miércoles, diciembre 23, 2009

Frases célebres


Por Raúl Degrossi


1. “Yo simplemente dije lo que pienso, no tuve intenciones de ofender a nadie, pero si le tengo que pedir disculpas a Zulma Lobato, no tengo ningún problema.” (Hugo Moyano, sobre sus declaraciones comparando al vicepresidente Cobos con el personaje mediático)

2. “Las palabras de Moyano estuvieron completamente fuera de lugar, Zulma será lo que será pero no se merece que la comparen con semejante personaje.” (Anabella Ascar, conductora de Crónica TV, sobre las declaraciones del líder cegetista)

3. “Yo al contrario que Moyano, creo que este señor o señora Lobato sus condiciones debe tener, por algo tengo entendido que lo o la convocó Nito Artaza -que es un hombre que sabe mucho del tema- para actuar en su espectáculo.” (Julio Cobos)

4. “Este desprecio de la presidenta por el Congreso al no convocar a extraordinarias y dejarlo cerrado hasta marzo no me deja más remedio que ir a hacer temporada de verano en Mar del Plata.” (Nito Artaza, senador nacional por Corrientes y Esmeralda)

5. “Estos fallos reconfortan y alientan la esperanza de un futuro mejor para la Argentina, sabiendo que hay en la justicia un refugio seguro contra los atropellos del régimen.” (Elisa Carrió, sobre los pronunciamientos judiciales contra la ley de medios)

6. “Este fallo demuestra que el régimen entró en su etapa final de descomposición, cooptando jueces y vaciando de sentido a las instituciones, por lo que el colapso del poder es inminente y se avecinan días negros para la República.” (Elisa Carrió, sobre el fallo de Oyarbide sobreseyendo a los Kirchner en la causa por enriquecimiento ilícito)

7. “Es verdad, para que negarlo, tenemos nuestras diferencias sobre la convocatoria a una nueva protesta del sector, nosotros queremos hacerla por el tema de la carne y el trigo, Alfredo insiste con lo de la lechería y Biolcatti piensa que hay que pedir guillotina para todos, pero hablando se entiende la gente.” (Mario Llambías, dirigente de CRA, sobre las disidencias en la Mesa de Enlace)

8. “¡Qué barbaridad esto, es verdad que yo dije ya en el 2003 que se venía el zurdaje y que a lo mejor se me fue la mano en el último almuerzo, pero jamás me hubiera imaginado esto, y menos de Daniel!” (Mirtha Legrand, comentando el asesoramiento del ex dirigente montonero Mario Montoto al gobernador Scioli en materia de seguridad)

9. “Lo del gobernador Scioli es poco serio, con todos los problemas que tenemos en la provincia, ¿a ustedes les parece bien que nos digan “lo de la inseguridad, que lo arregle Montoto”, eh?” (Juan Carlos Blumberg, sobre el mismo tema)

10. “Lamentablemente el tiempo me dio la razón: los sobrevivientes del experimento troscoleninista, de las bandas armadas de la utópica revolución socialguevarista, vuelven con persistencia gramsciana a buscar el poder, o por lo menos jugosos dineros como proveedores del Estado, y nada menos que de elementos vinculados a nuestra seguridad.” (Abel Posse, sobre el mismo asunto, en otra columna de La Nación)

11. “Como se nota que Duhalde era bañero eh, le gusta quedarse al borde de la pileta y ver como se tiran los demás, atento por si se ahogan.” (Carlos Reutemann, sobre la presión del ex presidente para el lanzamiento de su candidatura presidencial)

12. “Uno con que se la metan en el recontramedio del culo, el otro que no le va a sacar la cola a la jeringa, esto más que peronismo disidente es fijación anal.” (Agustín Rossi, sobre los dichos de Reutemann y Duhalde en relación a las candidaturas presidenciales)

13. “¿Así que Morales me quería ver vestido a rayas?, esperá que voy a buscar la camiseta de Rácing y me la pongo ji,ji.” (Néstor Kirchner, sobre su sobreseimiento en la causa por enriquecimiento ilícito)

