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sábado, junio 28, 2014

Qué consecuencias políticas tiene el caso Boudou


La crisis causó dos nuevas muertes


1) El principal: en estos casos, mas cuando la causa se sostiene por los testimonios y filtraciones de funcionarios o ex funcionarios de Cristina; el primer efecto es el temor extendido, que lleva a los funcionarios y ex funcionarios a hacerse amigos del periodismo y deschavar cómo la vieja se roba hasta el agua de los floreros. Por su parte, en la cúpula de la banda se suele reaccionar como en los momentos difíciles de la etapa decisiva de sus vidas. En el caso de la vieja, antes de su ingreso al mercado laboral, en 2008 cuando era Directora de Ceremonial del estado nacional y gobernaba Kirchner. Lo cual, ante la muerte del mejor presidente desde el retorno democrático, nos deja en el sentido cupular en donde ya estábamos: en una especie de acefalía donde la Licenciada Eterna hace un programa de TV pero nunca se sienta a gobernar. Gobernar es firmar expedientes. Lo que implica levantarse antes del mediodía. Y nada de quejas: bastante bien le pagamos y encima no labura.

2) El peronismo ya tiene su María Julia. Pero, al igual que durante el menemismo, todo lo que sea cristinismo será culpabilizado en la nueva purga: yo que los nonos de La Cámpora que trabajan de jóvenes, dejaría de estudiar periodismo con los Olmos y empezaría a relojear lib4os de derecho penal.

3) La oposición le va a pedir a Lijo que saque una promo 2x1; porque multiplicar es la tarea.
En la fina diferencia entre un fin de ciclo y el fin de la sonrisa electoral de las familias de la oligarquía política, está el futuro.

4) Pierde más legitimitad, si tal cosa aún es posible, el Tribunal Ideológico contra Campagnoli.

5) La economía se complica más, porque al cuadro del viernes a la tarde, de por sí dramático, se suma que los funcionarios de Cristina, que llegaban al mediodía por solidaridad con la vieja, invertirán la mitad de sus días en ver cómo zafar de la cárcel. En este modelo, eso corroe a mediano plazo variables sensibles. Y ya no hay nadie en l gobierno que piense el mediano plazo. Si es que alguna vez lo hubo.

6) Falta el show de quién tuvo la culpa. No se si la colorada ya está garchando con Randazzo en la casa de Vandercoso, pero por la indagatoria a Boudou, va a culpar a Scioli, lo cual pinchará el último salvavidas del FPV.


7) Es tonto preguntarse si Boudou cantará. Es Walt Whitman, un canto a sí mismo. Cada vez que Boudou habló, el cristinismo le echó la culpa al kichnerismo.

8) Estos políticos sin muchas luces canonizan las tácticas -en economía y política- que le dieron éxito, por lo cual terminan haciendo el ridículo en cada uno de sus giros. Como al Presidente Vespertina no soporta no ser considerada una Jenia de Jarvar, se vienen escenas de megadramatismo que la hundirán más. ¿Se volverá a esconder bajo la cama, como cuando lo del chichón?

9) ¿Hay alguna posibilidad de que esto mejore?: no.

viernes, junio 27, 2014

Sobre lo fiestero que era Sarmiento

ANARCO-MENEMOIDE
Soliloquio & sexo




"Sin amor, sin querer, sin poder tenerlo, apenas movido por un débil interés carnal, ésa y la otra y todas eran lo mismo. Buscaba sólo en el favor de las mujeres, una tregua, siquiera fuese pasajera, al negro cortejo de sus ideas, al tormento de su obsesión moral".
Eugenio Cambaceres, Sin rumbo


1.

Nuestros grandes liberales del siglo XIX -Sarmiento, Mansilla, Cambaceres- fueron libertinos exentos de culpa y cargo. El XX nos trajo otras singularidades como el falso Vizconde de Lascano Tegui y Barón Biza. También dandis crueles y amadores de mujeres con cierta obsesión insana. Tradición opacada, pienso, a partir de los años treinta. Ese noble linaje literario se volvió ascético por culpa del borgismo: sólo recuperado por grandes plebeyos, cual Osvaldo Lamborghini -peronista-, aunque también susceptibles de ser leídos así por su anti-populismo literario más que explícito. Nada más marginal, solitario, insular e irreductible que el liberalismo hoy en la Argentina. Sea dicho: los liberales citados fueron eximios petimetres, rebeldes, cascarrabias, temperamentales, sensuales, liberados del nauseabundo nacionalismo católico que luego contaminó todo con su clericalismo rancio y contradictorio. Esa soledad no es nueva: es la de Sarmiento. Pocos más argentinos. Los años noventa, ridiculizados, pensados de modo vulgar y brutal, encarnados por Menem: peronista riojano quiroguista a quien le debo un ensayo. Fui feliz en ellos, era un joven que vestía poleras negras azabache y fumaba habanos caros por ser baratos en dólares. Éramos anarco-menemoides con plena inconsciencia: la forma posible del anarco-individualismo acá. En cenáculos de nobles amigos, a quienes hace años no veo, debo gran parte de mi formación cultural por su generosidad. Los noventas no fueron para mí esa pantomima de apatía: había pasión y fuego. Exploración en medio de ese infierno de una subjetividad innovadora y estimulante. Nada de tonterías supinas, no. Otra cosa. En mi cuarto de hotel hay solo pornografía y política. No pensar en la temperancia del presente. Quizá mi deriva hoy sea mayor. Tengo un tiempo de reflexión limitado, luego de sucesiones de carne. Siempre hay y habrá carne en el Río de la Plata. Sobra. Siempre habrá agujeros, aceite, leche, lubricantes. Pareciera que lo establecido reniega de pensar estas cuestiones: un anarco-liberal las piensa porque nada tiene que perder. Tiene una certeza: jamás tendrá poder. Por ende, no me interesa pensar hacia atrás, ese axioma tan reduccionista como pelotudo. A veces la soledad suele ser una gigantesca oportunidad para librarnos de lo pasado, así sea reciente y emputecido.

2.

Es a mí pesar: escribo de modo impúdico y con beligerancia pornográfica. Por ende, se pueden ir a la puta que los parió. La severidad se conquista y se gana, como toda figura romboide en el ápice de la pija en punta lista para entrar en la concha húmeda. "Yo, que era loco, homosexual, marxista, drogadicto y alcohólico" -dice O. Lamborghini-, escribo sobre pornografía y política. Eso me sale con cierta cosa arrebatada que de tan rioplatense me da miedo. Hubiese querido ser neoyorkino y libertarian. No pude, no quise, no me salió. Es irremediable: soy porteño, vivo en un hotel del bajo y espero que vengan por mí. Soy un anarco-menemoide. Lo importante pasa por los cuerpos: allí vienen, ellas. Mis bellezas nocturnas, protectoras frente a la fealdad rigurosa de la corporación estatal. Sabrán disculpar: debo coger. Hieren mi soliloquio, resuena cierta ira: sin dolor no hay belleza plausible ni fiable. La comodidad sólo produce estéticas tan miserables como las existencias que se recargan entre sí. Fútiles, van. Acá, rodeado de putas –salteñas, guaraníes, pampeanas, caribeñas, brasileñas, dominicanas, del NOA, travestis. Rey de la noche. Príncipe de la oscuridad. Los alambiques llegan. Ah, sí: "su whisky, señor". Había pedido con estricta precisión: dos medidas dobles -con dos cubos- de Famous Grouse. Un hilo de humo a lo lejos. Un puro: Avo Uvezian, cigarro de República Dominicana, suave, adquirido en la calle My pooh. La gente que usa corbatas es más respetable, también los de camiseta. ¡Pobres almas sin nada que cantar a excepción que sus nubes de pedos sordos! ¿Cuál es la intriga que se responde así misma de forma subrepticia con su lengua seca? ¿Alcohólica? Músculos y tetas. Un prepucio y un clítoris. Un pezón y una raya de culo finísima. Una fellatio y cunnilingus. Un beso negrísimo de tanta búsqueda non sancta. ¿Todo ello ocurría en mi mente febril mientras esperaba que los cobardes vengan por mí? Ellos, puras mentiras editables. Mi plan era claro: mientras aguardaba el combate final iba a dedicarme a la orgía. Primero, coger; luego, combatir. Primereaba la fiesta, seguía la política.

3.

