Por Beto Valdez
Periodista político. FM Cultura 97,9 de lunes a viernes de 19 a 20 y en la 2x4 FM 92,7 de 7 a 9. Columnista de Infobae. |
La semana pasada el presidente de la UIA, Héctor Méndez, luego de descargar su ira contra la política económica del kirchnerismo, fue interrumpido por Jorge Lanata en Radio Mitre: "Por que no criticaba así antes?". Obviamente el industrial quedo perplejo y no supo que decir. Evidentemente para el mundo empresario ahora resulta fácil criticar. Los mismos que hace años dejaban sólo al empresario petrolero Juan José Aranguren cuando se animaba a disentir con el oficialismo a un costo muy alto. Pero en este contexto crítico la mayoría sale a criticar. Claro, saben que Cristina se va el año que viene. Así es muy fácil. Pero este comportamiento poco viril de muchos empresarios, a quienes no les tembló el pulso a la hora de dejar de respaldar publicitariamente al periodismo independiente para quedar bien con el gobierno, también se extendió a gran parte de la dirigencia política opositora, economistas y empresarios. En fin, la clase dirigente no ha estado a la altura de las circunstancias frente a un gobierno com mala praxis y ambiciones autoritarias. Así fue como prefirieron mirar para otro lado cuando estatizaron las AFJP o cada vez que Guillermo. Moreno los maltrataba. Por eso no es casual que la Argentina haya llegado a las puertas de otras crisis económica, con recesión y default. No se trata sólo de los errores cometidos por el equipo económico sino también de la pasividad de parte de la oposición y del establishment. Obviamente sectores representativos del periodismo también jugaron un rol de funcionalidad o de complicidad. Los que callan o los que siguen vendiendo "espejitos de colores' como aquello de que con el default no pasa nada, o que los cedines salvaban al mercado inmobiliario o que Capitanich era Gardel y Lepera. De esta forma la clase dirigente ha consentido que CFK lleve a la Argentina a nuevo default que sólo traerá más recesión, inflación y menos dólares. Pero los empresarios prefirieren creerle a los pronósticos errados de Bein y las perspectivas poco creíbles de Poliarquia. Nada es casualidad.
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