miércoles, julio 20, 2011

Cilicio para todos!



Es para reírse, no queda otra. Algunos tramos frustrados de los discursos de los principales referentes de Carta Abierta repercutieron, como era de esperar, entre los militantes rentados de la prensa militante de derecha que están necesitados de aliviarse: no quieren ver el horror que les da alegría, la estética -Gilda mediante, por que son, ja, populares- del globo. Bienvenidos al globo. Que va a estar bueno.
Del centralismo democrático queda poco y nada, pero de la autocrítica que lo acompañaba- esto es: si cuestionás el centralismo democrático, te hacemos una autocrítica- quedan resabios.
¿Es que acaso hay "ceguera"? Depende. La política se hace de fuerzas sociales y relaciones de fuerza, y éstas de trazos gruesos. El manual básico de la militancia -el que utilizan los voceros corporativos- es encontrar contradicciones en el adversario, y potenciarlas, para debilitarlo.

Ahora, con su permiso, ¿cuál crítica es la crítica a un tramo televisivo de un programa? Nada. ¿Cuál la de que "falta política" (a ver...esa crítica se invalidad a sí misma aún cuando sea correcta en el diagnóstico, porque es propositiva y...ja)? Nada.
¿Y es que no hay nada que criticar? Sí, por supuesto que sí. Supongo que todos tenemos nuestras críticas. De hecho, yo puedo -si a alguien le interesa- aportar las mías: creo que la llamada "Biblioteca Nacional" debe ser transferida (y pagada) a la municipalidad de Buenos Aires y revisar seriamente, en pos de la equidad, el presupuesto de la UBA. Hasta donde yo sé -que es más bien poco- la ley de medios se sostiene, por ejemplo, con el presupuesto de las universidades más pobres de la zona metropolitana, ahí yo revisaría. Además de la "autonomía" que es la modalidad de transferencia de ingresos de los más pobres a los más ricos.
Esas discusiones a mí me parecen importantes. Esas críticas, a mí me parecen interesantes. Claro que a sabiendas de que se organiza una alianza de clase, por usar términos viejos, para defender privilegios de los sectores más ricos de la sociedad. Sectores que, ay, yo integro. Y quienes leen, mayormente, este blog. Propensos a estar a favor de la distribución de la riqueza mientras otro pague las cosas: ponele, la minería, que es el 196% del PBI argentino y está concentrada en provincias muy ricas como Catamarca y San Juan. O el malevo mercado financiero, que requiere de una súper reforma que...banalidades. Basta con poner a alguien de izquierda en el Banco Nación, en el Banco central, en el Banco Provincia y en el Banco Ciudad, y no hace falta cambiar ninguna ley para democratizar el sistema financiero. Perdón por el Credicoop. La banca solidaria. Pero como entrerriano he visto la dulzura de las cooperativas, parte estructural del engranaje oligárquico plenamente integrado a una visión de inserción subsidiaria de nuestro país en el, pomposamente llamado, estrecho "mundo".
Oh, la crítica, la autocrítica.
No hay nada.
Más que la genuina necesidad de revolear frustración, porque sucedió lo esperable: ganó Macri. Todavía falta la segunda vuelta, en realidad. Y cualquier mensaje, como el inteligentemente propagado por los voceros corporativos, para no respetar la constitución y bajarse, busca que vaya menos gente a votar. Porque la mitad más uno es sobre los  votos válidos emitidos. Y porque se busca que el kirchnerismo no polarice con la triunfante opción vergonzosa de los globos bienvenidos.

Los debates televisivos, los porcentajes de las encuestas, las canciones de Fito Páez, aún las campañas electorales, ni que hablar un tramo de un programa televisivo, son potenciados en el análisis cuanto más grande sea la carencia. Y está bien. Total. Esas cosas  son una parte, ni siquiera central, apenas complementaria, de la construcción política. De la construcción de poder. Que, en última instancia, se resuelve en otra parte.
Se viene un mes difícil.

No existe el centralismo democrático y es sólo la percepción de la derecha de que enfrente tiene un "partido orgánico" cuyas manifestaciones son esto y lo otro pero nunca el partido político real, eso se deja para la percepción de ajenidad y otredad que tan bien explotara, de derecha a izquierda, el mitrismo ilustrado de Macri y Solanas. De modo tal, que no hay posibilidades de coordinar nada y está bien que así sea. Porque la potencia de lo "orgánico" (incluso en sentido amplio, gramsciano) se dirime en otra parte.