Un amanecer ebrio es una experiencia numinosa: como un místico avant la lettre. Radiante lo pude hacer desde mi cuarto lumpen de la calle San Martín. A pocos pasos de las Galerías Pacífico circulé cual ratón en busca de su gato. Lo invariable iba hacia el sector improcedente. ¿Será que la derecha tiene esa facilidad para desarrollar más anticuerpos que la izquierda que niega la individualidad en pos de la corporación? Era hora: llegaron dos chicas más. Ya eran cinco o seis. No lo sé. ¡Sombra terrible del groncho, voy a esperarte con garras finas y falo erecto! ¿Por qué escribís así? Porqué no puedo hacerlo de otro modo, pelotudo. Quisiera escribir cual zombi acomodaticio pero no me sale. Salí o te verdugueo. Todos saben que el estertor tiene cierto color ambarino -como la veta del sorete. Acá, donde estoy, en el bajo porteño, todo se revuelve entre colores magníficos, de noche, cual cantos de sátiros con sus pijas paradas a punto de acabar. Mientras saxos de free jazz saltan por entre las conchas del territorio, del Río de la Plata, del barro, del limo y laputaqueteparió. Sé que estoy rodeado. Todo esto no será sino una larga diatriba sin detenerse hacia (la) nada. Porqué lo sé: estoy derrotado. Supe ser un gran pornógrafo, fino y sutil, a la vez que bestial y escatológico. En el fondo, estoy acá, sólo, con un cigarro humeante, una medida doble de whisky Old Parr, escuchando música vieja -un electro jazz lounge de fines de los noventa -, dos putas de fondo, el zaguán del hotel del bajo. A lo lejos se ve. Vienen por mí. Sólo me quedan horas. Muy pocas. No pasarán. Es altamente probable que todo termine en sangre. Mi traje está impecable. Mi chaleco huele bien. No tengo nombre. ¿Cuándo todo pase y sólo queden los rastros de mi figura seré recordado como un núbil pornógrafo que celebró el cuerpo femenino como nadie lo hizo antes en el Plata? ¡Qué triste será esa imagen barroca de un cuerpo doloroso de tanta belleza atravesado por la lacerante gronchada de los que vienen por mí! Ah, no será fácil. Mi andar es algo cansado pero firme y hercúleo - ¿o cerúleo?-: mis municiones son escasas. Yo siempre fui valiente y procaz. Las tetas semblanteaban de golpe -eran lambeteadas. Los pezones parados parecían havanettes. Todo se dio de modo inesperado. No podría decir que tomé notas. El culo se abrió como una orquídea: tal vez el sablazo no haya sido tan procedente. Pero gozó como pocas. Imposible no estancarse en el vientre de una rubia de ascendencia germana o quizá nórdica -de Misiones. Uno de los pezones tenía la redondez lunar de una almendra. Todo se cerró (como el culo) sin poder esperar nada más. De noche. Calor. El aire enviciado me daba en la nuca y no pretendía destacarme por mi habilidad para quitármelo. Camiseta blanca, reloj caro. Me veía como un libertino insólito, como dije, un anarco-menemoide consciente de su labilidad para poder enfrentar esos que venían por mí de un modo subrepticio. Facundo patético, sus ínfulas no podrán con mi valentía old fashioned. Amé a mujeres aristócratas, californianas, hippies y prostitutas. No sé qué significa la pasividad ni la tibieza: mi corazón late de modo muscular. Y los espero. Que vengan. No pasarán. Cual Nietzsche pacté una fórmula que sólo Edipo redimido por su madre pudo ver.

Palermo viejo, junio 2014.


jueves, junio 26, 2014

Odio los Mundiales. Odio profundamente la mentira, los engaños, la idiotez y la corrupción de los mundiales



A Andrés Calamaro. 

¿No te gustan los Mundiales? Dejá de pensar que estás falladito, es normal. A la mitad de los que están super híper mega y recontra interesados en el Mundial, en el fondo, les importa un carajo. Lloran, se ríen, alientan, aprenden cantos (por el placer de escuchar, con absoluta independencia de lo que pasa en la cancha, escuchar sus propias voces: por eso cantan las hinchadas; para escucharse a sí mismos, para sentirse lo que en sus cotidianas y miserables vidas no son, para sentirse a través de la imposición acústica con su carga de odio sutil y amenaza latente, sentirse PODER) y tácticas, se vuelven devotos de un club, patriotas de pacotilla durante el Ramadán de los occidentales alienados, no porque les interese la rabona de Rojo, los tatuajes de Lavezzi, los peinados grasas de nuestros boy scauts con tendencia efímera al metrosexualismo, nada de eso, no, es por una sola y sencilla razón: para pertenecer.
Nueve de cada diez odontólogos recomiendan sospechar del mundialismo, de las conversaciones de publicidades del Mundial, de las figuritas, de las prostitutas del balón y de la existencia de una narrativa de lo popular que hoy, entre la gente que está al pedo como yo, es decir, los periodistas, los sociólogos, los escritores, los poetas, los ministros del gobierno, los obispos, los publicistas, los antropólogos, los teóricos revolucionarios, los que dan charlas de psicoanálisis, los que nunca van a las reuniones de olllas Essen pero crean el sentido respetable, culturoso, debatible en torno al fútbol, esos botineros del lenguaje no creen en lo que dicen sobre el Mundial. Para nada. No creen una sola palabra de lo que dicen. Se ultracagan de risa de sus babels de 4-4-3; 5-3-2, 8-1-1.
Nada de eso viene con el álgebra de la ciencia. Ninguno de esos enunciados pasaría por la Dirección de Ceremonial y Protocolo de un epistemólogo sin que el detector de metales chille y encienda las luciérnagas rojas de los patrulleros y señor-puede-abrir-su-maleta-.
Lo dicen porque es una contraseña. Ritos de una logia que ellos, nosotros, comprendemos. Demasiado y lamentablemente bien.
Lo dicen para pertenecer. Para formar parte de la vanguardia poética del negocio de arrear el gentío , mientras los musculitos de pantorrillas ajenas obtienen a cambio un ingreso a la Alta Cultura. Total, no son peligrosos. Cualquier negro de la villa puede sentarse en el Teatro Colón mientras sea futbolista, banana de TV, milico o plebiscito de la esperanza a traicionar.
Es un intercambio:  ellos se barnizan de populares y los populares dejan de serlo. Pasan a integrarse a la cultura con mayúsculas y adjetivos pomposos. A cambio de prostitutas, payasos de la farándula, relatores analfabetos y viejos zorros del empresariado. Su fotolog se llena de presidentes, homenajes y autos caros. Lograron lo suyo: dejar de ser, meramente, popular. Y los que dirigen el sentido del mundo obtienen lo que buscan. Hacer de su sentido algo popular. Viralizar sus odios y amores. Ni más ni menos.
 Momento de acercarse al pueblo. De hablar su lenguaje. Y el pueblo, como todos sabemos, difícilmente responda pues difícilmente exista. No hay un Juan Pueblo, sino diversidades que por auopistas complejísimas articulan identidades precarias y fugaces, con ciertas continuidades que por comodidad llamamos Identidad. Y le encontramos identidad a 11 metrosexuales que ordenan su mundo simbólico en una pelota esférica y previsible. Y hay identidades de marcas corporativas, de escuelas secundarias, de asociaciones contra el cáncer, compañías de teatro, asociaciones ilícitas, de lo que pidas. Todo debe ser teorizable, reagrupable, entendible socialmente. ¿Por qué? Porque cada vez estamos más solos. Más insoportablemente solos.
Si hubiera un Juan Pueblo el pueblo empezaría a parecerse más a Juan que Juan al pueblo.
Hacemos un pacto, la mayoría lo respeta: dejar un poco de mi singularidad por una identidad colectiva. Pero como ya no creemos, en la física nuclear de nuestras sociedades, en grandes identidades como la Nación, la Religión, la Clase, lo que hacemos es mentirnos que no estamos solos, que somos algo juntos, en mundiales, funerales de alguien que en vida odiamos o algunos valores que aún compartimos: la educación, la necesidad de tener estado y policía, la prohibición del incesto y el respeto a las normas básicas de convivencia (y hasta por ahí nomás). Cosas que en cualquier otro animal vienen incorporadas, acá las hacemos un acto de valentía, heroicidad, alta traición o raiting, cotizaciones, pases, trapos, spots, toda esa grasada que rodea a los mundiales, todo eso que casi nadie toma muy en serio. Porque casi nadie se tomo a sí  mismo muy en serio. Bienvenidos a la posmodernidad, fanáticos de la fugacidad.
El Mundial es el momento y lugar donde el gerente de banco y el asaltante se encuentran. Tienen mucho en común pero las marginalidades que encierran a ambos los distancias. Jamás se encontrarán más que en un delito y aún así ambos delincuentes representarán intereses distintos. El cura y la travesti, el astronauta con el carcelero, el jubilado con el locatario de Puerto Madero. Todos necesitamos sentir que pertenecemos a algo que estaba antes que nazcamos y que estará cuando muramos. Es una pulsión humana ancestral, lo que nos permitió sobrevivir como especie. Por eso nos gustan los Mundiales: porque es fácil entender el fútbol, porque es primitivo los sentimientos que luego serán decorados con estadísticas, pizarrones, poetas, himnos, botineras, trofeos, llantos, sponsors. Pero no deja de evocar las mismas emociones, vacíos y ansiedades que una guerra. Pasa que ahora somos civilizados. Educamos, represivamente pero menos represivamente que cualquier estadio histórico de la humanidad anterior a este, a insertar dentro de la cultura esos instintos animales que nos hicieron llegar hasta acá. Y que nos pertenecerán por siempre.
Nadie puede abstraerse del Mundial. No se puede estar tres meses sin tomar un ascensor, sin levantarse minas por Facebook, sin ir a la panadería y encontrar un televisor. No se puede y no es psíquicamente aconsejable. Sin embargo, hay una manera de apartarse del Mundial. Una manera divertida, experimental y antropológica: en vez de aislarse, juntarse a cuanto grupo esté conectado a este Mundial inolvidable que el mes que viene olvidarán. Funciona así: uno tiene que acercarse a los bares repletos y gritar que hay que sacar a Messi y poner a Cruz, ir a la panadería a debatir contra quienes no consideren a Bochini mejor que Pelé, esgrimir la Teoría Conspirativa más delirante en los asados, explicarle a las minitas de la facultad que el orsai es cuando un jugador la toca con la mano en el área; preguntar siempre, durante los partidos, cómo se llamaba el 3 de Banfield en 1984.
Contarle al policía de la esquina que uno fue el que lo llevó a Ginóbili a probarse en Boca y sorprender al portero con un fixture de un Munidal que nunca haya sucedido.
Funciona. En dos o tres días nadie quiere hablar de fútbol con vos. No te invitan a ver los partidos y durante un mes no te atienden el teléfono, lo que equivale a decir que no te llaman ni te consideran raro.
Es tan simple participar del Ramadán occidental que solo será excluído aquel que sienta un verdadero y emotivo entusiasmo, hasta el punto que viva su propio Mundial. Hasta el punto de no necesitar saber si Messi ganó contra Irán, porque en realidad el mejor jugador fue Maxi Rodríguez.
¡Maxi Rodríguez!
-Sí, me cae bien.
-¿Y eso qué tiene que ver?
- Me gustan los Mundiales.
-Pero no entendés nada!!!
-Ah, el Mundial era un gran exámen...

