miércoles, abril 21, 2010

La Alianza

Los sectores sociales que votan a la derecha en los grandes centros urbanos, creen de verdad que son progresistas. Esto es central para comprender el sistema político argentino: el peronismo se considera el Pueblo, un Movimiento, que por lo tanto alberga desapasionadamente a izquieridistas y reaccionarios, bajo la sola condición de apasionarse con el peronismo. Sin necesidad de fundamentar esa pasión. Por oposición a esa irracionalidad emotiva, los sectores sociales que conforman la derecha de nuestro país, son igual de volátiles, dado que actúan por oposición al peronismo.
De este modo, como entienden que el peronismo es inexplicable, contradictorio, oportunista, etc, pueden votar a Patricia Bullrich un día y al gagá de Solanas otro día. A ambos integrantes del Grupo A que gustan de singularizarse, los van a votar porque, como dijo el gagá ayer, denuncian a los "delincuentes".
Como soy un blogger K que cobro del "delincuente" -bajo directa instrucción de la Comandante de Blogueros K rentados: la compañera Mimicha Bobbio- debo admitir que estoy a favor de la delincuencia.De toda  la delincuencia: la privada y la estatal. Sonará raro, pero es cierto, me gusta el principio de igualdad: si tengo que elegir entre lugares comunes, y bueno: estoy a favor de toda la delincuencia. Aunque más bien estoy en contra de toda la delincuencia.
Me parece indigno, despreciable y condenable que se afanen bienes públicos.
Pero no idealizo "la ley", que seguramente violo -es imposible saberlo: no conozco todas las leyes: sé que en Entre Ríos está prohibido fumar en oficinas públicas, que los menores no pueden comprar poxipol, que está prohibido salivar en los bares, que la prostitución merece prisión sin pasar por un juez y que se declaró de interés legislativo la Fiesta de la Cachiporra en Trelew- y no me preocupa demasiado.
Ya se sabe: mis derechos terminan donde empiezan los de Paolo Rocca.
Hay algo que me molesta del discurso moral, y son dos cosas. En el fondo, detestan el estado.
Las obras públicas, la abundancia de obra pública, trae corrupción. Que asuma algún primo tuyo en un ente de la vivienda, o de los caminos, o de los bacheados y que después te cuente. Todos tus parientes, las amigas de tu novia y los ex compañeros del jardín te piden algo o se ponen, los más guasos, empresas constructoras, para pucherear: si total mis derechos terminan donde empiezan los de Roggio.

Es complejo el tema.
La obra pública es fundamental. La corrupción es despreciable.
Pero quienes más desprecian la corrupción, está claro, es la derecha, por los sectores sociales que representa (los más corruptos).
La cuestión funciona más o menos así: los que no tienen nada o tienen poco, no se sienten los dueños del estado ni mejores que sus funcionarios públicos. Los que tienen mucho miran para arriba al que tiene más, y necesitan calmar su envidia con ataques clasistas, racistas, con odio: se refugian en la ley, entendida a lo pavote.

Detestan que un gerente de una oficina pública cobre lo mismo que ellos, o tenga -mal habidos- los mismos bienes que ellos. No les importa si el superior de su empresa privada es un delincuente, porque no les saca "a ellos", a diferencia del estado.
Entienden poco y nada de cómo son las cosas.

En el estado se afana por iniciativa de empresarios: ellos coimean, dejan un diezmo, ellos son, además, más o tan responsables que el funcionario corrupto. ¿Conocen uno solo, uno solo de estos emrpesarios que esté preso? Yo sé que Menem estuvo preso, quiero que, ojalá, Jaime vaya preso, pero cómo me gustaría que también esté preso Antonio Matta, el fundador de Crítica de Aerolíneas. Cómo me gustaría que pasen por tribunales los periodistas que cobraban de la SIDE.

