miércoles, septiembre 15, 2010

Tango Feroz





En el año 93 salía del cine, en Paraná, de ver Tango Feroz. Tenía 15 años. La película me gustó. Gobernaba Menem. Los años noventa. El fin de la historia. Las escuelas técnicas estaban pintadas, el resto de las públicas se venían abajo, aunque resistían. Recién las traspasaban, sin los fondos correspondientes, de la Nación a las provincias. La escuela pública fue un lugar que resistió, como si el tiempo no pasara (como la película Tango Feroz), el neoliberalismo, la ola privatizadora, el eficientismo que hoy asoma, de nuevo, la cabeza.
Qué buen discurso, anoche, el del Cuervo Larroque. Mira para adelante, adelanta, también, el horizonte. Le pone condimento, visualiza el conflicto. Estuvo, de verdad, muy bien.
Cuando esa tarde salí del cine me sentí un poco raro. Como transportado en el tiempo y en una cápsula. Me había gastado, además, con la entrada, la plata para el boliche, el fin de semana.  Cuando sos adolescente te importa mucho no ser distinto a tus amigos, a tus compañeros del club, de la escuela, de los videojuegos. No sé con qué reemplazan los pendejos de ahora a la juntada en los videosjuegos que hacíamos nosotros (podría preguntarselo a mi hermana) o las películas porno que alquilábamos para la videocasettera (ya ni recuerdo si se escribe o no con dos T). Unos pendejos boludos. Como son todos los pendejos, además. Claro que no queríamos comernos el mundo ni a eduardo Feinmann. Al contrario.  Cuando era adolescente era conocido en mi barrio, en las escuelas. Y bastante rechazado. Porque siempre fui un hinchapelotas, obvio, pero también porque hablaba de política, iba a las marchas, ganaba y perdía en los centros de estudiantes. Todos los adolescentes se sienten un poco así, bichos raros. Sin embargo. Capaz que es porque, en vez de las canas del Cuervo, voy teniendo entradas. Pero a mí se me hace que los pibes que vi ayer en el Luna Park tienen otra onda. Algunos. Ayer me paró uno, Matías (ojo, no Matías Castañeda, eh) , con un traje a medida, que me quería "mandar materiales del Ministerio de Planificación así lo publicás en tu blog", pibe, todo bien, pero hablá en Miradas Al Sur. O abrí una cuenta de gmail. Obrasparatodos.blogspot.com Capaz que funciona, qué se yo. Mis 34 visitas diarias -descontando a mi hermano- esperan un buen chiste, una buena fiesta, alguna buena mentira de este chico triste del interior. Demasiado ególatra, además, como para interesarse en la ampliación del subte E. Los pibes que vi ayer tienen otra cosa, una chispa en la mirada, una alegría, como formando parte de algo grande, importante, aguerrido, que trasciende. Además, yo creo que va a ser así. Tengo como esa obsesión con eso de la historia. El Cuervo dijo algo de eso ayer, por eso, ahí afuera, con el Ingeniero (el Ingeniero es un superstart: no pasan 30 segundos sin que alguien venga a saludarlo), lleno de pibes, que cantaban, aplaudían. Nosotros medio malaonda. No sé porqué. Nunca saltar. Nunca cantar. Nunca aplaudir. Qué cosa.
El Conurbano me contaba que cuando vio en Twitter que contaban que yo estaba llegando a una fiesta, dio por sentado que el domingo no lo llamaba de la radio, je. El domingo que viene. Adónde estaba. Ah, sí. Pero ya está. Lo mismo de siempre. Esa obsesión de qué va a pasar con todos esos pibes. Del conurbano, de Caballito, de los asados familiares en las clases medias rurales. Que escucharon decir las peores guarangadas contra la presidenta. En silencio. Y se rebelaron. Como corresponde. En cuanto pudieron. Y hoy son rebeldes, son kirchneristas, son pinguinos. Y está bien que sea así. Me gusta que sea así. Cuando esto se termine, y los payasos neoliberales vuelvan a sus cuevas, van a quedar esos pibes para contar la historia, para resistirla, para moldearla, para pelearla. Para darle brillo y cariño a la larga risa de todos estos años.

martes, septiembre 14, 2010

Pacto de Olivos 2

Por Raúl Degrossi

1. La sanción de una ley de coparticipación federal que requiere ser aprobada en forma unánime por todas las legislaturas provinciales, algo absolutamente imposible de conseguir (aunque pensándolo bien, mejor así, porque si prosperaran las propuestas de "federalismo fiscal" de los alimentadores de chanchos chinos, 10 provincias por lo menos desaparecerían).




