lunes, febrero 13, 2012
Huyan las señoras, cuiden a los niños, ahí vienen los de La Cámpera!
Instrucciones para pegarle a La Cámpora (1)
[12 febrero 2012]
Por Lucas Carrasco
Diario Crónica 12-2-2012
En el peronismo es una tradición que cuando se está en desacuerdo con alguna decisión del líder (no sólo de los grandes líderes, sino incluso de los barriales, locales, de agrupaciones, de sindicatos), para preservar el liderazgo en cuestionamiento, se apela a que tomó esa decisión equivocada culpa “de su (mal) entorno”.
Hay ejemplos emblemáticos en la rica historia del peronismo.
En el ala, digamos, “de izquierda”, el descreimiento en los días anteriores a la Revolución Libertadora de John William Cooke, porque, sostenía,“Perón se comenzó a rodear de alcahuetes”, es uno. Pero siguió dentro del peronismo e incluso, tras el golpe y como delegado de Perón, tuvo un papel vital en “la resistencia”.
Cuando en los 70 los jóvenes peronistas estaban disconformes con, entre otras cosas, los nombramientos ministeriales del General, quisieron reunirse con él para “romper el cerco” que se cernía,supuestamente,sobre el viejo líder.Y que representaba su secretario privado, José López Rega,a quien Perón mandó, justamente, a recibir a la Juventud Peronista.
Por, si se quiere, “derecha” está el ejemplo del sindicalista Augusto Vandor, que intentó “un peronismo sin Perón” alegando, no sin un análisis político conciso, que el líder en el exilio recibía las noticias de la Argentina de manera ajena y, a veces,contaminada.
El breve y rápido repaso viene a cuento de que, cada vez que se le pega desde los medios ultraantikirchneristas a La Cámpora, en realidad, el tiro es por elevación a Cristina. En general, desde esas usinas de la derecha se considera todo el proceso kirchnerista como una anomalía, como una excepción producto de “dos loquitos” y sostienen que cuando el kirchnerismo se termine volverá el “país normal”. Golpear a La Cámpora significa, tanto como golpear a todas las agrupaciones juveniles peronistas un tiro por elevación al potencial futuro de las ideas que encarnó Néstor y encarna la Presidenta.
Es Cristina una presidenta que tiene, además, la loca ocurrencia de renovar la política con cuadros frescos y darle lugar a los jóvenes.Dos enormes pecados en una Argentina que tiene tradición de marginar lo nuevo y apartar a la juventud.
Por eso es vital que los dirigentes, por lo menos, de La Cámpora, no se parezcan a los pibes de su generación en el relato ultra-antikirchnerista.
Entonces, para golpear a La Cámpora hay que decir que viven en Puerto Madero.
Lo cual les quita en el imaginario el desarrollo territorial en el país, les quita incidencia donde se juega el verdadero peronismo las barriadas populares, los sindicatos, las universidades públicas, las clases medias atadas al mercado interno y -de paso, convengamos-, suena violentamente cursi. Lástima que ese relato hegemónico es, diría Raymond Chandler,“ falso como la sonrisa de un camarero”. Lástima que ninguno de los dirigentes de La Cámpora viva en Puerto Madero.
Iván Heyn, economista muy querido por los militantes de las más variadas tendencias políticas (también incluye el afecto entrañable de este periodista) y fallecido recientemente, era presidente de la Corporación Puerto Madero, un ente gubernamental.
No vivía en Puerto Madero ni rodeado de lujos.
Pero acá entramos en un punto neurálgico: ¿deben los economistas de universidades públicas,militantes de corrientes populares, estudiosos de las doctrinas periféricas, con sueños revolucionarios, meterse en los sacrosantos altares de los más grandes empresarios? El caso vale para Mariano Recalde, para Axel Kicilof, para Santiago Alvarez, etcétera.
En el periodismo hay una vieja máxima, adjudicada a un editor de los años 70,que decía que la fórmula para hacer diarios era armar “la sección cultura con gente de izquierda, la sección economía con gente de derecha y la sección política con gente de centro”.Algo similar pasaba con ciertos gobiernos. Siempre y cuando las áreas claves para el poder económico estuvieran “atendidas por sus propios dueños”, esos jóvenes que no usan corbatas, leen libros raros y tienen ideas nuevas,bien podían refugiarse en lo social,en la cultura,o incluso,en un bloque minoritario de legisladores.Cristina trastocó esa lógica. Apeló a las ideas nuevas, aportó a la generación de una nueva cultura política e introdujo un ingrediente novedoso: la exigencia en el estudio, el saber, la capacidad y el trabajo.
