Cuando Matías Castañeda aún valía algo; dijo, no me acuerdo dónde fue, "Tinelli pidió diálogo, podría haberse subido a la ola del campo. No lo hizo. Es un dato". Habrá sido año 2008, 2009.
Del Moro, que no está interesado en las batallas culturales que suelen definir el andarivel por el que este renglón transcurra -que le importa a muy poca gente en relación al rating y esas cosas, pero, bue, es lo que hay y vos, vos y cada uno de los que está leyendo estas cosas, sí, están interesados en los quilombos culturales, en las narrativas que socialmente nos atraviesan- no se subió a la ola del linchamiento mediático a Luis D Elía, en este video. No está o no lo encontré al programa completo. No tengo TV pero estas cosas que me interesan las suelo encontrar, siempre, en Internet (tampoco está 678 de ayer, donde Mocca desde el canal estatal me denigra sabiendo que es parte de la censura de prensa y la traición a la ley de medios, donde no tengo ninguna garantía de derecho a réplica; derecho que en ese programa yo mismo defendí). No está. Encontré este video más largo y quería contar esto. No es joda lo que hizo Del Moro. Es admirable. Ese mismo tipo voraz, killer del rating y vendedor de la prisa urgente para corazones solitarios que solamente vibran de nervios, también es sensible. Y deja pasar una oportunidad macabra, pero así es la TV, para subirse a la ola y meter muuuucho rating linchando mediáticamente a Luis D Elía. En un canal opositor y con todo una platea de opositores. Hasta el punto que un ignorante con entusiasmo policial como Brancatelli sirve para horadar intelectualmente al gobierno día tras día. La puta que se cortó cuando uno de los pocos simpáticos con calle estaba planteando lo que hizo el periodismo con D Elía.
Yo podría agregar lo que hizo el periodismo paraoficial: construímos un dios negro con pies de barro blanco. D Elía, que es esencialmente una mala persona y no da entrevistas a medios chicos, independientes, cooperativos (la radio de la Triple A se llama así en honor a otra cosa) pero es un asunto menor: vive como piensa. Igual, no me importa tanto eso. Ni defender a un basura policial como es D Elía: a mí me acusó de borracho, como si...Bue. Pero, ese tipo de argumentos, venga de quien venga -y yo tengo calle, insulinodespachante, jajajaja- para no debatir con huevos y honestidad una crítica, son básicamente policiales y D Elía es eso. Pero. Nuevamente Pero; alguien tiene que romper las pelotas y si todos van contra él a mí me nace defenderlo. Sin jamás sospechar que él haría lo mismo por mí en la medida que no le convenga a sus intereses comerciales, en El Barrio El Tambo, por poquísima guita, pero intereses marxísticamente comerciales. Intereses, jeje, de propietario que yo desconozco. usadi{vsngiajnñsroj{´2erja´t me da bronca, desviarme, para explicarle a los militantes pendejos que están empezando y que D Elía les parece una caricatura de lo berreta, que coincido con ellos, pero que tipos así a veces sirven para desnudar contradicciones peores.
D Elía es un producto cultural de clases medias altas que construímos en los blogs K. Y no fue Artemio López (D Elía no tiene guita para coimear viejos que tienen que pagar mucho por pendejas) ni ninguno de los chantas que hoy Patucho manda para ver si funcionan y los bajan con pena y sin gloria y vuelta a empezar cada vez más caricaturéscamente.
Fin.
Santiago Del Moro. Yo llevaba dos días sin poder moverme. Por el asma. Había dado una entrevista a Pablo Marchetti, un tipo sublime y anti policial, había generado un despelote en este microclima donde nos movemos que me llamaban de todos los medios y programas y así. Me estaba visitando mi hermano menor, estaba en casa. Y él me aconsejó ese programa. Yo lo ubicaba de la TV pero ni sabía que estaba ese programa. En varios momentos me preció un buen tipo. Cosa rara en un asesino serial del rating. Yo soy competitivo, hijo de puta en mi metiért. Conozco el paño, a mi escala, de luchar contra uno para no volverse tan eficaz. Para, diría Charly, no volverme tan loco.
No sé cuánto interesarán estas reflexiones.
A mí, sí. Y quería contarlas.
Quizás cuando este quilombo cultural aplaque necesariamente un poco y se recupere la economía y vengan otros firmadores de expedientes en la pirámide del estado sepamos, ahí, en este microclima sin rating que es este renglón preocupado por la literatura política, un mediocampista del país cultural. O quizás no. Pero ese gesto de este video,
No se subió a esa ola.
