miércoles, enero 25, 2012

Bochini


Estaban el Beto Alonso, Alzamendi y Francescoli en River y, durante el mundial 86 cuando tomé conciencia de que eran uruguayos los dos últimos, estuve a punto de hacerme de independiente. Por Bochini.
Se trataba de una delicada decisión, que iba contra las decisiones familiares y contra el delicado equilibrio entre mis hermanos. Pasé momentos complicados, de crisis espiritual, vocacional, ideológica, como las crisis que debe haber tenido Juan Pablo Schiavi cuando pasó del PRO al PROgresismo (lo superó bastante bien igual, se lo ve relajado, digamos) pero finalmente, no me hice de Independiente. Ni de River. Ni Uruguayo.
El fútbol es ese programa de televisión donde unos pendejos con problemas de lenguaje ganan millones sin tributar, mostrando las abismales desigualdades sociales de un mundo capitalista. Los intelectuales fueron tentados por la culpa adoptar la demagogia de hacer como que. Y los periodistas (los intelectuales orgánicos) ponen el club de fútbol de "los personajes" como constitutivos de una identidad. Nada más pelotudo, por cierto. Probablemente en apenas un siglo en los estudios sobre comunicación, al abordar este tiempo que transcurre, llame la atención la ampulosidad y estupidez de esta época, donde los periodistas ponían como un dato importante el club de fútbol, o sea el programa de televisión que miraba, un presidente de la Nación. Los culturalistas lo verán como parte del pan y circo de la época, del feroz capitalismo que, también, transcurre. Los estructuralistas lo verán como pan y circo, necesariedad constitutiva del estadio del feroz capitalismo al que asistimos.
Hay un clivaje ya viejo entre intelectuales de élite e intelectuales populares, pero es atentos a ese pecado histórico que hoy las élites gozan del fútbol. Como el folclore que de tanto pasarlo en la radio nos termina gustando, el fútbol de tanto repetirlo se mete en las entrañas.
Me gusta el fútbol, porque es la infancia.
Como las carreras de burros de los tangos de la década del 40. Pero apenas si he pisado -también en la infancia y de colados, por una parte del alambrado, en Paraná, que estaba roto- un hipódromo.
Es Alzamendi, es Maradona, es Lalo en Argentinos Juniors, es Francescoli , es Gorozito, es Bochini, es Paz, es Higuita, es Valderrama, es Milton Melgar, Latorre y Batistuta.
Hoy, no miro mucha tele. Me aburre. Es que me estoy haciendo viejo, con esta soledad tan concurrida. 

2 comentarios:

  1. El rojo es el mejor color

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  2. Ves que sos un sensible, rememorás al Bocha citando a Benedetti. El último romántico...

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