No hay nada peor para los mundialistas que disfrutar el Mundial. Porque el Mundial es eso que nos hace acordar de la infancia, el abuelo muerto, los niños que fuimos, los niños que quisimos ser, los niños grandes que somos y disimulamos. Por eso me gustan los mundiales. El fútbol es el único espacio que nos quedó en nuestra cultura para soñar que el débil vence al poderoso y que a veces, encima, a veces, pase que el débil venza al poderoso.

martes, junio 17, 2014

Al pedo como Cristina Kirchner en horario laboral



Convengamos que todos quisiéramos vivir como Cristina: arrancar el día a las 11 de la madrugada, desayunar en la cama café con leche, medialunas, carpetas de la SIDE y jugo de naranja, hacer que trabajamos mientras hablamos de la nada, mirar series hasta altas horas de la madrugada y, mágicamente, ser dueños de medio país.
Al igual que sus adeptos, el Gobierno sabe qué es lo que pasó, pero se niega a aceptar la realidad de que tarde o temprano se acaba eso de vivir el día a día bajo el mantra de que la vaca sojera siempre dará Ades. La única diferencia -más allá del notorio enriquecimiento de cualquiera que haya caminado cerca del despacho de Cristina- radica en que la joda de los talibanes de la tarjeta de crédito la tienen que pagar ellos, mientras que la partuza del Gobierno la pagamos entre todos.
Que la Corte de Estados Unidos ni siquiera amagara a tratar nuestro caso era tan previsible como la citación a indagatoria de Amado Boudou. Tan esperable resultó, que el despacho de abogados del mismo Gobierno hizo la advertencia y envió algunas recomendaciones hace más de un mes.
Ante la adversidad anunciada, Cristina reaccionó como esperábamos: con una cadena nacional a la hora de la cena. Sadismo puro. Incluso ella sabe lo denso que resulta y dejó el mensaje grabado para que nosotros lo veamos mientras ella ya estaba en pantuflas.
Cuando no hay nada para decir, la Presi sale en Cadena y tira números al voleo, saluda al patio de las Palmeras Monotributistas y se toma el palo. Cuando la cosa viene peluda, graba el mensaje, medita las palabras y mira a la cámara, a nuestros ojos.
En este caso hay que agradecer que meditara las palabras, porque si la calentura no se le bajó ni con un mensaje grabado, de haber ido en vivo en este momento estaríamos refugiándonos en el segundo cordón del conurbano para resistir la llegada de los marines norteamericanos.
0617_Cris3Pero la mirada a los ojos, en este caso, no fue para nosotros. Consciente de que la Cadena sería vista por los interesados -o sea, los acreedores- Cristina pretendió un comunicado directo y resultó más confuso que la convocatoria de Basanta: contó la historia de la deuda externa y, mientras juraba no someterse a la extorsión de los norteamericanos, prometió que pagaría a los acreedores que entraron en la reestructuración de la deuda además de desear poder pagarles al resto, a los extorsionadores. Hechos y deseos, nuevamente, en una sola frase.
Como si la ensalada no fuera suficiente, en la crítica hacia la Justicia norteamericana, la ligó la hogareña, a la que tildó de “contreras”. Uno tiene la impresión de que si la Justicia argenta fuera realmente independiente, en el Gobierno van en cana hasta los caballos de los Granaderos, pero se ve que a la Presi no le alcanza con Oyarbide, Casanello, varios secretarios y algunos camaristas. Cristina tampoco está conforme con tener al Ministerio Público Fiscal sometido a sus caprichos, ni con haber copado de camporistas todas las fiscalías, incluso la destinada a la atención, orientación y protección de la víctima.
[N.del A: Al día siguiente de que un testigo del caso Ciccone-Boudou denunciara que se tuvo que ir del país porque nadie quería protegerlo como testigo, la Procuración de Gils Carbó encaró una "reforma" tan divina en la protección de víctimas y testigos que consistió en reventar la oficina anterior y crear una nueva, con miembros del Ministerio de Justicia y otros buenos muchachos/as, como Malena Derdoy, militante de Patria Libre - La Cámpora. Sí, si sos testigo de un caso que perjudica al Gobierno, ellos son los que te cuidan.]

jueves, junio 12, 2014

Horowicz compara a Asís con Forster


Lunes 09 de Junio de 2014OPINIÓN 
Por Alejandro Horowicz

El complejo maridaje entre los intelectuales y el poder

A propósito de las repercusiones por el nombramiento de Forster. Las relaciones entre cultura y política nunca fueron amables. La política suele fagocitarse a la cultura sin demasiados miramientos.

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"Siempre se espera al gran hombre, porque resulta halagador para una gran nación haberlo producido. Pero no se espera jamás el gran pensamiento, porque resulta ofensivo. El escritor debe, pues, aceptar el lema de la industria: crear necesidades parea satisfacerlas. Que cree la necesidad de la justicia, la libertad, la solidaridad y que se esfuerce por satisfacerla en sus obras ulteriores. Deseemos que pueda desprenderse de esta jauría de homenajes que así le acosa; deseemos que recobre la fuerza de escandalizar", J.P. Sartre, ¿Qué es la literatura?
 
Las relaciones entre cultura y política o mejor dicho entre el poder y la producción cultural nunca fueron ni simples ni amables. Basta que determinada posición resulte sospechada de oficialismo, para que de antemano sus motivos puedan considerarse espurios. Dicho con sencillez: la política suele fagocitarse a la cultura sin demasiados miramientos. Nadie lo ignora y los que intentan formar parte del combo poder – producción cultural saben exactamente a que se arriesgan. 
Una observación de circunstancias permite organizar cuatro maquetas para el combo. En la primera, la importancia de la política arrasa explícitamente todo lo demás; la valoración del suceso en sí mismo subordina todo, ya que la "revolución" impone un nuevo punto de partida. La revolución puede ser desde "nacional" hasta "socialista", los que se suman militantemente suelen estar dispuestos a aportar desde sus habilidades, y el frente cultural no constituye una excepción. Es el caso de la Revolución Húngara de 1919 y Georgy Lukacs; por tal motivo el comisariato de Cultura cayó bajo su responsabilidad. Es posible discutir, y de hecho se hace, si esta decisión fue o no adecuada para su desarrollo intelectual posterior. Si no terminó liquidando el programa del filósofo, al someterlo a las oscilantes directivas de la Tercera Internacional, que finalmente fueron las de José Stalin. No faltan los que sostienen, con algo de razón, que al aceptar los riesgos de una apuesta política, el intelectual no puede no correr los  riesgos del militante. Dicho sin cortapisas: en política y mucho menos en política revolucionaria nadie dispone de un bill de indemnidad, ni siquiera Lukacs.
Como nadie espera demasiado de la cultura, nadie políticamente significativo suele darle más que un cobijo circunstancial y declamativo.
La segunda maqueta posible contiene al funcionario. La política también regula su actividad, pero no es a todo o nada. No tiene la densidad de la revolución, y por tanto sus exigencias son más blandas, ya que no se trata de reorientar el tren de la historia sino apenas de conducirlo hacia una estación deseable. Y el modo de arribo, el logro de ciertos objetivos circunscriptos pero valiosos, depende entre otras cosas de la presencia del funcionario en cuestión. Este sayo les cabe a unos cuantos; para incluir un hombre cuya valía literaria esta fuera de debate, para mí al menos, Andre Malraux será su amigable representación. 
La tercera maqueta de esta galería es la más lábil. Es el que desde una inserción que sin desdeñar las responsabilidades del militante, al tratarse de un artista o un intelectual, sus intervenciones suelen estar determinadas por esa práctica. Y sin ser una figura de primer plano en su organización ni en su especialidad, ya sea por su juventud, ya sea por el espacio que ocupa en el campo intelectual, intenta alcanzar otro nivel del mismo juego a caballo de un nombramiento. En este momento el lector avisado levanta la ceja con inquietud, considera en quién estoy pensando sotto voce, y dice: "¿Por qué no habla claro? Si se esta refiriendo al nombramiento de Ricardo Forster dígalo sin más." 
Forster integra por cierto ese pelotón, como lo integró Jorge Asís, pero eso es todo. De modo que la valoración que se haga de ese comportamiento no puede estar separada de la valoración que se haga del gobierno en cuestión. Asís con relación a Carlos Saúl Menem; y Forster con Cristina Fernández. La apuesta habilitó al autor de Flores robadas en los jardines de Quilmes, para ser candidato a la vicepresidencia de una formula menor, veremos si habilita a Forster para alguna otra cosa. Eso sí, reducir la literatura de Asís a su participación política no sólo es injusto, sino manifiestamente trivial. Asís importa más allá de sus curiosas opiniones extraliterarias.
Ahora bien, en ninguna de las tres maquetas consideradas inmiscuirse en política supuso algo más que un alto grado de visibilidad pública. A nadie se le escapa la "ventaja" sobre los que no acceden a lugares tan expectables, pero al igual que las buenas campañas de publicidad el éxito termina dependiendo de la correlación entre la calidad de lo ofertado y las expectativas de los compradores. Para evitar equívocos: si los compradores se sienten estafados o si la calidad no es adecuada, el producto fracasa. 
Existe una cuarta maqueta, los intelectuales que adhieren desde el llano. Ni se proponen ocupar espacio público para cambiar nada, ni intentan cambiar de oficio.  Usan su prestigio para legitimar una determinada posición. Es el caso de Ezequiel Martínez Estrada y la Revolución Cubana; el de Jorge Luis Borges respecto a las elecciones de 1928 que consagraron al doctor Hipólito Yrigoyen, o el de buena parte de los actores norteamericanos con relación a Barack Obama.   
Vale la pena recordar cómo terminó Martín Fierro en virtud de los alineamientos políticos de Borges, Leopoldo Marechal, Roberto Arlt o Scalabrini Ortiz. Borges era el presidente del comité de escritores que apoyaban a Yrigoyen, Marechal el vice, y tanto Arlt como Scalabrini ocupaban posiciones destacadas. Claro que el director de Martín Fierro, Evar Méndez, un galerita que se oponía a la candidatura del fundador del radicalismo, decidió dejar de publicarla y evitar de ese modo que fuera vehículo de las corrientes yrigoyenistas en la disputa.   
Yrigoyen ganó la presidencia, y aun así Martín Fierro siguió sin salir. En febrero de este año se cumplieron 90 de su primer número en la calle, y vale la pena preguntarse por dos asuntos: ¿Qué importancia tuvo la publicación y por qué dejo de salir?