La economía ya no es manejada por la “mano invisible del mercado”. Hay una lógica de formación de cuadros radicalmente distinta, incluso, a los años en los que se formó la Presidenta y,más aún, la mayoría de la principal dirigencia política. Es un aprendizaje de la sociedad, una maduración, que Cristina incentivó.
En los setenta, las grandes ideas revolucionarias subsumían la técnica; y la eficiencia era una palabra mal vista.
En los 90 fue exactamente al revés y el resultado fue catastrófico.
Se trata,en todo caso, de lograr un justo equilibrio entre medios y fines. Entre objetivos y herramientas.O, en lenguaje setentista, entre táctica y estrategia.
En los años 80, la Coordinadora (un grupo de vanguardia perteneciente al alfonsinismo, de destacados cuadros y multitudes movilizadas) y Franja Morada no estaban al frente de empresas técnicas que todavía eran públicas, en las áreas sensibles.
Ahí estaba toda la vieja guardia radical, distribuida por cupos de la lógica interna.
Eran tiempos de retorno de la democracia y a muchos jóvenes de esa Coordinadora la sociedad argentina les debe que abrieran compuertas anquilosadas por años de tradición autoritaria.
Hay parecidos, hay diferencias, pero no son muy ocurrentes: las críticas a la Juventud Peronista de los 70 y a la Coordinadora Radical de los 80, hoy van contra La Cámpora. Pero, como entonces, no se los critica por lo que hacen mal. Se los cuestiona violentamente por lo que hacen bien. Es de suma importancia en estas Instrucciones para pegarle a La Cámpora, entender eso. Les pegan más por lo que hacen bien que por eventuales errores.
Por Lucas CarrascoDiario Crónica 12-2-2012
En el peronismo es una tradición que cuando se está en desacuerdo con alguna decisión del líder (no sólo de los grandes líderes, sino incluso de los barriales, locales, de agrupaciones, de sindicatos), para preservar el liderazgo en cuestionamiento, se apela a que tomó esa decisión equivocada culpa “de su (mal) entorno”.
Hay ejemplos emblemáticos en la rica historia del peronismo.
En el ala, digamos, “de izquierda”, el descreimiento en los días anteriores a la Revolución Libertadora de John William Cooke, porque, sostenía,“Perón se comenzó a rodear de alcahuetes”, es uno. Pero siguió dentro del peronismo e incluso, tras el golpe y como delegado de Perón, tuvo un papel vital en “la resistencia”.
Cuando en los 70 los jóvenes peronistas estaban disconformes con, entre otras cosas, los nombramientos ministeriales del General, quisieron reunirse con él para “romper el cerco” que se cernía,supuestamente,sobre el viejo líder.Y que representaba su secretario privado, José López Rega,a quien Perón mandó, justamente, a recibir a la Juventud Peronista.
Por, si se quiere, “derecha” está el ejemplo del sindicalista Augusto Vandor, que intentó “un peronismo sin Perón” alegando, no sin un análisis político conciso, que el líder en el exilio recibía las noticias de la Argentina de manera ajena y, a veces,contaminada.
El breve y rápido repaso viene a cuento de que, cada vez que se le pega desde los medios ultraantikirchneristas a La Cámpora, en realidad, el tiro es por elevación a Cristina. En general, desde esas usinas de la derecha se considera todo el proceso kirchnerista como una anomalía, como una excepción producto de “dos loquitos” y sostienen que cuando el kirchnerismo se termine volverá el “país normal”. Golpear a La Cámpora significa, tanto como golpear a todas las agrupaciones juveniles peronistas un tiro por elevación al potencial futuro de las ideas que encarnó Néstor y encarna la Presidenta.
Es Cristina una presidenta que tiene, además, la loca ocurrencia de renovar la política con cuadros frescos y darle lugar a los jóvenes.Dos enormes pecados en una Argentina que tiene tradición de marginar lo nuevo y apartar a la juventud.
Por eso es vital que los dirigentes, por lo menos, de La Cámpora, no se parezcan a los pibes de su generación en el relato ultra-antikirchnerista.
Entonces, para golpear a La Cámpora hay que decir que viven en Puerto Madero.
Lo cual les quita en el imaginario el desarrollo territorial en el país, les quita incidencia donde se juega el verdadero peronismo las barriadas populares, los sindicatos, las universidades públicas, las clases medias atadas al mercado interno y -de paso, convengamos-, suena violentamente cursi. Lástima que ese relato hegemónico es, diría Raymond Chandler,“ falso como la sonrisa de un camarero”. Lástima que ninguno de los dirigentes de La Cámpora viva en Puerto Madero.
