miércoles, mayo 26, 2010

¿Qué es estar confundido?

elgrancayman ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Toooodos los argentinos viajamos gratis en subte! ...":




Los formoseños que se preocupen por cuanto recaudan mas que por el precio del subte.


Una provincia que vive del 5% de generacion de recaudacion propia y 95 de coparticipacion.


Y no me vengas con que son pobres: en el interior en general, no te dan un factura ni por casualidad.

200 años de la Patria Como Uno

Luis Gabriel Chaqueñito Campero estaba atado a una silla y mientras uno lo ahorcaba, el otro le apuntó en la sien. Había un tercero, que le explicaba cómo estaban violando a sus dos hijos. Sucedió en la comisaría de Tartagal, Salta. El que le apuntaba no disparó. Lo esposaron y lo llevaron a un descampado, y tras cagarlo a patadas, le apuntaron de nuevo en la sien. El policía que le apuntaba, disparó. No tenía balas. Fue otro de los tantos simulacros de fusilamiento que soportó el Chaqueñito. Pero, tirado en el descampado, creyó que ése sí era verdad. Y hasta pensó con alivio que era mejor que lo maten ahí.


Ana García tiene 15 años y estaba en la misma comisaría, muy golpeada. Antes de que un policía con pinta de decidido la viole, confesó que Mariela Amayo, de 20 años, había descuartizado a Evangelina Pisco.

Escuchaba los llantos de Rebeca Andrada, de 16 años, que estaba siendo torturada por policías en la habitación de al lado.

Mariela se había arrodillado pidiéndole a los policías que le dejaran de pegar. Le respondieron con otra patada en la cara. Después la esposaron y la ahorcaron, soltándola antes de que pierda el conocimiento. Al borde la asfixia, la Mataca, confesó el asesinato de Evangelina. Ni a los policías ni al juez Nelson Aramayo les sorprendió: estos indios de mierda son de comerse entre ellos.

Así se trata, lo sabe el juez, a los pertenecientes a la comunicad Wichi de Tartagal.

El caso estaba resuelto. Aunque no encontraran las partes del cuerpo de Evangelina, a sólo dos días, tenían ya prácticamente cerrado el caso. Bien por la policía y el juez.

Hubo un problema. Apareció el cuerpo de la otra india. Evangelina Pisco, la adolescente de 16 años, tuvo la mala idea de aparecer muerta en un pozo de la empresa Aguas del Norte, cera de la bailanta El Gigante, donde la víctima y los criminales fueron a bailar el sábado 1 de mayo. La canción de Los Palmeras, El Bombón Asesino, fue lo último que escuchó. Hubo otro inconveniente más: la autopsia demostró que la chica no fue asesinada. Salió de la bailanta y cortó camino, para volver a su casa, por un descampado. Se cayó en el pozo de Aguas del Norte, porque las lluvias hicieron un embudo alrededor del pozo de registro que, como está cerca de la indiada, la empresa no tapó ni señalizó como corresponde.

No hubo crimen. No hubo asesinato, ni descuartizamiento. Los Wichis no se comieron entre ellos. El jefe de Policía, Humberto Argañaraz, fue corriendo a entrevistarse con el cacique Indalecio Calerno, para que no hablara. El cacique, preso de la impotencia, lo mandó, respetuosamente, a la mierda.

Y Mariela habló: contó que cuando salía de la bailanta vio en el matorral a Evangelina que cortaba camino para volver a su casa, y se cayó. “No sé por qué me quedé mirándola, cuando de pronto vi que desapareció en el pozo. Corrí hacia el pozo y comencé a gritar ‘mi prima se cayó aquí, adentro, yo la vi’”. “Otra gente se acercó, pero no veíamos nada, estaba muy oscuro. Me fui corriendo hasta la casa de mi tío Eduardo (Eduardo Pisco, el cacique de la misión chorote, que queda a unos 500 metros del lugar). Volvimos y yo le decía que la había visto caer, estaba segura”.

La detuvieron y la torturaron durante dos días. Evangelina murió de asfixia con los líquidos cloacales. Se podría haber salvado. Fue velada el viernes 7 en el cementerio aborigen de la comunidad Lapacho 1. Tenía 16 años, seguramente también tenía los sueños, los miedos, las ilusiones que tienen todos los adolescentes.

Sucedió en el mes del Bicentenario. Quién sabe si los Wichis le dan mucha bola al Bicentenario. El jefe de policía anunció que va a iniciar una investigación con Asuntos Internos, una joda. El juez se hace el boludo. Los torturadores tienen la impunidad garantizada.

Toooodos los argentinos viajamos gratis en subte! (Los Formoseños re contentos con la línea D)

martes, mayo 25, 2010

La restauración conservadora



Desde la imagen (y la historia) del Teatro Colón, que narra Gerardo, bien puede entenderse la categoría de Restauración Conservadora, del grupo Carta Abierta, en momentos que, como mide el Escriba, conviene más de Gramsci, poquito menos de Laclau.