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lunes, junio 09, 2014

Linchar a Boudou

Lima noble que un pillo desmorona
o eslabón que revela una cadena,
crucifijo papal que nos perdona
o gran timbre del juez que nos condena;

 emblemas para todos los rencores,
espejos para todos los encantos
y coronas de australes luchadores
para todos los chorros del relato.

 Amado Nervio; "Mi Verso"

Anoche debatía con mi hermano mayor, kirchnerista, el asunto Boudou. Que, por la epistemología adquirida en la intensa década de normalización nacional, derivó inmediatamente en "el poder de los medios". Una manera de patear la pelota afuera, por cierto. Pero también es una genuina creencia, plena de antipolítica e impotencia reaccionaria, pero eso no quita que mucha gente esté convencida, no de la inocencia de Boudou, que es un Payaso Liberal, sino de el axioma sobre el cual Boudou monta su defensa pública: lo condenaron los medios de comunicación. 
Y no. La que condena es l Justicia, el Poder Tribunal. La condena social es relativa: la misma pena en dos personas distintas no será tomada de la misma manera. Y en definitiva, la condena social en los medios de comunicación de masas es menos real que, por ejemplo, una condena social en un club, en un consorcio, en la sala de espera de un dentista. 
Incluso, en los medios de comunicación, las condenas más duras no las reciben los políticos. A quienes se trata con demasiado respeto. Y pomposidad. Por miedo. 
Mi tesis es que los medios de comunicación no inciden tanto. Bah, mi hipótesis, en realidad es el consenso académico en el campo de las teorías comunicacionales. 
Que buena parte de la sociedad -acá y en occidente- esté convencida que los medios de comunicación formatean la cabeza de la gente, no significa mucho a la hora de desentrañar el alcance verdadero de los medios. 
Hace apenas cinco siglos la mayoría de la gente creía que la tierra estaba sostenida por elefantes. Hace apenas cuatro siglos la mayoría de la gente creía que los africanos eran una raza inferior. 
Hace apenas tres siglos la mayoría de la gente creía que era más importante aprender a labrar que aprender a leer y escribir. 
Hace apenas dos siglos la mayoría de la gente creía que los niños con deficiencias mentales eran frutos del incesto. 
Hace apenas un siglo la mayoría de la gente creía que Kicillof era marxista. 

Para hacerla corta: Boudou es víctima de un imaginario social construido de manera muy compleja que, para simplificar, digamos que a Boudou le tocó ser el Isidorito en esta historieta. 
Muere Néstor Kirchner. La presidente, de luto, dolida, lanza su campaña presidencial con el aura de quien cumple una misión, un último esfuerzo por Él: porque Él así lo hubiera querido. 
Ok. Pero, al otro día de ganar con el contundente urnazo del 54% comienzan las malas noticias. Que, básicamente, contradicen las promesas de campaña. ¿A quién culpar, dónde expiar las culpas?  
En quien no tiene sangre azul. En quien ascendió rápidamente, se enriqueció, suena poco creíble, demasiado aplaudidor, demasiado entusiasta. Sin antecedentes de nada. Ocultando su pasado. Es el malo más obvio. Es Isidoro Cañones. Es el Chanta Argentino. 
¿Magnetto inventó el Chanta Argentino?
¿Lanata?
No. 
Ojo, Boudou está en indagatoria por las investigaciones de Lanata. Y Jorge Asís. Y Nicolás. 
Pero la opinión pública no está al tanto, ni le importa mucho, los vericuetos del proceso judicial. La opinión pública entiende que el Poder es algo ajeno, aristocrático, lejano. Y analiza la fluidez del escenario con las mismas categorías narrativas que son propias del acervo cultural. 
El Amigo. El Enemigo. Y el Conspirador. 
Cristianismo básico, chicas. 

Dice Ricardo Piglia, más o menos,(cito de memoria) que toda novela trata de un crimen, un amor o un viaje. Es decir, la santísima trinidad del Amigo, el Enemigo y el Conspirador.
En las teorías que todos necesitamos esbozar para comprender cualquier acontecimiento del universo -desde por qué no llegó aún el colectivo hasta el origen de la vida en el planeta- hay más de Jonathan Swift que de Lapegue, chicas. Eso se llama Relato. Y es una pena que haya caído en desgracia una categoría tan valiosa para los Estudios Culturales. Bah, en realidad me chupa un huevo. No se por qué me salió tan pomposa esa oración. 

Los medios de comunicación, para ser eficaces, requieren  organizar los acontecimientos alrededor de la estructura narrativa hegemónica. 
Las novelas de Adrián Suar, o Alberto Migré y las películas de Gaspar Noé o Cris Morena contienen también esa estructura narrativa que es una acumulación histórica, un poco de novedad emergente y otro poco de residuos de la historia rescatados para resignificarse. Aún cuando esa estructura narrativa llamémosle primaria, esté destrozada en la búsqueda de un fin estético nuevo, por ejemplo, Irreversible, la película de Noé; la referencia a esa estructura narrativa primaria (una historia debe tener principio, nudo y desenlace) es vital para comprender la complejidad de la obra que la cuestiona. Sin conocer la estructura primaria, no se logra apreciar el resultado de la película que la cuestiona. 
Ya sé. Lo dije muy mecánicamente. Pero este es un blog para levantarse minas, no para debatir estas aburrideces. 

Todos los golpes militares, incluido el primero que derroca a Yrigoyen, tomaron,  primeramente, los medios de comunicación para difundir sus proclamas.  

