lunes, agosto 27, 2012

Maté a Todos Tus Muertos


Anónimo GALLO ROJO dijo...
A decir verdad, la empresa que se dedica a exportar Yerba a Siria son sirios afincados hace décadas en Misiones. Lo particular y extraordinario a la vez es ver dónde reside el éxito de las ventas a esos paises arabes. De hecho reside en la forma en que se consume la yerba. Tema que tambien expusiste en este post: la particularidad de que el mate insta a compartir. En Siria lo que se comparte es el termo de agua y cada integrante de la ronda de mateada con sus respectivo mate..que tal..desde El Dorado. Saludos, compañeros

Éste es un comentario del post anterior. La Mariconización del mundo. Hay, una particularidad, de El Dordado, tratada, recuerdo, en alguna oportunidad en este blog. Hace mucho, o muchísimo. Hasta el punto que quizás haya sido antes, tengo esa sospecha, de que cierre el blog con el contenido anterior, de casi 3 años, perdido, ya, en la nada. Puedo recuperarlo, pero me dio fiaca y no le vi mayor utilidad. Ya veremos. El Dorado es el centro del misterio nacional. Ahí, durante los años 40, en la dictadura de Ortíz, aconteció uno de los capítulos más locos, entre tantos, sin dudas infinitamente más crueles que éste, donde ni siquiera hubo un muerto, uno de los capítulos más locos de la segunda guerra mundial.
A Ortíz -uno de los dictadores blandos más cultos y claros que tuvo la Argentina, al nivel de las dictadura de Illia o lo que prometía Frondizi- lo presionaban para que Argentina ingrese en la guera europea, mundializada a través de sus colonias. Y, claro, la mundialización la selló la criminalidad del pueblo yanqui, que realizó el genocidio en Japón arrojando, desde aviones a población civil indefensa, tras la finalización de la guerra encima, las únicas bombas atómicas que se han arrojado en toda la historia de la humanidad. A Ortíz lo presionaban entre ambos bandos europeos a través de operaciones de prensa, de inteligencia en la prensa. Los periódicos nacionalistas de simpatías alemanas, marginales en general, pero con cierto éxito en las ciudades grandes de la Pampa Húmeda -en la Provincia del Puerto, Buenos Aires, fundamentalmente- dada la natural hostilidad que generaba el imperialismo inglés, eran los principales damnificados. En Misiones y Entre Ríos, donde la población de alemanes rusos, alemanes del volga, convivía pacíficamente, como hasta hoy, a kilómetros de colonias judías, incluso de judíos provenientes de los progroms rusos anteriores a la revolución bolchevique (que no se acabaron con la revolución comunista, quizás bajaron en intensidad o despliegue, pero no se sabía. Y se comenzaba a amasar en el sentido común de las clases medias, en este caso clases medias rurales dado que en ambas provincias, que no limitan entre sí, había entonces y hoy algo de eso queda por las cooperativas que manejan, como multinacionales pero con la característica principal de la economía social: evadir impuestos; que manejan el comercio de granos; se empezaba a amasar el sentido común del avance fascista. Comprender este episodio, absurdo, menor, ridículo, explica el Frente Antifascista posterior, es decir, la Unión Democrática, y consecuentemente explica la política argentina desde entonces y hasta hoy) se operaba, aprovechando que no existían la instantaneidad informativa de hoy, con los servicios de inteligencia. Principalmente, el servicio inglés. Que organizó el disparate de las colonias nazis, esto es, Alemanes Nazis que vivían, principalmente, en El Dorado y pensaban INVADIR ARGENTINA. Los nazis, por su parte, no se quedaban atrás. Y decían -esto salía en los periódicos que apoyaba la embajada de Alemania, es decir, sus empresas-  que en las colonias judías de Entre Ríos, cerca de Paraná, tierra de nacionalistas exiliados por la interna del Partido Demócrata Progresista santafesino, se estaba incubando ni más ni menos que la toma de la Patagonia Argentina y Chilena. El, más famoso, Plan Andinia. Esto llegó a movilizar tropas, mayormente, a El Dorado, cuya población no entendía un carajo. Y es que el Ejército Argentino, que sólo se había reunido en sus tres armas para combatir a los Hermanos Kennedy, en La Paz, Entre Ríos, en otro de los enormes disparates nacionales, tenía mayormente formación alemana. Entonces, aunque sin llegar a combatir como contra los ya exiliados Hermanos Kennedy, se fueron las tres tristes armas a El Dorado. Ortíz, huelga decirlo, manejó con habilidad las presiones, contó con buena información y zafó de la presión inglesa para que los yanquis, que comían cuanto disparate diera vuelta, presionaran, como aconteció, para que Argentina entre en la guerra.
