lunes, julio 12, 2010

La otra iglesia

Hay un grupo hiperminoritario en el catoliscismo orgánico, que se encarga de legitimar por izquierda al mismo.
El sacerdote Eduardo de la Serna, líder de un grupo de otros 20 sacerdotes, nos envía esto sobre el matrimonio gay (no es muy brillante ni dice nada nuevo: simplemente, su valor radica en que legitima por izquierda al fascismo católico y que en el debate jurídico de coyuntura disiente, respetuosamente, con los inquisidores. Re valientes...Nunca entendí porqué estos solteros sin familia, con vida sexual a escondidas y culposa, devienen en expertos de la familia y la sexualidad, es raro eso: aunque estén a favor de la realidad y contra la inquisición, no deja de ser raro el lugar desde el que, con nada de modestia, "predican" sobre lo que no saben ni quieren saber y se ufanan, encima, de no saber ni practicar):

Preguntas que nos surgen en la situación actual




Ante el surgimiento de temas conflictivos en la sociedad, en medio de los debates, vemos que con mucha frecuencia las voces que se atribuyen a “la Iglesia” aparecen del lado de los que se niegan a “lo nuevo”, los que tienen miedo a la libertad, los que quieren que nada cambie. Es cierto que con mucha frecuencia hay quienes quieren mostrar la “peor cara” de la Iglesia, es cierto que no siempre “lo nuevo” es “lo mejor”, y que caminar caminos de libertad supone andar rumbos que a su vez nos hagan libres. Por eso, como miembros activos y plenos de la Iglesia, un grupo de curas de la diócesis de Quilmes quisiéramos formularnos algunas preguntas. No pretendemos tener todas las respuestas, pero sí creemos que interrogarnos nos ayuda a pensar con libertad y con paz.



1. Ante el clima de intolerancia, y en muchos casos de actitudes verdaderamente dignas de las peores Cruzadas, movidas por preocupantes fundamentalismos bíblicos, filosóficos y antropológicos, nos preguntamos: ¿Se puede seguir afirmando que la homosexualidad es una “enfermedad”, y desde una comprensión prejuiciosa de la misma, condenar tal identidad y sus eventuales derechos civiles? ¿Cuáles serían los argumentos serios, razonables y académicos para sostener semejante afirmación?

2. Ante el planteamiento de que un eventual matrimonio entre parejas del mismo sexo atenta contra la “ley natural”, nos preguntamos: ¿A qué se llama “natural” en estas discusiones? ¿No estará aquí una de las dificultades para poder clarificar este debate? “Ley natural”, “naturaleza”, “orden natural”, ¿no son expresiones a ser revisadas y actualizadas? ¿Pueden entenderse estas expresiones de manera absoluta, fijista y sin la dinámica propia de nuestra condición humana? Si en la historia de la Iglesia se consideraba “natural” el cauce de un río y se impedía canalizarlo, o se consideraba “natural” la esclavitud, ¿no estaremos ante una concepción claramente cultural? La concepción de “ley natural”, ¿no es más propia del helenismo que de la Biblia? Cuando san Pablo afirma que “es natural en el varón el pelo corto” (1 Cor 11) ¿no es esta una concepción evidentemente cultural?

3. En nuestros barrios hay muchos pibes y pibas que nacen y crecen con madres solteras, a cargo de tías y abuelas, de gente sincera que realizando la “función materna y paterna” les garantiza el afecto y el cuidado necesario para la vida. Comedores, hogares o simplemente vecinos y vecinas que hacen gratuitamente más amplia su mesa y su casa, logran que muchos chicos encuentren “familia” (la más de las veces sin su papá biológico y, a veces, hasta sin su mamá biológica). ¿No será necesario revisar el concepto burgués de “familia”, defendido detrás de slogans discriminatorios a la condición homosexual? ¿No han generado los pretendidos “sanos” matrimonios heterosexuales (“sanos” por el mero hecho de ser “hetero”) situaciones disfuncionales, abandono de hijos, abusos y violaciones a la vida?

4. Se ha afirmado que se quiere cambiar “la familia”. ¿No es evidente que “la familia” ha cambiado y sigue cambiando a lo largo de la historia? El modelo que actualmente se defiende, ¿no es propio del s. XVIII y muy diferente de las familias de las comunidades indígenas de América o de África? ¿La familia polígama de “Abraham nuestro padre en la fe” es igual a la familia ampliada en la que convivían no sólo padres, hijos, nietos, sino también esclavos y clientes, como era habitual en el imperio romano? ¿La familia patriarcal en el que la mujer era tenida por “propiedad de” un varón (¿no viene de allí el término “matri monium”?) es igual a la familia en la que una jovencita debe cuidar a sus hermanitos mientras su mamá trabaja porque su papá los abandonó? ¿cuál de todos estos y los muchos otros existentes en la historia sería el término adecuado para hablar de “familia”?

