jueves, septiembre 16, 2010

El enclave derechista en sudamérica



 No es Perú ni es Colombia. Son las FARC, el cártel político más grande de sudamérica, el enclave reaccionario en sudamérica.
Nacidas como un movimiento guerrillero de izquierda, con el tiempo, se fue convirtiendo en una empresa italiana: medio familiar y medio multinacional y medio mafiosa y  con excusas épicas. De ejército revolucionario no tienen más que el nombre: no son revolucionarios, sino un enclave funcional a la reacción, ni son un ejército, sino una pandilla a la centroamericana, con mayor nivel y organización que las maras. En Colombia hace años que no hay ninguna guerra civil clásica, sino la disputa (multinacional) por la renta extraordinaria de la droga. Las FARC, entre otros servicios, legitiman que el sidicalismo en Colombia sea muy débil, que gobierne la derecha siempre, que los Estados Unidos puedan instalar bases militares que apunten estratégicamente a Venezuela y Ecuador. No es menor que Brasil dispute un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU: EEUU sabe que necesita acordar con Brasil para que la mafia de las FARC se desplaze a las fronteras con Ecuador y Venezuela. La existencia de un narcoestado colombiano (legitimado por la narcoguerrillas y las narcopandillas patronales) imposibilita estructuralmente que peleen cualquier guerra de cualquier tipo. Los EEUU tampoco pelean ninguna guerra ahí, sino que regulan el flujo de droga hacia sus mercados internos, controlan militarmente zonas estratégicas de sudamérica y, de paso, condicionan políticamente la posibilidad de la integración y la autonomía sudamericana.
La prolífica industria del secuestro (un mercado muy competitivo en Colombia) posibilita cada tanto recordarnos la existencia de la mafia organizada en torno de la familia de Manuel Marulanda Vélez; y algunos escarceos en puestos policiales en disputa por la ruta de la droga, hacernos acordar que Colombia tiene una supuesta guerra civil.
La integración sudamericana, mayores grados de autonomía, no pueden profundizarse mientras no se aísle al narcoestado colombiano, que encuentra en sus socios (la narcoguerrilla y los EEUU) la fortaleza que de ningún otro modo tendría, menos como sostén de la derecha sudamericana y como enclave reaccionario.
Un Estado Mayor de Defensa sudamerican (propuesta de Brasil, aceptada en el bloque) difícilmente pueda neutralizar, ya no la cuarta flota yanqui, sino el tráfico de sustancias prohibidas y de armas que regentean los EEUU, el narcoestado colombiano y la narcoguerrilla del Partido Comunista, dado que ahí no hay ningún problema militar, sino policial, y político.

 Si yo fuera mexicano, le prestaría muuuucha atención a las FARC

Frases Feriadas

Por Raúl Degrossi


1. “Quieren más feriados para trabajar cada vez menos, y participar de las ganancias para ganar cada vez más, cuando lo consigan ¿se van a querer afiliar a la UIA?” (Héctor Méndez)

2. “¡Hay que saltar, hay que saltar, te dan cien mango’ y viene Macri a controlar!” (Cántico de la Juventud Peronista durante el acto del Luna Park)

3. “Después que no se ofendan en el gobierno si les decimos que son una murga, eh.” (Felipe Solá)

4. “¡Pero por favor, qué Luna Park, como se ve que ustedes no vieron el pogo que se armó en nuestro acto cuando anunciamos la candidatura de Adrián Pérez!” (Elisa Carrió)

5. “No seamos hipócritas, las escuelas no las rompimos nosotros, no hay que olvidarse que el pogo fue en la cancha de River y no en el Mariano Acosta.” (Gabriela Michetti)

6. “Me parece una exageración que la Coalición Cívica se haya levantado de la sesión, después de todo el Jefe de Gabinete hablaba de la trata de blancas, no de la trata de naranjas.” (Agustín Rossi)

7. “Si Kirchner sube en las encuestas por la operación tengo la solución Lilita: te internamos para que te pongan el cinturón gástrico.” (Patricia Bullrich)

8. “Yo entiendo lo que decís Jaime, que un problema de salud hace subir la imagen de los políticos porque los humaniza y da la idea de que ponen el cuerpo en su función, pero no estoy seguro que una operación de hemorroides logre el tono épico que buscamos.” (Mauricio Macri)

