jueves, diciembre 01, 2011

Darío Gallo, sos un fraude.



Gracias, Gordo Motoneta, corazón! GRACIAS: sé que lo hiciste de puro corazón, por pura beneficencia. Ayer contaste en Twitter que hablaste con un funcionario del Gobierno Nacional (lo nombraste, comprovinciano y amigo) para que intenten ayudarme echándome de mi trabajo.

Tu plan caritativo era perfecto: lástima que te respondió que yo no soy funcionario, ni integro este gobierno.

El otro detalle de tu plan perfecto, altruista Gordo Motoneta, es que no te vas a poder hacer una campaña de victimización. Es una pena que te salga mal: porque vos sos un gordo inflado de amor, corazón.

Sensible y altruista, Gordo Motoneta, lástima que ayer estabas sacado PERO MUY SACADO contra mí, un montón de insultos, calumnias, fabulaciones, pero, Gordo Motoneta,  a las 6 de la mañana todavía no contaste lo de la nota de Máximo, que no sé si sale hoy o mañana o la guardarán.

Sí, la nota que van a sacar sobre Máximo Kirchner, la que arreglaron conmigo, como fuente, la semana pasada.
Para reunirnos.

Y pasó esto y lo otro, Gordo Motoneta. Qué cosa, Gordo Motoneta, te paseé, a tus secuaces, los que me mandaste a organizar un almuerzo con vos, Gordo Motoneta, mientras conté una historia de que anduve alocado por ciudades del conurbano durante tres días, Gordo Motoneta, les contaba a los de la editorial porqué no pude cumplir con la entrega a tiempo de mi novela.
Gordo Motoneta, inventé una historia sugerentemente inmoral, perdido en Ciudadela, de ahí a la villa La Matera, en Solano, y una plaza de Quilmes y un señor bajo el puente de Liniers.
A tus mandaderos, Gordo Motoneta, los que me mandás para ofrecerme trabajo, Gordo Motoneta, les conté otra historia, inmoral, claro, bien para tu cabeza podrida de archivar tus frustraciones, de un trío, en mi casa.
Oh, Gordo Motoneta, tu jefe de política de Libre, Gordo Motoneta, y vos, Gordo Motoneta, me contaron que cierran el jueves, la Revista Noticias, Gordo Motoneta. ¿Porqué, Gordo Motoneta, el jefe de Política de Libre, el que vos me mandás a ofrecerme trabajo, me habla de "un pibe de Noticias", nota sobre Máximo, no la hace un pibe, vamos Gordo Motoneta, no tienen una puta fuente, Gordo Motoneta, te diste cuenta a la tarde que te estaba paseando hasta que llegue el cierre y después, Gordo Motoneta, reírme de vos, Gordo Motoneta.

Y mostrar cómo fabulás, Gordo Motoneta. Fijate la hora, Gordo Motoneta. porque yo sé, Gordo Motoneta, que los carpetazos te los venden (en realidad, te pagan por publicarlos) ex agentes echados por delincuentes y con pedido de captura, de esos miserables, que a vos te gustan.
Te encantan. Encima, Gordo Motoneta, los de Libre que me mandaste el jueves, te contaron que me iba a Paraná. Necesitaba estar en muchos lugares, para que varios se rían y te conozcan. Darío Gallo, Gordo Motoneta, a ver si te queda claro: tus ataques de ayer, de esa vulgaridad tan peligrosa de
 los Oscuros cuando se ponen nerviosos,  para después retroceder, los entendí perfectamente, Gordo Motoneta. Me avisabas. Necesitabas la foto.
Los rumores, las fotos de las reuniones, algo cierto para sostener alguna canallada, ya veremos cuál (ay, está hecha ya la tap
a...) y no existe nada.

dale,dale. Tenía el tel prendido, esperando tu llamado. Pero en casa no teng buena señal.

lo dejamos para los próximos días, te parece? Abrz.

debo abandonar, tengo que cerrar el suple de calumnas e injurias. Te estuve llamando, pero tu celu me dio "inexistente".

comandante. Sí. Armá por acá por Palermo. Uriarte y Sta Fe, cuanto antes, es la mejor opcion.

Podremos tomar el café? Saludos.

nos juntamos? Sls.

buen polvo, mañana hablamos.