Si se quiere abarcar "la comunicación" como un inestable todo del kirchnerismo, es otro debate. Pero que no es primigenio a la construcción política, sino anterior.

Un drama carente de sustancia es que la vieja teoría del entrismo -dicho con el mayor de los respetos- funciona cuando se está, en términos generales, a la defensiva. Ponele, un Frepaso en los albores del 2000. Hoy, Cristina y más aún, sudamérica, conducen y no parece que esto se desvíe o zigzaguee o bandee de modo poco claro. De hecho, la autocriticidad de moda, no plantea ésto. Que daría pie para la construcción de fuerzas internas que pujen, prioritariamente, de manera interna por la conducción del proceso.
Más bien, lo que hay, es un cierto malestar por quién conduce los destinos culturales, en la ciudad portuaria, que no tiene, que mal eso, los votos para sotener ese predicamento. Una puja, digamos, chiquita. Por que en última instancia se trata de sumar, desde nuestro lado, voto por voto, al proyecto nacional. Que seguirá estando sustentado, principalmente, en el voto clásico del peronismo, pero al cual, es necesario, ampliar con otros sectores sociales, culturales, políticos y geográficos. Con menos drama. Con la natural vocación de disputar internamente, todo bien.  Pero...el psicologismo de cómo debe actuar tal o cual, si hay que ser más abiertos (¿qué es eso, un test de personalidad?) o si hay que repartir un Manual de Estilo para expresarse, naaa, corazón.

Algo más interesante para plantearse es si los mecanismos culturales que, como hongos y sin coordinación, surgieron ante la resistencia del horrible clima cultural oligárquico del 2008 y 2009 -este blog, con sus 30 lectores (pero una sos vos, Electra)  es parte, chiquita, de ese quilombo-como 678 y Carta Abierta, no registran una nueva etapa, con la desaceleración de la Mesa de Enlace como conducción del bloque dominante y con la debilidad cultural, meramente cultural, de los voceros como el Grupo Clarín de la Asociación Empresaria Argentina. Yo creo que sí hay un cambio de registro y una adaptación, pero es opinable y más denso de discutir y obviamente imposible conformar a todos. Aunque, también creo, que eso lo resuelve -en última instancia, aunque de manera inestable- lo específicamente político. El proceso político, el devenir social en su conjunto. Y que, por la misma fluidez de la realidad, quienes no se adapten a esas nuevas dinámicas, quedarán en el camino. Como sucede y ha sucedido a lo largo y ancho de la historia.

Por lo demás, ponerse a discutir la campaña y estoy y lo otro, tá bien. Muy bien.
Ahora, suena divertido que desde la prensa militante se potencie la histeria del desmoronamiento cuando, sustancialmente, no pasa gran cosa. 

Un reportaje, en los albores delkirchnerismo, en Página 12 a Nicolás Casullo, y un reportaje inédito que me mostró mi ex amigo Franco Vitali. -que debe andar de autocrítica, porque no me llama más- también a Casullo decía, en sustancia, que faltaba quién narre este proceso. Es paradojal, pero en los peores momentos del kirchnerismo -cuando la 125- estaban naciendo, fundamentalmente en Carta Abierta, con sus caras visibles: el gran Foster y Horacio González- nacía y cobraba vitalidad esta narrativa. Y perdura. Con solidez y contundencia.
Ahora, ¿quién va a pretender un alineamiento automático, además, con qué? No, corazón, es la crítica! Y el compromiso con los grandes trazos y los sectores históricamente aliados, lo que define.

Pero, en mi nunca humilde, nunca menos, opinión, lo que resta, lo que falta, para la construcción de un país más justo, es la crítica que señale que lo que resta, resta y por tanto debe integrar el menú del horizonte. Y es más sustancial e importante que tácticas de campaña, pasajes de un programa televisivo o si se siente incómodo Guillermo Martínez. Incómodos, nos sentimos todos. Por caso.

En la lucha política, más si es del lado de quienes quieren pensar un país más inclusivo, integrado y equitativo, que democratice los poderes de facto (hoy en un monólogo de falsa debilidad, bien contado), son más los contratiempos, los retrocesos, las heridas, las derrotas, que las victorias.
Y qué se la va a hacer, es así. Aunque algo parecido a ésto yo ya había escrito, con la previsible -y justa- indiferencia del mundo que es sordo y es mudo, yo creo que ni vos, Electra, lo leíste.
En fin, que así es el amor.








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