jueves, noviembre 26, 2009

represión en recital de viejas locas



La policía federal se comportó de manera brutal. Es evidente que hay una idiosincracia institucional que permite que haya milicos sacados golpeando a los pibes y que ninguno de sus compañeros lo meta preso.
Pero también hay otra cosa: la policía labura con coimas institucionalizadas que se llaman adicionales, con lo cual el que tiene más plata tiene más seguridad. Por eso, Viejas Locas, como Callejeros, Intoxicados y en general todas las banditas de millonarios que lucran con los pibes excluídos del sistema, contratan canas por adicionales, en vez de ahorrar guita y contratar (como corresponde) a una empresa de seguridad privada: porque de ese modo, sus propios fans se darían cuenta de lo obseno del negocio, y de que el principal responsable de la represión no es el gobierno, éste o cualquiera, sino el grupo Viejas Locas.
Y es que la cosa funciona más o menos así. Los empresarios del arte forman una banda que canta contra la policía, pero saben que la mitad por lo menos de los concurrentes al recital no van a pagar la entrada.
Las imágenes que muestran la represión que encargó y pagó Viejas Locas a la Federal, tratan de gente que está en la puerta porque no va a pagar la entrada. Lo que sí hará es entrar al recital.
La exclusión social de estos hijos adoptivos del menemismo, que el kirchnerismo no ha podido revertir (aún cuando destinó millonarios subsidios a programas que, para variar en Desarrollo Social, fracasaron pero enriquecieron consultoras) tiene relevancia, a mi juicio en este plano, por sus aspectos culturales, no tanto económicos.
Yo recuerdo cuando se viajaba miles de kilómetros para ver un recital de Los Redonditos de Ricota (que fueron responsables no asumidos de varias represiones y -cierta responsabilidad, nunca asumida tampoco, tuvieron en la muerte de Walter Bullacio: pero esto no les impidió seguir su vida miserable de millonarios) y se iba sin la plata de la entrada. No porque no lo tuvieran, sino porque así funcionan las cosas. Viejas Locas, Intoxicados, Callejeros, Los Redonditos de Ricota, La Renga, saben que pasado cierto tiempo del recital tienen que abrir las puertas para que la batalla no sea campal; y dejar entrar a los que no van a pagar. Para reducir ese pasivo, contratan policías para que repriman durante ciertas canciones (habitualmente con letras que apuntan a esos policías, cantadas por grandulones que mandan a sus hijos a colegios privados de los más caros, pero le hacen creer a los pibes que toman birra en la esquina y se enfrentan con los ratis) hasta que pasado cierto tiempo abran las puertas, violando todas las normativas de seguridad de los estadios o los boliches.
Lucran, mentirosamente, con los hijos de la exclusión cultural. Imprimen esos códigos. Las bengalas, los petardos, los palazos de la cana, el apretarse entre todos aunque hayas pagado la entrada.
¿Porqué un empresario asociado contrata a la empresa Viejas Locas, cuyo público no consume bebidas en cantina, paga pocas entradas, muy baratas y aumenta los costos de modo impresionante con los policías, sin poder, a la vez, asociarse con el intendente de turno para manguear un subsidio?
Si ese mismo empresario contratara a Leo Matiolli tiene que pagar menos coimas a la policía, puede arreglar con el intendente (no así con multinacionales como Quilmes, Movistar, etc) vende mucho más en cantina y no genera quilombos con los vecinos. Además de que, a los grupos de cumbia, se los explota vilmente, a diferencia del roncanroll viejita, donde los músicos son empresarios de multinacionales. El relato cultural dice lo contrario: el cumbiero es un mercenario y el viejita un pibe que ensaya en el garage. Es al revés.
¿Porqué entonces opta por esos grupos de impresentables?
La razón me resulta desconocida.
Algo intuyo, pero no sé. No tengo certezas.
Los empresarios de cumbia suelen ser tremendos explotadores. Los músicos de estas banditas de agite, unos mariquitas que piden champagne y sanguchitos de miga en el contrato, spa en el hotel y suben al escenario a cogerse pendejitas, mientras se llenan de plata.
Les chupa un huevo la represión. La ven como un asunto contable.
Les queman la cabeza a los pibes.
Son festejados por Quilmes, por La Mega, por Movistar, por periodistas del ámbito, por una comunidad de negocios con pretensiones artísticas. Me dan bronca. Es evidente.
Ojalá el estado anulara las coimas llamadas adicionales y tuvieran que contratar bajo su exclusiva responsabilidad a los que reprimen. Los rendonditos de ricota intentaron hacerlo. Tuvieron que disolver la empresa.
Ojalá esos pibes no vivieran bajo constante agresión de un sector de los medios de comunicación, y de presión de otro sector. Ojalá tuvieran trabajos en blanco, estables, centros recreativos, un horizonte distinto.
Ojalá se publicaran listas de los empresarios asociados que contratan a estas banditas de millonarios inescrupulosos. Si esas listas se publicaran. Ay. 

Nada de esto va a pasar.

2 comentarios:

  1. Sobre este tema,Botafogo escribio un post muy interesante,pero no me acuerdo donde,si lo encuentro lo paso.
    Hace un tiempo,le preguntarona Prince sobre su imagen androgina en el escenario.El les contesto algo como que si alguien confunde lo que pasa sobre el escenario con la vida real, es que no entiende un carajo.
    Saludos

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  2. Es muy bueno el análisis Lucas. Y hay algo paralelo a éste posteo que huele a mierda fresca: que tan poco le duele a la sociedad ésto y que tanto le duele el balazo del negro Cáceres. El delito uniformado no sólo está bien, sinó que progres y fachos coinciden en algo fundamental: "es necesaria mayor presencia policial en las calles". Total, yo no soy piquetero.

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