A full con la patria, con toda la onda, loco




Ay, chicas, chicas: el Bicentenario. Cosa de machos, sin dudas. Cuando yo era chiquito, ponele, 10 años, iba a un colegio católico, que sólo admitían hombrecitos. Encima, tenía 5 hermanos, todos varones. Y me gustaban Los Pitufos, y como había nomás dos canales -y Alfonsín para ahorrar energía los cortaba cada tanto- miraba también Tincho Carpincho: o sea, no veía una mina ni en figuritas. Porque tenía el álbum de Robotech, para colmo. Llegábamos a la escuela, cagados de frío, con hambre (no había pan: 1988 con el padre de la democracia fue un asco, posta) y nos hacían "formar", tomar distancia como colimbas, en el patio. El viento nos volaba el guardapolvos en la parte donde, jugando a la pelota, se nos descosió un botón. Yo era el primero en la fila, por petiso. Atrás, los altos, podían cagarse de risa y no cantar Aurora, o mejor aún, cambiarle la letra. Yo, chicas, no. Un trauma. La señorita al lado -toda vieja, fea, catolicona, mal cogida- me miraba, y yo cantaba Aurora. Por eso, a mis 32 años, todavía vivo como un adolescente que sólo quiere que las chicas (no tooodas: sólo las lindas, traviesas, atorrantas y artistas) lo quieran y lo mimen, como a  un osito de peluche o una vidriera en liquidación. En fin. Aurora es una canción que me trae pésimos recuerdos. Hasta el punto de que, tuve que cantarla tooodas las mañanas, siete y pico de la madrugada, sin poder cantar "un águila se eleva! la bajé con la gomera..."Jo, jo.  No, jamás, siempre la letra original, banda de milicos, el cura -mejillas rosaditas- junando, yo sin poder meterme la mano en el bolsillo para hacer tintinear las bolitas, pensando en que no hice la tarea, ay, Aurora, Aurora, cómo te odiaba. Pase a izar la bandera, Carrasco. Risitas, de los del fondo: yo buscaba, como en una cárcel, cagar a piñas a los más grandotes así luego te respetaban. Formábamos, Matías Gaitán y yo, en dos filas, primeros. Jamás reírse. La señorita, bah, la vieja, mirando. Chistando, que a nadie se le escape reírse de la patria, perdón, con mayúsculas. Y del señor. Perdón de nuevo: el Señor. El cura, el milico, el gaucho. Tan lejos del Pitufo Filósofo, del Pitufo Gruñón, ni que hablar de la preciosa y encantadora Pitufina. Con decirte que me enamoré perdidamente de Heidi. Sí, de cuarta. Y quería jugar como Butragueño, como Alzamendi, como Troglio. La Patria es la infancia, no, mejor no. Si la patria es la infancia, estamos jodidos, y ahora hay toda una cosa, de los militantes sobretodo, de tomarse todo en serio, re en serio, posta que muuuy en serio, en fin. Acá digo algo más o menos en serio. Pero, ay, Aurora, ¿era necesario el padrenuestro, el invierno en la cara, los botones descosidos, tomar distancia, cantar un águila guerrera, ignorar la cándida presencia de personas con perfume Mujercitas? No. Posta que no. Mis compañeros de la escuela Don Bosco se hicieron jineteros, gigolós, cafiolos, sacerdotes, streeps, modelots de llamá al 2020, promotores de viajes a Bariloche, mozos de Cocodrilo, blogueros Nac & Pop, Guardavidas en playas, marineros en medio oriente, en fin, todas las profesiones que atraen mujeres a lo loco, y sabés qué, además, de vez en cuando, a solas, con una botella, cantan Aurora. Pero con la letra cambiada. Y yo acá, más sólo que artiguista en el teatro Colón.
Después me preguntan porqué bebo.
 

Flojo lo de Macri, cómo la vas a dejar afuera, cómo no la invitaron al Colón, hay censura? tendría que haber estado, de una:

Tevez



Ayer argentina jugó con dos delanteros (Teves e Higuaín) y Pastore reemplazando a Messi. Claro que Pastore se tiró un poco más atrás y cerca  de Mascherano, y que se jugaba contra Canadá, una selección muy débil. Bueno, sí. Pero, querida, fijate que Tevez, como estaban los 11 canadienses metidos atrás, llegaba a tres cuartos de cancha y achicaba el pase de Mascherano/Pastore y a la vez Angel Di María/ Maxi Rodríguez.
Leonel Messi por Pastore, Verón más sobre la punta. Sobretodo en la primera ronda. Y ganamos en el 2010 y en el 2011, no, Gerardo?

La Crisis causó dos nuevas muertes: IMPECABLE y BRILLANTE.