A esa tentadora ola.
Es un gesto valioso.
Del Moro, que no está interesado en las batallas culturales que suelen definir el andarivel por el que este renglón transcurra -que le importa a muy poca gente en relación al rating y esas cosas, pero, bue, es lo que hay y vos, vos y cada uno de los que está leyendo estas cosas, sí, están interesados en los quilombos culturales, en las narrativas que socialmente nos atraviesan- no se subió a la ola del linchamiento mediático a Luis D Elía, en este video. No está o no lo encontré al programa completo. No tengo TV pero estas cosas que me interesan las suelo encontrar, siempre, en Internet (tampoco está 678 de ayer, donde Mocca desde el canal estatal me denigra sabiendo que es parte de la censura de prensa y la traición a la ley de medios, donde no tengo ninguna garantía de derecho a réplica; derecho que en ese programa yo mismo defendí). No está. Encontré este video más largo y quería contar esto. No es joda lo que hizo Del Moro. Es admirable. Ese mismo tipo voraz, killer del rating y vendedor de la prisa urgente para corazones solitarios que solamente vibran de nervios, también es sensible. Y deja pasar una oportunidad macabra, pero así es la TV, para subirse a la ola y meter muuuucho rating linchando mediáticamente a Luis D Elía. En un canal opositor y con todo una platea de opositores. Hasta el punto que un ignorante con entusiasmo policial como Brancatelli sirve para horadar intelectualmente al gobierno día tras día. La puta que se cortó cuando uno de los pocos simpáticos con calle estaba planteando lo que hizo el periodismo con D Elía.
Yo podría agregar lo que hizo el periodismo paraoficial: construímos un dios negro con pies de barro blanco. D Elía, que es esencialmente una mala persona y no da entrevistas a medios chicos, independientes, cooperativos (la radio de la Triple A se llama así en honor a otra cosa) pero es un asunto menor: vive como piensa. Igual, no me importa tanto eso. Ni defender a un basura policial como es D Elía: a mí me acusó de borracho, como si...Bue. Pero, ese tipo de argumentos, venga de quien venga -y yo tengo calle, insulinodespachante, jajajaja- para no debatir con huevos y honestidad una crítica, son básicamente policiales y D Elía es eso. Pero. Nuevamente Pero; alguien tiene que romper las pelotas y si todos van contra él a mí me nace defenderlo. Sin jamás sospechar que él haría lo mismo por mí en la medida que no le convenga a sus intereses comerciales, en El Barrio El Tambo, por poquísima guita, pero intereses marxísticamente comerciales. Intereses, jeje, de propietario que yo desconozco. usadi{vsngiajnñsroj{´2erja´t me da bronca, desviarme, para explicarle a los militantes pendejos que están empezando y que D Elía les parece una caricatura de lo berreta, que coincido con ellos, pero que tipos así a veces sirven para desnudar contradicciones peores.
D Elía es un producto cultural de clases medias altas que construímos en los blogs K. Y no fue Artemio López (D Elía no tiene guita para coimear viejos que tienen que pagar mucho por pendejas) ni ninguno de los chantas que hoy Patucho manda para ver si funcionan y los bajan con pena y sin gloria y vuelta a empezar cada vez más caricaturéscamente.
Fin.
Santiago Del Moro. Yo llevaba dos días sin poder moverme. Por el asma. Había dado una entrevista a Pablo Marchetti, un tipo sublime y anti policial, había generado un despelote en este microclima donde nos movemos que me llamaban de todos los medios y programas y así. Me estaba visitando mi hermano menor, estaba en casa. Y él me aconsejó ese programa. Yo lo ubicaba de la TV pero ni sabía que estaba ese programa. En varios momentos me preció un buen tipo. Cosa rara en un asesino serial del rating. Yo soy competitivo, hijo de puta en mi metiért. Conozco el paño, a mi escala, de luchar contra uno para no volverse tan eficaz. Para, diría Charly, no volverme tan loco.
No sé cuánto interesarán estas reflexiones.
A mí, sí. Y quería contarlas.
Quizás cuando este quilombo cultural aplaque necesariamente un poco y se recupere la economía y vengan otros firmadores de expedientes en la pirámide del estado sepamos, ahí, en este microclima sin rating que es este renglón preocupado por la literatura política, un mediocampista del país cultural. O quizás no. Pero ese gesto de este video,
No se subió a esa ola.
A esa tentadora ola.
Es un gesto valioso.