9. “Al parecer Macri se va a hacer cargo del problema de las escuelas solamente si los estudiantes toman el Cardenal Newman.” (Gabriela Cerrutti)

10. ¡Volvé Pino, volvé, el bigotón estaba hablando de la trata de blancas, no dijo nada en contra de los canosos! (Claudio Lozano)

11. “¿Así que Macri estuvo en la Fiesta Anual de la Inteligencia organizada por Fontevecchia?, y bueno, ya saben lo que dicen: en ninguna fiesta falta un colado.” (Aníbal Fernández)

12. “En esto no concuerdo con Aníbal, creo que la invitación de Fontevecchia a Macri fue correcta, lo que sí me sorprendió es que no estuvieran el Fino Palacios y Ciro James.” (Daniel Filmus)

13. “Cuando yo dije que era necesario que se alinearan los astros me refería a la concreción del Puerto de la Música, de ninguno modo estaba planteando alguna alianza con el gobernador Rodríguez Saá.” (Hermes Binner)

14. “¿Cómo que qué hacemos en Miami hablando con exiliados cubanos?, seguimos sumando fuerzas para la conformación de un auténtico frente progresista, desde luego.” (Ricardo Alfonsín)

Robert Cox

Por Raúl Degrossi

Clarín debe estar muy desesperado y falto de argumentos para reproducir ésta nota. 
 
Dejemos de lado (en mérito a su innegable coraje durante la dictadura) el pobre y arcaico concepto que Cox (como buen liberal, aunque honesto y consecuente) tiene de lo que es una democracia.
 
No nos adelantemos tampoco a contestarle que creemos (al menos yo) que discusiones como las de la ley de medios, como el manejo de Papel Prensa, lejos de poner en riesgo a la democracia, la fortalecen.
 
Perdonémosle su gusto por la obra de Sábat, después de todo sobre gustos no hay sino pilas de bilbliotecas escritas, y hasta el mismísimo Verbistky se ha confesado admirador del "Menchi", así que sus méritos tendrá.
 
Centrémonos en el título de la nota donde Cox se plantea su dilema a partir de una condicionalidad, un hecho incierto que él juzga probable, algo que no ha sucedido pero él teme que suceda: que el gobierno decida apropiarse de Clarín (también usted don Robert, qué verbo fue a utilizar hablando del Gran Diario Argentino, es como mentar la soga en casa del ahorcado).
 
No hay en la nota la más mínima referencia a la fuente de donde Cox (al fin y al cabo un periodista, y muy respetado en su profesión) haya obtenido la casi certeza de que esa es la intención del gobierno (apropiarse de Clarín).
 
Es más que probable (conjeturo yo) que esa fuente sea el mismísimo Sábat, con quien comparte una amistad personal que revela en la nota.
 
Y lo digo porque con la misma condicionalidad hipotética con que se habla del intento de "apropiación" de Clarín por parte del gobierno, se repiten zonceras que el aparato del multimedios se ha ocupado de divulgar profusamente, como que "TN puede desaparecer".
 
Un periodista de la talla de Robert Cox debería preocuparse por averiguar que Fibertel no está "acusada" de operar sin licencia, sino que opera sin licencia, y más aun: no existe desde enero del año pasado como empresa, por decisión del propio Grupo y no del gobierno justamente.
 
¿Quién le dijo a Cox que el gobierno amenaza "con hacerse cargo" de Clarín?, porque esa acusación no la sostiene ni Magnetto.
 
Es raro que critique el discurso de la presidenta sobre Papel Prensa porque fue una lección de democracia e instituciones: el pasado de la empresa, a la justicia para qie investigue, el futuro al Congreso para que regule, ¿dónde está en eso el riesgo para la democracia?.
 
No importa lo que Cristina personalmente opine, está lo que efectivamente hizo con el caso.
 
¿Pero por qué dije que Clarín debe estar muy preocupado para recurrir a éstos argumentos y a éste defensor?
 
Porque en la misma nota Cox dice claramente:
 
"La adquisición de la mayoría de acciones de Papel Prensa por parte de Clarín , La Nación y La Razón (cuyas acciones fueron luego compradas por Clarín ) junto con el Gobierno nacional fue algo en mi opinión muy deshonesto -entonces y ahora-. En mi opinión, la deshonestidad fue especialmente marcada en el caso de La Nación , que siempre se enorgulleció de su independencia.
Durante más años de los que recuerdo, la sociedad de ambos diarios en asociación con el Estado fue ferozmente criticada por la mayoría de los miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa como totalmente sin escrúpulos y como una competencia injusta para los otros diarios argentinos. Recuerdo haber destacado durante una reunión de la SIP que en el caso de La Nación era como si el Vaticano decidiera abrir una clínica para abortos."
 