La teoría del cerco que supuestamente rodeaba en el 73 y 74 a Perón, corriéndolo a la derecha sin que el viejo zorro se diera cuenta, quedará en la antesala del panteón de las teorías ridículas. Porque a todos les conviene olvidarla. 
Sin embargo, esa teoría -remake de Jesús y sus Apóstoles, incluido el Traidor Judas, que a su vez es un remake del Ángel que se rebela y se hace Diablo y así, etcétera, etcétera: los seres humanos tardaron millones de años en concebir el pensamiento simbólico. Y lo hicieron a través de la más fabulosa invención dl ser humano: un dios a su imagen y semejanza- es un dispositivo técnico para el militante peronista: jamás se quejará de un concejal, sino de los que lo rodean. Agregándoles el mote, a quienes "rodean y filtran" el acceso directo al concejal (que solo delega cuando hay que comunicar malas noticias. Es el clásico paternalismo.Lo inventó, también, Jesús. Que también era peronista) de obsecuentes. 
Para las clases medias, hay una versión, más matizada que la del erótico populismo: "está mal asesorado", se dice, con frecuencia, de un diputado o senador o presidente de la empresa. El "asesoramiento" es la manera en que el Partido de los Notarios justifica su giro a las minorías. Son el saber. Contra la muchedumbre. 
El problema es que si las muchedumbres creen que el planeta es cuadrado y está sostenido sobre cuatro elefantes, hay ahí una verdad tan empírica como el mejor telescopio. Pero una verdad pertenece al ámbito de la sociología y la otra al ámbito de los Estados Unidos. Que son, como se sabe, los dueños del universo. 
Vamos a Boudou. 
El ascenso de la clase trabajadora durante el primer peronismo, trajo aparejdo también un conjunto de lumpenburguesariado que adulaba a Perón con la misma algarabía fatua que un beliebers K de Palermo. Esa pasión oficialista, falsa como la sonrisa de un camarero -diría Raymond Chandler- se exitingue apenas asuma el próximo gobierno. 
Pero, entre las clases acomodadas, descendientes de la bosta y el sauce genealógico, siempre se vio el ascenso del lumpenburguesariado como una amenaza a su estatus. Y consecuentemente, se estableció un código de moral nunca escrito, pero que hace a los ritos de pertenencia. El circuito del Jockey Club, el Círculo de Armas, en las provincias el Club Social, tenían ese objetivo estratégico: cerrar las puertas a los nuevos ricos que llegaban con la rapiña de conquista, con la democracia luego, con el peronismo después y con los coroneles de discurso patrio.
Boudou es el paradigma de eso. Pero, ojo: ningún rico la hizo respetando la ley y las sanas costumbres que la generación de sus nietos, al heredar, pregonarán. Es muy probable que en 100 años Cáritas esté presidido por un biznieto de Pablo Escobar. 
El punto es que la ley tiene para los sectores oligárquicos un tinte vengativo. Como si el problema de la brutal desigualdad social fueran los enriquecidos ilícitamente. No. El problema no es el enriquecimiento ilícito, el problema es el enriquecimiento lícito. 
Cada preso por enriquecimiento ilícito fortalece los mecanismos -fiscales, legales, culturales, financieros, geográficos..-que generan desigualdad social. Esta desigualdad social subsahariana con élites políticas asquerosamente enriquecidos. Violentamente enriquecidos. Pero todo dentro del marco de la ley, se ufanan los hijos de mil puta que hicieron la ley. 
Las actividades incompatibles con la función pública, el delito principal por el cual se lo juzgará a Boudou, no son más que una excusa.
Leyendo los diarios, el Boletín Oficial y el Registro de Catastro cualquiera puede detectar como jueces y legisladores y ministros cometen a diario y con una impunidad galáctica el delito por el cual se lo juzga a Boudou. La presidente, que anda tan enamorada de su superyo, da un montón de pistas sobre actividades incompatibles con la función pública. Por ejemplo: la escala de dos días -que luego desmintió, a su propio Boletín Oficial, asunto que quedó en la nada porque ellos respiran impunidad- n Seicheles, aún cuando no haya ido a llevar la guita que se afanó, es una actividad incompatible con la función pública. Si va a pasear, lo correcto es que lo informe. Y más si va en un avión inglés, dado que la legislación argentina, impulsada por la propia Cristina, transformó su acto en ilegal. Con lo cual es dable pensar que se llevó una cometa. ´¿¿O es de boluda nomás? 
Boluda no es, es abogada exitosa.eBoudou es el Malo Perfecto porque el peronismo está comenzando a mutar hacia el próximo verdadero peronismo y van...Y las mutaciones, exigen purgas. Qué mejor que Boudou, que es grasa, mal tipo, nuevo rico y la expresión sublime de la falta de muñeca para conducir de la viuda de Kirchner. 
Es la María Julia de los noventistas. Y la Isabel de los setentistas. (Para los sesentistas tenemos a Vandor y para los cincuentistas a Teseire).
¿Estoy diciendo que hay una conspiración contra Boudou?
No. Estoy diciendo que el PPT (Peronismo Planta Transitoria) es parte fundamental del PPP (Peronismo Planta Permanente) no solo para sumar, por derecha o izquierda dependiendo de la etapa, los 5 puntos que el Justicialismo necesita. Sino para atraer cuadros nuevos y fundamentalmente para forjarse la identidad de la etapa. Las Diana Conti de cada etapa (en los 90 fue Adelina de Viola, en los 80 fue Cavallo. En los setenta Solano Lima y Aberlardo Ramos, pero bue, ya sabemos cómo terminó eso). Y cuando el peronismo muta, crea un clima cultural. 
En el peronismo nadie lo defiende a Boudou porque es la manera de decirle a Cristina que tiene menos visión que Borges en sus últimos años. Pero, como con Cristina no se habla, a Cristina se la escucha, se reelabora la teoría del cerco y resulta que todos los errores de Cristina son culpa de Isidoro Cañones, el viceprescindente, o de los cuarentones que juegan a la  política en La Cámpora. Y no. La verdad es que ninguno de ellos decide nada. 
El kirchnerismo hizo más por los bancos que por los trabajadores, lo que explica que los nuevos ricos creados por este proceso se asimilarán fácilmente a las clases empresariales. Como Manzano tras Menem, los capitanes de la industria tras Videla y Alfonsín, los Cristóbal López (que siempre quiere aclarar que "tenía plata de antes": es una pena que su apellido sea López. Es un apellido tan comunacho que en vez de árbol genealógico tiene un bosque de símbolos. 
Es decir: las cartas estaban echadas. Boudou no entendió el juego. Choreó como Cristina le pidió. Cobró la vicepresindencia como recompensa. Pero era el fusible. Y el fusible va a estallar. 
Si el vicepresindente fuera un Anchorena, nada de esto le pasaría. Aunque choreara igual que Boudou.
  

domingo, junio 08, 2014

Poema al Honduras que ganará el Mundial Brasil 2014

A mi entrañable hermano, el poeta Martín Rodríguez 





Es mediodía.
Entra el sol.
Toso un pulmón
negro, feo, negro

¿Dónde estará la magia del poema
en lo que dice o en cómo lo dice?

En la pared
al lado de una mancha de humedad
quedó pegado el pulmón
adherido con nicotina

Llego, arrastrado, literal
En cuatro patas
qué pelotudo lamentable
hasta la cocina
tomo agua
más agua
mucha más agua
se me quema la cabeza
Un molinofundido de neuronas
sobre el amanecer, allá al fondo.
Perspectiva.
La veleta de mi inteligencia emocional
gira fuerte, ruleta idiota occipital,
gallito de lóbulo izquierdo,
hemisferios del e´xito
corteza de mendincante.

APLAUSOS, APLAUSOS

No va que cuando me quiero atar los cordones
vomito
agacharme.
Esta panza.
Continente de excesos.
Territorio liberado.
3 pedacitos de palmitos
parecen rebanadas de apio
en el vómito.
Y la panceta ahumada (ALABADO SEA DIOS)
ha salido, cloacalmente, como chicharrón de rulemán.
Todo el vómito se hace charco.
Junto al poste.
Espero
Ceremoniqlmente.
Y vomito
de nuevo.
Otro poco
Y el cielo está estrellado.
Y se me para la pija a media hasta.
Pensando perversiones:
total, la noche ya está chiripiolcada.

/> más agua
aspirinas
promesas de dejar de beber
ciento cincuenta mil cosas que debí hacer a la mañana

Tengo un lindo sillón
¡A la mierda!
Anoche me encaré por Facebook
a una mina que todo bien.
Quedé en ir a la casa
la otra me mandó a la mierda
y mirá vos, quién cayó,
jamás se me hubiera ocurrido.
Debí haberle abierto la puerta

Copiar y pegar
chupar y bombear.
No hay muchos secretos.
Ya no quedan casi.
Es una pena.





Cogíamos mejor cuando había misterio.
Ya no siento sartreanas náuseas.
Vamos a comprar un porrón.
Cierto. Mierda. Disculpá.
Ojalá se mejore pronto tu hijo.

No, boludo, no.
No me largo a llorar por eso.
Es de alegría.
No, no te voy a contar.
Pero, créeme, es de alegría.
Dejá de joder. Nos vemos.

Ey, compañero!
Te dije la verdad.
Yo vuelvo todas y cada una de las noches de mi vida
solo, a casa. A mi nadie me espera. Nunca.
Nunca nadie me esperó.
Me hace llorar que algunos amigos no me abandonen a pesar de eso.

-Sí, bah, no. Yo creo que sacando a Messi, Mascherano
bah, la veo difícil. Pero sí, creo que ganamos el Mundial.
No me importa mucho ganarlo o no.
Me importa defender el azar, la violenta posibilidad
de que nadie pueda prever el futuro con una calculadora
me importa la epopeya, no me importa el fútbol.
Mirá, Martín; si este Mundial lo gana Argentina
o Brasil o Alemania o España o Francia
el coronel pelota ya tiene quién lo escriba.

Si gana Honduras, Martín,
no hay -creen ellos- quién lo narre.
Los escribas del poder querrán destruir sus propias reglas.
Y lo lograrán.
Pero vos te vas a enojar y vas a bancar a Honduras.
Y no te darán bola.
Te van a marginar.
Nada nuevo.

Y un pibe, suboficial del ejército mercenario de turno
en un remotísimo país caroibeño
leerá tu texto y quién sabe,
quizás, ese soldadito
se cambie de bando.

-Sí, estoy loco.
¿Pero dónde ganamos nosotros,
los locos, en la calculadora para medir un equipo
de una Nación? No, ahí ganan los jerarcas del mundo.
Nosotros ganamos con el imprevisto.
Ese instante de confusión
que muchas veces sucedió en la historia.

Alguien tiene que explicarlo.
Para dejar tranquilo a los burgueses.
Y así ganar tiempo.
De descuento.

Ellos son los tanques y los bancos.
Nosotros, de pendejos escribimos poesía
porque somos patovicas de los héroes.



sábado, mayo 31, 2014

La revolución en bicicleta financiera

The president of Argentina, Cristina Fernández, invented a cargo rail vehicle which he called "train" 

-Oliss, cumpis!! ¿Torturamos a un salteño o miramos tele?
-¡Miremos tele y hagamos análisis del zócalo!


Martillo de Oz (estalinismo, bicicleta y magia) tiene un antecedente, para nada remoto, de ministro de economía que proviene del marxismo y se encarga del ajuste neoliberal: Ricardo López Murphi. Quien, a diferencia de Kicillof, era Martillo Hammer. Así le fue.
Bue, es cierto, a Martillo de Oz le espera un futuro menos grato que a Martillo Hammer, que estuvo ahí de ser presidente.  Razón por la que muchos votaron, por suerte, a Kirchner.