Pablo, estoy con 2 minas en un trío. Llamame mañana al mediodía y venite vos también. Abrazo y chauuuuuuuuuu

ok, el tema es que el tiene que cerrar el jueves, pregunta si mañana, en algun momento, se podrá, café o birra. Donde digas.

ok, veni tambien vos, pero hoy no y mañana tampoco.

es de confianza, pero queda en vos, de última si te parece, me sumo y nos tomamos una cerveza. Si te pinta, sls.

che, consulta, un pibe de Noticias va a escribir una nota sobre Máximo, se quería tomar un café o una birra con vos.


Y mientras estaba haciendo un trío en mi casa de Palermo y con Luigi y Cyru en la costanera de Paraná y TAMBIÉN, además de esos dos lugares, fooooo, los chicos de Libre que me siguen en Twitter no lo notaron, bue, pobres, el Gordo Motoneta me amenaza con carpetazos, y los buitres se comen el personaje, salí por primera vez en días (estaba escribiendo, reescribiendo, la novela que hace años reescribo: se llama Las Pelirojas y la terminé hoy, después de días sin salir de casa) un rato al bar de la esquina de mi casa, donde están los cuidacoches que me cuentan lo que pasa en el barrio. Estaba en tantos lugares, Gordo Motoneta, estás acostumbrado a extorsionar putitas en moteles, estás acostumbrado a creer que conocés los resortes de la perversión, a que todos quieren "arreglar", a que ofrecés buen trato a cambio de datos, a que la amenaza de un carpetazo, a la eficacia de fabular. Gordo Motoneta, te metiste conmigo, Gordo Motoneta, te metiste conmigo, y te divertiste en Twitter porque estoy solito. 


Vos escribiste, Gordo Motoneta, que La Cámpora me detesta y ridiculiza. Gordo Motoneta, está en tu Twitter, no trates de borrarlo, Gordo Motoneta, porque es obvio que los guardé, no confío ni un tantito así en que no le busques la vuelta para concluir que hay un montón de fuerzas del diablo desatadas confabulándose contra los valores INMENSOS Y PUROS, que vos, extorsionador de telos-redacciones, vendrías a representar.


Porque, Gordo Motoneta, y aprovecho para decírtelo, porque capaz que tu emisario no te fue lo suficientemente claro, me importa un pito que tengas los senos como magnolias o como pasas de higo, pero a vos, forro, no te voy a perdonar la canallada que le hiciste a Pablo Ferreyra.


miércoles, noviembre 30, 2011

Soberbias de mi barrio

Mi barrio, la patria de la infancia, no me dejó nostalgias. No me dejó, como una novia de colegio, esa licencia poética de las clases altas. Para quienes el tiempo es oro y el pasado un tiempo sin desperdiciar. 
La nostalgia es un lujo de los dueños del mundo. Ellos pueden llevarse el alma a pasear a los tiempos quietos donde ya no hay peligro, ni azar, ni sorpresa. Donde ya no hay vida. Hay, apenas, existencia. La existencia de la rama caída, del caparazón de un tortugo, una operación aritmética, un nuevo tratado bilateral de pacificación y buena voluntad entre dos naciones que pronto se masacrarán. 
Vivir y existir son cosas distintas, que se necesitan, pero inevitablemente distintas. 
Vivir es asumir el riesgo, arrojarse a la suerte, combatir, inutilmente, el azar. Existir es estar ahí. Con la misma convicción que un armario. 
La nostalgia es un lujo de quienes pueden volver a sus tiempos vividos. 
 A los hijos de los trabajadores el barrio nos moldeó la voluntad, esa necesidad de las clases bajas.