Iván Heyn, economista muy querido por los militantes de las más variadas tendencias políticas (también incluye el afecto entrañable de este periodista) y fallecido recientemente, era presidente de la Corporación Puerto Madero, un ente gubernamental.
No vivía en Puerto Madero ni rodeado de lujos.
Pero acá entramos en un punto neurálgico: ¿deben los economistas de universidades públicas,militantes de corrientes populares, estudiosos de las doctrinas periféricas, con sueños revolucionarios, meterse en los sacrosantos altares de los más grandes empresarios? El caso vale para Mariano Recalde, para Axel Kicilof, para Santiago Alvarez, etcétera.
En el periodismo hay una vieja máxima, adjudicada a un editor de los años 70,que decía que la fórmula para hacer diarios era armar “la sección cultura con gente de izquierda, la sección economía con gente de derecha y la sección política con gente de centro”.Algo similar pasaba con ciertos gobiernos. Siempre y cuando las áreas claves para el poder económico estuvieran “atendidas por sus propios dueños”, esos jóvenes que no usan corbatas, leen libros raros y tienen ideas nuevas,bien podían refugiarse en lo social,en la cultura,o incluso,en un bloque minoritario de legisladores.Cristina trastocó esa lógica. Apeló a las ideas nuevas, aportó a la generación de una nueva cultura política e introdujo un ingrediente novedoso: la exigencia en el estudio, el saber, la capacidad y el trabajo.
La economía ya no es manejada por la “mano invisible del mercado”. Hay una lógica de formación de cuadros radicalmente distinta, incluso, a los años en los que se formó la Presidenta y,más aún, la mayoría de la principal dirigencia política. Es un aprendizaje de la sociedad, una maduración, que Cristina incentivó.
En los setenta, las grandes ideas revolucionarias subsumían la técnica; y la eficiencia era una palabra mal vista.
En los 90 fue exactamente al revés y el resultado fue catastrófico.
Se trata,en todo caso, de lograr un justo equilibrio entre medios y fines. Entre objetivos y herramientas.O, en lenguaje setentista, entre táctica y estrategia.
En los años 80, la Coordinadora (un grupo de vanguardia perteneciente al alfonsinismo, de destacados cuadros y multitudes movilizadas) y Franja Morada no estaban al frente de empresas técnicas que todavía eran públicas, en las áreas sensibles.
Ahí estaba toda la vieja guardia radical, distribuida por cupos de la lógica interna.
Eran tiempos de retorno de la democracia y a muchos jóvenes de esa Coordinadora la sociedad argentina les debe que abrieran compuertas anquilosadas por años de tradición autoritaria.
Hay parecidos, hay diferencias, pero no son muy ocurrentes: las críticas a la Juventud Peronista de los 70 y a la Coordinadora Radical de los 80, hoy van contra La Cámpora. Pero, como entonces, no se los critica por lo que hacen mal. Se los cuestiona violentamente por lo que hacen bien. Es de suma importancia en estas Instrucciones para pegarle a La Cámpora, entender eso. Les pegan más por lo que hacen bien que por eventuales errores.
viernes, febrero 10, 2012
Crónica y Jazmín
Crónica publica hoy fotos que deberìan pertenecer a tribunales y todo el casero método de investigación. A Crónica, un policía o alguien del juzgado responsable de ese policía, le filtró (les vendió, hablemos claro) fotos injuriantes para la víctima, recientemente fallecida, sus familiares y amigos. Fotos de Jazmín De Grazia muerta.
Y trabajo en Crónica. Habitualemente a primer página impar después de la tapa -la más cara en términos publicitarios- lleva mi firma de una columna que nadie, previamente, controla (más que editar errores de tipeo y de espacios, cosas normales, pero que nunca jodieron la idea principal -auqivocada o no, es otra discusión- de quien firma). Pero, lo que hoy hizo Crónica, es una mierda. Una verdadera mierda. Y se trata de la nota de tapa, no de un filtrado de una nota menor en una sección menor. Sino de la idea más elaborada e institucionaliza que puede tener una edición en Papel. Una tapa que no sólo atenta contra la moral y las buenas costumbres, cosas pasadas si se quiere de moda, una tapa que es de malnacidos, sino que además, más allá de la baja calidad de personas de fotógrafos, periodistas y editores encargados de esa nota, más allá de los delitos cometidos por policías y empleados de jerarquía en tribunales, es una afrenta para el periodismo, una afrenta para quienes luchamos y apostamos por la democratización de los medios y una calumnia -delito derogado por la presidenta Cristina Kirchner a pedido de los periodistas y del CELS, pero que no invalida su pleno significado en el diccionario de la verguenza- para las personas de bien.
Lamento que la familia de Jazmín tenga que pasar por eso.
