Del blog Nestornautas
domingo 26 de febrero de 2012
SOBREPONERSE A LA ENFERMEDAD
Por Raúl Degrossi
A
esta altura de las cosas y tragedia de Once (entre otras cosas)
mediante, habrá que asumir definitivamente que los días tranquilos no
existen para el kirchnerismo: sea por errores u omisiones propias, por
los esfuerzos de sus adversarios (más lo medios que los partidos
opositores), por el contexto nacional o internacional, no existe el
sueño de la placidez que alguno podría esperar resultaría del 54 % de
Cristina.
Y
si alguno piensa (sobre todo dentro del gobierno) que ese 54 % autoriza
a hacer la plancha y relajarse, sería bueno que despierte y si es
posible fuera del gobierno; porque la gente votó a Cristina en
reconocimiento a lo hecho, pero fundamentalmente porque la creyó la más
capacitada para encarar lo que falta, y vio en el kirchnerismo a la
única fuerza política con aptitud de enfrentar las dificultades.
Esto
último sigue siendo particularmente cierto y es importante recordarlo
cuando hasta los propios parecen dudar: en el medio de la bronca
(justificada) por la conferencia de prensa de Schiavi después del
accidente, habría que pensar por un momento que podríamos haber esperado
de otros en su lugar, si el resultado de las elecciones hubiera sido
distinto.
Probablemente
de allí surja el enojo de los oficialistas: el hombre lució demasiado
parecido a un zopenco del PRO, o del gobierno de De La Rúa.
Y en ese contexto y munidos del correspondiente antiácido, hay que pegarle una leída a esta columna de Susana Viau en Clarín de hoy; porque condensa todo aquello a lo que se tiene que enfrentar el gobierno de Cristina por estos días.
Desde
el 23 de octubre para acá, la receta de los grandes medios -después de
su estrepitoso fracaso electoral- es sencilla: se sustraen de la
realidad las elecciones, se marca agenda con temas que existen o se
inventan si viene al caso (aunque esto último no sea imprescindible), se
ponen todos en foco en clave catastrofista (cosa que se puede percibir
comparativamente con una visión retrospectiva, cuando se compara los
anteriores temas de tapa con una tragedia verdadera como la de Once) y
se apunta a generar o agudizar un clima difuso de malestar social para
horadar al gobierno.
Claro
que la estrategia se puede ver favorecida si desde la propia gestión
del gobierno no se está a la altura de las circunstancias (como en el
caso de los trenes), pero no hay que perder de vista el hecho central:
hay una enorme ansiedad -cada vez más difícil de disimular, la nota de
Viau es una prueba- por el retorno de los días de furia del 2001:
protesta social generalizada y desbordada, sin cauce político y que se
lleve puesto al gobierno: en río revuelto, siempre puede aparecer un
símil de Duhalde dispuesto a cumplir con las demandas del Grupo y
satisfacer sus intereses.
Hasta
hay en el artículo el consabido reto a los opositores por no sumarse al
festival: no cabe en la cabeza de Viau (que habla por los intereses de
sus patrones) que los dirigentes opositores hayan decidido o pensado que
no es de buen tono utilizar políticamente la tragedia ferroviaria (con
las excepciones de los carroñeros profesionales, como Solanas o Carrió),
o que hayan reflexionado acerca de que el seguidismo de la agenda de
los medios no los condujo a ningún resultado, salvo la desaparición
electoral.
Que
la estrategia existe y no fue disparada por el accidente del Sarmiento
está claro, en la medida que todos los tópicos trillados desde hace años
contra el kirchnerismo están allí prolijamente alineados: la
corrupción, Moreno, la Cámpora, el peronómetro, la impostura de
Kirchner, la prostitución de la causa de los derechos humanos.
Y
los hits del verano, claro. el ajuste, Ciccone, el Proyecto X: Viau
hasta extrae de sus alforjas un curioso "duelómetro" para determinar
cuantos días debe durar un duelo nacional, haciendo ver como si a
Cristina le importasen más Facundo Cabral o Mercedes Sosa, que las 51
víctimas del accidente.
Nada
nuevo bajo el sol, pero ahora espera Viau que el rosario de lacras del
kirchnerismo sea leído en clave de las 51 víctimas de la tragedia y
cobre nueva dimensión en el imaginario social: ése es el rol que les ha
asignado a los muertos, eso es lo que le importan; nada más.