Nunca tuve un reloj pulsera, podría, hoy, comprarme uno, qué se yo, también puedo escribir los versos más turbios esta noche y decir, por ejemplo, las marcas de la ausencia ganan fuerza cuando se las combate; es una tontería solemne decirlo así, aunque, fijate: yo no pienso en que nunca tuve un reloj cuando me miro la muñeca, yo no pienso en el olvido, pero si tuviera un reloj...oh, qué cosa! El señor, ahora, mira la hora, del modo en que se debe mirar la hora, disimuladamente torciendo la muñeca, pero con gesto decidido de que eso importa. No qué hora es, eso e independiente de nuestra voluntad. Sino que uno mira la hora del modo en que debe hacerse, de la manera, de esa manera de darle importancia a la hora. De estar atento a la hora. De hacerle notar al otro que se está atento a la hora. Como hace la gente que, bueno, esa gente. Yo prefiero las putas que siempre saben cuándo pasó una hora, que no usan reloj, que no te hacen sentir que a ellas sí les importa la hora. Los señores de enormes relojes en las pulseras son invariablemente impuntuales. Las putas son las personas más puntuales de esta tierra. Yo miraba los relojes con cronómetro, con láser supertrónico, de colores brillantes, que tenían los chicos crueles de mi barrio, los que no se juntaban con nosotros, los que me formaron políticamente. Mirá, yo le gané al tiempo con los botines Fulbencito. Y arriba de los kartings, madera y rulemanes y ese entusiasmo que le ponen los hijos de la clase obrera, entrábamos todos los que no teníamos bicicleta. Arriba del kartings la velocidad se sentía, porque las maderas crujían, los adoquines te pateaban el culo. Y alguien tenía que ir atrás empujando. Y te concentrabas en los ejes, engrasar los rulemanes, pelear la calle con el volante apretado, como si en eso se jugara un Mundial, un Mundo, algo, no sé, muy importante. Da risa que cuando las madera, retazos choreados de las mueblerías, se partían contra las piedras de los baldíos, ni cuenta te dabas que al lado y como un rayo te pasaba el de la bicicleta con cien cambios. Así aprendí el socialismo. Así entendí todo. Que la bicicleta tenga un manubrio con un botón que te hace elevar a la luna y volver en un rato, no era tan importante. Los chicos de la esquina se aburrían. Y venían a dar vueltas, veloces y seguros, alrededor nuestro. No siempre estábamos concentrados en lo nuestro. Mentira. De vez en cuando los cagábamos a trompadas. Y venían los padres a quejarse. Contra nosotros, los de este lado del barrio, de las vías que nos separaban. Yo era un pibito, pero entendí todo. No lo sabía en ese momento. Lo supe mucho después. Supe que de este lado de las vías no tendríamos, nunca, mucha suerte. Yo no tuve mucha suerte, pero me hice una vida. Me hice un kartings. Y mi vieja le pidió fiado a la de la despensa los botines Fulbencito. Los de la esquina tenían todos botines adidas. Y los llevaban en un enorme bolso y hacían toda una ceremonia con medias y vendas y para atarse los cordones venía el personal de ceremonial vestido de esa manera insípida de los ceremoniales. Ellos llegaban temprano, ocupaban todos los vestuarios. Ellos no se preguntaban quién era el dueño. Ellos no miraban la calle, la siesta, la infancia, como un montón de llaves y candados y señoras que desprecian a tus padres. Cordiales vecinos, amables y respetados, capaces de indignarse porque al cumpleaños de la señora Elvira fue el caradura del zapatero: es típico de la clase baja no entender que lo invitaron para que no vaya, para que se ubique, como pedagogía; pero la señora Elvira, tan devota y asistente de los cursillos, no saben poner límites. A éstos -y nos señalaban, a los pibes del baldío, que construíamos una casa arriba del árbol- les das la mano y te agarran el codo. Yo nunca supe de qué trabajaban los padres de los chicos de la esquina. Yo estaba convencido que la gente importante jamás se rebajaría a tener algo tan tosco como un oficio. Mi mamá era maestra, mi papá un loco. Los papás de mis amigos eran zapateros, camioneros, changarines del mercado, pescadores. Los papás de los de la esquina se iban al campo. De vez en cuando. Y todos dábamos por descontado que si tu viejo estaba en el campo era por algún asunto de relevancia mundial. Nosotros hacíamos gomeras para cazar palomas. Los de la esquina a la siesta, mientras los padres dormían y nosotros no podíamos jugar a la pelota en sus veredas, porque los padres dormían la siesta, y los padres dormían la siesta todo el puto día, y nosotros dábamos un rodeo, para ni pisarles su vereda, porque nosotros les teníamos miedo, a los padres de los que se juntaban, con sus cross, sus bicis con cambio, sus remeras de equipos raros, les teníamos miedo a los padres porque nos agarraban de los pelos, y nuestros padres, jamás de los jamases le levantarían la mano al Hijo, así con mayúsculas, del Escribano; y mientras sus padres dormían todo el día y toda la noche para recuperarse del fatigante viaje al campo, los maricones de sus hijos salían con un arma de caza a deribar palomas y golondrinas y las nubes y el cielo y el sol y el baldío y la canchita y no nos tiraban un tiro porque nos tenían miedo, y por eso no iban a la plaza: si se alejaban del césped que les cortaba el papá de uno de nosotros, mientras cada uno de nosotros cortaba el césped para nuestros padres, si se alejaban de la zona verde, los corríamos a la plaza y os cagábamos a palo y les sacábamos la bici y se las dejábamos atadas en los pilotes del puerto, porque los maricones de la esquina creían que abajo del atracadero había villeros que robaban niños para obligarlos a trabajar, los maricones, por eso, nunca recuperaron ninguna pelota: deben estar, todavía, las número 5, las de cuero, flotando en el río entre los camalotes, junto a la verguenza que te da no haber entendido lo humillante que era armar, entusiastas, felices, con vocación de barrilete, una pelota de trapo. Pero, la verdad, nosotros, n éramos tan machos. Yo no quería que se note que estaba llorando, pero cuando miré a los otros, la banda de este lado de las vías, que también lloraba, trepados a los techos de chapa de la estación abandonada del tren, bah, a ver, la pelota, ok, nos dejaron sin pelota, vino el Escribano, y todos los de la esquina detrás de él, maricones, vino a la plaza, nuestro territorio, nuestro lugar en el mundo, nuestro municipal futuro y porvenir, vino y nos sacó la pelota. Y esperó que nos subamos al techo para verlo. Al lado de su pileta. Hacer un asado. Y quemar, elegantemente, nuestra pelota.
Y después, con calma, puso los chorizos sobre la parrilla. Y se sentó en su reposera.
Un verano mi papá nos explicó porqué nosotros íbamos a la playa municipal y ellos a la playa privada, la más linda, que tenía rejas y guardias y cuotas y las chicas más lindas de todo el planeta, del planeta de mi infancia, que eran cuatro manzanas y kilómetros de conjeturas.  Yo estaba mirando a la rubia de trenzas que estaba en la privada, rodeada de su hermano y sus bicis y los maricones de la esquina. No lo escuché a mi viejo.  Yo había aprendido, arriba del techo de la estación, lo que él decía con palabras complicada. Me conmovió que lo dijera como disculpándose. Como si él tuviera la culpa. Como si no fuese tan bueno como los padres de los maricones.
En la playa repleta de familias, barrios y mallas compradas en ofertas de saldo, sin que nadie me viera, destrocé la carta que le había escrito a la rubia de trenzas. Tenía 10 años.
A los chicos del barrio que murieron. Quería pedirles si es que hay un más allá, que me guarden la carta. Yo morí un poco ese día en el río. Si hay un más allá, ojalá que mi viejo no sienta esa culpa. Si hay un más allá, que sea justo. Hay quienes lo merecen.




