El domingo iba caminando por calle Córdoba, en Buenos Aires. Adelante iba una mujer, con el que parecía el marido, que llevaba una bebé en brazos. La mujer, zamarreaba a un pibe, chiquito, y le decía:
-portate como una persona con educación, no como un nene de la villa. Caminá.
La imagen, algo cruel por que era a los gritos y la gente en la parada de colectivos miraba extrañada (obviamente la intención de la madre era quedar bien con esa gente que estaba en la parada de colectivos, lástima que su falta de educación -de sapiencia mundana- le impedía saber cómo) era a la vez una postal de estos tiempos sociales.
Una clase obrera semi precarizada que, en las grandes urbes -en las zonas más pobres del país, esta generosidad estatal, lo siento, no se consigue- a fuerza del crecimiento laboral, la baja del desempleo, la llegada de inmigrantes de países limítrofes y no tanto pero más pobres, y los subsidios en los servicios públicos y el transporte, los hicieron subir un escalón en la pirámide del consumo y, por tanto, del prestigio. Y las ganas o la sensación de pertenecer son muy fuertes. Y del mismo modo que todas las clases sociales (con más o menos inteligencia táctica: eso depende de la capacidad propia y los círculos sociales que se frecuente) miran para arriba de modo de que cuando escupan la saliva caiga abajo, de la pirámide social.
8 años de crecimiento récord. Un piso de demandas básicas satisfecho. El crecimiento de esas demandas hacia zonas más sofisticadas -bordeando el racismo o el delirio: el racismo en el ejemplo que cuento, las quejitas de gente de Belgrano, en la arquitectura jurídica del puerto, quejándose a Macri porque llueve....pidiendo MÁS SUBSIDIOS, bordea el delirio- es un paisaje del presente que, con todas las fragmentaciones del caso, conviene, quizás, olfatear. Algo pasa ahí.
Es durísimo contar escenas de racismo ante ciertos auditorios sin espantarse como señora políticamente correcta. A mí, no me pasa.
No tengo esa demagogia de la corrección política porque sino, simplemente, me volvería loco. Por cierto, ese chico, al que en vez de asustarlo con la solapa lo asustan con la villa, no está teniendo las mejores armas para ser una persona con capacidad de ascenso social, pero no necesariamente por eso sea una mala persona. La tonta de su madre hace lo que puede.
Y como todas las madres, pretende que su hijo herede los miedos y las fobias que la asedian y ensombrecen. Con la mediocridad del caso, que es una mediocridad de nuestra latinoamericanización -jeje- ya no se pretende que mijoseadotor sino, simplemente, que escape de la villa. Menem lo hizo. También De La Rúa, Chacho Alvarez, Duhalde, y yo. Usted no, obvio. Yo, sí. Tengo mi parte de responsabilidad y a medida que crezco dejo de pontificar tanto porque la sociedad que estamos legando a ese chico cuya madre mal educa es ésta: llena de miedos, precariedades, sinuosidades del vértigo que nos trae el mercado, esa mano invisible que aún rige las áreas más sensibles de la vida, sobre todo cuanto más pobre se sea.
Por lo demás, yo también los quiero, pavotes.
No es sorprendente lo que contás. La "evolución" (palabra chota si las hay) se dará si esos chicos, esa nueva clase media-baja puede acceder a una buena educación secundaria y sobretodo terciaria.
ResponderBorrarSi la panza está llena (que es como tiene que estar) el siguiente paso es educar. Y eso lleva mucho tiempo.
Hay que mantener esto varias generaciones y algo bueno puede salir. Es preferible eso a esperar que "las contradicciones del sistema se radicalicen" como desea que suceda el trosko-duhaldismo.
¡Aguante el gradualismo!
No entiendo que querés decir con eso de"la mediocridad de nuestra latinoamericanización"
ResponderBorrarNo te creas que la educación universitaria pueda solucionar ese problema, el mayor reducto de gorilismo se encuentra en la universidad, y eso no es algo nuevo, lo viene diciendo hace años Jauretche.
ResponderBorrarPero en algo tenes razón, hay que educar, pero no es en la universidad donde una persona aprende que no tiene nada de malo "parecer de la villa", que hay mucho villero que es mas "educado" que muchos ricachones malcriados. La única forma de que alguien aprenda eso es conociendo gente de la villa, salir del circulo al que uno pertenece, abrir "su mundo" y eso obviamente no se hace yendo a la universidad.
Pareciera que es algo políticamente correcto decir que la educación es lo único que nos puede hacer crecer. Pero muchas veces me pregunto: ¿Cómo es eso posible?. ¿Cómo saber resolver una ecuación diferencial de segundo orden me va a hacer mejor persona?, ¿Cómo saber de literatura antigua me va a hacer mejor persona?, etc, etc,... Y la verdad es que no nos va a hacer mejor persona, solo nos va a hacer mas capacitados y eso no asegura que el problema de que una madre asuste a su hijo diciendole que parece a un chico de una villa, para nada. La única forma de resolverlo es integrando al pais, borrando (en sentido figurado) las divisiones sociales, extendiendo derechos, dignificando a los mas humildes, etc etc etc... De esa manera, la distancia entre un villero, y un universitario no son tan atroces como para estereotipar a alguien de otro grupo social.
Saludos!
coincido con vos, Mauro.
ResponderBorrarUn regalito Carrasco, capaz sirve para dilucidar algunas cosas:
ResponderBorrarhttp://www.youtube.com/watch?v=63W5w4nfnCs