Click acá para leer el original: sí, incluye a Binner y Pepe Mujica.

lunes, mayo 24, 2010

La distribución del ingreso




Anoche me guardé el atado de cigarrillos y me abroché la campera. Hacía frío por la esquina de mi casa. Se rompió el foco. Caminé dos cuadras, hay un bar donde a veces me siento. Había tres parejas. Una, se notaba, recién se conocían. El tipo tanteaba, la mina se reía, como una boluda. Si habré estado, también, algunas veces, así, con la espalda como si tal cosa. Otra pareja ya no hablaba. Seguramente, años atrás, se reían y conversaban. Ahora intercambian análisis financieros y electrodomésticos en cuotas. Salí a fumar un cigarrillo. Sin ganas de tomar más cerveza, y sin ganas de irme a mi casa. La humedad dejó las veredas pegoteadas. Las camisas, colgadas en los balcones, no se secan.
Me siento un rato en la plaza. El banco está frío. Enfrente hay un nene de no más de tres años. Tiene un chupetín, se mancha el buzo. La mamá lo limpia. El papá le patea una pelota.
En este mismo momento debe haber un chico que quiere invitar a la compañera de la facultad a algún lado y no tiene plata.
Habrá quienes trabajan de mozo y a fin de mes nadie te da propina.
Estará la mina que prefiere el chico del auto al gracioso del grupo. Y en otro lugar, capaz que por acá cerca, es probable que alguien fanfarronee sobre un pasado glorioso. Así funciona. Algunos tienen, otros no tienen. Y las calles están listas, en este barrio seguro, para que las parejas consuman como excusa, como modalidad social, como si nada.

Siempre están los que quedan afuera.
Esos también ven las publicidades de jabón en polvo por la tele. También se enamoran con la reedición anual de Casablanca. Y sueñan y viajan soñando con que son otros, con que te dan un beso, con que el tiempo se vuelve quieto.
Las minas que buscan ofertas en las ferias, los pibes que se juntan en la esquina. Se inventan oportunidades perdidas como para tener el lujito de la nostalgia. Los que pasillean hospitales de niños. Los que se sientan en el cordón de la vereda. Ese que cuida coches en la puerta del boliche, desarrolla el músculo de la astucia, de la sobrevivencia: a los 20 años va a estar muy enojado, y despojado de pasado. El que vende hamburguesas en el carribar. También se enamoran, se desesperan, se van amansando. Sueñan al pedo. Es duro saberlo, pero se aprende: no tienen adolescencia ni la oportunidad de equivocarse. Sueñan completamente al pedo.
Limpian casas de familia, pero esas chicas también tienen familias. Juntan la basura orgánica de otros, pero esos chicos también sacan la basura de sus casas. A ninguna parte.
Y reparten pizzas, arreglan cerraduras, amontonan cajas de supermercado, y también quieren comprar en cuotas, ir al cine a ver el último bodrio, abrazar a la mina de la esquina en una vidriera del shoping, que de lunes a viernes sea domingo, que la costanera se llene de luces, que el río tenga carabelas, un gol  entre vinchas y garrapiñadas. Con timbales sonando y zapatillas de marca, bailando. Una moto para ir a laburar, un juguete para el pibe, tampones, aceite en aerosol, un lavarropas, sueños así, modestos. Un viaje a Carlos Paz. Un celular con cámara de fotos. La entrada para Leo Matiolli.
Ojalá no hubiera enamorados ABC1 y enamorados de segunda clase. Ojalá no hubiera príncipes azules que pasan los viernes a la noche y frenan en la esquina, donde los pibes garronean cajas de vino, para preguntarles donde vive Jimena.  Ojalá las princesas desencantadas que sólo quieren mudarse de barrio no tuvieran verguenza de hacer cola en la Anses, ojalá optaran como en las telenovelas, ojalá no fuera tan cierta la humillación.
Ojalá se supiera que muchos se hacen milicos o canas para poder sacar a la mina que aman a comprar copos de nieve en las plazas todos los domingos de la vida.
Y en colectivo viajan a Misiones y hacen cálculos que con un quilo compran una casa usada del Fonavi. Y caen presos de la Gendarmería. Y el sueño se acaba.
O sigue, en talleres mecánicos, como cadete de la despensa, ayudante de albañil, vendiendo turrones en los micros soñando con algún día ser empleado municipal. Muchos sueños se consumen así. Muchos se desesperan. Los sábados a la noche las comisarías están llenas de enamorados frustrados, los hospitales están llenos de jóvenes desesperados, las esquinas se pueblan de pibes que comparten una hermandad frágil pero casi única. Los padres quedan impotentes para siempre, las madres piden audiencia con el concejal. Y afuera, todo es afuera. Cuando no tenés nada cada puerta tiene cerradura, cada boliche un patovica, cada heladería un cartel con derecho de admisión. Menos vos, cada pibe bien vestido tiene una mina de adorno. Quizás, esa mina, sea tu hermana menor. O la chica que te dio un beso en la escuela primaria. Hoy se va con otro, con otros, con todos los otros que quisiste ser y no te salió. Fracasaste. No tenés zapatos ni esa suficiencia que te da la tarjeta de débito.
En mi casa pongo algo de jazz, no tan fuerte para que no joda el vecino. El camión de la basura dobla donde se quemó el foco. Otra noche que me olvido de sacar la basura. Recaliento una boga a la parrilla. Mañana juega argentina contra Grecia. Destapo un vino.
Mañana será otro día.