sábado, octubre 15, 2011

Tarde. Se me había pasado, pero acá va el mail del Negro Fontova.




Horacio Fontova 
mostrar detalles 13:09 (hace 11 horas)

Amigos, hace un par de años que para estas fechas publico este texto,
que lleva por título "13 de Octubre".
Abrazos
el nigger
Entre tantas cosas curiosas de los alegres tiempos pasados,
había fascinado a todo el paganismo de aquellos años
un famoso escritor español
que hasta supo atraerse a los grandes sabios
con sus extrañas predicciones,
como aquella de que el trece de octubre
finalmente sería la fecha en la que comenzaría la futura,
mágica resistencia de los pueblos originarios.
Eran días en los que a partir del tabaco más barato
se podía destilar fácilmente
el delicioso licor de los románticos piratas,
aquellos que brindaron y rieron hasta las lágrimas
cuando se los intentó comprar para compartir tres carabelas
con una tropa de mera escoria insensible,
en una empresa descabellada.
Ahora, lamentablemente mucho menos hereje la cosa,
la conquista de la comunicación se sigue cumpliendo
espolvoreando viejos edictos, decretos reales aún invariables.
Ellos dicen:
"así se le da un color más elegante a la actualidad,
algo más refinado",
creyendo que esa es la nueva forma en que se debe comunicar,
así como si frieran a una vieja rata en aceite,
como supuesto nuevo manjar.
Ya no cabe duda de que todos vienen desde lejos
perteneciendo a la súbita avanzada
y que querrán convencer a todo el mundo
de la conveniencia de seguir subastando aborígenes
a bordo de los barcos.
Propongo susurrarles al oído
aunque sólo sea un cuentito de Galeano
para la conducción de nueva energía,
a ver si adquieren algo de cordura,
a ver si de una vez por todas se ventila alguna cosa en el aire,
que no huele muy bien que digamos en estos tiempos.
Entretanto, desde aquí esperamos,
los de la interminable ilusión sudamericana,
los que seguimos anhelando algo de virtud
para ejecutar algo o llegar a un resultado,
como musas de una nueva política popular,
soñando con hacer sobre los monopolios
el efecto que producía el rocoto,
ese pimiento picante boliviano que repugnaba
a los fríos paladares de los conquistadores,
declarándonos como quienes por fin descubrieron
la fórmula para dejar de generar pobreza,
como poetas de la confusión,
nerviosos por tener que atravesar un camino desconocido
para llegar a un nuevo quinto punto cardinal,
cansados y cubiertos por una atmósfera cada vez mas pesada,
pero alegres de pertenecer a la gran alianza popular.
Mientras, cada vez más fuerte se acerca
el canto de viejos zafreros
por sobre rutas pobladas de soja,
en el inmenso campo
que ahora se intenta presentar
como un nuevo, brillante porvenir,
como una desesperada copia de otra cosa mejor.
Como también la llama
que arde en la entrada de palacios y catedrales
es una copia de los mágicos fogones
de los antiguos pueblos originarios.

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