sensación de desamparo e incertidumbre que hermana al desocupado con el precarizado y con el sobreviviente que ve a ambos soplarle la nuca, en un sálvese quien pueda donde los que salen mejor, invariablemente, son los menos.
Pero las crisis económicas no son un accidente, ni un avatar climático, ni un evento natural. Son, según quién las piense, una ruptura del equilibrio al que tienden automáticamente los mercados cuando se los libera de sus ataduras populistas, o una fase del mismo ciclo económico que incluye el auge, por las características propias del capitalismo y su necesidad de destruir capital para valorizarlo. Y también son violentas redistribuciones de ingresos y de riqueza. Esencialmente son eso. Cambios de manos. Un poco de caos pero muchos cambios de manos. Confiscaciones de depósitos, evaporaciones de ahorros y destrucciones de empleos, pero también compensaciones y subsidios fabulosos, fugas de capitales y licuaciones de deudas. Cuando a simple vista parece que todos pierden hay en realidad algunos que ganan callados, porque pudieron prepararse previamente para hacerlo.
En Argentina, las crisis suelen estar determinadas por tres o cuatro características estructurales de la economía: un núcleo exportador agrario muy concentrado en pocas manos y extraordinariamente productivo, una industria manufacturera que exporta poco y para peor depende de las importaciones de insumos, una matriz tecnológica subordinada a las decisiones de un puñado de empresas oligopólicas, en su mayoría extranjeras, y, finalmente, una escasez de divisas que suele aparecer cíclicamente como resultado de todo lo anterior. Mientras esos rasgos estructurales no cambien, digámoslo de entrada, el ritual de la crisis "cada diez años" seguirá.
El pico de inflación y la disparada del dólar son los síntomas que suelen acompañar el estallido de cada crisis, o al menos los que se manifestaron en cada una de las que atravesó el país en la segunda mitad del siglo pasado y la que lo castigó con dureza inusitada en los albores de éste. Es ahí cuando, como ahora, la pregunta fundamental empieza a retumbar en las cabezas de todos y todas. ¿Esto se va a la mierda? ¿Qué es irse a la mierda? ¿Cuánto puede un país hundirse en la mierda de una crisis? ¿Cuán salpicada emerge una economía en recuperación post-crisis?
La coyuntura actual es complicada pero, digámoslo de una vez, el contexto es distinto al de las crisis previas instaladas en el imaginario colectivo argento y súbitamente reincorporadas al debate público a fines del año pasado: el Rodrigazo de 1975, la híper de 1989 y el estallido de 2001-2002.