14. “La verdad es que esta polémica con Majul me hizo pensar y yo estaba equivocado, la reflexión correcta sería que hoy en día, cualquier pelotudo escribe un libro.” (José Pablo Feinmann)

15. “Las declaraciones de este señor Valenzuela estuvieron completamente fuera de lugar, la Argentina es un país donde reina la más absoluta seguridad jurídica para invertir, y si uno ve afectado sus intereses por la prepotencia estatal, nunca le van a faltar un diputado amigo que vaya a los tribunales para defenderlos, ni una jueza dispuesta a hacer lugar a sus reclamos.” (Daniel Vila)

16. “¡Yo les voy a dar a éstos ley de medios y cláusula de desinversión, no saben con quien se metieron, tráiganme esa servilleta que está ahí, la que tiene escrita una lista con nombres!” (Héctor Magnetto)

17. “Se avecinan días difíciles para los Kirchner, y nuevas derrotas en los estrados judiciales: otro juez estaría a punto a fallar a favor de la señora de Noble, declarando –en consonancia con la época del año- que los hijos son suyos, por obra y gracia del Espíritu Santo.” (Joaquín Morales Solá)

18. “A nosotros nos alegra sobremanera esta nueva condena a los genocidas, y más en este caso que un ex juez federal de la dictadura va a terminar en la cárcel, así hay uno menos que pueda fallar a favor de Clarín.” (Hebe de Bonafini, sobre la sentencia en los juicios por delitos de lesa humanidad en Santa Fe)

19. “Esto se lo quiero dedicar a Elisa Carrió, para que vea que en definitiva sale barato mantener la dignidad y la palabra, con una semana menos de vacaciones en Punta del Este le alcanzaba.” (Luis D’Elía, sobre su condena a pagar una multa por haber vinculado a Eduardo Duhalde con el narcotráfico)

20. “La verdad que este caso era complicado pero yo estaba tranquilo, lo que me hubiera preocupado bastante era si me tocaba analizar la declaración jurada de Carrió.” (Alfredo Peralta, director de los peritos contables de la Corte Suprema que intervinieron en la causa por enriquecimiento ilícito de los Kirchner)

21. “Yo me tomé la libertad de traducir los dichos de Reutemann en relación a su candidatura, porque si uno los tiene que tomar al pie de la letra hay que andar con cuidado, porque puede haber chicos cerca y después repiten lo que le escuchan decir a los grandes.” (Gerónimo Venegas, sobre sus declaraciones en relación al futuro político del senador santafesino)

22. “No es que yo esquive el debate con Gioja por el tema de la minería, al contrario estoy preparado para desenmascarar el escándalo de sus negociados, lo que sucede es que justo ese día hay un especial de fin de año de Hora Clave, y no le puedo fallar a Mariano.” (Pino Solanas, sobre su debate televisivo con el gobernador de San Juan)

23. “Yo espero ansioso que el debate se concrete, para poder decirle algunas cosas cara a cara a Pino Solanas, como por ejemplo que sus películas son un verdadero bodrio.” (José Luis Gioja, gobernador de San Juan)

24. “¿No llamó Magdalena para salir al aire hoy todavía?, porque tengo un día muy complicado y no me vendrían mal unas puteaditas para sacarme la mufa.” (Aníbal Fernández)  
  

         

              