Los que desentrañan las maquinaciones estratégicas y fabulósicas de las corpos malas en los zócalos televisivos han descubierto la existencia de los planes sociales tras el giro derechista del gobierno.
Nuestras sinceras felicitaciones.

Como todo iniciado, se entusiasman por demás. Y hasta, cuando los dejás hablar, te dicen que es una buena noticia.
Bué...

El kirchnerismo tenía otra cosmovisión sobre este tema. Por eso, la experta en cuñadismos, Alicia Kirchner, se ocupaba de ese tema menor. Casi folklórico de la dádiva. Ya se había encargado de eso durante la dictadura.
El cambio de cartera de los planes sociales de Trabajo a Subdesarrollo Social, en el 2003, respondía a un objetivo político serio que Kirhcner concretó: desarmar las organizaciones piqueteras.

El kirchnerismo creía en el trabajo y los derechos sociales. Hasta que encontró los límites de su modelo, no se animó a profundizarlo; es decir, distribuir, después murió Kirchner y empezó este corso religioso.
Ahora, el Centro de Estudiantes del Conurbano, entre uno que otro asesinato y diatriba contra grafiteros, se encarga de esconder los pobres. Con la magia de las estadísticas.

Algo parecido sucedió con el PROgresar: le sacaron al Ministerio de Trabajo el programa existente, le aplicaron un recorte, salieron a festejarse y aplaudirse y en Puerto Madero y el diario del episcopado, Página 12, dicen que esta es una devaluación con sentimientos caritativos. Y vuelta a aplaudirse y homenajearse y largarse a llorar de tan buenas personas que son.


Que la Licenciada Eterna transforme mediante gualichos a Chaco en Canadá es el toque caribeño de este corso. Tendrá que arreglarlo, a su debido momento, en tribunales. Lo imperdonable tampoco es que sus ciencias esotéricas le hayan servido para robarse medio país. Lo imperdonable es la gente que tiene que soportar estas imbecilidades del poder que no pierde oportunidad en autoelogiarse.
Patinarse los fondos públicos en autohomenajes le está costando cada vez más caro a la Licenciada Eterna por su rendimiento laboral decreciente. Vaya aparadoja: mientras aumenta la tasa de explotación -en Puerto Madero le dicen "productividad"- decrece el rendimiento laboral de la responsable en situación de licencia.

Ante la temible encrucijada de hacerse aplaudir menos o gobernar mejor, la Licenciada Eterna decidió una tercera posición: ir a manguear a sus alumnos de Teoría Económica los dólares que pagará el próximo gobierno, dada la extendida certeza de que nadie puede representar esta murga de Puerto Madero y superar el 3% en las elecciones.
Sus alumnos de Teoría Económica (los presidentes de Estados Unidos, Francia, Rusia, China, República del FMI) le prestan, obviamente, es un jugoso negocio. Y la vieja volverá a tirar la casa por la ventana mandando las facturas al próximo gobierno. Llegó como estadista y se irá como manzanera del Calafate.
Para endeudar el país, la Licenciada Eterna necesita valorizar el capital financiero. Como en los 90, mi amor.
Que los alumnos de la Licenciada Eterna no se muestren muy entusiasmados por su aporte a las Ciencias Económicas (Devaluar con Análisis de Medios) es un detalle que los bancos no les reprochan. Siempre tan insensibles los bancos.



Argentina's President explains to his students, the presidents of the G-20, the benefits of the planchette

Los funcionarios corren a comprar dólares, la vieja guarda paraísos fiscales en su alcancía y la mayoría del pueblo, sumergido en la pobreza, ve pasar el carnaval sin participar. Siempre, como hace 6 meses, ponen los muertos para que los ricos se repartan entre ellos. Y se feliciten. Y se dediquen discursos entre sí. Todo muy guatemalteco. Que me perdone la Licenciada Eterna, siempre quiso ser Miami, pero da muy guatemalteca.
A diferencia del Tango del Jubilado que fue el menemismo, el cristinismo expresa la Zamba del Jubilado. Es la misma mierda de planificar la miseria, pero con aplausos para el asador. Con un curioso folklore de homenajes berretas al privatizador del dinero, Amado Boudou. Que en la reescritura mensual de la historia ahora resulta que Mortadela no lo quería. Mirá vos.





 Como un siglo atrás, Argentina volvió a mandar un indígena a la exposición mundial de París. Lo llevaba en una jaula el boludito de Kicillof. Los feriantes se comprometieron a alimentarlo, a una tasa naturalmente usurera.
-pero ustedes son usureros!- estalló el ministro. ¡Usureros! ¡Usureros! seguía gritando cuando le sonó el teléfono. Era Cristina. Sus antiguos alumnos se empezaron a reír. En francés, porque queda más sanguinaria la risa, encima.
No hay nada peor que una risa en francés para un guatemalteco que sueña con llegar a Miami. En bicicleta financiera.
Mientras que en Argentina, comiendo pororó, Boudou, que dio su prestigio por quedarse con el mandado del Club de París, putea al televisor. Que no le contesta nada. Más aún, le muestra incesantes selfies de la vieja con un casco felicitándose, en un atril comparándose con Evita, en una iglesia santificándose, en un desfile glorificándose y en una panchería diciendo que inventó los panchos.

Mortadella successful

Ya es hora, querido Boudou, de tirar a la mierda ese decodificador.

viernes, mayo 30, 2014

Soberbias de mi barrio VI (el fondo del alma)

A Micaela Breque






Mi tesis: la noche empieza, Antonella, cuando te probás un vestido. Y termina cuando empezás, ya levantada vos y el alba, al otro día, con ojeras y remordimientos, cuando empezás a arrepentirte. Una escalera mecánica bajando, calculadamente, la culpa. Hasta el fondo del alma. La noche es eso. Esté o no esté oscuro, la noche es eso. El pedazo de vida que usamos para reconstruir sueños. La clausura de esos sueños. Vuelta a empezar. Circular y melancólicamente.
Todo lo demás son calendarios. Matemáticas del universo, Antonella.
¿El día? Es el entretiempo de la noche. El día está sobrerreglamentado. Sobreinterpretado. Como la noche precisa del poniente y el amanecer.  El tiempo es disciplinar. Convencer al resto de que esas proporciones, clasificaciones e imposiciones, son naturales.
Técnicas de dominación de los cuerpos.
No son cosas naturales. Aunque los poderosos quisieran. Hacer de sus estrategias de control reglas de urbanidad del universo.
La ciencia arrancó así. Contradiciendo la naturalidad del saber religioso para construir una contra naturalidad biológica. Que no tardó en construir su inquisición contra las contra naturalidades.
El alma es un conjunto de frases hechas. Un amontonamiento de cursilerías. Que por mandato cultural nos deben atravesar, haciéndose así verdaderas. No hay nada en el cuerpo. Ni en nuestros mecanismos psíquicos que pueda llamarse "alma". Hay un Manual de Instrucciones Emocionales. Una colección de lugares comunes: los filósofos, siervos eternos de la corona, le daban forma de código de convivencia para que no parezca un código penal y represivo.
El castigo es irracional, dicen los nuevos ricos con ánimos de legitimarse. Como si la razón no fuera un conjunto de procedimientos. Como si la razón fuera lo natural y el resto, lo diabólico, lo excluido que acecha en los bosques entre esotéricas brujas al acecho.
Las 2 de la madrugada: Debería ser temprano. Pero algunos, bah, supongo que seremos muchos en el mundo con la sensación de haber llegado tarde a todos lados. Cuando la fiesta ya terminó. Cuando ya estábamos demasiado viejos. Cuando ya no quedaban vacantes. Es una sensación de mierda. Uno se acostumbra, la va llevando. Como sombrero de pobre. Te vas olvidando que no podés cambiarlo. Que no podés elegir. Y es un cilicio en las bolas. Una torpeza montañosa.

Está haciendo un estofado, Antonella. Lo hace en una sartén. ¡En una sartén! Y sí. Qué se yo. La compró en Alemania. Para mí. Tanto como yo puedo regalarle un botellón de ginebra. Hace sopa en la sartén. Hierve la leche para el café en la sartén. Incluso, calienta el agua para el mate en la sartén. Aunque no toma mate. Es del sur. Y cuando se vuelva y me deje se va a llevar la sartén. Y el perro. Pero el perro va a querer quedarse conmigo.
Cuando hago estofado busco lograr el olor de los guisos de mi abuela.
Se cuecen, los líquidos, desapasionados, alborotados adolescentemente y me rompe las bolas, te juro, no lograr, nunca, ese olor. Algún día lo encontraré. A ese olor.
No quiero, en cambio, buscar el aroma a zapallitos rellenos. Ese aroma de cortinas rosadas lo tengo en la caja fuerte del alma. Lo cuido de imitaciones y falsas esperanzas.
El estofado, es distinto, es como una metáfora que no te sale. El alivio resignado de volver a fracasar con el estofado me hace acordar siempre ese costado que fui domesticando con los años: esas ganas locas de mandar con efectividad  a todos, con capacidad telescópica de herir, ganas de mandar en el momento exacto, caligráficamente exacto, esas ganas putas de mandar a todos a la loca que te parió.
Porque a mí me parió una loca.
Que no se tiñe las canas.
Y me enseñó a luchar. A insistir. Perseverar, incluso, en el error. Pelearla. Aunque la causa esté perdida. Y se burlen de vos. Seguir. Solamente para que en el fondo de tu alma te respeten. Solamente para aprender a vivir. A soportarse. Igual, casi nunca funciona.
Pero qué se yo. Para poder criar nietos con una mirada franca.
Para poder sentarte en el patio bajo la parra a tomar mate. Con la quietud, esa calma falsa de la tregua, resignada, la amargura persistente, subcutánea, de la derrota. De la derrota con las botas puestas.

