sábado, febrero 20, 2010
Agua
En el colectivo de Santa Fe a Paraná me encontré con un conocido, un pibe de 20 años. Iba con la madre. La llevaba del barrio Santa Rosa de Lima a su casa, en Paraná. Porque la casa de la madre estaba inundada (en la anterior inundación en ese barrio, la señora que trabaja en la casa de Juan Carlos Bettanin le tocó el timbre a las 3 de la mañana para dejarle algo a cuidado en su casa, por miedo a los saqueos. Lo único que alcanzó a sacar: la máquina de coser que Evita le había regalado a su familia).
La zona de la fuerza aérea y del aeopuerto comercial de Paraná está en las afueras. Cuando tenía 13 años, camino a la escuela, pasaba en colectivo todos los días. Y se veían campos, casas aisladas, quintas. Ahora está lleno de barrios y barrios y barrios, construídos por el estado desde el 2003. Las casas no se inundan.
El padre y la madre del pibe están separados. El padre, que vive en Paraná, también estaba en su casa, porque la de él y su otra familia, estaba inaccesible por el barro, al otro lado de la ciudad, en el barrio Anacleto Medina, bordeando el río Paraná.
El pibe es medio oficial de albañilería, la crisis del 2009 lo dejó sin laburo. Se puso a cuidar autos en la puerta de los estadios de fútbol. Cuando juega Patronato, cuando juega Paraná, en los torneos barriales.
La casa es del IAPV (el Instituto de Viviendas Provincial, hecha con fondos nacionales) y se pagan en cuotas de menos de 200 pesos durante décadas. Pero él se la compró al legítimo adjudicatario por 1.000 pesos, sí, mil pesos. En cuotas de 60 pesos por mes. Sin intereses.
Eso, por supuesto, no es legal.
Y el pibe no sabe que nunca será el dueño de la casa, ni tendrá el título y la escritura. Tiene sexto grado, no entiende de esas cosas, y se trata de una práctica común, y que se respeta.
Nadie, por esa casa, paga la cuota al IAPV. En algunos años, vendrán las moratorias, pero si no trabaja en blanco, ni vuelven los radicales al gobierno, tiene razonables chances de vivir ahí muchísimo tiempo.
Al costado de la ruta todavía en Santa Fe vamos viendo los ranchos inundados, la gente en los techos, los intentos de evacuar. La gente no quiere irse para no perder lo poco que tiene.
No se ven vacas.
Las vacas es lo primero que se llevan cuando crece el río.
Es tan extraño.
Enseguida de cruzar el túnel, el pibe y su madre se bajan. Yo sigo. Me quedan algunas cuadras hasta el centro. Cierro los ojos, trato de dormir, con el sonido de la lluvia golpeando en la ventana. Y qué linda siesta voy a darme después de asaltarle la heladera a mi vieja.
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Aprovechás ahora que tu vieja es rica porque se jubiló, eh!
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarel chico tiene que hacer el trámite de cesión de derechos en el instituto. Santo remedio.
ResponderBorrarLos inundados de Santa Fe no son los que le gustan a TN ni a los porteños porque no lloran ni piden cosas.
ResponderBorrarNegri.