martes, diciembre 22, 2009




La renuncia de Posse, por los elementos que son públicos hasta acá, no tienen tanto que ver con fascismo manifiesto de sus escritos -convenientemente minimizados por la gran prensa- sino con su generoso paseo por los canales de cable, marcando agenda al PRO y a Macri.
Si esto es así, el próximo ministro no jugará solo, y no paseará por los programas del cable donde posse podía hablar al pedo sin que le repregunten mucho. Tendrá un perfil bajo.
El problema es que Posse, y Macri con su desginación, puso en el tapete de la agenda porteña a la educación. Grave error, pero, bueno. Ya está.
El otro enorme daño que Posse le causó al macrismo es enturbiar más la relación de éste con el peronismo que le gusta a los disidentes.
Y mostrar la soledad de Duhalde. Que salió convenientemente a bancar, en notable soledad, a Posse, a través de la ama de casa y senadora, Hilda Duhalde. Esposa del hombre que acaba de ganar 6000 pesos en una querella a Luis D Elía, que a diferencia Elisa Carrió, no se retractó de sus insultos a Duhalde (aunque tampoco pudo probar la gravísima acusación).
Ya Duhalde había ungido como presidenta de bloque del peronismo de derecha a la ex kirchnerista Graciela Camaño, lo que bastó para que la esposa de Barrionuevo no presida nada.
Otro daño que Posse causó a Macri es que con su ida vuelve al Macrigate a los primeros planos. Se dirá, por ejemplo, ahora que estoy escuchando a TNmbaum en el programa que salva Zloto, que en la obsesión por derribar a Kirchner estas cosas pasan inadvertidas. Sí, y no. No es tan simple ni lineal.
Porque, en primer lugar, Posse se va por marcarle estúpidamente la cancha a Macri, no porque sea fascista, eso es un asunto menor, para macri, para Gabriela, para la gente que "hace".
Pero no se va porque Aníbal Ibarra haga duros discursos, eh.O Pino Solanas, que denunció que la de Abel Posse es "una decisión errada". Durísimo. La capitalización de la caída de Posse no va al haber del kirchnerismo ni del progresismo ni del gagaísmo.Si alguien capitaliza esta situación es el radicalismo, que se propone, con su partido alquilado a las corporaciones, como el equilibrio entre el oficialismo nacional -que es el gatopardismo crispador, diría el maratónico consensual- y los excesos del otro demonio, el peronismo o el filo peronismo.
Una decisión correcta, la de los radicales.
Con un inconveniente. Y es Cobos.
El hombre de la buena imagen, del chamuyo torpe y despolitizador, de la sutileza para defender causas horribles, la contracara de la brutalidad de Abel Posse.
El problema es que Cobos ha traicionado a todos, y no despierta ningún entusiasmo entre los que ayer lo echaron de por vida de la UCR y hoy lo ungen como módico salvador de listas sábanas. Y el kirchnerismo se lo quiere comer.
Pero, correctamente, Néstor Kirchner se pelea con rivales más grandes, ninguneando a Cobos.
Se me hace que crece subterráneamente una crisis de representatividad, y una crisis al interior del peronismo. En esa crisis al interior del peronismo, una crisis identitaria, los mejores parados, hoy, son los Kirchner: sólo porque disciplinaron su tropa, tienen un líder, el manejo de los resortes estatales principales y todavía el manejo de la agenda.
Pero, disminuído, aferrado a lo propio, a la defensiva.
Un escenario complejo, impensable el 29 de junio.
Ah, y hoy Macri presentó su nueva policía. Je.

Eso sí, nada de esto es importante, el gran debate es la "unidad del centroizquierda"





Chau Posse

Con soltura preguntábamos en una recientef encuets cuánto creían los lectores de este blog que duraría Abel Posse. El 81% se inclinó por la opción de "menos de 6 meses". Acaba de renunciar.


menos de 6 meses
  241 (81%)

menos de 1 año
  29 (9%)

más de 1 año
  24 (8%)


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Un gobierno de Cobos


Por Raúl Degrossi


Macri, Binner y el gobierno de Cobos II

Intenté dejar planteadas en otras líneas algunas ideas sobre las experiencias de gestión opositoras más relevantes de la política argentina actual: la de Mauricio Macri y el PRO en la ciudad de Buenos Aires, y la de Hermes Binner y el Frente Progresista (hegemonizado en buena medida por el socialismo) en la provincia de Santa Fe.

Señalé lo que advertía como diferencias y (sobre todo) semejanzas en sus estilos de construcción y gestión política, y mencioné en líneas generales las dificultades que ambos atraviesan al tener que gestionar, aspecto éste sobre el que particularmente se podría abundar, y otros con mayor conocimiento de causa podrían hacerlo, sin dudas.