Lamento lo de Crónica, y más que lamento siento rabia. Algo de pena anticipada por lo que van a reprocharme. Pero esto es una verguenza. Y no quiero que mi firma, con las ideas políticas que los lectores de este blog conocen (soy del campo nacional y popular, defiendo a este gobierno, la mayoría, sobre todo en este último tiempo con el ascenso de La Cámpora, son mis amigos personales) se sienta parte cultural, de la misma familia, que esa infamia que acaba de hacer Crónica. El diario donde seguiré mandando mis columnas y se verá.
No voy a poner la tapa para ilustrar este post. Si lo que buscaban es "instalar" y vender el diario, cayendo moralmente tan bajo como Darío Gallo, conmigo no cuenten. Bah, sí, cuenten con mi total y completo repudio.
Una vida vale por sus ganas de vivir. No por la cruel desgracia de morirnos.
miércoles, febrero 08, 2012
martes, febrero 07, 2012
Como vine yo me iré. Insoportable, como vine.
Anoté, palabras sueltas, en un papel, que arranqué, de una carpeta, hace un rato, sentado en una mesa, de un bar, en otro barrio. La cadencia pausa, tierna, paciente, de ahora. Madrugada. Pero algunas veces ando como loco y pateo la mesa de cualquier lugar y rompo todo y lo que esperaban de mí de pronto no está, se fue. Se fugó. En la prisa de las cosas. Entre los nervios de los días.
De los días enteros. De los días oscuros. De los días ajenos.
Un pedazo de carne desgarrado en la mesa de los policías de la moral ayer estaba lleno de vida. Y hoy frío espera el veredicto ante la ansiedad de los buitres. Calculadores del mal comportamiento ajeno. Medidores de la pena. Sermones de ocasión. Avenidas lineales para salir corriendo. La noche entera. La noche oscura. La noche ajena.
Me hice con una mochila imaginaria al hombro para recorrer mi barrio. Mirar las esquinas. Buscar recuerdos. Reconocerme. Silbando al farol, estereotipado. Como si me mirara, en la tristeza insólita del asfalto, al espejo una mañana. Y no encontré nada. Más que a mí mismo. Horrorizado, quién sabe con qué. Capaz que, apenas, con esto que soy. Capaz. No sé. Aprendí a desconfiar de mis juicios más sesudos. Para abrirme a preguntas. Para abrirme de brazos. Desesperado. El acto de apenas mirarse al espejo. El espejo entero. El espejo oscuro. El espejo ajeno.
Yo miré con precisión de orfebre cada uno de mis defectos. Me rompí la cabeza contra el puño de la culpa. Me eché la culpa. Confesé bajo amenazas, me confesé culpable mil y una vez en noches desesperadas, ante el juez turbio de este desgarro que guardo dentro del pecho. Yo lloré desconsoladamente sin motivo. Yo fui prisionero en los campos de la angustia. Yo me hice de nuevo. Yo les mentí. Yo me reí. Con la risa entera. Con la risa oscura. Con la risa ajena.
Y mientras eso pasaba un perro apenas silbaba al farol.
Los últimos náufragos en una isla pequeña se besaban, emocionados se tiraban en la arena a hacer el amor. No contaron las horas. La miseria del tiempo. Se sabían a salvo de la esperanza. Suben ahora a una palmera y sacan frutos que rompen contra las piedras. Con contundencia. La contundencia del hambre. La contundencia entera. La contundencia oscura. La contundencia ajena.
Hay un hombre de mediana edad y de mediana barba pegándole con furia mansa a las teclas. Detrás de esa ventana. Detrás de esa cortina. Apaga los teléfonos y enciende la esperanza. Tiene los ojos rojos. Tiene un cinturón gastado. Tiene un agujero en la zapatilla. Tiene un montón de olvidos. Olvidos enteros. Olvidos oscuros. Olvidos lejanos.
Se hace el boludo. Está, hay quien lo percibe, por estallar. Y mientras tanto. Se hace el boludo. El boludo entero. Yo le ayudaba a mi abuela a tejer los ovillos de lana que compraba a granel, era el niño ahí, sentado al lado del sillón hamaca en el patio, cuando venía en el cielo la oleada de golondrinas y el ovillo se hacía el ovillo entero. Para un pullover entero. Para un pullover oscuro. De un boludo lejano. Este mismo que ahora te escribe.
Hola
» Edición Domingo 11.05.2003 » Especial » Una década como íntimos enemigos
ELECCIONES 2003 | LA RELACION ENTRE MENEM Y KIRCHNER Una década como íntimos enemigos
Las tensiones entre los dos fueron una constante en la era menemista. La rebeldía del gobernador chocaba con las réplicas del ex presidente.
