Una manera pobre de acercarse al enfrentamiento de Clarín con el gobierno es hurgar chismoso en la relación de Héctor Magnetto con Néstor Kirchner. Una manera más seria, más rigurosa, es ubicar las resultantes de una hipótesis (que tal pelea existió, lo que induce que antes hubo una relación estrecha, es decir, donde alguno de los dos posteriores contendientes no miraba al otro como adversario: para pavadas de este tipo, que adolecen del crimen de lesa humanidad de la ingenuidad, basta leer a los héroes de la mentira. Esto es el poder, en el poder todos se miden y a la primera de cambio se matan. Y todos los poderes económicos son tácticamente amigos del poder estatal y estratégicamente enemigos. Es la lógica que incuba el neoliberalismo, cuyos fundamentos, aunque suene complejo de explicar, siguen vigentes, más allá o más acá de la voluntad del gobierno, no sólo argentino, sino cualquier gobierno de izquierda contemporáneo: vivimos en un mundo altamente globalizado. Me da cosita hacer este paréntesis, pero la discusión política en Argentina está tan berretizada, es tan psicologista trucha, es tan de espías y buchos, tan sanitaria y vulgar a veces, que conviene apartarse del mundo finito y mirar un panorama más amplio).
Todo comienza con el enfrentamiento de la oligarquía diversificada, de la cual, y esto es lo nuclear, Clarín es parte. Y no una parte menor, precisamente.
Pero.
El sistema de medios de comunicación, heredero de tantas décadas de dictadura, siempre fue parte de la oligarquía diversificada. ¿Quién, qué historiador, puede sostener que en la Argentina agroexportadora y antiliberal al mismo tiempo, los medios de comunicación, principalmente los diarios (en un concepto más amplio, los barcos y los trenes y los telégrafos, ja, ni hablar) no eran parte de la oligarquía? ¿Quién puede sostener que esto se modificó en el período liberal, estatista, conocido en la academia -moldeada por el radicalismo portuario- de manera profunda? Y quién, entonces, puede sostener que la privatización del espacio audiovisual, iniciada durante la dictadura y profundizada en democracia hasta hace pocos años, hasta el período de CFK, no retornó a los fundamentos neoliberales de la mano de la diversificación de la oligarquía.
Primero, entonces, hay que situar a Clarín, como poderoso Grupo Económico, no sólo ni principalmente por su facturación; de hecho, la mayoría de sus medios de comunicación, y éste es el ABC del asunto, trabajan a pérdida; sino por su naturaleza: la creación de sentido. No se trata de que Magnetto sea malo, sino que en Argentina, como capital (concentrado) argentino, no hay otra opción que ser parte del sentido común de la oligarquía diversificada, cuyos fundamentos aún perviven.
Todo comienza con el enfrentamiento de la oligarquía diversificada, de la cual, y esto es lo nuclear, Clarín es parte. Y no una parte menor, precisamente.
Pero.
El sistema de medios de comunicación, heredero de tantas décadas de dictadura, siempre fue parte de la oligarquía diversificada. ¿Quién, qué historiador, puede sostener que en la Argentina agroexportadora y antiliberal al mismo tiempo, los medios de comunicación, principalmente los diarios (en un concepto más amplio, los barcos y los trenes y los telégrafos, ja, ni hablar) no eran parte de la oligarquía? ¿Quién puede sostener que esto se modificó en el período liberal, estatista, conocido en la academia -moldeada por el radicalismo portuario- de manera profunda? Y quién, entonces, puede sostener que la privatización del espacio audiovisual, iniciada durante la dictadura y profundizada en democracia hasta hace pocos años, hasta el período de CFK, no retornó a los fundamentos neoliberales de la mano de la diversificación de la oligarquía.
Primero, entonces, hay que situar a Clarín, como poderoso Grupo Económico, no sólo ni principalmente por su facturación; de hecho, la mayoría de sus medios de comunicación, y éste es el ABC del asunto, trabajan a pérdida; sino por su naturaleza: la creación de sentido. No se trata de que Magnetto sea malo, sino que en Argentina, como capital (concentrado) argentino, no hay otra opción que ser parte del sentido común de la oligarquía diversificada, cuyos fundamentos aún perviven.
Mitre fue una Logia, un general, una historia, un relato oficial y finalmente un medio. Nadie se la ha agarrado con don Bartolo, si con Roca
ResponderBorrar¿Cómo es que gente que consume acusa a "narcotraficantes"?
ResponderBorrarQué buena pregunta, siempre me la hice para mis adentro. Tratemos de contestarla, el consumidor por lo general siempre le echa la culpa de su plácido padecer a los otros, es una forma de no hacerse cargo. Si además, se considera marxista (con el mayor de los respetos que me merece Marx), va a confrontar a cada instante generando múltiples responsables de su males por doquier. Ahora, al mismo tiempo, va desapareciendo como sujeto responsable.
BorrarCualquier semejanza con la realidad, es decir con la dirigencia de La Campora,lo señalado por "Te cuento", pura casualidad.
BorrarLo que no es casualidad, es la solidaridad del anònimo de las 13 : 36, con las verdades reveladas y pontificias del pelotudo de "Te cuento", que como todos hemos comprobado, se las sabe todas, se las sabe.
BorrarFlaco, me parece que estás confundido: los medios de Clarín no trabajan a pérdida, por el contrario. Son una empresa que vive de la venta de publicaciones y de avisos
ResponderBorrarIgnacio Ramonett dice que la tiranía de los medios de comunicación siempre es avalada por los gobiernos de turno. Esa sociedad siniestra es el opio de los pueblos. Quieran o no, nieguenlo o aceptenlo.... ambos se necesitan.
ResponderBorrarLuciana