                                                                      

domingo, noviembre 27, 2011

¿Censura?

                                                cuenta Omar Bojos

dos en uno
Uno
El pájaro rojo (cliquear aqui) habla de la censura del que fuera víctima el sudamericano Walter Martinez, que es un tipo muy entendido en política internacional 

El programa que ayer no pasaron por FIBERTEL y demas cables argentinos que son afluentes  del multimedio en agonica posición dominante puede verse cliqueando aqui



La censura en esta nueva etapa de la humanidad se llama invisibilización.

"Invisibilización es un concepto ampliamente utilizado en las ciencias sociales para designar una serie de mecanismos culturales que lleva a omitir la presencia de determinado grupo social. Los procesos de invisibilización afectan particularmente a grupos sociales sujetos a relaciones de dominación como las mujeres, las minorías, los pueblos no europeos, las personas que no tienen la piel clara y los grupos sociales que componen, los procesos revolucionarios, etc.
Los procesos de invisibilización suelen estar íntimamente relacionandos con procesos destinados a imponer la superioridad de un grupo social (tambien a escala planetaria) sobre otro.

El mecanismo más antiguo y elemental de invisibilización es la destrucción de las obras culturales del grupo a quien se pretende invisibilizar". (http://es.wikipedia.org)

Clarin (Fibertel) no actúan solos ni por generación espóntanea

A reír in parar! Con las locas monerías...




