jueves, mayo 26, 2011

Almuerzan hoy con la señora Bimbo




El Cómico Oficialista.
Sí, son Los Midachi.

Abro apuestas



 Lucas carrasco 
 Lucas carrasco 
 Lucas carrasco 
 Lucas carrasco 
 Lucas carrasco 
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 Lucas carrasco 

La autora de Yo y Platero y su incursión a los indios ranqueles



Sin embargo…sin embargo, Sarlo es Sarlo y hay que tratarla como tal. Desde Barone, pasando por Sandra Russo hasta Forster, todos miraban con respeto y recato a la intelectual. Su ambivalencia y su poder discursivo la sitúan en un centro fugaz  y deconstructivo que obliga a dejar un poco de lado la declaración repetitiva que defiende a CFK, y desviarse y naufragar en las palabras y declaraciones de la ensayista y ahí seleccionar qué puede ser inteligente o qué no en Sarlo. No subestimarla como podríamos subestimar a Nelson Castro o a Magdalena, pero tampoco bucear y quedar atrapado en su rizoma posmoderno que criticar fragmentos del kirchnerismo y nunca llegar a esa “ultima instancia fundamental” que es la magia y el proyecto kirchnerista.Y me atrevo a decir no sólo magia y proyecto, sino logros políticos y económicos que quedaron ya registrados en la historia
Y es que Sarlo no maneja esa filosfía “nacional y popular”, y ella puede citar a Baudrillard y a Deleuze y a Bourdieu, instrumentalizar bellamente sus conceptos como todo posmoderno , pero nunca haciéndose cargo del efecto discursivo de sus declaraciones. Pero claro, hacerse cargo de una declaración es pensar que el intelectual tiene una función política como decía Jean Paul Sartre, y la señora cree que el intelectual no debe hacerse cargo de esas cargas molestas que le endosa una época.
¿Qué  defiende Sarlo? Si ella aclarara qué defiende sería más responsable con sus críticas… y sería menos Sarlo. La vemos ahí, sola, aislada, con su super ego y soberbia como apoyo y fundamento, con su responsabilidad de ser una intelectual “en el borde de todo”. Sarlo no necesita de mitos como los de Kirchner y el Eternauta, ella sabe qué teoría puede deconstruirlos, ella sabe qué funcionamiento maligno y sospechoso subyace en esas construcciones políticas calculadas.

Sopla la bolsa


8





Por los 8 años de kirchnerismo, en Militancia Kreativa reunieron para la ocasión distintos; y acá el mío, corazón. 

Volvió el tema de la lechería





Escribe Geraldhino


Según informamos hace unos días, el bloguero ha dejado de ser más o menos K. Ocurre, según también se explicó, que por estos días ser kirchnerista tiene menos gracia que un amistoso de handball, en razón, más que nada, de que tal tarea resulta casi tan sencilla como arrebatarle una golosina a un niño.

Para paliar la situación se intentó en su momento, tal vez lo recuerden, un acercamiento con el sancismo, la única fuerza —por así llamarle— que admitió que iba a reclutar blogueros, pero ese sueño, según a nadie se le escapa, terminó de la peor manera, e'cir: ni siquiera pudimos ir a una interna para fortalecernos con la derrota, cosa que nunca viene mal para templar el espíritu, y hoy, a poco de iniciar aquella loca aventura, el bueno de Sanz está más borrado que cuaderno de primer grado.



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miércoles, mayo 25, 2011

Las contradicciones

Por avenida Cabildo, una cuadra antes de Juramento, creo que en el barrio de Nuñez, en la ciudad de Buenos Aires, hay sobre una vidriera, al lado de un cajero automático, una viejita, de mil años, sentada sobre el cordón. Se tapa con una frazada. Y hay noches que hace frío. Tiene una bolsa, con cosas.
En mi casa de Bs As, el escritorio da a una pared blanca. Es un escritorio negro. Ahí, encima, el mate. Un cenicero. La notebook. Al costado la cama, un sillón que no uso nunca, más que para tirar las camperas. Una pila de libros amontonados. Libros que me regalan. Que me mandan. Por distintas, por buenas y malas razones. Algunos los leo, otros no. Quedan ahí, un tiempo. Hasta la próxima mudanza. En este cuarto no tengo muchas cosas. Pero hay cosas. Un placard, un ropero, una caja, con celulares muertos y recibos de impuestos. Uno va acumulando cosas. Tienen una funcionalidad. Bah, más o menos. Cuando te ponés a pensar, apenas usás la mitad, como mucho, de las cosas. Pero tenés cosas. Comprás cosas. Están ahí. Dan una sensación de abrigo.
La viejita también tiene cosas. En una bolsa de supermercado.
Todos tenemos cosas.
No todos tenemos lo mismo, claro.
En la ciudad de La Paz, del norte entrerriano, hay sobre el río familias de pescadores. Son pobres. Tienen cosas entre ranchos construidos con maderas y chapas. Una garrafa de gas. Muchos baldes. Algunas gallinas.  Son pobrezas diferentes. No tienen torres altas que los rodeen. No hay cajeros automáticos. Ni luz eléctrica. Hay canoas, chicos muy chiquitos jugando en el río. Los barcos de carga pasan despacito. Esqueletos de sábalos.
La patria se supone que es un sentimiento compartido. Yo lo veo fragmentado. Y me siento culpable, también. De algo indefinido. Qué se yo.

Beatriz Sarlo


25 de mayo. Viva el amor.



25 de mayo. El año pasado, ante la contundencia de la gente volcada a la avenida 9 de julio, de porteños y bonaerenses, no sé, creo que a esta altura ya debemos estar hablando de 187 millones de argentinos y argentinas, corazón. Se exagera. Está bien- Ell año pasado yo tenía una solitaria pelea contra el día -un día como hoy- en que Fernando VII fue vivado en el cacerozalo de 1810. Es tremendo. Nadie me da pelota, pero construir, ni más ni menos, que la principal fecha patria, de una nación toda, con la fábula de la máscara, ay, por dios. Contate otra. Cuando un debate histórico no prende es porque hay una mayoría que no le encuentra arraigo, potencia en el relato del presente. En estos ocho años de kirchnerismo se ha revertido el proceso desindustrializador, han aumentado las partidas hacia las provincias revirtiéndose -con timidez- la desigualdad geográfica; se han desplegado políticas igualadoras -la Asignación Universal, las notebooks, las jubilaciones universales- que retoman la idea de integrar el país. El debate en torno al 25 de mayo, es mi postura (creída, obvio, corazón), no prende porque se parte de la idea, mayoritaria, de que el país, para bien o para mal, existe. ¿Cómo, y la argentina no existe? Una argentina, para mí criterio, no. Existen por lo menos dos. Y ambas están en construcción. Y puja. Los debates más apasionantes de esta coyuntura nacen y mueren en la noción -casi indiscutible- de una argentina. De que somos un país. A mi siempre pero siempre humilde criterio (je) las cosas no se agotan ni se entienden del todo con esta premisa tan contundente. Yo la revisaría. Pero, bueno. Es lo que hay.