En el año 409, durante la invasión de suevos germánicos y sármatas alanos a la Gallaecia -actual Galicia, integrante del Reino de España- circulaba una leyenda que asociaba a los Vándalos con seres poseídos por los demonios. Eran, según la leyenda, los Vándalos los que asaltaban caminos, acechando en los alrededores de los bosques, ocultos a través de la conversión pagana en animales salvajes de mínimo peligro pero que, cuando cobraban -estos demonios- formas humanas, violaban y saqueaban a los viajantes.
Eran años donde las razzias del pueblo vándalo eran transmitidas (y agrandadas) de feudo a feudo, principalmente por los juglares.
En el Epitafio Épico del Cid, inscrito en la tumba de Rodrígo Díaz -durante aquellos años, dice:
El Cid Ruy Díaz soy, que yago aquí encerrado
y vencí al rey Bucar con treinta y seis reyes paganos.
De estos treinta y seis reyes, veintidós murieron en el campo;
los vencí en Valencia después de muerto encima de mi caballo.
Probablemente de ahí nazca la leyenda de los combatientes ya muertos arriba de los caballos que lograban vencer a los reyes paganos.
Pero también existían quienes refutaban estas leyendas, como el erudito Juan De La Cruz del Valle Ordóñez que tuvo una famosa discusión con el Ricohombre Nuño Díaz De Lara IV, quien fuera asaltado junto a su comitiva por Vándalos en bosques cercanos a la Iglesia de Santa María de Atalaya, en Bermeo. Durante ese robo, Nuño Díaz perdió un brazo intentando defender a su hija de 10 años mientras era violada.
Nuño Díaz pedía a la Corona y a la Santa Iglesia Católica la necesidad de desterrar, mediante rituales religiosos, a los demonios que habitaban a los Vándalos, bestias salvajes que al cobrar formas humanas, atacaban cruelmente.
Para Juan De La Cruz del Valle Ordóñez, en cambio, se trataba de ladrones de origen Vándalo, saqueadores sí que crueles, pero perfectamente humanos, que debían ser combatidos a través de ejércitos convencionales y patrullas de vigilancia.
Nuño Díaz se indignó, estaba absolutamente claro que lo que él decía -que los Vándalos eran demonios poseídos, productos del Diablo y su malignidad- era completamente cierto e irrefutable.
Juan De La Cruz le pidió una prueba de la existencia de esos demonios, y Nuño Díaz contestó con seguridad: "¿acaso no me falta un brazo?"
Nuño Díaz De Lara IV, para salvaguardar la seguridad de su familia y descendencia, peregrinó, rezó y realizó todos los rituales que los sacerdotes le aconsejaron para conjurar los demonios del pecado y el mal. Sin embargo, ni él ni su familia creyeron nunca haberse librado de esa amenaza. De esa sensación de peligro divino, proveniente de los monstruos demoníacos.
Dos décadas más tarde, y ya fallecido Nuño Díaz, su hija, quien fuera violada por los Vándalos a los 10 años, murió tras desangrarse cuando le cortaron el cuello unos arrebatadores en las cercanías de los bosques de la Iglesia de Santa María de Atalaya.
Nota: sólo un par de datos de esta historia son falsos.