Ricardo Rios
Navegó estos días por los mares de Internet un mensaje con remitente menemista. Reproducía un artículo lejano, del 28 de diciembre del 94, con la visita del entonces presidente Menem, a la provincia de Santa Cruz, para la inauguración del aeropuerto de El Calafate.
Lo jugoso del recorte —no casualmente lo que al menemismo le importó resaltar—, es el recital de halagos que ese día brindó el gobernador Kirchner, por aquel tiempo cumpliendo su primer período en la provincia. "Un Presidente que escuchó a Santa Cruz", fue uno de los tantos cumplidos de Kirchner a Menem.
Se vio a un campo que con este ejercicio de memoria selectiva, el menemismo buscó resaltar las "contradicciones" entre lo que hizo y lo que ahora dice el santacruceño. Como sea, el episodio da pie para un repaso más amplio de las relaciones entre los dos rivales del ballottage; especialmente durante la década que gobernó Menem.
Y la retrospectiva dice que la de ellos fue, en verdad, una relación dominada por las tensiones y una desconfianza mutua. De entrada, a fines del 91, Kirchner se plantó como un díscolo del PJ que nunca encajaría en la que él decía la "casta menemista". Menem le haría sentir el rigor a esa rebeldía que llegaba del sur.
Hubo un punto sí sobre el que nunca se cruzaron reproches y que los tuvo siempre del mismo lado: la vocación de ambos por la reelección. Uno para perpetuarse en la Nación y el otro en la provincia.
A Menem le dio mala espina cuando asumió Kirchner en Santa Cruz. Le inquietaba que proviniera de la "tendencia" peronista y que por esa matriz ideológica pudiera correr por izquierda a su modelo de "economía popular de mercado".
Pero no fue hasta julio del 92 cuando estalló el primero de una larga serie de cortocircuitos. Por entonces, Kirchner acusó al canciller Di Tella de "entreguista e improvisado", por el acuerdo logrado con Chile por la zona de Hielos Continentales y el arbitraje por Laguna del Desierto.
Su cercanía a José Luis Manzano y su admiración —diluida con los años— por Cavallo, no le impidieron a Kirchner, en el 93, negarse a firmar el pacto fiscal que impulsaba la Nación. Ante eso, no le tembló la mano a Menem para recortarle a Santa Cruz fondos de coparticipación.
Después de impulsar su propia reelección, Kirchner apoyó la de Menem y se puso a favor del Pacto de Olivos. Pero igual se cruzó feo con Alberto Kohan, cuando éste planteó "abrir" la discusión que ya habían acordado Menem y Alfonsín: "Esto nos quita seriedad frente a la sociedad", acusó Kirchner.
Como convencional en Santa Fe dio motivos para que Menem se irritara con él: elogió a Chacho Alvarez, protagonizó duelos bravísimos con su ahora aliado Jorge Yoma y lamentó que el ucedeísta Alberto Albamonte hablara "en nombre del PJ".
La relación llegó a uno de sus picos de espesor cuando Kirchner decidió "bajarse" de la delegación que acompañó a Menem a un visita a Canadá; en represalia por los recortes a Santa Cruz y los "premios" a La Rioja. "Algunos deben terminar con sus exigencias", bramó Menem.
La tensión bajaría a fines del 94, cuando el ex presidente prometió la condición de zona franca para Santa Cruz. Tiempo después, derogaría Menem el decreto respectivo para supuestamente castigar la posición de Kirchner por los Hielos Continentales, contraria a la del Gobierno. Por obvias razones de supervivencia Kirchner jugaba al equilibrio para que Santa Cruz —con él adentro— no fuera condenada al ostracismo. Lo logró desacelerando cada tanto su pelea con Menem y valiéndose de los recursos de una provincia que le evitaban peregrinar por fondos nacionales.
Los acercamientos de Kirchner a los ex PJ José María Bordón y Gustavo Beliz (debía buscar afuera lo que en su partido no encontraba) lo llevaron a decir, en el 96, que el trío Corach-Kohan-Eduardo Menem "tienen prácticas similares a las de López Rega". Menem se crispó: "Para gobernar bien hay que comenzar por gobernar la lengua". En el 97 volvieron a chocar, cuando Menem dejó plantado a Kirchner, a sabiendas de que en Santa Cruz lo esperaba una acto de repudio de los petroleros.
Kirchner, que ya se sentía presidenciable, no esperó mucho su revancha: en octubre del 97, culpó a Menem por el triunfal debut de la Alianza. Y de paso exaltaría "la ratificación del pueblo de Santa Cruz" a su esposa Cristina luego de que en el Senado la separaran del bloque del PJ.
