miércoles, abril 11, 2012

La Máquina de Dotar de Argumentos.



Los abogados se ponen todos en pose semiótica y opinan -tarea, al fin y al cabo del abogado: opinar sobre lo que no saben-sobre huevadas. La payasada del vicepresidente el jueves santo (sino hubiera sido feriado seguro hubiera habido más víctimas) sigue cobrándose deudas. Evidentemente, por lo que dicen los neopinadores K (básicamente contradicen en todo a Boudou, o sea, a la presidenta, pero siempre pegándole a Clarín, con una imaginación desbordada) todos lo creen culpable. Excepto algunos ministros con tanta experiencia en abandonar cuando el barco se hunde que, vivos para la comunicación no como tanto amateur berreta, gritan algo en La Nación -un diario que se vende- y lo desmienten en Tiempo Argelino -el diario que no vende, pero lo lee Cristina- y obviamente, mañana, cuando muden su fanatismo al próximo jefe, tendrán esa coartada.
Las coimas de la Alianza -esos ministros saben de lo que hablo- se conocieron cuando Morales Solá publicó sobre el tema en una columna, y como dato menor, de La Nación. Clarín todavía no tenía resuelto su mecanismo financiero y aguardaba, incluso defendiendo a De La Rúa. Chacho Álvarez, con olfato político para hundir todo pero salvarse él (ay los vicepresidentes!), levanta el tema por que se da cuenta que La Máquina de Dotar de Argumentos estaba debilitándose y Chacho, al igual que, bueno, son capaces de incendiar todo con tal de salvarse ellos. No había ni un 0,4% de las pruebas que hay hoy para el delito que entonces y ahora se investiga. Penalmente, incluso gracias a Rafecas, el exbueno, los tribunales le garantizaron impunidad a las patronales y al bipartidismo que pagó y cobró coimas. Pero a nadie le quedó dudas de que fueron culpables. El contexto económico era otro (esta es la clave del asunto) y Las Máquina de Dotar de Argumentos perdía prestigio por que dejaron de creer, cuando cayó el argumento principal que era no hacerle el juego a Menem. Mucho antes de que el Frepaso y el propio Chacho Álvarez llevaran a Cavallo y al país a compartir su fracaso, ya estaban las cartas echadas. Acá no es así, básicamente por el contexto económico y por el quilombo cultural que generó el kirchnerismo; pero esa misma maquinaria cultural que generó es la que ahora, despacito, empieza a descreer. Basta mirar el panorama. Los que creen culpable a Boudou cambian de tema, o tocan temas conscientemente laterales -la revolución semiótica que impulsan, más que nada- o tiran, con elegancia, la pelota afuera. Mañas que todos conocemos por que nos las hicieron, justamente, desde Clarín.
Schiavi, el funcionario PRO -pero cuya esposa no tiene un estudio jurídico asociado a la esposa de un ministro del PRO, ahhh, entonces sí- se fue con aplausos ininterrumpidos no de las víctimas de su política, que están en la morgue todavía, sino de un alienómetro contractual de características raras. Pero tuvo que irse, obligado por las circunstancias. Schiavi se fue aplaudido por el gobierno, echado por la realidad. Esteban Righi se fue echado por el gobierno, aplaudido por la realidad.
Algo no está funcionando.

P/D: todos los que, antes o ahora rodearon al vicepresidente (¿qué es de la vida del bueno de Piumato, por ejemplo?) e hicieron una profesión de pegarle a 678, el mejor programa de la TV, aún varios años después de su debut. ¿Qué habrán sentido cuando Boudou, hombre no muy sofisticado en materia cinéfila o literaria, qué habrán sentido al darse cuenta que la argumentación televisiva, propia de la televisión, fue llevada al plano político, institucional y hasta penal por el bueno de Boudou?


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