martes, julio 26, 2011

El voto del campo 4



Entre los más complejos y profundos factores que desactivaron el alzamiento de la derecha sustentada en empresarios del mercado exportador de soja -además de la obvia, se perdió la 125- hay una que no es lo suficientemente analizada. O no, por lo menos, con la mirada que yo al tema le daría: la creación de un ministerio de subsidios a los ricos, llamado de Ganadería, Pesca y no sé qué otra cosa.
Existen, también, otros ministerios de subsidios a los ricos: el de Seguridad y el de Industria. Sintonía fina, que le dicen. Para elogiar, esas concesiones. O quizás, esa impronta del "proyecto nacional y popular" que, se sabe, no plantea ningún clasismo. Pero, si se analiza el crecimiento exponencial de los flujos de dinero para el ministerio de pobres, también, agudizando la mirada, se ve que ese dinero se va en consoltorías, universidades, y estudios zoológicos. Ministerio de Desarrollo Social. El gran miedo de Alfredo Coto, porque les ponen panaderías cooperativas al lado de sus supermercados. Es un chiste. No es de mi autoría. Factura B, estudios zoológicos, licenciatura en trabajo social, posgrado del BID, un primor. La Pastorial Social, pero perfumada. Francisco de Quevedo escribió la sátira Don Dinero.

Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos,
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y pues él rompe recatos                    
y ablanda al jüez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero

Biolcatti dividió su empresa de lechería en dos, para empequeñecerse y cobrar los subsidios del estado. Sería muy feo contar quién me contó ésto. Realismo mágico, pero la Pampa Húmeda tiene un estado que socializa las pérdidas de esta clase de empresarios primitivos y privatiza sus ganancias. El campo, que como sabemos, no existe, es la actividad empresarial más subsidiada. Históricamente ha sido así. Incluso, el estado mataba -y se hacía cargo de esas inversiones- para favorecer al campo. A un puñado de familias.
Un plan estratégico, o sea, nada, se lanza, para el campo -que no existe- cada 6 meses. Los empresarios primarios y primitivos, miran, a ver cuánto les toca. Del estado. Ese Don Billetón que, cuando da, es Luana Pascual saliendo de la ducha. 


Cuando el estado, así sea tibiamente, pide, los empresarios primarios y primitivos, ven cómo Luana se transforma en La Nena Monstruo.


Ezequiel Martínez Estrada escribió, sobre los cadáveres calientes de los fusilamientos de la dictadura democrática del 55, ¿Qué es ésto? Ahí -no lo tengo a mano- dice más o menos que, su empleada de la estancia, se animaba a mirarle a los ojos. Culpa del peronismo. Los peones, no lo traban de usted. Un escándalo. Se "enfermó" y se internó en un hospital. Durante el peronismo. Enfermedades estéticas. Para los estetas. Estetas es una palabra rara. Quiere decir, en una primera acepción -así la usa Hermann Hesse en El Lobo Estepario- y refiere a una persona que entiende el arte como un valor esencial. La segunda, apropiada para el libro -ése, esa "catilinaria"- de Martínez Estrada, refiere a quien hace de la "belleza" un valor esencial. De lo que entienda por belleza. Que no es, obvio, una cosa íntima y personal, sino un concepto atravesado por hegemonías, emergencias y residuos de las disputas culturales de la sociedad.
Los estudios de Basualdo durante los útimos años del primer peronismo muestran que, en la industria por lo menos, no fue una tasa negativa de ganancias el factor de la pérdida de apoyo al peronismo. Sino, una disminución de la tasa de ganancia exorbitante. Salió en un estudio que, como librito, publicó la CTA hace muchos años. En "el campo" sucedió algo parecido. No así en la especulación inmobiliaria. El caso es que la tasa de ganancia relativa no es nunca una explicación totalizante, sino una herramienta más para comprender lo ocurrido.
El "voto del campo", también. Más precisamente: la derecha, la nueva derecha, que incluye al mito del cura, el gaucho, el milico (la santísima trinidad); pero la supera. La derecha populista, posmoderna (un fenómeno tardío en nuestro país, con características, obviamente, singulares) es fundamentalmente la antipolítica, pero entendida de la manera en que un estado no industrial, del tercer mundo, que incluye una nación en construcción, necesita garantizar los negocios de una oligarquía diversificada, incluso en ramas industriales, ensambladoras pero integradas regionalmente.
En La Posibilidad de una Isla (manifiesto literario de esta nueva derecha) hay dos mujeres, prototípicas, con las que se enreda Daniel. Isabelle y Esther. Una es más "intelectual", profunda, se puede hablar de cosas interesantes: le importa poco el sexo. La otra, es promiscua, fatal, vive cogiendo y lo disfruta.
La Posibilidad de una Derecha es la conjunción de esas dos mujeres. De esos dos prototipos. Imaginarios. Metafóricos. Que en la realidad, no se consiguen. Pero sirven de instrumentos explicativos, aproximaciones, a esta nueva derecha.
El campo es ése lugar que no existe pero tanto joder con el campo -en la Pampa Húmeda- vamos a terminar creyendo que existe. Y vendrá la moda de nominar Zoilo a los niños de la República de Palermo. Para diferenciarse de Los Pibes Chorros. Del conurbano. Industrial.