Se aproximaba el fin de Menem en el poder y Kirchner, que se declararía feliz con la fórmula Duhalde-Palito, sorprendió en febrero del 98: "Apoyaremos la chance de que Menem tenga su re-reelección". Pero fue una adhesión envenenada: "Siempre que antes haya una consulta popular, en la que yo voy a votar que no".
lunes, febrero 06, 2012
Lanata.
Hoy empezó Lanata en radio Mitre, del Grupo Clarín. No pude escucharlo, pero lo iban comentando en Twitter. Y me divertía. Me divierten las discusiones, las peleas, las incomodidades, esas cosas. A mí me divierten. Lanata le va a tirar con todo al gobierno, está sacado de odio, y perdiendo un poco de peso. En la sociedad. Su palabra está un poco desgastada. Pero viene bien. Es saludable. Lanata forma parte de la construccion liberal del sentido de común (de derecha) y hace hincapie en cosas menores, pequeñas, pero a la vez, necesarias. Los funcionarios corruptos, por ejemplo.
Se necesita un periodismo que haga hincapié en eso, que investigue. Nosotros, los que siempre acentuamos el rol de las grandes empresas en ese entramado (incuidos Clarín, por ejemplo) de algún modo, complementamos. El periodismo ha crecido en calidad. Por que ha crecido la sociedad: el kirchnerismo puso sobre la mesa cuestionamientos y preguntas que no tienen vuelta atrás. Y puso sobre la mesa la necesidad de democratizar los medios de comunicación. Es ésto. La pluralidad. Hay que bancarsela, hacer un ejercicio de aprendizaje. Aunque te llamen nazi, aunque te digan que todo lo que pensás es por guita, aunque discutamos todo, aunque peleemos por la representación conceptual en el escenario social, o por eso mismo.
Lanata le va a dar valor a la discusión. Y creatividad. Significa un desafío, el desafío de los que nos ufanamos ni más ni menos que de comprender la realidad. Lo que hay es mejor que lo que había.
Y después que sigan las pasiones y las batallas. Después que siga la vida, lo de siempre.
Se necesita un periodismo que haga hincapié en eso, que investigue. Nosotros, los que siempre acentuamos el rol de las grandes empresas en ese entramado (incuidos Clarín, por ejemplo) de algún modo, complementamos. El periodismo ha crecido en calidad. Por que ha crecido la sociedad: el kirchnerismo puso sobre la mesa cuestionamientos y preguntas que no tienen vuelta atrás. Y puso sobre la mesa la necesidad de democratizar los medios de comunicación. Es ésto. La pluralidad. Hay que bancarsela, hacer un ejercicio de aprendizaje. Aunque te llamen nazi, aunque te digan que todo lo que pensás es por guita, aunque discutamos todo, aunque peleemos por la representación conceptual en el escenario social, o por eso mismo.
Lanata le va a dar valor a la discusión. Y creatividad. Significa un desafío, el desafío de los que nos ufanamos ni más ni menos que de comprender la realidad. Lo que hay es mejor que lo que había.
Y después que sigan las pasiones y las batallas. Después que siga la vida, lo de siempre.
Majul sobre Lanata
martes, febrero 22, 2005
Lanata no sabe ni contesta
Lanata no sabe y no contesta.Esa es la conclusión que se puede sacar después de la nota que le hizo Sebastián Wainraich para Indomables, ayer a la noche. El Pelado le preguntó algo así como:
-¿Navegás por Internet?
Y Lanata, un poco más gordo y desaliñado que de costumbre, se rió y respondió:
- No seas boludo...de eso no quiero hablar.
- No...quería saber si habías entrado en la página luismajul.com...donde hablan de vos.
Lanata no dijo si era verdad o era mentira que Fernando De Santibañes, número uno de la SIDE durante el gobierno de Fernando De la Rúa, le hubiera prestado plata. Sólo se dedicó a impresionar al auditorio para recordar que me inició un juicio penal por injurias y otro civil para donarle la plata no sé a quien. Si Lanata respondiera algunas preguntas precisas se ahorraría tiempo y dinero. (Y también le ahorraría trabajo a su abogados, quienes a fines del año pasado le ofrecieron a los míos una "salida elegante" para conciliar nuestras supuestas diferencias.)
Las preguntas son las siguientes:
1. ¿Es verdad que Fernando de Santibáñes te prestó dinero para financiar, entre otras publicaciones, la revista masculina Ego?
2. ¿Es cierto que, a pesar de los reclamos del ex funcionario, no le devolviste los cientos de miles de dólares que te prestó?
3. ¿Es verdad que el financiamiento se concretó en una reunión de la que participaron vos, el excelente periodista Miguel Brascó, Carlos Becerra y el propio de Santibáñes?