Pablo D analiza acá, con una buena dosis de, otra vez, buena voluntad (característica extendida, la buena voluntad...) los últimos acontecimientos:

Sintonía fina

Se está escribiendo poco desde el 23 de octubre a la fecha. Considerando el ritmo que traíamos. Año cargadísimo, hay una especie de sosegate. En algún momento me pregunté si estaríamos a la altura de dar las discusiones que se vienen. Me sigo, en verdad, preguntando lo mismo. Mucho más después del discurso en la UIA. Hace tiempo que vengo diciendo que la pérdida de poder de fuego por parte de los sectores opositores, tanto mediáticos como políticos, radica en que no entienden ni jota de por dónde va el país posneoliberal. Y operan con matrices inadecuadas que resultan estériles a los nuevos estados de situación a que deben enfrentarse. Quizás yo también estoy quedando fuera de órbita, y por eso me cuesta tanto descular los nuevos tiempos, lo que se ve reflejado en que mi frecuencia de posteo –además de que me acosan finales y jefes de trabajos prácticos varios- ha descendido. Mi renuncia está a disposición de quien corresponda si ya no sirvo (¿Y quién ha dicho que alguna vez sí he servido, no?). No quiero ser un estorbo. Más aún me quedan ganas de molestar. Y quiero usarlas.

Ajústense los cinturones.

Veamos: ante todo, acá no hay ajuste. Ninguno. ¿Fue ajuste el recorte del 13% nominal a los jubilados durante el gobierno de la Alianza? Si aquello fue ajuste, el recorte a los subsidios, entonces, no lo es. Hay la necesidad de hacer una autocrítica, porque muchos –quizás la mayoría- de esos subsidios significaron, en efecto, concesiones indebidas a quienes no las merecían bajo ningún concepto. Hay atenuantes, claro: las capacidades estatales estaban, a la fecha de implementación de los subsidios, pulverizadas. Si hoy resulta en extremo difícil imaginar cómo se hará para evitar injusticias en el desarme del entramado subsidiario, mucho más lo era cuando todo ello fue concebido e, insisto, llevado a cabo (bastante) imperfectamente. Eso sí: el recorte a algo que es llamado privilegio indebido, o derroche, nunca puede ser llamado ajuste: es un contra sentido.

Nadie se muere ni la memoria de Néstor se ensucia si se dice: ahí hubo metida de pata. Y mucha. ¿Está? ¿Quién va a arrojar la primera piedra, acaso? ¿O nadie hizo cosas peores que esas? ¿Estamos? Bueno, vamos. (De última, es audaz encararlo. Así sea tarde. Audacia tardía, pero audacia al fin. Como las universidades en el Conurbano y la Asignación Universal).

Fue Maquiavelo el que dijo que la palabra había que sostenerla sólo en tanto y en cuanto persistieran las razones que llevaron a uno a otorgarla. Las coyunturas actuales, las condicionalidades, los desafíos, se han, vaya novedad, reactualizado, luego de ocho años de gobierno. Por exitoso, pero ocurre al fin. El pueblo, a dichos respectos, ya se ha expedido, hace apenas algo más de un mes. Renovando confianza. Cosa juzgada, pues.

La gestión de los tiempos venideros, repito que no exento de desafíos, ni más difíciles, sino tan sólo, y lógicamente, distintos. Y entonces, manteniendo las banderas estratégicas, ha llegado la hora de readecuar tácticas. Decía Mariano hace poco que el objetivo fundamental del modelo es sostener el multiplicador. Virtuoso, repitió varias veces a lo largo de este año, y por diversas discusiones, en tanto la creación de empleo se sostenga.

Con motivo de avalar la contabilización de las reservas del Central en la cuenta de superávit fiscal, por caso. A la hora de rebatir el lugar común de consignar a la inflación como “un impuesto a los pobres”, también. Revisé bastante, más que lo habitual en los últimos días,Yendo a menos. Y encontré otro post, en el que el autor denuesta -por incongruente- una propuesta de campaña de Binner –devaluación con más eliminación de retenciones-, donde entre los comentarios el lector ‘juancho’ menciona que la variable de ajuste de tal esquema podría pasar por una regulación de salarios con desocupación en alrededor de 20%. Frente a esta última alternativa es que debe compararse el curso de acción que comienza a adoptar el kirchnerismo de cara a la nueva etapa.

Mariano –a quien le deberé disculpas por abusar de la cita, máxime si llegan a ser erróneas o no respetan el espíritu del autor- varias veces ha repetido que en la disyuntiva entre enfriamiento o inflación había que tener presente que puede ser peor el remedio que la enfermedad, entendiendo por esto, justamente, destrucción o desaceleración en el proceso de creación de empleo.