Los sectores sociales que en Chile, Francia, Italia, Alemania votan a la derecha (un 50% por lo menos del electorado) en nuestro país votan a la derecha progresista.
Después, se decepcionan y olvidan y niegan: los que coimearon senadores, esos mismos, los que destruyeron el país con la convertibilidad y el criminal endeudamiento -por decreto simple- esos mismos, Chacho Alvarez, De La Rúa, Graciela Meijide, Patricia Bullrich, esos mismos, fueron, otrora, la esperanza de estos tipos.
No lo van a reconocer, no van a indagar en qué los llevó a cometer semejante error.
Ni siquiera van a entender que no fueron ellos -con el corralito- los que más sufrieron a Chacho Alvarez y De La Rúa. No lo van a entender.
Lo van a negar, lo van a olvidar.
Volverán con Gerardo Morales, con el neomenemismo, con el gagá de Solanas.
Es muy difícil discutir con gente así.
Con gente que cree que hay un partido político intrínsecamente corrupto, que el gobierno es una banda de ladrones, que los que hacen política lo hacen para robar. Es muy difícil porque además, imposibilita disminuir la corrupción: porque lo primero que debe hacerse para disminuir la corrupción es entenderla como transversal, que atraviesa a todo el sistema político, de principio a fin. Es triste y hasta decepcionante saberlo, entenderlo, pero es así.
Chacho Alvarez habrá sido muy honesto, pero además de hacer sufrir a la mitad del país, nunca, pero nunca jamás dio una sola explicación de cómo armó un partido político nacional con su salario de...¿de qué trabajaba? Ese tipo de cuestiones, esa crítica moral de tipos como Alvarez y Solanas, son ideológicas. Y de derecha. Mírenlo al payaso de Fernando Escándalo Solanas sino, que se maneja con guita de la Mesa de Enlace: ¿hay algo más evasor, ilegal y corrupto que la oligarquía argentina? ¿Desde que lugar habla de "delincuentes" Solanas si su campaña la pagó Bussi? Bussi, ni más ni menos. Pero, se sabe, el cineasta rentado dice boludeces ante la impunidad complaciente del periodismo de derecha.

Es muy difícil discutir estas cosas, en la medida en que se siga negando una autocrítica, un debate en torno a la construccióin ideológica que llevó a más de la mitad de la población a creer en De La Rúa. Y creyeron porque creyeron, como creen ahora, en la ideología de Chacho Alvarez, Meijide, Solanas y Amalia Granata.

De La Rúa llegó a presidente respaldado en su gestión -reelegido- como Jefe de Gobierno porteño. No engañó ni mintió ni estafó a nadie. Era así, siempre lo fue, desde que secundó a Balbín en el 73: un reaccionario muy inteligente, de personalidad apagada, muy versado en Derecho, comiteril y burócrata para hacer política, pero muy hábil.
De La Rúa puso en práctica la cuestión de la moralina ideológica y la estupidez del "consenso" y "gobernar para todos". Armó un ministerio con Meijide en Desarrollo Social, un menemista como Llach en educación, un oportunista bien visto como Gil Lavedra en Justicia, un economista progre como Machinea en economía, un frepasista rosquero como Flamarique en Trabajo. ¿No es eso el ideal gubernamental del pelotudo televisado?

Bueno, ese ideal derivó -sin que nos engañen, ni nos victimizen: todo eso fue avalado por el 90% de la dirigencia argentina, especialmente el peronismo menemista, y el 60% de la sociedad-  eso derivó en el gobierno democrático más reaccionario de la historia argentina (y eso que después vino Duhalde).

Derivó en las coimas en el senado, en el asesinato de manifestantes, en los pobres saqueando supermercados, en las rebajas salariales y de jubilaciones, en los escándalos diarios de corrupción.

¿No hay nada que revisar ahí, en nuestra historia reciente, en la crisis económica más grave de nuestra historia nacional, ocurrida hace apenas 9 años, nada, che? ¿No hay nada que indagar, con todos los protagonistas vivos -ninguno preso- nada que preguntarse, nada por lo cual mirarse al espejo?.