Pero haciendo hincapié en las semejanzas apuntadas, resulta interesante pensar en que medida esos métodos de construcción política -y su traslación a la gestión de gobierno- pueden ser útiles para analizar el fenómeno del posicionamiento de Cobos como presidenciable en el 2011 con nítida ventaja en las encuestas, y las dificultades que un eventual gobierno suyo podría afrontar

Tanto Binner como Macri tienen responsabilidades institucionales concretas en un nivel inferior a la administración del Estado nacional, y con diferencias de complejidad entre sí, partiendo de los escasos 200 kilómetros cuadrados en los que el hombre del PRO debe gestionar, a una provincia extensa con diversidades regionales, como la que le toca administrar al socialista.

Sin embargo en ambos casos hay un “salto” hacia niveles mayores de exigencia en el cumplimiento de responsabilidades (de las empresas familiares y el club de fútbol a la ciudad en un caso, de la ciudad a la provincia en el otro), y su desempeño en ese trance, a mitad del mandato que ganaron en las urnas, abre cuanto menos interrogantes sobre la consistencia de sus aspiraciones presidenciales (más admitidas en público en el caso de Macri), aun sin necesidad de arrojarles al rostro (sobre todo a Binner) el estigma de De la Rúa.

Máxima cuando en la gestión del Estado nacional, son también infinitamente mayores en tamaño y complejidad los factores de poder que hay que enfrentar, y los obstáculos políticos que esa gestión debe vencer para desarrollarse.

La constatación parte de estos dos ejemplos concretos porque son los que hay a mano, pero tengo la presunción que no hubiera variado mucho si se la aplicase -en igualdad de circunstancias- a otras estrellas del firmamento opositor como Elisa Carrió o Pino Solanas; y ni que decir que en buena medida son trasladables a Cobos, cuya última experiencia de gobierno en Mendoza no le permitió influir en el electorado para evitar la derrota de su candidato a gobernador, a manos de un candidato peronista, y no de los mejores.

Y es que a falta de ejemplos concretos de gestión (por eso los de Binner y Macri son sumamente útiles e interesantes para el análisis), lo que prevalece es la lectura de la lógica de construcción política de la oposición al kirchnerismo (con alguna honrosa excepción como Sabbatella), que se impone más allá de las diferencias de matices que puedan existir en el discurso, diferencias que por otra parte sería necio desconocer.

Esa lógica de construcción abreva en una especie de realismo mágico que asigna virtudes milagrosas al diálogo y el consenso disipadores de la crispación, y en la ambigüedad discursiva de “los tres o cuatro grandes temas en los que todos nos tenemos que poner de acuerdo”, con la probable excepción de Pino Solanas y su preocupación por los recursos naturales estratégicos de Palermo y Recoleta.

Ese discurso negador de la política (que es por esencia y definición, conflicto) es absolutamente funcional al poder real y concreto en la Argentina, pero además augura previsibles problemas a la hora de pretender replicarlo en la gestión de gobierno.

Que lo digan sino Binner y Macri, que han debido dejar de lado con frecuencia exquisiteces institucionales que reclaman al kirchnerismo (y que pertenecen a sus convicciones íntimas más en el primer caso que en el segundo), ante necesidades concretas de la gestión, que son a su vez fruto de la misma precariedad institucional que padecemos y que ha permitido desarrollar lógicas de poder (económico y mediático) trastocadas, desarrolladas por poderes fácticos que gozan de la enorme ventaja de no estar sometidos en su vigencia, a la ,mutante voluntad del electorado.

Poderes que además se han beneficiado históricamente de esas precariedades mientras reclaman el fortalecimiento de las instituciones; y -para no remontarse a tantos ejemplos de nuestra historia que vienen a la memoria- ver el cásting de jueces disponibles de que están echando mano por estos días el grupo Clarín y su ¿competidor? Vila-Manzano para obstruir la aplicación de la ley de medios.