Y
en ese camino, ordena y apila los hechos como si todos ellos -los que
existen, los que magnifica, los que inventa- fueron, en conjunto, los
que causaron la tragedia, siguiendo una perversa operación mental: si el
kirchnerismo no estuviese -parece decirnos Viau- estas cosas no
sucedería, y si ya no estuviese Cristina en el gobierno, seguramente no
pasarán jamás en el futuro.
Puesta
en ese camino, poco le cuesta internarse en ese psicologismo berreta al
que son tan afectos muchos periodistas, para pintarla a Cristina como
una frívola preocupada porque el duelo por las víctimas dure poco, para
no interrumpir los festejos del carnaval.
O
alguien que rehúye las circunstancias difíciles o trágicas o el dolor,
como si no hubiera tenido que soportar al carapintadismo agropecuario
durante cuatro meses, a un vicepresidente opositor durante cuatro años,
la muerte de su compañero de vida, o su propia enfermedad personal.
Alguien
a quien compara con escasa sutileza con Isabelita, una imagen que
seguramente aprendió de Lanata cuando trabajaba en Crítica.
Y
que decir del retrato que hace Viau de nosotros, los kirchneristas,
porque se saca los guantes y nos degrada por debajo de la categoría de
boludos que compramos un discurso de impostores: ahora somos
directamente unos frívolos fiesteros e insensibles, adoradores de la
corrupción, prostituidores de cuanta causa noble exista, mentirosos
seriales, incapaces de nada bueno, o de hacer algo por buenas razones.
Eso
es lo que tenemos enfrente -porque Viau no habla sólo por ella misma,
expresa lo que piensan muchos-, además de las dificultades concretas y
reales que plantea la agenda política, social y económica del país: como
golpeará la crisis internacional, como preservar el empleo y el nivel
de actividad, como mejorar la salud o el transporte público, o resolver
el problema de la vivienda o el del empleo informal.
Sería
tan erróneo ignorar el canto de sirena de los medios y su discurso
disolvente, como suponer que ése es todo el problema, o darle más
importancia que a los problemas reales.
Porque
allí está la complejidad del desafío para Cristina, para el gobierno,
para los que adherimos al rumbo abierto en el país desde el 2003, aun
desde el llano o como simples militantes (y por cierto: va siendo hora
que se mejoren los canales de comunicación y circulación del debate
entre unos y otros): como hacer para no caer en la tentación de gastar
todas las energías en confrontar y replicar ese discurso (hasta
validando así en un punto implícitamente el rol político que estos
personajes se atribuyen), en lugar de ver en que podemos aportar para
construir lo que falta.
Para lo que es imprescindible sobreponerse a la enfermedad que padecen las Susanas Viau: la enfermedad del odio.
link original
es que más allá de lo que digan los profetas del odio, siempre
ResponderBorrardenostando la alegría de los pueblos,(ellos creen que para ser serios no hay que ser felices) sería oportuna la reflexión
sobre cuánto ruido hizo el suceso de once en el kirchnerismo y en el
gobierno; lo que dijo un funcionario es solo el pretexto porque lo que realmente enoja es el propio hecho y lo único que calma el enojo es poner la responsabilidad en uno solo (para unos viene bien schiavi y para otros cristina, estos otros parecen ¿están? más contentos que
enojados);una calma tan tentadora como inconducente. Me parece muy
bueno lo que dice degrossi, ya todos sabemos lo que neutraliza el discurso disolvente: hacer lo que falta hacer
hola! que bueno esta tu blog, la verdad sino hubiera sido por le chamuyo de Tn de que vos estabas muerto, ni lo hubiera conocido..
ResponderBorrarEn cuanto al articulo.. Igual los unicos que les creen son su infima minoria de zombies, esos lacras sociales que tanto les gusta hablar de la corrupcion del gobierno, cuando ellos mismos tambien son corruptos.
Quedo ampliamente demostrada la cantidad que son, tantos eventos en cada red social de cacerolazos a cristina, a los cuales no asistieron ni la cuarta parte de los que decian que iban a ir.
Entonces vemos el arma de doble filo que es el amarillismo y el sensacionalismo carroñero mediatico, porque los argentinos, en su mayoria, no comemos vidrio, entonces cuando te das cuenta de como te utlizan y como acomodan las ideas a su favor, entonces, ya para la proxima, te haces mas insensible, ojo, no a las tragedias o a la empatia, sino a la hipnosis causada por esos medios..Digo, arma de doble filo para ellos, porque a la larga, no hacen mas que darle mas popularidad y mas votantes para la proxima eleccion, lo demuestran claramente los numeros desde el año 2003, cada vez somos mas..Saludos