Vienen tres que vienen a ser algo así como "deben ser" los obreros, preguntándose "quién va a decir" algo que, al parecer, es de interés de los obreros: "que dejamos la vida por un sueldo que no nos alcanza". Parece de prioritaria importancia que alguien lo diga, eh. Bueno, entonces, están con eso de quién lo va a decir (no a pedir, no. Bueno, tampoco sería de mucho pedir "dejar la vida" por un sueldo que sí alcance porque, fijate, no tendrías en qué gastar lo que falta para que alcance: se te iría la vida por el sueldo) y entonces, prepotente, mira (el actor que hace de "obrero") a cámara y pregunta, ¿quién?
Sale el plano de la puerta de la fábrica. Viene la cámara a unas oficinas -dónde suele estar la burocracia, pero bue- y dos gerentes de sectas trotskistas, dicen: "nosotros". Tipo Chapulín Colorado con el ¿y ahora quién podrá defendernos? pero con cero onda. Atrás, unas mujeres secretarias -las secretarias son mujeres- de la oficina, siguen con sus tareas.
Ergo: tenemos a los trabajadores de la fábrica que no saben quién va a decir lo que ellos quieren que diga (metáfora de la representación con absoluta impotencia política) y están las compañeras trabajadoras secretarias, que mientras la vanguardia se propone como representación, siguen en lo suyo, trabajando. Sin darles bola. La vanguardia le habla -desde sus oficinas- a los trabajadores de las fábricas. Y les dicen que no los vota nadie, que necesitan el 1,5% de los votos para presentarse en octubre con la finalidad de decir lo que ellos se supone -no tanto, porque no los votan- quieren que digan. En realidad, para cobrar la guita que da el Ministerio del Interior, pero eso no se lo podés explicar a pendejitos de la UBA que están haciendo su año sabático de trotskismo, queda feo.
El remate: "para que no nos silencien, danos tu voto" es algo contradictorio, pero efectivo. El mensaje es: para que no me silencies, dame tu voto. Pero como se nota mucho, el "no nos silencien" queda ambiguo, dando a entender que hay una especie de conjura mística que intenta silenciarlos. Conjura que sólo entienden los que, en el corto, llevan saco y camisa. Los trabajadores, las secretarias, directamente, están en otra cosa.
Una pura confesión de cómo sobrevivir engañando chicos que, luego de un par de años, a lo sumo, se darán cuenta y huirán de esas sectas. Pero vendrán nuevos chicos.
La escribiò Saborido esa publicidad, me hace re cagar de risa mal.
ResponderBorrarpor un momento pensé que terminaba de ver bajada de linea y espesaba sofovich , en ese caso las secretarias pasarían corriendo con sus 400 mil votos
ResponderBorrarY ahora quien podra ayudarnos? Yo! El chapulin castillo!
ResponderBorrarcastillo tiene onda, del tipo que hace suspirar.
ResponderBorrarJaja bastante entretenida la publicación, muy buena, un saludo.
ResponderBorrar