En el caso de Binner por ejemplo, el fracaso de sus intentos por imponer una tibia reforma impositiva en Santa Fe (menos audaz incluso que la encarada por Scioli en Buenos Aires), ante la oposición frontal de todas las expresiones corporativas del capital y buena parte del peronismo (centralmente, la conducida por Reutemann), no es sino la consecuencia previsible de un discurso y una práctica previos, que no supieron preservar para la política un lugar de autonomía, y si no recordar su rol durante los momentos más álgidos del conflicto agropecuario de 2008.

El intento cerril de preservación de ese lugar de autonomía de la política, incluso con hosquedades y torpezas comunicativas y de gestión, ha sido el sello de fábrica del kirchnerismo desde el 2003, y es justamente el origen de la “crispación” de la que habla a diario el complejo mediático para descalificarlo, y disciplinar por carácter transitivo -con bastante éxito hasta ahora, habrá que decir- al conjunto de la clase política.

En módico ejemplo, le sucedió a Macri con el sermón personalizado de Bergoglio ante su posición sobre el matrimonio gay (rápidamente asimilado, como lo demuestra la designación de Posse) y al propio Binner, cuando el socialismo decidió apoyar en el Congreso la ley de medios: ni siquiera los matices de su posición en ese entonces le ahorraron palazos editoriales.

Esa lógica política entraña no solo el riesgo de la pérdida de autonomía de la política ante las corporaciones, sino que, aplicada a la gestión, consagra el poder de agenda y -sobre todo- de veto de éstas, con lo cual empobrece los contornos de la democracia y, en una perspectiva de futuro, no disuelve los conflictos para tranquilidad de los lectores de Clarín o La Nación, sino entraña el riesgo cierto de exacerbarlos.

¿Y qué pasa con Cobos en tanto?

Pasa que expresa como nadie esa lógica de construcción política, y exhibe como proyecto político la vuelta a la gobernabilidad tradicional que conoció la Argentina antes del advenimiento del kirchnerismo, reclutando para eso con obsesión y constancia los apoyos -públicos y privados- de los que detentan el poder real, aun al precio de sobreactuar su adopción de la agenda corporativa como programa propio.

Conocedor de los límites de ese dispositivo, ha obtenido en la empresa el inestimable apoyo de Duhalde, quien propone el prospecto poco atrayente para el peronismo y su natural apetito de poder, de aceptar un inevitable triunfo radical en las elecciones del 2011 para apoyar desde el llano, sobre la base de los famosos “tres o cuatro puntos”, que a su vez no es menester ser demasiado perspicaz para advertir que encierran en sí el germen de la discordia social futura.

Ese discurso “balbinista”·del bañero de Lomas enaltece su figura en la consideración mediática (cuyos dueños agradecen además generosos favores pasados), en la misma medida que le dificulta hacer pie en la interna peronista; en espejo con la convicción de Kirchner de dar pelea a la estrella en ascenso de Cleto (aun ante la perspectiva cierta de una derrota), probablemente con más esperanza de evitar un mayor deterioro del gobierno de Cristina en el tramo final de su mandato, que de lograr un triunfo que hoy parece improbable; pero claro, es política, y todo es posible.

Lo que no queda del todo claro es si Cobos (y los adherentes que las encuestas demostrarían que hoy tiene su candidatura), alcanzan a percibir que, lo que hoy es causa de su éxito, mañana puede serlo de su caída, y no me refiero al cumplimiento íntegro de un eventual mandato presidencial suyo.

Y es que sucede que quien gobierne la Argentina a partir del 2011, deberá lidiar con la nueva gobernabilidad instaurada por el kirchnerismo, que implica no solo las presiones de los factores tradicionales de poder por recuperar posiciones perdidas o mantener las conquistadas, sino todo un conjunto de realizaciones que configuran (por decirlo en palabras de Sabbatella) un nuevo “piso” de derechos, cuyo desconocimiento o retaceo en el futuro, será sin dudas el origen de nuevas conflictividades protagonizadas por actores bien concretos.

Pensar si no en los movimientos sociales, cuyo rol estos años ha oscilado entre la participación en la estructura del gobierno y la protesta sistemática tolerada sin ejercer la represión estatal como repuesta, así como en los beneficiarios de las jubilaciones extendidas, y de todos los jubilados que gozan de movilidad por ley en sus haberes.