¿Nada?

Entonces, si no hay nada que revisar, hablemos del DNU del Fondo del Bicentenario, que sin dudas vulnera la república, las instituciones, el tratado del río uruguay y la biblia para putos que encontraron en una tabla milenaria en las afueras de un burdel. Hablemos de cualquier cosa, que total no estamos hablando en serio. Y el matrimonio presidencial quiere el DNU para quedarse con toda la Kaja y comprar dólares, dólares, dólares.

4 comentarios:

  1. Este me parece uno de los mejores posts que escribiste en los últimos tiempos. Genial. Millones de gracias.

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  2. Casi de acuerdo en todo lo que decís, solo demasiado exagerado eso que el Alianza fue en "el gobierno democrático más reaccionario de la historia argentina", como que exageras cuando se trata de tipificar las experiencias radicales. Para mi lo de Menem(con el acumpañamiento del PJ) fue peor en todo sentido, la Alianza en su continuismo como menemismo prolijo por incapacidad, complicidad o lo que sea se comió el indefectible estallido socioeconomico( y esto no lo digo para salvar culpas) que provocaron las recetas sin anestesia y que toda la sociedad o la mayoría aplaudió y voto durante la decada del 90.
    Haciendo futurologia, espera que alguno de estos muchachos de la llamada oposición llegue al gobierno el año próximo y ahí vamos a tener una dosis del mas puro y duro conservadurismo reaccionario para que a los que se les ocurre seguir intentando discutir los mandatos de las élites aprendan de una buena vez quien es el que manda.

    Saludos Cordiales.

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  3. Nada que decir, en tu contra, sólo que minimizás en el fondo una lacra que no exclusiva de la oligarquía. Es obvio que, argentinos al fin, cuanto más alto esté tu palo en el gallinero, más robás. Y es un fenómeno ascendente. Tampoco es patrimonio de nadie la honestidad. pero es deseable. Un gobierno cuyo norte sea el dominio del Estado en su beneficio, es despreciable. Por extensión, cada uno de sus actos son sospechables. Recordá un poco la historia desde un objeto equidistante. No lo votó el pueblo a De la Rúa porque fuera radical, un poco facho, como todos ellos, pobres adláteres de la clase media, con esa necesidad de diferenciarse de los postergados e imitar a los oligarcas. La imagen propagandística televisiva de ese farsante fue una incumplida cruzada contra la corruptela. No olvides que veníamos de la experiencia menemista, se quería un cambio. Con tus juicios apresurados tomás las intenciones del pueblo, con las de un grupúsculo de boludos irredentos. Los argentinos buscamos el mesías, y, uno a uno, los políticos nos estafan.
    Y no me boludees con progresismo, es una farsa más para dizfrazarse de buena persona. Y en la política vernácula no las hay.
    Ahora, si para no ser boludo como Pino, ni retrógrado como Sanz, tengo que apoyar estas bandas latrocínicas, bueno, no me quedo con nadie. En todo caso mejor ser anarco, y ponerle un voto al Che, y, por su memoria, vivir tranquilo.
    "No me equivoqué otra vez". Ahora, hablando en serio, si oponerse a lo que vos, a peaar de todo, acompañás, es ser patético, para que no me golpees preferiría ser oficialista. Ahora, ponete a pensar, qué posibilidades tenemos si más de la mitad de los fondos públicos van a los bolsillos de cualquier avivado, convendrás que no hay destino. Siempre el poder estará en el reino del revés, de la inefable María Elena, pero vos sos tan joven, que cuando cantaba nadabas en un guevo. Y ahora tomemos el punto medio, entre la oposición que me desagrada por autonomasia, y la administración, que no banco por delincuente, no estoy por nadie. ¿En qué casillero del boludismo vas a calificarme?.
    Un abrazo, pará el ventilador, y detenete a pensar. No todos somos la mierda que descubrís, no es tan sencillo.

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