Decir boludeces sin fundamentos teóricos es una práctica común de la política. No pasa nada con que sea así. Incluso, la teoría política no es un terreno objetivo ni neutro que quede exento de las luchas políticas que recorren el sentido y disputan por la significación de cada término.
Los conceptos de izquierda y derecha, que reflejan posiciones de la economía política y, para una perspectiva de izquierda, los sujetos sociales que representan, son parte de este campo de disputa.
La derecha argentina, que busca y obtiene, con sus ciclos y vaivenes, representar socialmente a las clases medias y altas, en un andarivel más amplio y complejo dentro de la institucionalidad electoral, más vale, es en términos gruesos una derecha progresista, encarnada en la UCR y sus parientes pobres, el socialismo estanciero, por ejemplo.
Así ha sido en las últimas décadas.
Pero, asistimos a un desconcierto ideológico de una contundencia asombrosa.
Oscuro radical, de formación entre precaria y chamuyera, el diputado radical Gerardo Milman, que responde a la pata progresista de De La Rúa que hoy encarna Margarita Stolbizer, nos cuenta que la teoría sociológica y politológica no sirve para nada, sino que con escuchar en la radio y al pasar a Luis Majul uno puede comprender temas complejos; qué es el progresismo, responde:
Milman: La palabra progresismo ha venido ganando una centralidad importante. Siendo un concepto acuñado en épocas de la revolución industrial e íntimamente ligado al desarrollo incipiente del capitalismo febril aunado al conocimiento científico, ha ido virando hacia lo social con el correr de los años. Lo que en un principio fue sinónimo de desarrollo industrial hoy se ha vuelto un concepto compensatorio, por la vía social, de buena parte de los males generados y proyectados por el capitalismo.
Pero a los aspectos sociales que el progresismo viene a expresar le corresponde también una fuerte encarnadura en términos institucionales, es decir, el progresismo jamás puede ser considerado como tal por vías no democráticas de aplicación, con respeto a la ley y al principio republicano de la división de poderes.
Hoy está de moda ser progresista o arrogarse el título de “progresista”. Jamás puede ser progresista quien coarta el derecho a la información o intenta condicionar o ponerle mordaza a la libertad de expresión. Jamás puede ser progresista quien
gobierna haciendo gala de un discurso de fuerte contenido social sin que sus acciones se orienten de manera enérgica a la mejora de la condición educativa y laboral del pueblo.
gobierna haciendo gala de un discurso de fuerte contenido social sin que sus acciones se orienten de manera enérgica a la mejora de la condición educativa y laboral del pueblo.
Jamás puede ser considerado progresista quien utiliza el aparato y los recursos del Estado para favorecer a determinados grupos económicos en detrimento de otros,
o para condicionar o aplastar las autonomías provinciales o municipales. Ser progresista es también luchar y mantener a la política y al Estado, completamente ajenos de la corrupción y del crimen organizado.
o para condicionar o aplastar las autonomías provinciales o municipales. Ser progresista es también luchar y mantener a la política y al Estado, completamente ajenos de la corrupción y del crimen organizado.
El enriquecimiento personal desde el poder mediante la patrimonialización de lo público, además de un delito, es, por definición, antiprogresista. Depender del viento
de cola de la economía mundial y no aprovechar semejante envión para realizar las transformaciones profundas que el país necesita y el pueblo reclama, es no participar del progresismo.
de cola de la economía mundial y no aprovechar semejante envión para realizar las transformaciones profundas que el país necesita y el pueblo reclama, es no participar del progresismo.
Buscar llegar al poder por la vía del pragmatismo puro o intentar mantenerse en él para continuar propalando un mensaje progresista cuando, en realidad, lo único que interesa es la perpetuación sin que se generen condiciones donde se conjuguen mayores libertades individuales con mayor equidad social dentro de un proyecto integral de desarrollo sustentable con participación de dividendos laborales, educativos y culturales para los que menos tienen, dista mucho del progresismo con el que me identifico.
Obviamente, este hombre dice puras y duras boludeces, intentando que uno olvide las prácticas concretas que sostuvo con sus tierna militancia. Los asesinatos, por ejemplo, perpetrados con De La Rúa de presidente. No son "chicanas", es la contundencia de la evidencia sobre por qué viven en la marginalidad política los que, como acto reflejo, sacan a relucir una bancarrota ideológica donde las pulsiones tientan a repetir la sarasa de Franja Morada, patético discurso sin anclaje que naufragó tras ponerse el país de sombrero, con coimas en el Congreso, decretazos, asesinatos y corrupción venal y entrega incondicional a los poderes fácticos, del último gobierno de la derecha progresista que encarnó ese oscuro personaje que es Chacho Alvarez y su líder socialista -de la internacional socialista- Fernando De La Rúa. Hoy, reemplazan a De Narváez por Fernando y Binner por Chacho (en defensa de Binner, hay que decir que no es tan hijo de puta como Chacho) sea en primera o segunda vuelta de rosca que se le de a su ideología.
Ahora, nótese que el franjamoradismo ilustrado, considera progresista, perfectamente, a Fernando De La Rúa, ni que hablar a Chacho Alvarez.
No así a otros dirigentes que, según esta caracterización -más allá de reinvindicaciones, sino simplemente para estudiar la boludez atómica de quienes, por charlatanes o por cínicos, pasan por alto las categorías analíticas para proyectar sus puros deseos- serían gentes de derecha personalidades tan disimiles como Fidel Castro, Gandhi, Simone de Beauvoir, Yasir Arafat, Che Guevara, Malcolm X, Rodolfo Walsh, Evo Morales, Leandro N Alem, José Carlos Mariátegui, Patrice Lumumba, Rafael Correa, John William Cooke, Subcomandante Marcos, Hugo Chávez, Franz Fanon, Heinz Dieterich, Carlos Marx, Salvador Allende, Tony Negri, por que la izquierda viene a ser Alfredo de Angelli, Mario Llambías y Hugo Biolcatti. Ajá.
Vuelve Franja Morada, un poco más timorata.