5. Si miramos el Evangelio de Jesús, es evidente que, Reino de Dios y familia son “fidelidades en conflicto” (S. Guijarro). Jesús dedica todas sus energías y entusiasmo a predicar “el reino de Dios”, y relativiza de un modo claro y evidente la familia; ¿no es sorprendente que muchas veces escuchemos y leamos sobre “la familia” como una expresión unívoca y sin relación a la búsqueda de la justicia y la opción por los pobres, propia del Reino? ¿Por qué tantos y tantas “cruzados/as” católicos/as que levantan sus voces y se movilizan no lo hacen para combatir la pobreza, la injusticia, la desocupación, la falta de salud, de vivienda digna, cosas que ciertamente “atentan contra la familia”? Si para Jesús, “el reino es lo único absoluto y todo lo demás es relativo” (Pablo VI), ¿por qué no es “el reino” el grito unánime de los “cristianos” (católicos o no) de hoy?

6. Si la Iglesia en su historia, en su predicación y en sus enseñanzas (Magisterio) enseña que se debe obedecer ciegamente la “conciencia”, y que el ser humano “percibe y reconoce por medio de su conciencia los dictámenes de la ley divina, conciencia que tiene obligación de seguir fielmente en toda su actividad para llegar a Dios, que es su fin” (“Dignitatis humanae”, nº 3) ¿Es posible, a esta altura de la historia, pretender condicionar la acción de nuestros legisladores en su labor parlamentaria con concepciones propias de la cristiandad medieval obviando su legítima libertad de conciencia en temas tan controvertidos? Es absolutamente justo y razonable poder decir una palabra y opinar, pero pretender legislar o que los legisladores “deban” seguir dictámenes eclesiásticos, ¿no es más propio de concepciones de “cristiandad” antes que de respeto y tolerancia democráticas?

7. Algunas voces eclesiásticas han reclamado un “plebiscito”. Siguiendo los propios criterios y argumentos que han enarbolado, ¿se podría plebiscitar la “ley natural”? La apariencia es que consideran que en ese supuesto plebiscito saldría ganadora su posición, ¿lo propondrían de no creerlo? ¿aceptarían un triunfo de la posición opuesta? Si se trata de reconocimiento de “derechos de las minorías”, ¿es sensato o justo proponer semejante plebiscito? ¿Se puede plebiscitar lo que es justo?

8. Si para Jesús el Reino de misericordia, justicia, e inclusión de los desplazados de su pueblo estaba por encima de toda otra concepción y valores culturales de su tiempo (la familia incluida); a la luz del evangelio del Buen Samaritano (cf. Lc 10,25-37) nos preguntamos, ¿cómo podríamos considerarnos discípulos de Jesús sin conmovernos con entrañas de misericordia ante los hermanos y hermanas excluidos del camino de la vida y la igualdad ante la ley? ¿podemos seguir “de largo” sin detenernos a escuchar lo que Dios nos está queriendo decir a través de tantos y tantas que se sienten “explotados y deprimidos” bajo un sistema discriminatorio?



En conciencia, queremos ser pastores según los sentimientos de Jesús, y estas preguntas son las que nos surgen en estos días.

Queremos ser Iglesia servidora del Reino, siempre del lado de los más pobres y sufrientes.



Florencio Varela, 6 de julio de 2010

 

2 comentarios:

  1. Todo movimiento no maximalista puede pensarse como legitimador "por izquierda" de otra cosa. Un trosco te dice que vos (nosotros) sos legitimador por izquierda del peronismo burgués. Y no es una hipérbole mía, es una expresión que escuché varias veces. Un anarco después le dice al trosco directamente "facho" y que legitima por izquierda la expltación del hombre por el hombre. Lozano le dice a Sabbatella que legitima por izquierda etcétera etcétera. Y así.

    Y al final, sin querer establecer una regla histórica, todo lo que legitimó por izquierda algo fue lo que logró los avances. No digo que eximamos de crítica a quien lo haga, pero algo de changüí hay que darles. Me parece.

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  2. Entiendo que prescindir de posiciones tan categóricas, y reemplazarlas por lecturas más permisivas es un trámite dificultoso cuando estas son visiones –o resabios de visiones- contra hegemónicas; digamos, cuando en la mesa de Mirtha, Pinti se pronuncia contra “la gente de Miami” por ser un poco “idiota” y la conductora lo afirma (o al menos no se opone) y señala que “hay mucho cubano” es esperable que se piense en una aberrante subestimación de Legrand sobre los cubanos, y tanto más difícil que alguien piense en una subestimación igual y contraria por parte de Pinti al pueblo blanco. Aún así, hay que intentarlo. Una no puede saber, no sabe, como es la interna en la estructura de la Iglesia, como se dan o como fueron las disputas de poder en los aspectos más individuales, y al no estar consustanciados con esa escena, la verdad, resultaría tanto más amable no ironizar sobre si son, o no son, re valientes.
    Si tus generalizaciones se pretender como universales empíricos, debiéramos poder visualizar una “sexualidad culposa” (esto es lo mismo que hacen ellos pero desde otro lugar) y acá chocamos contra la incapacidad de hacerlo, nada más.
    Ahora, si todo remite a tu no entendimiento, a que la forma de estructurar el pensamiento que tiene esta gente escapa a tus esquemas, la verdad, parece una obviedad, pero mientras no seas un cura Católico, no lo entenderás y no creo que eso sea de tu interés. Simple, no serás abrazado por los dogmas católicos y ya, no creo sea perjudicial esa exclusión.

    Es un gataflorismo innecesario che.

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