La referencia a los populares Hermanos Kennedy, parientes de sus homólogos yanquis, tiene algo que ver en esta historia, pues eran, en la zona, muy populares. Ocurre así. Tras el derrocamiento de Yrigoyen y el comienzo de la única Década Infame, un grupo de radicales planifica una revolución. Que daría comienzo en Paso de los Libres, provincia de Corrientes. Falla por que los apresan. Jauretche escribe el libro Poema a Paso de los Libres con prólogo de Borges, que luego, en sus obras completas, Borges pide retirar. Y queda un poco en el olvido. Eran, Jauretche y Borges, muy jóvenes entonces. La revolución debía avanzar desde Paso de los Libres hasta Buenos Aires y pasar por La Paz, donde los raros terratenientes y estancieros Kennedy eran partícipes y muy queridos por los peones. Hay una curiosidad más: entre los peones, eternos golondrinas, descendientes del gauchaje, en las tierras donde Hernández escribió el Martín Fierro y se dieron, con López Jordán, las últimas montoneras federales, hay un jovencísimo Atahualpa Yupanqui trabajando en la estancia de los Kennedy y se suma a la guerrilla, de no más de una docena de hombres que debían tomar la ciudad tras el aviso de que se había tomado Paso de los Libres y que avanzaba la revolución. Los Kennedy eran muy buenos tiradores. Inmigrantes irlandeses, recordaban, además, con su mera presencia, que Argentina, en el ideario del crisol de razas y toda esa saraza conservatista, había sido destino de inmigrantes tanto como los mismísimos Estados Unidos, entonces, potencia emergente. Y en su estancia y en la ciudad, a kilómetros de la estancia, de La Paz, eran estimados entre el gauchaje por ser generosos con la peonada y de buen trato, rareza total en la época, que llevaba al repudio del resto de la clase alta, que los marginaba. Fracasa la cosa de entrada, pero en la ciudad entrerriana había un sólo telégrafo y más aún, una sola persona que manejaba el telégrafo, que estaba en la Comisaría. Y esa persona era un policía. Toman, con varios muertos, la Comisaría los revolucionarios. Y apresan al telegrafista. Y éste se comunica con el resto de los revolucionarios y les dice que todo marcha bien, que están avanzando hacia allí. Toman entonces la ciudad. El telegrafista, en realidad, les había mentido y había informado al gobierno nacional, que manda las tres armas a combatir. Y combaten. Hasta bombardean, por agua y por aire, la estancia. Los Hermanos Kennedy, tras varias bajas, escapan. Uno de los Hermanos, mujer, estaba casado con un pariente de Etchevehere (el abuelo, creo, del actual presidente de la Sociedad Rural, ya entonces dueño de El Diario de Paraná, el principal medio informativo de la provincia, hoy asociado al kirchnerismo y despidiendo empleados) entonces gobernador antipersonalista de Entre Ríos, por lo tanto, no había sido intervenida la provincia, pero en secreto, les da una manito a los Kennedy y pueden escapar, a pie, hasta....MONTEVIDEO! Ahí piden asilo. Ya para entonces eran muy populares en todo el país.
Quedaron asilados hasta la llegada de Perón que puso a uno de los Hermanos al frente del IAPI, nunca recuperaron sus propiedades y quedaron en el olvido total hasta que el profesor  de ciencias sociales Marcelo Faure, poeta y amigo íntimo de este bloguero, organizó las Jornadas de Revisionismo Histórico, en los primeros años del kirchnerismo, en ese clima cultural, aunque desde su periferia, y la ciudad de La Paz, ya más grande y más madura, pudo, de a poco, ir procesando el tema.
Los Hermanos Kennedy habían pasado, como sucede con quienes acceden a la leyenda y el cariño popular, por cuanta ciudad, pueblo, estancia, pueblito, paraje, estuviera o no en la Mesopotamia, donde las ideas federales crujían de emoción, y habían sido ayudados por cuanto mentiroso estuviera disponible a contar una buena historia. La realidad es que sí lo ayudaban los baqueanos. Pero, bueno, las realidades se exageran. Sino son muy aburridas.
El Gobierno Nacional, sumido en el clima de la Gran Depresión y completamente antipopular por su acuerdo de arrodillarse ante el imperio inglés, gozaba de un enorme desprestigio. Era la Década Infame. Era el clima cultural que prepararía la popularidad de la Revolución de los Coroneles que catapultó a Perón a ganar las elecciones. Donde, la Segunda Guerra mundial tuvo una influencia decisiva. Era el clima en que se sentían, perseguidas, las colonias y poblajes de la pampa húmeda. Hay un hilo ahí, que quizás no alcanzo a explicar, que une las dos historias, que contextualiza y que es difícil de inteligir hoy con la categorías interpretativas imperantes. Pero, bueno, habrá que seguir intentándolo. Creo que ya he escrito mucho. Me acusan de escribir mucho. Es el secreto, corazones afligidos, de un buen bloguero. Los quiero a todos. 

1 comentario:

  1. LUCAS:
    Me duele que lo llames dictador a Roberto Marcelino Ortiz. En serio. ¿Que tuvo de dictador, pobre Ortiz? Llamalo ilegítimo si querés y estarás en lo correcto: fue elegido en una más de las elecciones escandalosamente fraudulentas de la década infame. ¿Pero dictador? ¿Di ande, pué? Si hasta hizo un intento, débil, frustrado, de adecentar la política argentina cuando intervino la provincia de Buenos Aires. Le tengo un particular cariño a Ortiz porque yo nací durante su Presidencia, malograda por la diabetes que lo mató y nos trajo al maldito Castillo ("el petiso mal hecho", le decía mi viejo). No me lo hagas dictador a Ortiz, Lucas, por favor.
    Eddie

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