Ni que hablar de los grupos sociales beneficiados por la asignación universal a la niñez, o los trabajadores formales -y las organizaciones que los representan, sin distingos en este plano entre la CGT y la CTA-, que pudieron conocer los beneficios concretos de la dinámica de negociación colectiva, y otros colectivos menos numerosos, pero no menos activos, como los organismos de derechos humanos y los que bregaron durante años por una nueva ley de medios; sectores todos que vieron concretados en este período político, aspiraciones de larga data.

Esos sectores expresan hoy -en buena medida por la escasa voluntad del propio kirchnerismo de organizarlos y movilizarlos políticamente- un nivel de adhesión más o menos pasiva al proceso iniciado en el 2003, que puede perfectamente transformarse mañana en resistencia activa a todo intento de avanzar sobre lo logrado desde entonces.

En la medida en que esos colectivos preceden y trascienden al kirchnerismo y su metodología de construcción política -quizás volver sobre ella sea la opción que medite Kirchner para enfrentar la vuelta al llano-, no es ni siquiera una condición necesaria que depongan los recelos que entre sí tienen y actúen en conjunto, para dificultar la plena aplicación del programa de las corporaciones, aun legitimado por el poder del Estado y el voto popular.
Y frente a eso, la represión -que excita las imaginaciones de algunos ávidos lectores de las columnas de Posse- es una respuesta sólo viable a muy corto plazo, que encierra el riesgo cierto de retroalimentar el proceso de conflictividad social, con imprevisibles (o no tanto) consecuencias.

Y entonces sí será válido traer a la memoria el ejemplo de De La Rúa, sólo que será tarde, y seguramente más doloroso.

Macri, Binner y el gobierno de Cobos

Parte 1.



Por Raúl Degrossi






Macri, Binner y el gobierno de Cobos

Pasada la euforia por la victoria del grupo A en la Cámara de Diputados, los actores del sistema político argentino enfilan sus cañones hacia las presidenciales del 2011, que seguramente serán elecciones distintas a las legislativas de éste año, porque lo que se juega entonces es nada menos que la responsabilidad de gobernar el país.

Los propios electores en buena medida son concientes de la diferencia, y por esa razón muchas veces no reproducen el sentido de su voto, de una a otra elección.

Más allá del descontento social que pueda extenderse por determinados sectores con los Kirchner y su estilo político, y de los números que hoy arrojen las encuestas de opinión, lo cierto es que llegado el momento de elegir presidente, no pocos se preguntan si los potenciales candidatos tendrán antecedentes y capacidades efectivas para gestionar.

Salvo, claro está, que muchos anti-kirchneristas furiosos reconozcan en su fuero íntimo que las cosas en el país no están tan desastrosas como dicen, y de ese modo concluyan en que cualquiera (hasta un nabo fehacientemente comprobado como tal por ellos mismos) puede gobernar la Argentina, sin importar de donde venga, con tal que no sean los K.

En ese sentido una mirada al mapa político nacional revela que, si bien la oposición gobierna en diferentes distritos del país, solo lo hace en dos de los verdaderamente grandes por su cantidad de habitantes e importancia relativa, desde un punto de vista que permita medir capacidades de gestionar: Santa Fe y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Sería complejo incluir a Córdoba (con su gobernador) sin más en el rótulo de “gobernada por la oposición”, menos aun en la medida que, al crezcer la dependencia financiera de su administración de los acuerdos con el gobierno nacional, se verá forzado a correrse de ese lugar.

Ambos distritos (Santa Fe y la CABA) están gobernados por dos presidenciables (Binner y Macri), que provienen de diferentes culturas y tradiciones políticas, y que podría decirse que representan a las dos vertientes mayoritarias de la oposición al kirchnerismo: los republicanos institucionalistas encarnados por el pan-radicalismo y sus aliados más cercanos como el socialismo, y la derecha (aun en su versión new age) más ramplonamente heredera del menemismo, y con vínculos aceitados con buena parte del denominado “peronismo disidente”.