En uno de sus últimos posts, apunta que en ciertos sectores sociales –muy probablemente afectados, en adelante, por la poda en los subsidios- el efecto multiplicador se estaba viendo resentido. Lo que se verifica según él, por dar un ejemplo, en la dolarización del ahorro. Que es retracción de consumo. Y complica el multiplicador. De lo que he leído, me gusta la definición de Omix, del descanso de la escalera. Con matices: entiendo que hacen falta medidas concretas para atacar el nivel de desempleo que, aún siendo el más bajo de los últimos veinte años, es, todavía, considerable.

Los únicos privilegiados…

Hay quienes pueden esperar ahora: ya sean subsidiados actuales innecesariamente; o ansiosos por repartir –con toda justicia, y además derecho constitucional a hacerlo- ganancias. Al efecto multiplicador, tan famoso él, se lo cuidará mejor, y más, incorporando al consumo, en lo venidero, a los rezagados, que sólo los que han pasado a formar parte del mismo, y con cierta comodidad en algunos (varios) casos, en los últimos años.


Completo acá

sábado, noviembre 26, 2011

El subterráneo en Tucumán: un tranvía llamado deseo.


Yerba Buena, en las afueras de la capital de Tucumán, donde vive Javier y donde vive Aldo, queda a la misma distancia del Zoológico a Parque Centenario. Ricardo cuenta acá, sobre el tranvía llamado deseo:


En Tucumán el viaje en subt... Ah, no, pará. Cierto que no tenemos subte. Lo tiene Buenos Aires. Como a los hospitales de mayor complejidad del país. Para colmo a los bolivianos y peruanos y extrabuenosairinos se les ocurre la magnánima pedantería de pretender utilizarlos. Irrespetuosos. ¡Vuelvansén (sic) a sus centros de atención primaria en el campo, lacras! (El Hospital de Niños en el Sheraton Hotel está muy bien si sólo lo van a usar los niños porteños, dice Susana, que ya renunció a los subsidios pero no a los honores). Pero volvamos al subte que no tenemos en Tucumán. El subte que no tenemos en Tucumán se llama transporte público urbano y son unos colectivos destartalados que, si los viera la Chiqui Legrand, se cae ahí nomás dura. Y cuesta 2 pesos el viaje mínimo (si viajás a Yerba Buena, sale más). Y no podés bajar de un colectivo para subir a otro sin pagar el nuevo pasaje. Hacer conexión, las pelotas.
Analicemos el costo de uno, el subte tucumano (coletivo (sic), vieja), y el otro, el subte porteño. Suponiendo que un hincha de San Martín viaja sólo de ida y vuelta desde su casa al laburo seis días a la semana, son 48 viajes por mes. A do' pesito' el cospel, son (pará que abro la calculadora que me regaló Moreno) 96 pesos por mes. Ahora, un hincha de Riverplei porteño, con la misma cantidad de viajes en las posaderas, pagaría tan sólo 52,8 pesos por mes, gracias al subte subvencionado. Un 45% menos. Si llegamos a considerar que el fanático del Súper Ratón Ibáñez debe tomar dos coletivos (sic) para ir a trabajar, el costo se le va a $192 por mes. Al porteño fana de Erik Lamela (snif) le sigue costando 52,8 pesos, si las combinaciones se lo permiten. Si consideramos, además, que comparativamente los sueldos son más altos en Buenos Aires que en Tucumán, bueno, ya dan ganas de agarrar una lanza, subirse al caballo (claro, porque elcoletivo (sic)...) y salir de malón a matar huincas porteños sotretas, antes de agarrarlo de las solapas al Ing. Macri y escupirle en la cara que más vale que agarre el subte o nos vamos a llevar a la Awada pa' los tolderíos. Quién te dice, quizás se aquerencia.
Gracias.

Acá, completo.  

¿Qué será del UNASUR?


POLITICA // POR LUCAS CARRASCO

La crisis en Europa y las enseñanzas para sudamérica

Esta es la primera de una serie de notas sobre la crisis financiera mundial, el estallido en Europa y las consecuencias que trajo y puede traer para la Argentina y para Unasur.

Lucas Carrasco // Sábado 26 de noviembre de 2011 | 18:14





 Las diversas etapas por las que atravesó el Mercosur -estructura fundamental para la construcción posterior de Unasur- estuvieron marcadas por acontecimientos relevantes en la Unión Europea.
El inicio del Mercosur coincide con el fin de la era de atraso y dictaduras militares y el fin de las hipótesis de conflicto entre países vecinos, principalmente lo que Perón denominaba ABC (Argentina, Brasil y Chile).