2. La prohibición de la delegación legislativa en el Ejecutivo, regulada de un modo tan espantoso que no sólo desconoció más de 100 años de funcionamiento práctico del aparato estatal (respondiendo a necesidades concretas), sino que pretende que, por ejemplo, las "materias determinadas de administración" como dice el artículo 76, no son propias del Presidente sino del Congreso, un oxímoron jurídico digamos.



3. La posibilidad del veto parcial de las leyes (un acierto), redactado de un modo tan confuso que da lugar a discusiones delirantes como la suscitada cuando Cristina vetó la reforma jurídica.



4. El modelo de control de la Auditoría General de la Nación, convalidatorio de la depredación menemista de organismos de control más eficaces como el Tribunal de Cuentas, y consagratorio del reparto de cargos entre los partidos para seguir manteniendo quioscos eternos en nichos recónditos del Estado.



5. El Jefe de Gabinete (todo bien con Aníbal que hace llegar a tiempo los cheques a los cumpas blogueros, pero no me jodan), en tanto se entienda que esa figura (como la pensaba Alfonsín) apunta a introducir de camulina el parlamentarismo como injerto en nuestro sistema presidencialista, o forzar una cohabitación política al estilo de Chirac y Miterrand en Francia, un absoluto y total disparate que sólo podía caber en la cabeza del papá de Ricardito.



La peluca



El periodismo de investigación está tremendo. Sagaces, intrépidos, bien documentados, con fuentes fiables, astutos, tenaces, los nabos de Perfil no reconocieron en la burda guardia a Diego Gvritz saliendo de PPT con una peluca. Con una peluca, dios mío, Darío Gallo se desconcertó. Pasa que en TEA no te enseñan esas cosas.


El pacto de olivos.

Nuestro sistema político es fruto del Pacto de Olivos. Un balance muestra que, el tercer senador, ha sido un fracaso. Diseñado para sostener el bipartidismo, cuando ése estalló por los aires, el senado quedó como una institución que más que representar a las provincias, representa a las corporaciones.
Los recurrentes problemas de gobernabilidad en la ciudad portuaria, muestras las limitaciones de la fantasiosa "autonomía".
Los desequilibrios estructurales del país no se resolvieron: más aún, se profundizó el nudo de pobreza en el conurbano y se consolidó en el núcleo de riqueza en la pampa húmeda. Mientras, las economías regionales se desmantelaron. La clave electoral es la provincia de Buenos Aires, desde la reforma del 94, y sin embargo.
Los partidos políticos quedaron reducidos a nada. El estado nacional, incluso en la etapa kirchnerista, perdió poder frente a las corporaciones de facto. La provincialización de los recursos naturales resultó un fiasco.
Luego de Menem, hasta el día de hoy, ningún presidente pudo ser reelecto. La creación del Consejo de la Magistratura volvió a los tribunales aún más corporativos, cerrados y berretas. La creación de la jefatura de gabinete no sirvió de fusible ni dio más poder al congreso.
La incorporación de derechos humanos, pactos internacionales y ambientales, derivó en nada por fuera de la materia prima de la política; que ciertamente, no es el voluntarismo legislativo. Un balance bastante desalentador. Y sin embargo, el Pacto de Olivos no es parte de la agenda de discusión pública. 
El delirio de crear una policía porteña que sea financiada por el resto del país (en vez de usar la policía que ya se usaba, sin pagar, a diferencia de, por ejemplo, los formoseños, los correspondientes impuestos para tener una policía) derivó en un escándalo institucional cuya raíz es el Pacto de Olivos: ningún fueguino o correntino va a votar en el congreso por financiarle la policía al distrito más rico del país.
En los planes del radicalismo, la ausencia de trabajadores industriales (el voto peronista de  años atrás) en la ciudad de Buenos Aires, consolidaba el coto radical porteño, con un progresismo de derecha que expresaron bien De La Rúa y Olivera y Telerman e Ibarra. Pero, no previeron que el radicalismo saltaría por el aire tras el gobierno más reaccionario de la historia democrática, que encabezó, precisamente, De La Rúa.
Sin embargo, de regalo, el alfonsinismo nos dejó, junto al menemismo, el lagado de hierro del Pacto de Olivos, que algunos juristas llaman, con voluntarismo, constitución nacional. Con voluntarismo y mayúsculas.
Las cláusulas democráticas de nuestra constitución siguen sin aplicarse, como por caso los juicios por jurados y el artículo 14 bis, y los charlatanes que se autodenominan "constitucionalistas", vendedores de gualichos técnicos, no andan muy sonrojados que digamos. Ahora, el tercer senador, el delirio de la "autonomía" , los débiles estados provinciales negociando con multinacionales por regalías, eso, sí, se aplica. Puntillosamente. Eso es el pacto de olivos. El progresismo declamativo de Alfonsín con la empomada bien real y reaccionaria de Menem. Y le dicen, también, constitución nacional.

ufff...



Cuánto odio, no?

Qué pasó para que sientan tanto odio?

Eh?

En fin...

Ajá

–Entonces en la Ciudad de Buenos Aires aún está vigente el acuerdo con el Encuentro Popular para la Victoria, a la espera de una definición...




–Seguro, con la aspiración expresada a uno y otro espacio político de que nuestro objetivo, nuestro trabajo, está orientado a que se pueda confluir en una alternativa común para enfrentar al macrismo en el 2011. Es el distrito en el que encontramos mayor complejidad en esta política de alianzas, porque tenemos nuestra preexistente participación en el Encuentro Popular para la Victoria y lo que se está trabajando con Sabbatella es un objetivo mucho más amplio porque implica un acuerdo nacional. Pero claro que finalmente se tiene que resolver, porque no se puede tener una fuerza política que funcione en todo el país menos en la Ciudad de Buenos Aires.

Mmm, Heller, dejá de vender humo.

lunes, septiembre 13, 2010

que se vayan todos a la mierda



ja, a cuenta del futuro. Cuando venga míster destino, que es, lo sabemos, yanqui, me va a cobrar los días de joda, los viajes, las noches, las tristezas (ahí voy a protestar: no me mates, míster destino, por las tristezas, matame, porque la muerte es injusta, por las sonrisas de las chicas en las que no les acabé en la cara, esto es injusto, dios, no seas sorete, matame con glamour, que vaya la cámpora a la puerta, matarme con onda, un ataque al corazón, ni me lo cuentes, matame con cariño, pegame y llamame marta, o llamame majul, pero con onda, quiero irme, dentro de setenta años, contando desde ahora, 32 más setenta, cantando un vals o mejor una cumbia, una cosa así con mística, con brillo, este enfermito, me gusta, morirme, debe ser genial, y original, morirse debe ser re copado: las giladas que escribiste pasan a ser grosas por 48 horas, va a ser un momento delicioso, vengativo, quiero que los pibes canten en mi funeral, que se rían, una gran carcajada, sueño con una gran risa, en mi velorio, me he muerto, mierda, qué acontecimiento, jajaja, pero ojo, pa mi vieja, acontecimiento re groso, dame dos horas antes de morirme así firmo un montón de cheques, un chuanguí, mi ventajita, quiero morirme y cagar a varios,  me voy  a morir diciendo que no me arrepiento de nada, y que pueden, de paso, irse a la puta madre que los parió, cortita, a todos los que me mataron y no pudieron, acá estoy, haciéndome el vivo y peor aún, vivo. Vivo de verdad. Hasta pago el alquiler. El gas. La luz. Me hago viejo así. Todavía. Así.Y bue.
Queda feo. Y vanidoso. Pero cuánta algría me da. Me recontra cago de risa., tonto con  sombrero, a mí me pagan, fijate, para escribir estas cosas.
En el fondo me pagan, y no lo saben,  para levantarme minas. Y cómo garpa ser un fracasado. Cómo garpa. Je. Yo que vos averiguaría bien donde estuvo tu mujer esta noche. Sos demasiado bueno en lo que hacés, y triunfador, como para que tu mina no tenga una aventura con un tipo como yo.

Los encendedores baratos son afanables. Qué pena esas cosas que nunca nos contamos. Lo que queríamos ser de grande. Los días gastados. El vino rebajado. Que pena todo, que pena nada. Los cinco minutos.






Masivo acto en el Luna Park





En contra del nabo que hace informes en la pantalla gigante en el programa de Leuco. Iba a ir Néstor, pero bueno, va  Cristina que es mejor.