viernes, noviembre 27, 2009
Me hago viejo nomás
Hoy sólo salí de mi casa para ir hasta el quiosco. A comprar dos cervezas. Ok. Fui tres veces, pero así es la vida. Trabajé en casa, hice un montón de cosas que a nadie le importan pero igual puedo contar: almorcé la cena de ayer, cuando Mi Pequeña hizo empanadas, muy ricas, las cebollas. Y cené, hoy, unos sánguches de miga hechos con pollo, salsa golf y no se qué verduras, mejor ni preguntar. Escuché a Luis Salinas, escribí una nota muy mala, a escobazos saqué una paloma que se metió por el balcón. Estuve a punto de bañarme, pero me quedé mirando por la ventana a unos vecinos que se puteaban. Se puteaban como se putea: a los gritos y estruendosamente.
Dormí la siesta, miré con atraso al Real Madrid contra el Barcelano, hablé por teléfono con un montón de gente y prometí ir a un montón de lugares adonde no fui, para variar.
Un amigo se acercó hasta mi casa. Hacía varios, pero varios años que no lo veía.
-Tás pelado hijo de puta.
Así me saludó.
Para, después, ya más cariñosamente, decirme: y estás gordo, también.
Así que caí en la cuenta que me estoy haciendo viejo.
Más o menos parecido a como de chico me soñaba, acaso un poco más vago y con más fracasos que en la media de la resignación, pero no ha estado del todo mal.
Se me ocurre una cosa: las llagas están más curtidas, como en el cuero, por el paso del tiempo, y resaltan entonces menos, en el alma de los que están acostumbrados a la pelea.
En algunos años vendrán los problemas del corazón.
Hay quienes mueren suspirando la novia que añoraron. Perdón. No puedo ser tan torpe de usar la palabra añorar. Hay quienes mueren suspirando la novia que perdieron.
Quienes mueren neuróticos y conflictuados porque papá los sentaba en la falda.
Quienes mueren en accidentes de tránsito, en homicidios imposibles, en reyertas familiares.
Hay quienes mueren de enfermedades de la culpa, otros que mueren en el tren volviendo del trabajo.
Cierto, siempre lo sabíamos, esto es probablemente inútil, nada nuevo.
Y supongamos que un hipocondríaco se decide asustadísimo a ir a la consulta clínica y al pisar la vereda del sanatorio un suicida le cae encima y no muere en el acto, sino 15 segundos después. El tiempo suficiente para saber que todos los miedos fueron en vano.
Cuando era veinteañero, solía tomarme en joda lo que se conoce como la angustia de la muerte, de la falta de significado, de ausencia de sentido. Ahora, me debo estar haciendo viejo, porque regreso a cuando con siete años sabía que iba a morirme. Y que iban a morir mis padres, mi abuela, mis hermanos. Mis amigos.
A mí me da bronca ir entendiendo que vivimos para comprender la muerte. Qué le voy a hacer.
¿Un tratamiento capilar? Una boludez. ¿Una catarsis de la escritura? Otra boludez.
Ojo, si tuviera más talento, lo haría.
Lo malo es que uno va conociendo, también, entre otras cosas, sus limitaciones.
Hace un tiempo vengo estudiando, para ocupar las noches y el silencio, la situación política y la historia del continente africano, pero también aprendiendo las limitaciones, las mías, para estudiar y entender.
Y algo curioso va pasando, con la edad: cierta sensatez y timidez. No publicar cualquier cosa. No decir cualquier cosa. Más amable, más vulgar, más así. Contar menos. Cuidarse. Antes estaba dispuesto a levantar campamento y mandar a todos a la mierda. Ahora. Con esta panza. Empezar de nuevo, otra vez, o ceder, un poquito, que así, se supone, es la vida. Cediendo un poco. Hasta que nunca llegue el día en que sentís verguenza de vos mismo. Hasta que te olvides.
Quiero decir: hace un par de años yo me divertía narrando una cruel borrachera de verano. Ahora, viste. No sé. Pero es también la edad. Uno va aprendiendo a manejarse, a caer bien. En los ámbitos donde me muevo siempre caigo mal. Me venía chupando un huevo, pero parece que va concluyendo esa fellatio. ¿Es menos neurosis, es "inteligencia emocional" o es sólo que uno va teniendo más miedo? No es fácil saberlo.
Mis amigos, los más profundos, creen que cuando hablo de estos temas me pongo interesante. Detesto la palabra, el adjetivo sobretodo, interesante. Pero voy a esto: la cosa es así, debe ser así, porque mis amigos se mueven en la misma franja etaria, más o menos (generalmente más) y en más o menos el mismo plano social y cultural. De modo que debe ser así. No sé. Hay otra cosa más: veo menos a mis amigos. Con algunos me he peleado, con otros, bueno, siempre estamos ocupados. Antes no era así. Se supone que hoy estuve ocupado, y no. Pero estos son los temas que a veces, y con algunos, me gusta hablar.