Pero no se queda allí, dice más:
 
"En el momento en que el gobierno militar dio su aprobación para la compra de Papel Prensa pensé que era un soborno para que los tres diarios garantizaran su cooperación en el encubrimiento del plan de los militares de exterminar a todo aquel considerado “subversivo” haciéndolo “desaparecer”. 
En otras palabras, todo aquel contrario a los militares corría el riesgo de ser secuestrado, torturado de forma rutinaria y asesinado luego. Los cuerpos debían ser hechos desaparecer por distintos medios."  (otra vez el lenguaje y su multivocidad le juegan una mala pasada al amigo Cox, esa palabrita "medios" puesta justamente allí, si uno la toma literalmente...)
 
Si las únicas muestras que Cox pudo encontrar de resistencia de Clarín contra la dictadura fueron los dibujos de Sábat y expresiones de María Elena Walsh (¿ninguna columna de Morales Solá, ningún editorial de Ernestina?), ¿no es esa la prueba más contundente de que la estrategia de la dictadura, que él denomina "soborno" tuvo amplísimo éxito?
 
Eso siendo generosos y no llamando a las cosas por su nombre: complicidad y participación en los beneficios de la creación de un nuevo orden social a sangre y fuego, eso define mejor a la relación entre algunos grupos empresarios (como Clarín) y los genocidas argentinos.
 
Para redondear aun más el desconcierto (el del propio Cox, un liberal tan honesto como ingenuo, aún así preferible a los que abundan por aquí) como el del propio Clarín al "colgar" la nota en su defensa, lean éste párrafo:
 
"Pero fue recién cuando regresé a Argentina dos meses atrás, cuando me enteré de las barbaridades infligidas a Lidia Papaleo a través de una declaración que ella hizo durante una reunión del directorio de Papel Prensa, que no fue debidamente informada por La Nación y, por lo que sé, tampoco reproducida por Clarín."  
 
¿No es ése ocultamiento deliberado de un testimonio personal de una sobreviviente de los horrores de la dictadura (sólo para defender intereses empresariales), la prueba palpable de la unidad que existe, como un puente indestructible, entre la complicidad de ayer de los diarios con el horror, y la falsedad de hoy de esos mismos diarios al pregonar la defensa de la "libertad de expresión" o el "periodismo independiente" amenazados por el gobierno?   

miércoles, septiembre 15, 2010

Pero qué hago yo acá!




Como en muchas de estas ocasiones, los motivos que llevan a una a hacer ciertas cosas sólo se clarifican una vez que el evento se termina.




Qué hago acá, pensé más de una vez: en la entrada, en la calle, entre la marea de gente que parecía saber perfectamente qué había que hacer y qué cantar y de qué manera tocar los bombos y de qué forma acompañarlos.



A ver: yo crecí en una familia de clase “media-alta” (?), conservadora: soy una hija de los countries, de los colegios privados, de los clubes exclusivos (/yentes). Estar entre los bombos y, enfrentémoslo, los morochos, me llenó de miedo. Esperaba que, de un momento a otro, se me espetara el clásico “vení, rubia…” pero no. Nadie. En lugar de eso, hubo algún “permiso, compañera, tienen que pasar los bombos”; alguna sonrisa tímida. Nada más.