La influencia de la CIA, acrecentada en los últimos golpes de estado y la coordinación durante esos mismos golpes de la represión ilegal en los países del Cono Sur ya habían debilitado las hipótesis de conflicto con las que trabajaban las serviciales y cobardes cúpulas militares, organizadas como un partido de ocupación y combate a civiles. Si bien, en la mentalidad fantasiosa y enferma de estas cúpulas militares que mataban monjas y anunciaban grandes batallas perduraban las fascinaciones que antaño los autoengañaron, la guerra de Malvinas, con el apoyo chileno a Inglaterra y la indiferencia de Brasil mostraron la cruda realidad geopolítica que se abría.


En los comienzos de la nueva era democrática, entonces, las élites económicas comenzaron a pensar en un mercado ampliado de comercio, asociados a los partidos de masas de inspiración socialdemócrata que, con modelos europeos, confiaban en su férrea voluntad para comenzar un proceso de integración. Ya el formato neoliberal se insinuaba y también la caída de la Unión Soviética y el bloque socialista.


La globalización encuentra  la región con gobiernos neoconservadores electos por la voluntad popular que profundizaron las teorías que aseguraban que, en el fin de la historia y las ideologías, el mercado común mundial era inexorable y la salida defensiva consistía en la regionalización económica y política, pensando en una etapa por llegar de desaparición de las lógicas de estado/nación. En ese momento, el Mercosur ya no necesitaba del sostén popular de grandes partidos de masas que operaban bajo los férreos paradigmas del estado/nación.
En Europa se acentúa el rol del capital financiero como integrador de la Unión Europea y la vieja camada del Carbón y el Acero, o sea, las industrias pesadas de las armas, entre viejos adversarios como Francia y Alemania, pasa a convertirse en una zona de comunión de moneda (y pensamiento) única, independientemente de los partidos de masas o las ideologías de los partidos. La caída del bloque socialista deja sin razón de ser a la socialdemocracia como "tercera posición" y vira rápidamente a posiciones neoliberales, dentro de la Internacional Socialista, llamada ahora Tercera Vía. Esa Tercera Vía tuvo su expresión en Argentina con la Alianza progresista de los olvidadizos De La Rúa y Chacho Alvarez y su fracaso y asesinatos dan comienzo a una nueva etapa en Argentina y la región. 


Es en el comienzo de la década de oro de Sudamérica donde se desacoplan los procesos internos del comienzo de la ahora llamada "crisis internacional", existiendo en nuestra región una alternativa nacional popular (de izquierda) a la revancha del capital concentrado. Esta alternativa está ausente en Europa, por eso las informaciones que nos llegan de los corresponsales narran novelas armoniosas donde no se llega a un acuerdo sobre si suicidar al Euro, como pide Alemania, o devaluarlo para salvarlo, como pide Obama a través del esposo de Carla Bruni. El resto de los países de la zona Euro se enteraron ahora que los gobiernan dos personas de derecha franca que viven y votan y son votados en otros países.


Cuando acá se desplomaba el progresismo de Chacho Alvarez y Fernando De La Rúa con una carnicería de asesinatos en Estados Unidos, el ex socio petrolero de las élites yanquis, Osaba Ben Laden realizaba el más astuto y cinematográfico ataque terrorista, derribando las torres gemelas. Pronto, la industria bélica quiso operar como incentivo keynesiano pero el empantanamiento militar en Medio Oriente tuvo el efecto contrario. Los republicanos, en concordancia con los demócratas, llenaron de recursos públicos a las empresas bélicas y el conglomerado asociado a ellas, a la par que les rebajaron impuestos y entonces la economía estaounidense comenzó a estancarse.


