Oscar Cuervo me ha hecho sonrojar (y eso no es fácil, mirá que soberbia y egocentrismo, me sobra) con esta nota sobre, entre otras cosas, este servidor:
Hasta donde yo sé hay una sola persona
antikirchnerista que está haciendo un esfuerzo por pensar el
kirchnerismo: es Beatriz Sarlo. La ventaja de Sarlo consiste en una
práctica sencilla de enunciar pero difícil de poner en marcha: revisar
continuamente sus propias hipótesis. Por eso es, entre los columnistas
que aparecen en los medios de derecha, la menos previsible, la que en
cada nota puede iluminar un aspecto distinto de la disputa política que
se está llevando a cabo en la Argentina de hoy. De sus notas puede
decirse que uno no adivina aburridamente antes de leerlas qué va a
decir. Esta semana publicó un interesante artículo en La nación, titulado Hegemonía cultural del kirchnerismo.
El objeto de su análisis no es de por sí muy atractivo: el candombe
"Nunca menos", que un grupo de militantes, artistas y músicos le dedicó a
Néstor Kirchner, y que fue difundido profusamente en las primeras
fechas de este año de Fútbol para todos. Digo que el candombe
propiamente dicho no es atractivo para pensar, o lo es bastante menos
que las ideas que Sarlo pone en juego:
"Tengo, por primera vez -dice
Sarlo-, la sensación de que así se expresa una hegemonía cultural no
simplemente en el vago sentido de llamar hegemonía a cualquier intento
de dirección de la sociedad, sino a una trama donde se entrecruzan
política, cultura, costumbres, tradiciones y estilos. Fontova, en el
video que muestra la grabación de 'Nunca menos' en el centro cultural
apropiadamente llamado Homero Manzi, dice: 'Es la primera vez en mi vida
que algo en la política me cierra, a pesar de que muchas voces de
culebra están diciendo que está todo mal; Cristina es una mujer
alucinante'. Nadie hasta el momento se preocupaba mucho de las opiniones
de Fontova en relación con tal o cual gobierno; pero ahora su voz dice
algo que otros quieren escuchar y decir, incluido el adjetivo
'alucinante'. Fontova flasheó con Cristina".
Es interesante el párrafo de Sarlo en la medida en que reproduce un eco, no sé si deliberado por parte de la autora, entre su "Tengo, por primera vez, la sensación de..." y la afirmación de Fontova: "Es la primera vez en mi vida que algo en la política...".
Se trata de distintas primeras veces, y sin embargo se refieren a lo
mismo. Lo que parecen compartir Sarlo y Fontova es que no están
asistiendo a un cambio como cualquier otro, sino a uno de esos que sólo
pasan una vez cada muerte de obispo. Sarlo dice que se trata de una
nueva configuración en la que se entrecruzan política, cultura,
costumbres, tradiciones y estilos. Esta trama toma forma no dirigida
desde un aparato propagandístico estatal, como pretenden simplificar
Fontevecchia o Tomás Abraham, con un reduccionismo casi ofensivo de la
inteligencia de sus lectores. Los que se ponen en marcha son estratos
sociales heterogéneos, con vínculos inéditos y códigos innovadores: se
organizan en torno a ejes nuevos, conectándose por las redes sociales
digitales, creando jergas novedosas. El candombe, insisto, no es el
mejor ejemplo, pero es el que le sirve a Sarlo para pensar el asunto.
Los intentos anteriores de
reducir esta novedad, fracasaron estrepitosamente: la derecha se burló
de Carta Abierta, de 678, presupuso que los blogs kirchneristas
respondían orgánicamente a las directivas de un sector estatal, abusó
hasta el hartazgo de la estupidez de creer que la gente se implica en
política por el chori y el vino o por un cargo rentado. Cuanto más
recaen en semejante simpleza, el fenómeno más se les sustrae, y esos
intentos de neutralizar la novedad degradándola a una figura banal ("los
viejos setentistas", "el clientelismo", "la Cámpora", "PPT"), caducan
más rápido.
Creo que Lucas Carrasco es un claro emergente de esta novedad que trata de pensar Sarlo desde el otro lado. Es difícil encuadrar a Lucas, más allá del episodio que lo hizo saltar a las tapas de la prensa derechista ("el blogger K que amenazó con masacrar al periodista Alfredo Leuco"). No hace falta que vuelva a contar ese episodio, porque debe ser lo menos interesante que Carrasco produjo. Es cierto: tiene un blog y quizá él mismo se defina como kirchnerista, pero habiendo dicho esto aún no empezamos a comprender qué hace, qué dice y quién es Lucas Carrasco. El postea sus textos cada amanecer a eso de las 5 y media, y al leerlo uno tiene la sensación de que no es lo primero que hace en el día, sino lo último que hace en la noche. Por otro lado, no es fácil prever con qué se va a encontrar cada mañana en su República Unida de la Soja, puede tratarse de agronomía o de desesperación, de una declaración de amor o de abstinencia sexual, de una broma o una evocación de su infancia, de un desborde de odio contra los porteños o el capítulo de una novela negra que jamás será completada. (O tantas otras cosas: ver Comunicado de Pino Solanas sobres las valijas yanquis retenidas en Ezeiza, Santiago Llach, Me tenés podrido, tarada, etc.).Una escritura así, demasiado manchada de marcas coyunturales como para considerarla literatura, demasiado anárquica como para considerarla militante, demasiado desgarrada como para considerarla política, demasiado caprichosa como para considerarla periodismo, es todo eso junto: literatura, militancia, política, desgarro, periodismo. Pero sobre todo es algo más o algo distinto que la simple suma de esas cosas. Puedo imaginar que, si dentro de medio siglo alguien trata de comprender cómo era la Argentina kirchnerista, va a leer con mayor provecho los posts de Carrasco que los textos de Lanata, Aguinis o Nelson Castro. Carrasco es un punto de cruce de ciertas direcciones de la cultura argentina de comienzos del siglo xxi; y uno no concibe a un Carrasco en los años 70, así como resulta imposible concebir a un equivalente a Lucas escribiendo en favor de Pino Solanas, Lilita Carrió o Ernesto Sanz.
Esta noche (0:00 hs. del lunes)
Lucas Carrasco viene en vivo a los estudios de FM La Tribu; será un
gusto sostener un mano a mano con él.
La otra.-radio. 88.7. Escuchar on line.
Ya comienzo a guardar en mis archivos todas tus notas.Así, cuando alguien escriba en el futuro sobre esta etapa del kirchnerismo, podré mostrarle a mis nietos que ese personaje inclasificable que figura en los libros y que se llama Lucas Carrasco, es mi amigo y del que estoy orgulloso.
ResponderBorrarUn abrazo
@enridesalta