sábado, agosto 08, 2009

1-Hacia una derecha democrática?


La historia argentina es posible verla como modalidad de distorsionar el avance de partidos políticos que expresen el sentir de las mayorías populares. Como ocultamiento y negación, en principio, ocultamiento durante las revoluciones independentistas; y negación bajo el auge de las olas inmigratorias. En las revoluciones independentistas; en su lectura, jamás hubo esta escolaridad de pedagogía unánime. Durante mucho tiempo, la historia oficial dijo que las guerras civiles, el llamado período “anárquico” fue el resultado de un desentendimiento (falta de diálogo y consenso, dirían hoy) entre partes iguales, una un poco más igual que la otra. Y en definitiva, según la historia oficial, las guerras civiles estaban dentro del clivaje civilización y barbarie y, por tanto, una parte –la barbarie- no aceptaba, en el fondo, la modernidad que traía la independencia. Algo de eso hubo, por cierto. Pero lejos está esa reducción en decir “la verdad”. La dictadura rosista fue vista como una disputa entre libertarios y autoritarios (con fuertes reminiscencias en el hoy, claro está) y nuevamente, algo de eso hubo: con la salvedad de que los libertadores y pacifistas eran unos sanguinarios hijos de puta. Pequeña salvedad, nomás.
La modalidad de l ocultamiento de las mayorías “nacionales” durante nuestra revolución francesa, con franceses y sin argentinos; operó hasta que sobrevino la modalidad de la negación. Primero del llamado “interior”; y de los nativos. Suplantados, ambos, por el capitalismo periférico portuario de la burguesía porteña, los primeros;y por la inmigración europea, los segundas. La racionalización de una inexorable globalización, que le dicen ahora: en ese entonces, no había caído el Muro de Berlín porque ni siquiera lo habían erigido, pero habrán tenido su Muro de Berlín para asustar a las viudas alérgicas del bolchevismo. Y las sucesivas matanzas de nativos y exclavos, que serían luego objeto de adoración de la progresía porteña (en el siglo 21, me refiero) y deberían esperar un par de siglos para saber que inventaron el “socialismo” y la “ecología” y ya que estamos la valoración inmobiliaria en defensa de la buena vecindad; fueron la antesala de la europeización con la que soñó la lúcida clase dirigente.
Fue entonces cuando se necesitó de la asimilación: al fin y al cabo, estas tierras generosas; debían obediencia, sudor y sacrificio, que por algo los habían traído. Porque, ya muy avanzada la brillante generación del 80, descubrió algo que revolucionó nuestro país: descubrió que, en este granero del mundo…alguien debía trabajar. La oligarquía ya estaba moldeando sus genes; entendió que alguien debía trabajar, que era medio grasa a esta altura tener esclavos, que los gauchos eran vagos y salvajes, y los indios bastante más feos que en la Exposición Universal de París (más feos que en la tele, diríamos ahora, de por ejemplo algunas de esas vedettes de la siesta y de Tinelli, que abogan por el diálogo y el consenso en los jurados, en las disputas ideológicas y en la defensa de los valores tradicionales) y que en definitiva, alguien debía trabajar. Pero los que vinieron traían ideas que no eran cristianas: ¿o acaso Lucifer permitiría, en su reino de las tinieblas, sindicatos que protesten contra el infierno, organismos de derechos humanos que denuncien las torturas bíblicas y, en definitiva, activistas sociales que renieguen de los castigos impuestos por dios en el infierno: por algo están ahí, por algo será, no? Así que sobrevino la etapa de la asimilación. La generación del 80 del siglo 19 fue muy asimilativa, digamos. Incluso, con métodos que, lamentablemente, nuestra educación y nuestras fuerzas del orden han dejado de lado: así estamos, en una crisis de valores.
La historia argentina puede leerse desde la modalidad de impedir la democratización. ¿Qué son, entonces, estos partidos, democráticos para la media de los partidos argentinos; que presentan a Macri y De Narvaez, obtienen votos de todas las clases sociales y pueden ganar elecciones?.

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