El vértigo

El Banco Central perdió más de 21.000 millones de dólares de sus reservas (un 40% de lo que atesoraba) en los dos años y medio desde que empezó a aplicarse el control de cambios. Esa sangría se aceleró en 2013, pese a que el Gobierno intentó un blanqueo de capitales que terminó en fracaso, después de recomendar a la población pesificar todo y haberse rendido a los pocos meses. La economía en 2013 apenas esquivó la recesión: creció 5% según el INDEC y entre 2 y 3% según las mediciones privadas. La devaluación de enero -una suba del dólar del 23%, que trepa al 30% si se computan los dos primeros meses del actual ministro de Economía y al 60% en el último año- se sumó a los aumentos reprimidos durante 2013 por los congelamientos "de palabra" de Guillermo Moreno y disparó la inflación al 3,7% en el primer mes de 2014, un nivel insoportablemente elevado que se mantuvo o creció durante febrero.
La inflación empezó a acelerarse en 2007 como un efecto de la puja distributiva entre empresarios y trabajadores. La concentración de los mercados y la estructura oligopólica de la economía inclinan la cancha a favor de los primeros pero no alcanzan para explicar la suba de precios. La inercia, la emisión para financiar el déficit fiscal, el aumento del dólar y la suba mundial de los alimentos son otros tantos factores que también potenciaron la inflación. El incremento generalizado de los precios hizo que la Argentina empezara a aparecer "cara" en dólares y que tanto los importados como la divisa misma empezaran a lucir baratos, como en los noventa. La fuga de capitales no tardó en dispararse y drenó las reservas del Banco Central.
Desde la imposición del control de cambios, la escasez de dólares castigó especialmente al mercado inmobiliario. Las compraventas de casas y departamentos usados se desplomaron un 70% por la falta de liquidez en billetes verdes, combinada con la inédita brecha entre los ingresos promedio y el valor de las propiedades, alimentada a su vez por el ahorro "en ladrillos" del estrato más rico. La actividad de la construcción no se derrumbó a la par de la cantidad de escrituras debido a que el Gobierno inyectó más de 4.000 millones de pesos en créditos para viviendas nuevas a través del plan ProCreAr, destinado a parejas jóvenes y a las clases media y media baja. Pero hacia diciembre, el propio INDEC dio cuenta de una caída del 13% en la superficie construida en los municipios más populosos del país y de un derrape similar en la cantidad de obreros que emplea el sector.
Tras una veloz recuperación durante los años dorados del kirchnerismo (2003-2008) y un pequeño repunte adicional en 2010-2011, el salario real promedio de la economía se estancó en 2012 en valores apenas un 20% por encima de los 2001, con una heterogeneidad inédita al interior de la clase trabajadora, determinada por una tercera parte que permanece "en negro". Detengámonos en esto: si bien el salario real de 2001 fue un mojón a recuperar durante el gobierno de Néstor Kirchner, su nivel era el piso de toda la década del ’90, durante la cual se recortaron derechos adquiridos y se flexibilizaron muchas normas de contratación. En otras palabras, lo que se "recuperó" en términos de poder adquisitivo del salario fue apenas lo perdido en los últimos años de la convertibilidad y el pico de inflación de 2002.

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#NOCUENTENCONMIGO Lanzan campaña contra los linchamientos






(*) Nombre inspirado en la nota de Javier Núñez: Leer

  
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¿Por qué Inglaterra no sufre ESTE TIPO DE CRIMINALIDAD que la Argentina, sí?





Por el desempleo.
La novia de Milani, viuda de San Martín, puede decir cuanta boludez necesite para distraer a sus beliebers del ajuste neoliberal, pero éstas son las consecuencias de la prosecusión del modelo neoliberal aplicado con altibajos y rupturas desde 1976 cuya continuidad excesivamente violante la encarna la Panelista de la Nación.
Las estadísticas argentinas consideran ocupado a quien, por ejemplo, hace del robo de carteras su medio de vida y para colmo, lo consideran una persona con ingresos iguales a los de, por ejemplo, un médico.
Es simple. Quien roba carteras dice al censor -el que está haciendo el censo, no Hernán Reibel- que pintó la semana pasada una pared y pasa a ser un ocupado. Probablemente, sea verdad: pintó la semana pasada una pared. Pero como en el marco de este narcogobierno los drechos laborales no existen y el dinero en negro hasta es premiado con el ministerio de seguridad (siempre y cuando sea muuuucho dinero, más vale: no es lo mismo asesinar una vieja por mil pesos que manejar la falopa, cargarte 100 cadáveres y dirigir un par de barrabras -linchadores bueeeenos-. En el primer caso, la novia de Milani te acusará de entrar por una puerta y salir por la otra, en el segundo caso, te hará Ministra de Seguridad de la Nación). Y si el que le maneja la moto al ladrón de carteras cobra la asignación por un hijo, a cambio de perder todos los beneficios sociales anteriores y los provinciales y municipales, entonces se lo considera "desalentado" y para nada pobre.
Como en Argentina para trabajar hay que pagar, esos dos tienen que pagar a los funcionarios de gobierno, jueces y policías, bajo pena, sino, de ingresar a los campos de concentración que se conocen como cárceles. Esta alta prima de riesgo contribuye al aumento de la violencia en el ejercicio laboral cristinista juvenil por excelencia en nuestro país: robar jubilados. Sea desde Presidencia de la Nación o desde una motito.
¿Y cómo cambiaremos todo esto?
Un dato: con la antipolítica de hacer simiótica en los medios, no.
Buenas noches.