Con dos invasiones, cárceles secretas y bases militares en todo el mundo y campos de concentración con menos racionalidad instrumental en los costos fijos que los Nazis, los grandes capitales de Estados Unidos acentuaron las ganancias de sus empresas financieras creando instrumentos de valor de audaz sino difícil sostén. Eran momentos donde el Euro se expandía en el mundo (Sadam, antes de ser invadido había propuesto en la OPEC,el sindicato petrolero del mundo, que las transacciones se hicieran en Euros) y el dólar se debilitaba militarmente. A pesar de que el gasto total militar de todos los países del mundo menos Estados Unidos era y es menor al del propio Estados Unidos, el empantanamiento militar en Medio Oriente permitió el avance de terceros países en el mercado de armas, para las guerras de baja intensidad que con tanto entusiasmo se diseminan. Pero a la vez, distrajo a Estados Unidos de su patio trasero, lo que permitió la radicalización de Chávez, la asunción del tímido Lula, la sorpresa de Kirchner y ya constituido el bloque de Los Tres Mosqueteros el triunfo de la izquierda en Nicaragua, Ecuador, Perú, Bolivia, etc.


Los sueños de integración tenían dos modalidades encontradas: una liderada por Chávez, muy parecida al paradigma que en la Argentina planteó el primer Perón, y otra por Lula, similar e inspirada a la que está haciendo eclosión en Europa; que fue la visión que finalmente triunfó en Sudamérica. Néstor Kichner, el más político y menos comprometido con fantasías o intereses económicos de los tres, tenía una mirada intermedia y profunda; lo que le valió ser el primer secretario general de Unasur.


Tributaria de esta visión brasilera triunfante fue la poca institucionalidad conseguida, el freno de los proyectos de integración energética y de infraestructura, a la vez que la acentuación del rol de ensambladores que es el modo en que Brasil, tierra de desigualdades y racismo, piensa conquistar su asiento en el Consejo de Seguridad que está de espaldas a la ONU.


Pero es también gracias a esta visión que en el Mercosur no hace falta pasaporte, que se comercia en moneda local sin perder la capacidad de emisión y que se coordina la salida del FMI y las devaluaciones, si bien ésto se hace bajo la llamada "diplomacia presidencial" y con la arrogancia brasilera de no importarle mucho sus vecinos más chicos que la Argentina.


El Banco Del Sur (que merece un capítulo aparte) quedó en veremos, aunque la Argentina había llevado la propuesta de que opere como banco de reservas y prestamista de última instancia a la vez que inversor productivo; hasta tanto, como es el sueño de Brasil, se constituya una moneda única. Ese sueño de moneda única, inspirado en el dólar y el Euro, entró en terapia intensiva. Basta pensar que aún con la voluntad del estadista Rafael Correa Ecuador no puede salir del dólar para imaginar lo que cuesta a Europa salir del Euro, cuando se trata de decenas de países que han renunciado a su vieja costumbre de masacrarse diplomática y militarmente para repartirse el mundo en colonias.


Hoy en día no es de descartar que Europa entre en turbulencias y que haya escaramuzas militares. Toda la historia de Europa demuestra que ante crisis como estas se salió, por decir algo, a través de guerras clásicas. Hoy existe integración de las élites financieras, un contexto diferente y la sensación de que juntos se juegan su destino de existencia y separados se juegan el fin de países enteros.


Mientras tanto, en Sudamérica, la reversión positiva de los términos de intercambio parece consolidarse aún en el marco de los más volátiles precios financiarizados de las materias primas, y esto ha permitido que los gobiernos nacional popular incentiven la captación de esa renta primaria para volcarla a la industrialización y el crecimiento del mercado interno (lo que también merece un capítulo aparte). Aún resta saber si este proceso puede consolidarse y si puede avanzar, como venía sucediendo, una integración defensiva.


La acentuación de la crisis política y económica, de origen militar, que sacude al mundo occidental, coincidiendo con un nuevo reparto de Medio Oriente donde a la asunción de nuevas dictaduras petroleras de ocupación se las llama con liviandad "primavera árabe" y aumentan las guerras de rapiña de empresas occidentales en el África; se mostró como una oportunidad para Sudamérica, que quizás no logró consolidar la nueva institucionalidad de Unasur pero sí enterró cultural y fácticamente la institucionalidad ligada a EEUU y su doctrina Monroe y los retoques durante la Guerra fría y el paradigma de la Seguridad Nacional. El estallido europeo, sin embargo, debería alertar a los líderes sudamericanos del error de construir instituciones que no sea electas de manera directa por los pueblos. Así como Europa sólo vota a irrelevantes eurodiputados, recién en Sudamérica se están votando irrelevantes diputados para el Mercosur y Unasur. No es sólo la discusión financiera lo que Sudamérica puede aprender de la Unión Europea, sino fundamentalmente, su arquitectura política.