Cabe preguntarse entonces, a los fines indicados, como les está yendo en sus gestiones, y más allá de la suerte que ambos (Macri y Binner) tengan en el 2011, porque se puede presumir que, con todas sus diferencias, tienen al menos algo en común: son parte de la construcción (más mediática que política) “oposición”, y seguramente y más allá de sus intenciones, aportarán electores al candidato que hoy miman las encuestas, es decir el versátil vicepresidente opositor, sea en una primera vuelta integrando formalmente una alianza (en el caso de Binner), o en un eventual ballotage sumando fuerzas para frenar a la bestia kirchnerista, en el de Macri y su electorado (esto último suponiendo que él mismo compita finalmente en la primera vuelta).

Ambos (Hermes y Mauricio) llegaron al gobierno en el 2007, después de haber fracasado en la elección anterior (2003), vencido uno por el ballotage y el otro por la ley de lemas; pero las circunstancias en que lo hicieron, fueron bien diferentes.

Binner, un político tradicional apoyado en los dilatados antecedentes de gestión del socialismo en la intendencia de Rosario, y sobre la plataforma del Frente Progresista Cívico y Social, una construcción electoral más similar a las clásicas alianzas de partidos, con el concurso decisivo del radicalismo y su estructura desarrollada territorialmente, y el aporte menor de otros partidos como el ARI (antes de partirse en el SI y la Coalición Cívica) y la Democracia Progresista.

Macri, un empresario exitoso debutante en la política, sustentado en los éxitos deportivos de Boca y en la permanencia de un cliché cultural del menemismo (en realidad un clásico del discurso de la derecha argentina): la eficiencia de la empresa privada incorporada a la gestión pública, como superación de la burocracia estatal; con una estructura de soporte de gestión donde tenían un lugar protagónico los gerentes trasladados de las oficinas del grupo SOCMA al gobierno, y residuos de lo peor del peronismo y radicalismo metropolitanos como mano de obra dúctil para la rosca legislativa.

Binner logró destronar del gobierno de la provincia al peronismo tras 24 años (desde la vuelta a la democracia) y Macri hizo lo propio con el progresismo que gobernaba Buenos Aires desde que alcanzara su estatuto de Ciudad Autónoma; y ambos vieron fortalecidas sus chances electorales por la capitalización políticas de catástrofes resonantes, que horadaron a los gobiernos de turno: Cromagnon en el caso de Macri, las inundaciones de 2003 y 2007 en el de Binner que, justo es decirlo, no hizo una utilización tan obscena de la desgracia como el hombre del PRO.

Hasta aquí las diferencias entre ambos, pero veremos que también tienen semejanzas, más de las que muchos de los que los votaron -y ellos mismos-, desearían admitir.

Como no podía ser de este modo en estos tiempos que corren (el kirchnerismo parece ser en esto la excepción a la regla), en ambos casos la escenificación mediática y comunicacional tienen un rol protagónico en la construcción política, y como diré luego, en el estilo de gestión.

Hay en los dos un generoso despliegue de aparato publicitario, con eslógans (incluso similares: “Va a estar bueno Buenos Aires”, “Vienen buenos tiempos”) que prometían/auguraban (que ponga el elector lo que le sugirieran en cada caso) un futuro venturoso, donde los problemas se resolverían sin conflictos, por la mera apelación al diálogo y a deponer (esto más acentuado en el caso de Macri) las parcializaciones ideológicas, “que no ayudan a resolver los problemas de la gente”.

Apelan en forma permanente y sistemática a las campañas mediáticas para difundir su gestión y sus iniciativas de gobierno, haciendo de eso un eje fundamental de su política, llegando al extremo de crear una estética propia, con nuevos símbolos que se reproducen hasta el cansancio en la publicidad oficial en los medios, y en el espacio público.

Ambos cumplen puntillosamente y al pie de la letra con todos los rituales que las buenas maneras exigen en política: asistir a la exposición de la Sociedad Rural en Palermo, visitar Expoagro, participar del Tedéum el 25 de Mayo o el 9 de Julio, disertar en los coloquios de IDEA o de la Fundación Libertad, brindar con frecuencia conferencias de prensa o concurrir con asiduidad a los programas de Joaquín, Nelson o Mariano.