4. ¿Es cierto que, como consecuencia de ese financiamiento, De Santibáñes habría gozado de un trato periodístico diferente, por lo que algunos periodistas de la revista ahora llamada Veintitrés se sintieron censurados?
Si esta lista de inquietudes no fuera suficiente, propongo un careo entre de Santibáñes y Lanata, y el testimonio de periodistas y administrativos que con gusto se presentarían a declarar en la causa.
Pero son preguntas fáciles de responder.
Como son fáciles de responder algunas de las preguntas que algunos periodistas me hacen sobre Lanata.
En el próximo envío las sintetizo.
PD: Es mejor que, en vez de gastar plata en abogados, se dedique a pagar la plata que le debe a su ex amigo Adrián Paenza, a levantar los cheques rebotados que emite su productora por el embargo que le dictó la AFIP o a saldar parte de la deuda que mantiene con sus acreedores por la que se hizo quebrar a su empresa ( Un claro ejemplo de seudo empresario rico con empresa pobre ).
domingo, febrero 05, 2012
¿Ajuste o sintonía fina?
¿Ajuste o sintonía fina?
Por Lucas Carrasco
La quita de los subsidios provoca que algunos usuarios
tengan que pagar más por los servicios públicos domiciliarios y de transporte. En el debate económico, esto se puede llamar
ajuste o actualización, pero en lo concreto se trata de un aumento del dinero
que cada usuario invertía en esos servicios.
Todas las tarifas estaban congeladas desde el año 2003,
basta recordar cuánto era el salario que cada uno cobraba hace 9 años, o cuánto
salía un café, una entrada a la cancha o cuánto uno dejaba en la parroquia.
Mientras ocurrían los aumentos, tanto de los precios como de los salarios,
muchas tarifas controladas por el gobierno quedaron, en cambio, congeladas. Si
uno calcula el porcentaje de aumentos de precios en varios productos y de
aumento salarial en un conjunto de personas (la familia de uno, por ejemplo) va
a notar que el porcentaje de aumento de las tarifas es menor.
El problema económico se originó cuando el crecimiento de
los salarios y de los precios dejaron desfasadas las tarifas congeladas. O sea,
habían crecido tanto los precios de la economía –también de los costos de esos
servicios específicos- que era cada vez mayor la cantidad de dinero que el
gobierno tenía que poner para mantener esas tarifas, volviéndose de a poco
injusto, porque el conjunto del gasto y la inversión del estado sostiene a la
vez muchas variables como las escuelas, las políticas sociales, la asignación
universal, las deudas de los anteriores gobiernos, los hospitales, etc.
La electricidad en mi casa de Capital era cinco veces más
barata que la que paga mi abuela, jubilada, en Paraná. Hace algunos años, cuando existía un alto
desempleo, mi abuela ya estaba jubilada y ganaba más que yo. Hoy, es al revés.
Porque hay más empleo, por lo tanto salarios más altos, etc. Hoy en una cena me
podía gastar prácticamente lo mismo que la boleta de un mes entero de
electricidad.
Pero mientras tanto, además, no sólo la ecuación energética
cambia en el mundo a cada rato (el valor del petróleo se define en las Bolsas
de Comercio y en los cuarteles generales, ni más ni menos) sino que aumentaron,
por suerte, los costos para las empresas. ¿Por suerte? Sí, aumentaron los
salarios de los trabajadores de EDESUR y EDENOR, los del correo que me mandan
la boleta, los bancarios donde voy a pagar, etc.
Los controles a las importaciones no son un invento de este
gobierno en la Argentina ni en el mundo, al contrario, los gobiernos
neoliberales los anularon como una rareza que produjo la debacle de la
industria, con sus costos sociales en el empleo y el salario, y en la economía
toda. Esa economía que nos hacía cantar “¿Dónde
hay un mango, viejo Gómez?”
Basta pensar en el trabajo de cada uno y cómo la importación
abierta en un mundo en crisis podría, rápidamente, reemplazarnos a nosotros
como trabajadores. En mi caso, mi trabajo es estudiar durante la semana,
entender las noticias, buscarlas y contárselas a usted los domingos. Pero si el
monopolio de Clarín en el papel o la importación abierta a países que pagan
salarios más bajos o en monedas devaluadas no se hubiera solucionado, habría
menos trabajadores que harían posible que usted nos leyera. Y este diario
quizás se vería obligado a tener menos páginas y yo a trabajar de otra cosa.
La regulación de las importaciones es, además, una medida
que están tomando todos los gobiernos en el mundo para proteger, ante la crisis
mundial, sus propias fuentes de trabajo.