La vida, qué se yo, quién mierda te enseña algo.
Bueno, sí, hay enseñanzas. Me da mucho orgullo que mi vieja no se tiña las canas, que tenga ropas baratas, que tenga una ética inclaudicable, que haya luchado todas las batallas. Aunque perdió la mayoría.

¿El castigo es irracional? ¿La razón no castiga?
¿No fue la razón la que inventó el gas donde se masacraron judíos, no fue la razón quien creó la picana para castigar a los irracionales? ¿No es la razón la que organizó el castigo de la desigualdad social, de la pobreza, la guerra, las patentes en medicamentos, las cárceles aberrantes, cómo fundamentan los jueces no pagar impuestos, con la irracionalidad, acaso; apelan a la irracionalidad para zafar del castigo de no pagar impuestos?

Cuando me acusó, no sé, sonó tan raro. Primero. Tan triste, tan profundo. Me acusó, así, secamente, de perdedor. Y me dijo, una antigua novia de hace mil años que hoy reencontré con ese respeto que uno tiene, elegancias de barrio, por la inutilidad caballerosa de la nostalgia, me dijo.
Cuando me acusó de perdedor yo  no entendí. Me dolía la piña que me había pegado en el ojo. Y las tres cuadras antes donde me dijo, me gritó, que me baje de su auto. Hasta para trasladar el cuerpo había propiedad privada. Y yo tan tonto. En mis mundos. Esos mundos que escribo, en libros que no publico, sobre los perdedores.
Como un homenaje a estar vivo.
Como una resignada y serena derrota teniendo razón.

Nos moriremos antes que ustedes, nosotros.
Los del montón.
Nosotros nos moriremos antes que ustedes.


Mientras resuelven la extensión que deben tener mis textos. Como si esta canoa buscase un rumbo. Busca lo sereno. La fragilidad indiferente del camalote a la deriva.

Juncos. Camalotes. Baldíos. Carpinchos. Patio. Navidad.
Jesús, el barrio, el río, la escritura. Siempre escribo sobre lo mismo.
Es un mismo texto. Pulido. Destrozado.
No mejora. Incluso, a veces, creo que empeora.
Escribo mejor, ahora. Que hace 10 años.
Las cosas que escribo para vivir.
Para trabajar.
Para que se acuerden de mí.
Para ayudar a una novia.
Para no pensar en la muerte.

Después, siempre el mismo siempre texto de barrancas
cañaverales y novias perdidas.
En estaciones de tren que no frecuenté.

Se morirán después que nosotros.
Los del montón.


Pedazo de tonto, le digo al reflejo de un parabrisas. Veníamos de discutir, en una mesa, de una bar, acá en Buenos Aires, con otro amigo. De cuando me echó de su casa. Y yo, manso y tranquilo, me fui.
Pedazo d tonto, vuelvo a decirme. Me gusta acusarme de lo que temo. Me gusta acusarme de héroe trucho. Ir con mi vagancia épica a trastornarme al supermercado: ¿ves, ves que a nadie le importa?

Hoy me escribió el Gallego.
Raúl, querido.
Cómo estará Benjamín.
El niño de ojos curiosos.
Con un padre europeo y salvaje
que le enseñará la audacia.
Y una madre provinciana, humilde y peronista
que le enseñará a soñar.
Con lo imposible.
Con lo prohibido.

Debe ser, ya, Benja, un señor.
Un hombre grandote.
Ni debe acordarse del tío Lucas.
que nunca pudo ser un hombre.
Del todo. Así. Decidido. Sin miedos.

El Gallego es el capataz de las estrellas.

Más petiso que yo.
Más valiente que yo.
Más responsable que yo.
Tuvo un hijo, se hizo cargo, se casó.
Durante un viaje turístico.
Embarazó a la que hoy es su esposa.

Estoy seguro que alguna que otra navidad europea
se acuerdan de mí. Y para bien.
Y luego vuelven a lo suyo.
Las navidades del Gallego tienen sentido.
Mientras su hijo crece.
Mientras la vida pasa.
Mientras a veces, sin un mango, a veces locos de guita.
Nada de eso es importante.

Yo paso las navidades solo.
Tranquilo. No me entristezco. Ya ni eso.
En Santa Fe me fui a caminar.
Entre la gente en las veredas.
Alegres. Familiares. Enamorados.
Después me senté en un cordón.
Me acordé de la guitarra
que me regaló Papa Noel
de la canción que compuse
para mi mamá.
Y me quedé así, en la banquina.
Mirando el alumbrado
municipal.
El río.
Volví a casa.
Me acosté.

Perdedor.
Sabría que llegaría este día.
Donde alguien me lo diga.
Es una pena, mi amor, que ya no me duela.


Antonella de ojos miopes.
Por favor: no me creas todo.
No corras, conmigo, a mi próxima derrota.
la bondad, no el castigo, es irracional.

¿Qué será de las canciones de Silvio Rodríguez
en el cassette, en el radiograbador de mi habitación
y el sol tajeado por el tapial de los Bengoechea?
¿Qué será de ese sol?

Si el sol que hoy vi es el mismo.
Si las canciones no son ESE momento
si nada del tiempo es nuestro
entonces dios es una tarjeta de crédito

Y el universo es una inversión
de usureros a tasas astronómicas
la muerte el default con garantías diabólicas
y el tiempo una moratoria eterna al señor


El estofado se quemó. Me desmayé camino al almacén. Antonella salió corriendo. Llamaron algunos amigos. El perro, Sobrio, se me acostó al lado. Miré algo de infancia en el televisor hospitalario de la ventana. Con la persiana entornada. Las cortinas sucias. Como una novia defraudada. Un bordado de mi madre. Descargas eléctricas de delirios. Un poco de infierno lejano, en la mente. En esa aldea de pequeños errores que es el fondo del alma.

Estoy haciendo un te, en una tetera de porcelana. Lo pongo en una bandeja que tiene un mantel con bordados. Y cazuelas de jaleas. Una panera. Con una funda al Crochet, punto vainilla. Un editor me corrije las comas. Un policía me esposa. Punto raso. Punto alto doble. Punto y aparte. Cadenas. esposas. Amantes. Punto alto en relieve por delante.
Trato de vivir de acuerdo  a lo que soy.
Mentira. Mentiroso hijo de puta.
Hubo un año donde usé las corbatas de mi abuelo. Iba por los colegios con corbata. Y saco. Una idea rara. Se me había ocurrido, entonces. El pelo largo. La barba hasta el pecho. Ja. Supongo que habrá sido para contrarrestar. O sea, tenía que hablar ocn las directoras de las escuelas secundarias. Llevar la película de Aliverti sobre la dictadura. Era presidente de algo de los estudiantes. Aliado a la izquierda radical. Contra los socialistas y menemistas. Iban juntos. Este país siempre fue un jolgorio de traidores. Una ensalada del Pro-Huerta ideológica. Hay que correr tras la manada para no ser traidor. Quedarse defendiendo las ideas que compartíamos es quedarse solo. Y acusado de traidor. 

Muchas veces no me animo, pero trato de vivir como me gusta.

Y si no puedo, jamás voy a entregar este lugar: este blog sencillo donde vivo, narrativamente, las vidas libres que me flotan, burlonas, entre las nubes y los planetas y allá tan lejos hacen una guirnalda de festival de doma y folklore que los racionales confunden a menudo con el arco iris. Se me burlan, bailando cumbia arriba de una nube verde, los tipos que no pude ser. Cuando estoy en el banco. Cobrando un cheque. En esos lugares donde tener amigos stá prohibido. Donde ver el cielo está prohibido. En los bancos.


Buscábamos, con mi hermano Matías -que lleva 16 años sin hablarme- un cuchillo. No sabíamos pelear, pero sabíamos defendernos.
Ahí, este perdedor, en esos arrabales que hoy son carnada de noticiero, yo hice cosas que no quiero recordar. Ni me arrepiento.
La libertad es un cuchillo. La sensatez un tanque de guerra.