Con Mendieta o con los Iparraguirre. Con Pablo o con Néstor, cuando vivía en Paraná y nos íbamos de los bares después de que se vaya el dueño. Con el Gallego antes de que se vuelva a España, con Fernando cuando le digo tomemos otra. Esta sí, la última.
Uno se va, dulce y pacíficamente, llenando de certezas. De vez en cuando, se sienta en el balcón, mira la pelea de los vecinos y sueña que todo eso es cierto. Que es verdad. Que uno se va, dulce y pacíficamente, llenado de certezas.
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Tengo 45. ¿nos estamos haciendo viejos? Seguramente... pero hay otra cosa que está enmarañada con el clima de "crispación" general que trae como consecuencia muchas bajas entre los amigos y familiares, tal como usted describe. A esa divisoria de aguas hay que sumarle otra fantástica herencia del Menemismo: el "todo bien". Vio la publicidad de no sé qué medicamento? Un pibe quiere contar su problema y todos se borran. "¡Mejor sentite bien!" es el mensaje... Al carajo!!! Si no me siento bien no me siento bien y punto!!! Yo todavía recuerdo cuando me juntaba con amigos a hablar más que de fútbol, minas, laburo y guita!!! Filosofía barata si quieren, raconto de neurosis varias, utopías políticas o niñerías... contanos los miedos... contenernos, querernos... mostrarnos humanos (uhhh, ya parece una letra de Pastoral esto!) Pero en serio... creo que estamos insensibilizados por el barniz noventista de la fantichada existista y superficial. ¿Nos estamos volviendo viejos o estaremos intentando despertar? Abrazo!
ResponderBorrarChe, muy lindo. Me levanta un poco el estado depresivo de mis flamantes 38.
ResponderBorrarLucas,en pocos dias cumplo 52 y mierda que se paso rapido la vida.
ResponderBorrarTengo dos hijos,una ex y una novia nueva.Tenia muchos amigos,ahora solo me quedan un par.
Tenia muchos sueños,la mayoria (visto en persepectiva) irrealizables.Ahora tengo muchos mas y creo que tambien irrealizables,pero uno es cabeza dura e insiste nomas.
Antes bajaba del colectivo en movimiento (lo que estaba prohibido,te acordas del cartel),ahora espero que pare.
Hace 30 años que trato de dejar de fumar y sigo tratando.
Aun tengo pelo y solo estoy 20 kilos mas que a los 18.
No me interesa teñirme el pelo,ni tapar las arrugas y quiero que cuando tenga nietos me digan abuelo.
Y si Lucas,nos estamos haciendo viejos,pero segun lo veo eso no es importante,sino hacerlo con dignidad.
Un abrazo
Dejate de jodeer....
ResponderBorrarTomá lo que dice Alejandro... Estamos despertando... a veces no es totalmente grato el panorama que uno encuentra cuando se despierta... pero allí está el reto...
pero que es eso de que nada nada queda solo telarañas que teje el yuyal???
y quedo inconcluso que es lo que no le pasa a las mujeres o a las que tenemos hijos... porque no tengo la onda maru botana ¿que es comportarse como maru botana??
Dale ponete las pilas
Un abrazo desde Corral de Bustos
es una mezcla del despertar que menciona alejandro, como así tb esos momentos en que uno se choca con si mismo, y se piensa, y trata encontrarse como así tb perderse un poco...
ResponderBorrarson momentos...sensaciones…y un poco de borrachera!
en fin la emoción me surgió al leerte!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarYo también detesto el adjetivo interesante.
ResponderBorrarY sí, con el pasar de los años uno vuelve (como en la infancia), a plantearse numerosos ¿porqué? y a dudar de algunas certezas que adoptó, tal vez un poco acríticamente, en el pasado.
ResponderBorrarLa creciente certeza de nuestra propia finitud no es, seguramente, ajena a este proceso. Llegamos a veces a pensar en la inutilidad de todo.
Una respuesta, nada superficial, la dió el General Perón cuando dijo que lo que el hombre necesita es una causa noble para toda la vida.
Es que cuando hablamos de esas cosas, somos re interesantes. Jua!
ResponderBorrarSobran los motivos
ResponderBorrarno existen las recetas de M.B.
ni la del lomo a la pimienta.
http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-135938-2009-11-27.html
Y bueno, te llegó la hora de escuchar tangos y disfrutarlos en profundidad. Y si ya lo hacías, entonces de escribirlos. Muy bueno el post!
ResponderBorrary, bue.
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