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Tango Feroz





En el año 93 salía del cine, en Paraná, de ver Tango Feroz. Tenía 15 años. La película me gustó. Gobernaba Menem. Los años noventa. El fin de la historia. Las escuelas técnicas estaban pintadas, el resto de las públicas se venían abajo, aunque resistían. Recién las traspasaban, sin los fondos correspondientes, de la Nación a las provincias. La escuela pública fue un lugar que resistió, como si el tiempo no pasara (como la película Tango Feroz), el neoliberalismo, la ola privatizadora, el eficientismo que hoy asoma, de nuevo, la cabeza.
Qué buen discurso, anoche, el del Cuervo Larroque. Mira para adelante, adelanta, también, el horizonte. Le pone condimento, visualiza el conflicto. Estuvo, de verdad, muy bien.
Cuando esa tarde salí del cine me sentí un poco raro. Como transportado en el tiempo y en una cápsula. Me había gastado, además, con la entrada, la plata para el boliche, el fin de semana.  Cuando sos adolescente te importa mucho no ser distinto a tus amigos, a tus compañeros del club, de la escuela, de los videojuegos. No sé con qué reemplazan los pendejos de ahora a la juntada en los videosjuegos que hacíamos nosotros (podría preguntarselo a mi hermana) o las películas porno que alquilábamos para la videocasettera (ya ni recuerdo si se escribe o no con dos T). Unos pendejos boludos. Como son todos los pendejos, además. Claro que no queríamos comernos el mundo ni a eduardo Feinmann. Al contrario.  Cuando era adolescente era conocido en mi barrio, en las escuelas. Y bastante rechazado. Porque siempre fui un hinchapelotas, obvio, pero también porque hablaba de política, iba a las marchas, ganaba y perdía en los centros de estudiantes. Todos los adolescentes se sienten un poco así, bichos raros. Sin embargo. Capaz que es porque, en vez de las canas del Cuervo, voy teniendo entradas. Pero a mí se me hace que los pibes que vi ayer en el Luna Park tienen otra onda. Algunos. Ayer me paró uno, Matías (ojo, no Matías Castañeda, eh) , con un traje a medida, que me quería "mandar materiales del Ministerio de Planificación así lo publicás en tu blog", pibe, todo bien, pero hablá en Miradas Al Sur. O abrí una cuenta de gmail. Obrasparatodos.blogspot.com Capaz que funciona, qué se yo. Mis 34 visitas diarias -descontando a mi hermano- esperan un buen chiste, una buena fiesta, alguna buena mentira de este chico triste del interior. Demasiado ególatra, además, como para interesarse en la ampliación del subte E. Los pibes que vi ayer tienen otra cosa, una chispa en la mirada, una alegría, como formando parte de algo grande, importante, aguerrido, que trasciende. Además, yo creo que va a ser así. Tengo como esa obsesión con eso de la historia. El Cuervo dijo algo de eso ayer, por eso, ahí afuera, con el Ingeniero (el Ingeniero es un superstart: no pasan 30 segundos sin que alguien venga a saludarlo), lleno de pibes, que cantaban, aplaudían. Nosotros medio malaonda. No sé porqué. Nunca saltar. Nunca cantar. Nunca aplaudir. Qué cosa.
El Conurbano me contaba que cuando vio en Twitter que contaban que yo estaba llegando a una fiesta, dio por sentado que el domingo no lo llamaba de la radio, je. El domingo que viene. Adónde estaba. Ah, sí. Pero ya está. Lo mismo de siempre. Esa obsesión de qué va a pasar con todos esos pibes. Del conurbano, de Caballito, de los asados familiares en las clases medias rurales. Que escucharon decir las peores guarangadas contra la presidenta. En silencio. Y se rebelaron. Como corresponde. En cuanto pudieron. Y hoy son rebeldes, son kirchneristas, son pinguinos. Y está bien que sea así. Me gusta que sea así. Cuando esto se termine, y los payasos neoliberales vuelvan a sus cuevas, van a quedar esos pibes para contar la historia, para resistirla, para moldearla, para pelearla. Para darle brillo y cariño a la larga risa de todos estos años.

martes, septiembre 14, 2010

Pacto de Olivos 2

Por Raúl Degrossi

1. La sanción de una ley de coparticipación federal que requiere ser aprobada en forma unánime por todas las legislaturas provinciales, algo absolutamente imposible de conseguir (aunque pensándolo bien, mejor así, porque si prosperaran las propuestas de "federalismo fiscal" de los alimentadores de chanchos chinos, 10 provincias por lo menos desaparecerían).




2. La prohibición de la delegación legislativa en el Ejecutivo, regulada de un modo tan espantoso que no sólo desconoció más de 100 años de funcionamiento práctico del aparato estatal (respondiendo a necesidades concretas), sino que pretende que, por ejemplo, las "materias determinadas de administración" como dice el artículo 76, no son propias del Presidente sino del Congreso, un oxímoron jurídico digamos.



3. La posibilidad del veto parcial de las leyes (un acierto), redactado de un modo tan confuso que da lugar a discusiones delirantes como la suscitada cuando Cristina vetó la reforma jurídica.