El eje Matanza Riachuelo que, el editor del suplemento campo de Clarín, traza en el eje del mal. No se extiende sobre las geografías -dinámicas, como la realidad misma, corazón- porque sabe que fuera de la Pampa Húmeda, hay espacios de disputa. No resuelta. Porque no está resuelto el patrón de desarrollo nacional. Nuestra "inserción en el mundo". Está, en disputa. Y no es nacional, sino regional, sudamericana. 



Pablo Lescano está en el programa de Susana Giménez, junto con Miguel Del Sel. Del Sel hace un par de chistes contra los peruanos. Siga la música.
El campo es ése lugar donde va preso un caballo. 
Conté esa historia- la del caballo preso- en una charla donde dije que el campo- en la Pampa Húmeda- no existe.  Para llevarse preso al caballo (no sé si sigue detenido) tuvieron que seguir procedimientos científicos, y hurgar buscando sospechosos en el principal empleador de ese rico distrito rural: la municipalidad. Sí, los policías parecen los canas De Dioses, Hombrecitos y Policías. Son, esos policías, los mismos que tendrán hijos policías, en el conurbano. Son, esos policías, sindicados por corruptos por todo el patronato rural. Que jamás, a diferencia de peones borrachos, pasarán una noche en la comisaría. En ciudades chicas se nota más la violencia del clasismo. Las clases sociales, además, importan más: porque se mezclan más. En el campo -República de Palermo, boulevard Oroño, Nueva Córdoba, Parque Urquiza, Recoleta -no se consigue.
La cultura es el terreno principal de disputa y cruce con esta nueva derecha.
Ellos crearon el campo. Nosotros, desde el campo popular, no hemos sabido o podido o querido, crear nuestro campo. Bah, para mí, no hay que crear un campo. Hay que facilitarr, a los banderilleros, una notebook, la asignación universal, a sus padres -peones negreados- la jubilación. Televisión satelital, decodificadores, escuelas públicas. Por esas cosas, voy a votar a Cristina. A pesar de los ministerios para ricos, que pueden entenderse como concesiones a las relaciones de fuerza.  Lo entiendo así porque no encuentro, por más que busco, el campo. No sé dónde queda el campo.
¿En la misteriosa ruta del puchero? El campo no existe. Por eso es un lugar cultural, la posibilidad de una isla, un espacio -ideológico- en disputa.


Pablo Lescano, en el video de Zambayonny -tambien está éste servidor- en el medio del campo -República de Palermo. Mi amigo Martín, en Paraná, fue a comprar el CD. Dice que está muy caro. En el campo se consigue más barato. Porque los sueldos, en el campo, son más altos. Y los servicios -el subte, por ejemplo, elemento sustancial acá en el campo- son más baratos. Cortázar no estaba equivocado, pasa que las décadas trajeron cambios: el campo es ése lugar donde los pollos se pasean congelados, arriba de un changuito.
Yo te conozco, Coto. Vos sos el campo.  

2 comentarios:

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  2. Siga aprovechando que para inocular marxismo disimuladamente, Carrasco, siga.

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