Escribe Fede
Salgamos del lugar de Sarlo vs Forster, ni que hablar de Sarlo vs Mariotto. La invitación de 678, la mejor interpretación posible de esa invitación al menos, tenía otra lógica a la del simple contrapunto: vos que nos mirás y escribís sobre el programa, vení a decirlo desde este programa. Ahí estaba la potencialidad que tenía tener a Sarlo al lado de Barone. Y Sarlo cumplió con esa expectativa. Detalló, con las limitaciones del caso y el doble stopper que se le puso con Forster y Mariotto (un exceso que tiene sus explicaciones) sus desacuerdos. ¿Qué son esos desacuerdos? Tienen dos vertientes que en el programa se mixturaron pero convendría separar. Una crítica puntal al ejercicio del periodismo de archivo y de las premisas sobre las cuales luego intervienen los panelistas de 678. Y por otro lado, sus desacuerdos con el kirchnerismo, la visión del mundo, o como quiso colocar Forster con cierta grandilocuencia “del poder”. ¿Es la misma discusión? ¿Ser anti kirchnerista es ser también anti 678? Y al revés: ¿ser kirchnerista es ser seisieteochista? Hubo una divergencia formal durante todo el programa: Sarlo buscaba fundamentar la crítica en aspectos concretos (los informes, el papel de la prensa europea, la transición democrática, etc) pero la réplica venía por el lado de la confirmación de lo que nunca estuvo en duda: “ah, pero vos sos opositora…”, por lo que salvo algunas intervenciones afortunadas de Forster, había un diálogo pero que ocurría en dos niveles distintos. Una totalidad (el gobierno, el proyecto, lo popular, etc) frente a una crítica quirúrgica, que si bien sabe que se agazapa en los lugares más fértiles y sencillos, no deja de ser inteligente, mordaz, astuta.
Sigue acá.
Salgamos del lugar de Sarlo vs Forster, ni que hablar de Sarlo vs Mariotto. La invitación de 678, la mejor interpretación posible de esa invitación al menos, tenía otra lógica a la del simple contrapunto: vos que nos mirás y escribís sobre el programa, vení a decirlo desde este programa. Ahí estaba la potencialidad que tenía tener a Sarlo al lado de Barone. Y Sarlo cumplió con esa expectativa. Detalló, con las limitaciones del caso y el doble stopper que se le puso con Forster y Mariotto (un exceso que tiene sus explicaciones) sus desacuerdos. ¿Qué son esos desacuerdos? Tienen dos vertientes que en el programa se mixturaron pero convendría separar. Una crítica puntal al ejercicio del periodismo de archivo y de las premisas sobre las cuales luego intervienen los panelistas de 678. Y por otro lado, sus desacuerdos con el kirchnerismo, la visión del mundo, o como quiso colocar Forster con cierta grandilocuencia “del poder”. ¿Es la misma discusión? ¿Ser anti kirchnerista es ser también anti 678? Y al revés: ¿ser kirchnerista es ser seisieteochista? Hubo una divergencia formal durante todo el programa: Sarlo buscaba fundamentar la crítica en aspectos concretos (los informes, el papel de la prensa europea, la transición democrática, etc) pero la réplica venía por el lado de la confirmación de lo que nunca estuvo en duda: “ah, pero vos sos opositora…”, por lo que salvo algunas intervenciones afortunadas de Forster, había un diálogo pero que ocurría en dos niveles distintos. Una totalidad (el gobierno, el proyecto, lo popular, etc) frente a una crítica quirúrgica, que si bien sabe que se agazapa en los lugares más fértiles y sencillos, no deja de ser inteligente, mordaz, astuta.
Sigue acá.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario