lunes, noviembre 08, 2010

Massera





Massera llega al purgatorio. Lo recibe un ángel que está de secretario. Sale del baño San Pedro justo sale del baño. Anda apurado. Primero se confunde a Massera con uno de los tantos irakíes y afganos que están entrando al purgatorio. Massera se enoja, protesta. Le piden que se siente y espere.
Finalmente, San Pedro, tecleando en una máquina de escribir, en la puerta del Paraíso, lo interroga:
-Emilio Massera, fue usted bautizado?
-Sí, señor.

Se escucha un arpa.

-Tomó la confirmación?
-Sí, señor.

Se escucha un arpa.

-Se confesó regularmente?
-Sí, señor.

Se escucha un arpa.

-Tuvo relaciones sexuales con personas de su mismo sexo?
-No, jamás.

Se escucha un arpa.

-Tuvo relaciones sexuales antes del matrimonio?
-No, Jamás.

Se encienden luces rojas y una sirena. 
El detector celestial de mentiras ha pillado a Massera. 

San Pedro, rutinario y burócrata como es (después de todo, hace una eternidad que hace el mismo trabajo) continúa:

-Tuvo relaciones adúlteras?

-No, jamás.

Vuelven a sonar las sirenas y las luces rojas. Massera ha sido descubierto en otra mentira. San Pedro abre un cajón y saca unas fotos, tomadas a la distancia, donde se ve a Massera saliendo de un telo con Graciela Alfano, en otra foto, se lo ve con Marta Lynch, y así. Massera, se rinde. Acepta.

-Mire, San Pedro, tiene razón. Basta eso para ir al infierno?

-Sí, con eso alcanza.

-Bien, entonces terminemos con estas formalidades y dígame por dónde tengo que ir.

San Pedro, después de todo, un cristiano piadoso, le acerca un formulario y una birome. Massera firma. San Pedro guarda todo en un expediente que se lleva el ángel secretario. Ha un inmenso y viejo archivo. 
Le señala una puerta a la izquierda. 
Apenas la abre, Massera, siente el calor del fuego.

Nunca lo conocí a Massera en persona. No tenía, ni tengo, interés. Pero fijate si será injusta la muerte. Cuando me muera, voy a ir a parar al mismo lugar que Massera. Por toda la eternidad. 
Y eso que mis pecados merecería una rebaja, aunque sea por buena conducta, por falta de alevosía, porque el móvil fue el amor, porque me arrepiento, sinceramente. No. Nada. Cadena perpetua, también.
No es justo, Dios, en serio. 

Néstor Kissner, un tipo raro


Según su visión, no es casual que un dirigente raro haya tenido pinta rara, cararara, venir de un lugar raro, vestir zapatos y sacos raros, tener ojos raros, hablar con voz rara y, por supuesto, tener un nombre raro. Esto último es fundamental. Para las Monjas de la Fundación -oscuro grupo de mujeres peronistas siempre quinceañeras que están recluídas desde hace decenas de años en una especie de convento- Kirchner era tan raro, su dicción tan rara y su nombre tan raro que fue "el primer presidente argentino que no podía pronunciar siempre igual su propio apellido".  
Esto derivó en una inmensa confusión popular: mientras ya llevaba dos o tres años de gobierno, las distintas maneras de decir la palabra Kirchner eran tantas como visiones del kirchnerismo había. Así, algunos argentinos decían kichner, otroskirsner, o kiryner o kirsner, y así, ab infinitun.


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Epa!




Qué onda, Connie, te parece?

domingo, noviembre 07, 2010

Violento y Gran Concurso para jóvenes K

Hay que entrar en ese enlace. La nota no importa tanto (es de la serie todos contra los jóvenes, que amablemente, La Nación y Clarín entregan en fachísculos diarios). Pero, atención, atención, vamos a lo importante: estaban los capos de la juventud socialista  Rubén Giustiniani y Hermes Binner, integrantes de las 2 corrientes del socialismo: la nada sonriente y la nada pura, respectivamente; de gira por la peatonal de Rosario, dónde mi primita compite con las amigas por quién tiene el mejor celular. Salían del local de la juventud socialista.
Pasó, por esa esquina, una militante de La Cámpora, encargada de la brigada Odio y Destrucción, sección Podarles los Rosales a las Viejitas, de Oroño y Salta, en Rosario, barrio populoso si los hay. Compañeros, la compañera en cuestión, tiene unos atributos tremendos, al punto que Binner quedó así:


Sí, compañeros, es la pura verdad. La joven K, doy fe, está muy buena. Pero no puedo decirles el nombre. Igual, al que acierte de quién se trata, hay un premio: una caja de fósforos autografiada por el Cuervo Larroque. Pero caja, eh. Caja K. Posta.
Ya abre el concurso a las 1, a las 2, a las 6,7,8!

Usted sabe dónde está su hijo ahora?




El muchacho ése que señala la pantalla se presentó en la editorial diciendo que era íntimo amigo de Máximo Kirchner. Al muchacho ése que señala la pantalla le creyeron. Habían vendido 40 mil ejemplares de la fabulación planificada de Luis Majul -imprimieron 90 mil, sobreron (y retiraron en estos días) 50 mil ejemplares del plagiador vulgar- así que le dieron un anticipo. Al igual que a Leuco. Se venía una feria del libro preparada para mentirosos profesionales.
Lástima, se les murió Néstor. Adiós libro.
El muchacho ése que señala la pantalla, entonces, va a descargar las fábulas construídas en el diario Clarín y en sintonía con Perfil.
Se viene una campaña muy divertida. Que seguramente, les saldrá mal. Y el Cuervo Larroque pase a ser una estrella de rock. Y yo no pueda contar qué película estaba viendo ayer Julia, para no darle pasto a las fieras.
Se van a cumplir, dentro de tres años, la primer década desde el 55 en que el estado no hace mierda a una generación de jóvenes. Algo intolerable.
Hay una nostalgia de los 90 que se expresa como miedo a esa novedad tan vieja.
A mí, voy a contarlo, todo esto me divierte pero me preocupa. Profundamente. Me preocupa, de verdad.
Esquemáticamente dicho: me divierte porque hay una generación que se va a cohesionar un cacho más con esta corriente en permanente construcción, me divierte porque los adversarios, faltos de sofisticación, mientras hieren fortalecen. Me preocupa, al borde la desesperación, porque ayer, dos amigas, en lugares distintos, me dijeron "qué bueno que está Mariano Recalde". No, paremos la moto, eh. Acá el único soltero codiciado, soy yo. Tá? No jodamos, que sino se pudre todo de verdad.
Lo único que falta es que termine más virgen que el muchacho ése que señala la pantalla.
Mariano está felizmente casado, es más, parece la familia Ingalls. En cambio, yo tan solo en esta vida.
No es justo, Agustina, tené en cuenta: el muchacho ése que señala la pantalla, está científicamente comprobado, y lamento tener que dar esta noticia en el día de la primavera,  pero este muchacho es un boludo.

La que ilumina el lugar. Donde hay un niño, sin la asignación universal


                         

sábado, noviembre 06, 2010

Los derechos de la gente como uno terminan donde empiezan los derechos de la gente como uno


Ayer, un grupo de “independientes” (quienes no pertenecían a algún partido político pero detrás de los cuales se puede ver, directa o indirectamente, la mano del gobierno), tomaron un avión por casi once horas. Con esta actitud, no han hecho más que continuar con la política de ocupación de la propiedad privada (aunque era un avión de una empresa estatal) y perjudicar la libre circulación de aeronaves garantizada en nuestra constitución nacional.
Ayer, hartos de esperar, los pasajeros de un avión de Aerolíneas Argentinas, que debía volar desde las 18 de ayer con destino a Tucumán, se apoderaron de la aeronave y estuvieron casi 11 horas en su interior.
Un diputado nacional, opositor él, pero seguro que atemorizado por el control K de la caja y los efectos que podría tener sobre su provincia, apoyó esta protesta a todas luces violatoria de los más sagrados derechos individuales.
El diputado nacional de la UCR por Tucumán, Juan Francisco Casañas, estaba entre los pasajeros de este avión y justificó la rebelión porque “hay que hacer valer los derechos” del ciudadano.

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Me gustan los putos soberbios, no me gustan los orgullosos gay.






No entiendo la marcha del orgullo gay. No entiendo muy bien muchas cosas, entre otras, esa cosa toda producida -como para ir a cenar a Puerto Madero- y los disfraces, las provocaciones algo..., no sé. Queda mal hablar contra las caricaturas de lo que debe ser un orgullo gay, ya sé. Porque puede tener un auditorio- el que se opuso al matrimonio igualitario- hablar contra la homosexualidad; o contra (mas auditorio aún) la sexualidad salida de la norma. Ponele, hablás desde un conservadurismo asustado y reprimido y, qué se yo, mi abuela te aplaude. Ahora, sino hablás desde ese lugar, si hablás en cambio desde una misma posición ideológica en torno a los derechos de tercera generación, pero te sentís confundido ante la marcha del orgullo gay, entonces uno camina en la cornisa. De los comisarios políticos, de la avanzada y la modernidad, en boca de chetitos superados.
Pero yo, sigo sin entender.
Ojo, entiendo que los derechos de uno terminan donde empiezan los derechos del otro. Por ejemplo, los derechos míos terminan donde empiezan los de Ernestina Herrera de Noble, y los de Ernestina terminan donde empiezan los de mi amigo Jorge, empleado bancario, que a su vez, finaliza sus derechos cuando empiezan los de Paolo Rocca, y creo que los del de Techint terminan -pero no estoy seguro- donde empiezan los de Mario Paulela. Y así. Muy lindo todo.
Las manifestaciones de elegantísimos tacos. De disfraces procaces. De una provocación que puede asustar a mi abuelita -jojo, qué loco todo, eh- pero nada más. 
Las marchas del orgullo gay, importadas sin beneficio de inventario de las más gélidas tierras reaccionarias, no han logrado muuucho más que el pintoresquismo hasta hace poco. Audiencia televisiva para esta neo excursión a los indios ranqueles.  
La militancia tozuda, de colectivos organizados, sí, han logrado impresionantes avances si se compara a nuestro país con la región. Aún si con el mundo.
Ciertamente, es un error conceptual, seguramente, separar la militancia organizada de los vestidos de diseño exclusivo -y presunta y presumidamente despolitizados- que luego hacen de Marí Marí para las cámaras de TV. Ese desfile de rebeldiítas de pretendida insolencia que también sirve de pasarela y glamour. Una Susana Giménez bizarra, vendida como modelo de "lo gay". Orgullosamente. Para consumo de usted, señor, que no quiere quedar fuera del mundo -en plasma- que se viene. En comodísimas cuotas.
Todo bien, pero.
La afirmación de la diferencia tiene un estadio estratégico que es la asimilación natural -por la otredad- de esa diferencia, sin por eso anularla. Lo diferente no es antagónico a lo igualitario.
La despolitización del pretendido glamour, traviesamente sonriendo a las cámaras, se renueva como carnaval -en su aspecto (que los tiene) más conservador y elitista- año tras año diluyendo, muchas veces, los reclamos. Ojo, la sola visibilización de ese show implica la naturalización de lo diferente, pero quitándole densidad programática esa naturalización tiende, más bien, a ser conservadora. Queda viejo aplicar la dialéctica marxista, pero viene (como mecanismo de razonamiento de un proceso) al pelo. Pues no es la modalidad sexual la que se naturaliza sino la singularidad y la extravagancia. Muchas Florencia de la Vega, devenida en solamente V, muchas Moria Casán con pija, digamos. Pero la posibilidad -graficando- de explicarle al nene de jardín que es un travesti. 
Tucumanas que hasta los 30 años gastan fortunas para pasear de putonas en los bosques de Palermo y luego, por supuesto, ya arruinadas, se dedicarán, en el mejor de los casos, a reclutar otras tucumanas más jovencitas, meterlas en una pensión y reproducirles el encanto de ser una barby. Todo muy naif. Me parece, con respeto. Quizás tendría más onda reclamar cupos de trabajo, se me ocurre.
La concentración frente al congreso -una de las tantas, a la que fui- para pedir por el matrimonio igualitario, tenía otros componentes. Me parece. Más políticos, si se quiere. Más, también, heterogéneos. 
Pero ojo, quizás (seguramente) me equivoque y esté errando en el análisis. Explicame, Alex, vos que sos un cuadro en estos temas. Que me metí en un berenjenal.
Y en última instancia, si ni siquiera yo me entendí qué quería decir.

Pablo Ferreyra



En un reportaje de gran volúmen, Página 12 presenta en su edición dominical (ya sé que hoy es sábado, pero mañana no salen los diarios) un Pablo Ferreyra, hermano de Mariano, que sorprende por su capacidad de razonamiento, por su sensibilidad y por la voluntad férrea de encontrar justicia en tribunales para los asesinos del militante del Partido Obrero y la Fuba:


Pablo es ocho años mayor. Cumplió 31, mientras que Mariano tenía 23. Crecieron juntos; en la casa paterna compartieron el cuarto hasta la adolescencia, y fue él, como el mayor, el que acercó a su hermano a la militancia política, en el Partido Obrero. Cuando Pablo se fue a vivir solo, Mariano empezó a visitarlo los fines de semana. Se juntaban a tocar la guitarra o ver películas. “Camino al hospital, iba pensando en algo mucho más liviano. Ni se me ocurrió que lo habían matado, era inimaginable... todavía no lo puedo creer”, dice Pablo Ferreyra en el primer reportaje que da tras el asesinato de Mariano. “Francamente no me importa quién accionó el gatillo”, dirá más tarde. “En un primer momento sentí mucha bronca, bronca vengativa. Yo no suelo ser así. Después apareció (Cristian) Favale y no sentí nada. Es raro. No sé, no me importa. Me importa el paquete. Quién reclutó, quién organizó si la intencionalidad era disparar”.
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