A veces agarro post viejos, que se replican en las redes sociales y los releo. Éste es uno. Los releo y les escribo encima. Les cambio cosas. Qué triste estaba cuando escribí ésto. Se llamaba Perdedor. Le acabo de cambiar el nombre. Y le saqué varios párrafos. Porque se me canta. La vida cambia. Pero qué dolido estaba. Este párrafo que viene lo escribía pensando en Patucho Álvarez. No lo dije en su momento. Todavía creía que era mi amigo. Qu el poder se le iba a bajar de los humos. Que no iba a vender todo lo que fuimos por acomodarse. Me equivoqué en eso. Pero seguramente él lo razonará de otro modo. Ya no me importa. Suerte. No sos mal tipo. Al lado de esa bosta con la que te rodeás.
Y mandale saludos a tu viejo. Me cayó muy bien. Y también me pareció un buen tipo. Herido. No me importa si es culpable (creo que lo es, ¿y?) pero cuando lo conocí me di cuenta por qué tenés tanta calle, esa sensibilidad peronista de verdad. Y quizás, también, eso de trepar. No sé. Sé que estoy escribiendo esto porque me gusta pelear a los que roban y van a seguir impunes, porque jugaron asquerosamente y sin alma dentro del poder. Y también me gusta rescatar las cosas buenas de los que ya están condenados.
Mierda.
¿Debo poner este párrafo?
No sé. Sé que escribí ese párrafo por dos cosas: por lo que digo de tu viejo es verdad y lo creo y se que cuando perdiste y todos te ningunean y olvidan, decir, sencillamente, tal (y sobre todo si ese tal no tuvo jamás poder ni es parte de la cumbre de nada) te mandó saludos, te hace sonreír. Y alegrar el día.
Yo no pude tener un padre que me enseñe la calle. La tuve que aprender solito. A veces, del otro lado. Sé lo que vale una sonrisa.
Y también porque por mi amistad con el Pacha Mori cuando Laura Di Marco mintió descaradamente en La Nación diciendo que yo fui asesor de Menem -con 15 años- y que tenía 22 millones de dólares, a mí me dolió mucho. Yo soy un delincuente. Pero no robo fondos públicos. Hasta ahora no lo he hecho. Y ojalá nunca lo haga. Pero lo que más me dolió, en lo profundo del alma, esa rotonda de lugares comunes en las que ya sabes quiénes sí creen, me dolió enormemente que nadie salió a defenderme. Ninguno de los tipos por los que yo salté, siempre. Eso me dolió.
Enormemente.
Yo no tenía recursos institucionales, políticos, económicos, culturales, para defenderme de esa calumnia. Seguía siendo el mismo que se negaba a demandarlos. O sea, a ser usado por el gobierno. Contra la libertad de expresión.
Nadie de los tantos stalkeos que recibo. Nadie de las tantas peleas que encaré y encaro, me recuerda esa nota. Nadie me acusa de haber sido menemista y de tener una causa penal y 22 millones de dólares.
A ustedes los siguen acusando de algunas mentiras que en su momento traté de pelear. Uds por mí, jamás.
Probablemente, por eso, nadie me acuse de ninguna calumnia de Laura Di Marco.
En su momento no entendí eso. Ni podía entenderlo. Me dolió.
Me quedé solo. Y de vez en cuando me río: si hay alguien que no tiene un honor que defender, soy yo.
Pasa que ser pobre te hace entender que el único bien que uno tiene es la propia vida.
Este es el párrafo:


A mí, la gente que me quiere, me reprocha enormidades. Yo también. Pero me duele que me reprochen vivir de acuerdo a las ideas, si querés, ideas locas, que tengo. No soy Miami. No soy amigo ni nada a medias. Nunca, pero nunca, me eches de tu casa. Es la bofetada más humillante que puedo recibir en mi botiquín ético.


Me estoy haciendo viejo.
Contando cosas que a nadie le importan.
Agradezco a los que insisten en leerme. A los que llegan a este párrafo. A la gente que me ha ayudado cuando lo necesité. Por este blog.
Mientras abandonaban, se tuneaban de exitosos, se cagaban de risa del que sigue con el blog; mientras estuvieron en las grandes cosas y a mí me echaban todos los Gerentes del Relato, mientras se reían porque me quedaba solo, mientras me olvidaron, mientras les fue muy bien y los felicito, yo seguí, día a día, escribiendo acá.
Estrictamente perdedor.

Tengo unos tubos conectados a las venas.
Un atardecer que no puedo ver.
Delantales, papas hervidas, un olor a hospital.
Duele el omóplato si me río.

Igual, me río.
Las sábanas están limpias.
Mi infancia intacta.
La vida infinita.


No me han insultado. Me humillaron, apenas, al decirme la verdad. Que iba a terminar así. Y bue.
Estoy solo. Como un asesino serial en la ruta. Los voy a matar a todos. Lo juro. Ese cablerío químico que es el cerebro lo tengo puesto al noble servicio de la venganza.
Paciencia. La paciencia es la principal táctica de guerra para la venganza.
Nunca hay que confiar en un tipo pobre que pudo haberse enriquecido. A esa gente les falla una tuerca. Hay que tener cuidado con esa gente.

Les falta calle para entender ese axioma básico de la vida de los tipos que aman vivir. Y confunden con su tango de almíbar exagerado en las barras de los bares clausurados a los viejos marineros que ya vivieron demasiado y quieren entregar su última gloria a una causa hiriente y viviente. Lo hacen como regalo a su alma. Al fondo del alma.
Voy a robarme, de algún jardín de esos barrios ricos, una flor, entre las rejas. Envolverla, a falta de papeles abrillantados, en un papel de diario. Yo que cobro un montón de guita. Yo que lo cuento en los asados de mis amigos pescadores, carpinteros, poetas, profesores, enamorados, inempleables. Tengo muchos diarios apilados en mi habitación. Desparramados alrededor de la cama. Tengo la cuota al día en el club de los perdedores. Qué rara, qué contundente, qué tierna, hiriente, palabra. Perdedor. Qué acusación concreta. Qué doloroso, boludo, qué doloroso argumento. Como para ir pateando piedritas bajo toda la inmensidad idiota de focos y cielo y terraplenes y otra vez, Lucas, el ridículo. Otra vez.
Deberías controlarte en la bebida.

Voy a regalarme una flor.
Y un pedazo de cielo. Y un olvido de suelas. Y un montón de palabras. Y las ganas, reincidentes, de querer. De creer. Perdedor. Debería cerrar con algo de esperanzas. Del fondo del alma.
Capaz que el dolor, que va como punzón, no , qué punzón -omitir anuncio- que va de taladro decidido, pum pum pum pum al dolor corrosivo y miserable, a ese dolor enorme, la puta madre, a ese dolor que algunos sentimos; capaz que es el culpable de que me duela la culpa, ¿eh?, estoy diciendo cualquier cosa,  aunque es verdad, eso, yo trato de disimularlo, pero sieeeempre supe, corazón, que nací falladito, con ese tarazcón sentimental, yo soy la carencia,  piba hermosa, es mi carencia la que está enamorada de vos: te imaginé empaste dental para ese hueco que el alma; corralón de frases hechas.

Una toalla sucia es una prueba irrefutable de una soledad huérfana y resignada.
Tristezas de camisón. Sin maquillaje. Antonella. Amores con lagañas. Peditos. Y eructos. La vida siniestra de las personas simples. Sencillas. Que un día cualquiera se van; se llevan a los tumbos un bolso con su ropa. Y te dejan, como un fiscal de talento cruel para acusar, su cepillo de dientes.
¿Por qué tardamos 6 meses en tirar su cepillo de dientes?


Mi vieja, esa perdedora, que compra ropa barata para que le alcance el sueldo para vestir su familia, no se tiñe las canas. No tiene onda. No da moderna. No da más que verguenza en los mundos equivocados donde yo quise lucirme. Con sus canas, con su corazón de saldo llorando como una boluda por la telenovela, con su alegría de oferta, mi vieja me enseñó que al final siempre ganan los buenos.
Sufrí mucho; yo quise ser bueno y no me salió.
Ahora ya es tarde para darme cuenta. Pero mi vieja me enseñó que no se trata de ganar. Se trata de luchar. Por lo que uno crre. Una vida de perdedor pero sin desviarse mucho de lo que, cuando niños, soñamos ser, qué se yo, me parece la mejor manera de amar.
Y de no traicionarme.

Perdedor. Suena bien.

Tampoco es para tanto.
Ellos quisieran tener mi vida. De persona respetada. Un poco temida. Inclasificable. Suicida literario. Burlón de barricada. Pero la quisieran con todas sus chucherías. Los abogados. Los papeles. Certificados. Televisores. Autos. Estancias. Países recorridos y todo así.
Y de vez en cuando humillar a su subordinado, un trabajador cualquiera, un tipo simple y sin poder, humillarlo para decir que tantas agachadas valieron la pena: soy jefe.


Capaz nunca entiendan la vida de los trabajadores. Se morirán después que nosotros. Yo soy ese que humillás. No solo por que no me da para ser tan genio del acomodo como vos, sino por que, encima, no quiero ser así. Yo quiero ser el humillado.
Yo estoy bien así.

Yo puedo desmayarme en cualquier estación de ómnibus del mundo en cualquier día de cualquier año y estoy tranquilo, yo no tengo mayores reclamos al que decida el punto final de la narración que fue nuestras vidas. Yo soy ésto. Poquito, solo, apenas. Pero estoy bien así. Yo no tengo alma para vender a contadores ni empresas de seguros. Soy ésto. Uno solo.

En el fondo del alma están las viejas chusmas. Los que desalojaban desocupados de las pensiones. Están los que se hacen estatuas. Los penitenciarios de la moral. Las chicas tontas que no tienen la audacia necesaria para amar. Están esos. Van todos al cielo.
Yo quiero ir al infierno.
En el cielo no tengo ningún amigo.
Y no me imagino la eternidad chupándole las medias a ese dictador que decide la vida y la muerte, el destino eterno de la gente buena en base a si lo elogiaban o no.


Déjenme en el infierno.
Por toda la eternidad.
Podré recuperar algunas ex novias.
Tendré tiempo de hablar sinceramente con mi familia.

Llévenme al lugar donde quede claro que el ego de dios me chupa un huevo
yo quise, a veces, con mis agachadas, ser un buen tipo.
No por la barba del imbécil de dios
sino, grasa y marginal, por los que hoy sufren.


Ahí está entrando la enfermera.
Me van a sacar la computadora.
¿Es un lindo día?
¿Hay enamorados en las plazas?