4. El modelo de control de la Auditoría General de la Nación, convalidatorio de la depredación menemista de organismos de control más eficaces como el Tribunal de Cuentas, y consagratorio del reparto de cargos entre los partidos para seguir manteniendo quioscos eternos en nichos recónditos del Estado.



5. El Jefe de Gabinete (todo bien con Aníbal que hace llegar a tiempo los cheques a los cumpas blogueros, pero no me jodan), en tanto se entienda que esa figura (como la pensaba Alfonsín) apunta a introducir de camulina el parlamentarismo como injerto en nuestro sistema presidencialista, o forzar una cohabitación política al estilo de Chirac y Miterrand en Francia, un absoluto y total disparate que sólo podía caber en la cabeza del papá de Ricardito.



La peluca



El periodismo de investigación está tremendo. Sagaces, intrépidos, bien documentados, con fuentes fiables, astutos, tenaces, los nabos de Perfil no reconocieron en la burda guardia a Diego Gvritz saliendo de PPT con una peluca. Con una peluca, dios mío, Darío Gallo se desconcertó. Pasa que en TEA no te enseñan esas cosas.


El pacto de olivos.

Nuestro sistema político es fruto del Pacto de Olivos. Un balance muestra que, el tercer senador, ha sido un fracaso. Diseñado para sostener el bipartidismo, cuando ése estalló por los aires, el senado quedó como una institución que más que representar a las provincias, representa a las corporaciones.
Los recurrentes problemas de gobernabilidad en la ciudad portuaria, muestras las limitaciones de la fantasiosa "autonomía".
Los desequilibrios estructurales del país no se resolvieron: más aún, se profundizó el nudo de pobreza en el conurbano y se consolidó en el núcleo de riqueza en la pampa húmeda. Mientras, las economías regionales se desmantelaron. La clave electoral es la provincia de Buenos Aires, desde la reforma del 94, y sin embargo.
Los partidos políticos quedaron reducidos a nada. El estado nacional, incluso en la etapa kirchnerista, perdió poder frente a las corporaciones de facto. La provincialización de los recursos naturales resultó un fiasco.
Luego de Menem, hasta el día de hoy, ningún presidente pudo ser reelecto. La creación del Consejo de la Magistratura volvió a los tribunales aún más corporativos, cerrados y berretas. La creación de la jefatura de gabinete no sirvió de fusible ni dio más poder al congreso.
La incorporación de derechos humanos, pactos internacionales y ambientales, derivó en nada por fuera de la materia prima de la política; que ciertamente, no es el voluntarismo legislativo. Un balance bastante desalentador. Y sin embargo, el Pacto de Olivos no es parte de la agenda de discusión pública. 
El delirio de crear una policía porteña que sea financiada por el resto del país (en vez de usar la policía que ya se usaba, sin pagar, a diferencia de, por ejemplo, los formoseños, los correspondientes impuestos para tener una policía) derivó en un escándalo institucional cuya raíz es el Pacto de Olivos: ningún fueguino o correntino va a votar en el congreso por financiarle la policía al distrito más rico del país.
En los planes del radicalismo, la ausencia de trabajadores industriales (el voto peronista de  años atrás) en la ciudad de Buenos Aires, consolidaba el coto radical porteño, con un progresismo de derecha que expresaron bien De La Rúa y Olivera y Telerman e Ibarra. Pero, no previeron que el radicalismo saltaría por el aire tras el gobierno más reaccionario de la historia democrática, que encabezó, precisamente, De La Rúa.
Sin embargo, de regalo, el alfonsinismo nos dejó, junto al menemismo, el lagado de hierro del Pacto de Olivos, que algunos juristas llaman, con voluntarismo, constitución nacional. Con voluntarismo y mayúsculas.
Las cláusulas democráticas de nuestra constitución siguen sin aplicarse, como por caso los juicios por jurados y el artículo 14 bis, y los charlatanes que se autodenominan "constitucionalistas", vendedores de gualichos técnicos, no andan muy sonrojados que digamos. Ahora, el tercer senador, el delirio de la "autonomía" , los débiles estados provinciales negociando con multinacionales por regalías, eso, sí, se aplica. Puntillosamente. Eso es el pacto de olivos. El progresismo declamativo de Alfonsín con la empomada bien real y reaccionaria de Menem. Y le dicen, también, constitución nacional.

ufff...



Cuánto odio, no?

Qué pasó para que sientan tanto odio?

Eh?

En fin...