En todas esas ocasiones su discurso (con los matices propios de su distinta formación ideológica) es cuidadosamente estudiado para no trascender nunca los límites que esa misma corrección preestablece, repitiendo con disciplina los lugares comunes que el verdadero poder exige, como profesión de fe.

Los dos aseguraron, a lo largo de su camino hacia el poder, contar con un plan de gobierno perfectamente elaborado para las diferentes áreas, y con equipos técnicos altamente capacitados para llevarlo a cabo desde el primer día de gestión.

Transcurrida la mitad de sus mandatos, no se visualizan progresos de gestión o cambios trascendentes a partir de ella, han tenido que admitir que no podrá cumplir algunas de sus promesas electorales y hay desencanto -incluso entre sus propios votantes- en ambos casos.

Mas aun, en el desarrollo de la gestión tanto Binner como Macri han tropezado con inconvenientes que pueden resultar sorprendentes si se repasa el contexto en que deben gobernar, comparado con otros que tienen la misma responsabilidad.

En el caso de Macri, protagoniza torpezas, improvisaciones e inconvenientes por doquier para resolver problemas que pueden ser complejos (como el tránsito), pero que no dejan por eso de ser de escala municipal; porque aunque quede herido el orgullo porteño, hay que decir que es, en sustancia, un intendente.

De una ciudad grande y compleja sí, pero con recursos infinitamente superiores a los de La Matanza o cualquier otro municipio poblado del conurbano bonaerense, o incluso de ciudades importantes del interior como Córdoba o Rosario.

En el de Binner, a los problemas comunes a cualquier administración provincial contemporánea (seguridad, salud, educación) se sumaron graves y crecientes dificultades financieras que ensombrecen más el panorama de gestión de una provincia que, como todas, puede tener estrecheces en ese plano, pero no es Formosa o La Rioja ni mucho menos; y a su vez esas dificultades -que pueden en un punto tener origen en causas exógenas a su gobierno- parecen en buena medida generadas desde la propia gestión socialista.

Tanto uno como otro, frente a las dificultades que la gestión plantea, han apelado a un recurso clásico de la política: desplazar responsabilidades buscando culpables, y que mejor que hacerlo con el gobierno nacional que ofrece a esos fines (generosidad de cobertura mediática mediante), un blanco fácil; haciendo hincapié Macri en el tema de la inseguridad y el traspaso de la policía, y Binner en las relaciones fiscales entre la Nación y la provincia, y la coparticipación federal y los temas conexos.

Pero esa lógica, como es sabido, resulta más útil en el proceso de acumulación política para llegar al poder (los casos de Cobos y Pino Solanas son un claro ejemplo), que en la gestión misma, donde los tiempos son otros, y la volatilidad del humor social los acelera (en especial en las clases medias donde tanto Binner como Macri han reclutado amplios apoyos), consumiendo el capital político acumulado con igual o mayor velocidad que aquélla con la que se lo consiguió.

Mas aun cuando los temas señalados -elegidos como leit motiv por ambos para desplazar el ojo de los problemas hacia el kirchnerismo- son de complejísima resolución política porque involucran intereses contrapuestos y no sólo de sus distritos con el Estado nacional, sino con el conjunto de las provincias.

Cuando se gestiona, señalar que existen dificultades no basta, porque precisamente para eso se llega al punto de gobernar: para enfrentarlas y resolverlas, demostrando que se tiene capacidad para hacerlo.

Todo eso sin olvidar que ambos expresaron en su momento y lugar, una voluntad de cambio del electorado que no se habría manifestado si esas dificultades u otras de similar envergadura no hubiesen existido, o si los responsables del gobierno de Santa Fe o de la ciudad de Buenos Aires, hubieran demostrado poder lidiar con ellas.

Queda bastante por profundizar a partir de estas reflexiones, y también por decir que vinculación tienen con el fenómeno Cobos, y un eventual gobierno de la oposición a partir del 2011.