El gobierno argentino, como es natural, intenta proteger las fuentes de
trabajo de los argentinos.
Si se mira más en fino, la regulación de las importaciones,
los derechos de exportación para productos sin elaborar (las llamadas
retenciones, que paga, por ejemplo, la soja a granel, sin elaboración. Es una
alícuota muchísimo menor si la soja es en aceite: porque su procesado implica
muchos más trabajadores argentinos y sale, por eso mismo, mucho más caro vender
aceite de soja que la soja a granel, que casi no emplea trabajadores gracias a
las tecnologías vigentes) las reservas del Banco Central, el subsidio a las
tarifas, el estratégico desendeudamiento son políticas económicas que acompañan
el valor del dólar. La cotización del dólar, de suma importancia para el
comercio exterior, tiene que ver también con el trabajo argentino. La mayoría
de los trabajadores no compramos dólares, pero el valor de esta moneda, aunque
no lo sepamos, determina también nuestros salarios, nuestro trabajo, etc.
Suena un poco amargo que sea el dólar quien marque nuestro
futuro laboral para los que no compramos dólares, pero además porque quienes
juegan a la bicicleta financiera son los banqueros, los propietarios de grandes
fábricas y grandes extensiones de campo, los organismos multinacionales y los
gobiernos extranjeros. La sintonía fina lanzada por la Presidenta busca adecuar
justamente todas las herramientas posibles, las anteriormente nombradas, en pos
del mismo objetivo macroeconómico, que nos parece tan lejano, tanto como de la
vida cotidiana: nuestro trabajo, sin ir más lejos. Y que no sean solamente los grandes jugadores
de la economía del mundo quienes definan nuestro futuro.
Hasta estos días, la crisis mundial más dura que vivió el
capitalismo fue durante fines de la década del 20 y el 30. En Argentina
coincide –y no casualmente-con el primer golpe de estado militar, que derrocó
al gobierno democrático de Yrigoyen. En el mundo, esa crisis fue detonante del
ascenso del nazismo, del fascismo, de dictaduras y guerras, hambrunas y desesperación.
Esa crisis fue de “sobreproducción” es decir, políticas económicas que
empobrecían a los trabajadores y entonces nadie podía comprar lo que se
producía.
La actual crisis mundial es de carácter financiero y abarca
las deudas externas de los países, principalmente europeos (pero no solamente).
Es decir, por ahora, es una crisis distinta, que la Argentina soporta sin
mayores pesares por el desendeudamiento que inició el expresidente Néstor
Kirchner y continúa Cristina. Pero las
recetas neoliberales que en Europa se están tomando –haciendo los clásicos
ajustes para pagar la deuda, que en Argentina vivimos en los años 90- pueden
derivar en una crisis de “sobreproducción”. O sea, por ejemplo: el país X
fabrica bicicletas que vende a la Argentina y compiten con las fábricas
nacionales, hay un ajuste en ese país que rebaja los salarios de la fábrica de
bicicleta, con lo cual pueden venderlas más baratas; peor aún, como el ajuste
salarial se dio en todos los trabajadores del país X esos trabajadores
postergan la compra de bicicletas, entonces la fábrica tiene más “stock” y las
trae a mitad de precio que las bicicletas hechas en Argentina. En este caso,
habría “ajustes” en las fábricas de bicicletas Argentinas, reducción de turnos,
etc, porque se fabricarían menos bicicletas porque la gente busca las
importadas, que son más baratas. ¿Cómo
salir del círculo vicioso? Controlando la importación de bicicletas.
Los neoliberales objetarían –es lo que le objetan a Cristina
ahora- que de ese modo no se perjudican los trabajadores de las fábricas de
bicicletas pero sí lo otros, por ejemplo, este periodista, que no puede comprar
las bicicletas más baratas (la verdad es
que mi poco espíritu deportivo afecta la industria nacional, ja). Claro, el problema es que si abren la importación
de bicicletas, ¿por qué no la del papel para diarios?, pero además, si quedan
sin trabajo los fabricantes de bicicletas lo joden a mi tío, que es ingeniero en
seguridad industrial, y si hay más trabajadores desocupados quizás se vendan
menos diarios (Crónica, justamente, el
preferido entre los trabajadores) y si hay más trabajadores en la calle
dispuestos a un menor salario pero conseguir laburo, seguro le bajan el sueldo
a mi hermano en su fábrica, que va a aceptar para no quedarse sin nada. Lo que
ya vivimos tantas veces los que ya no somos jóvenes. Y todo porque yo quería
aprovechar las bicicletas a precio de saldo del país X.
Lo mejor, es justamente, controlar las importaciones. Pero
no restringirlas. Porque si el país X no
nos puede vender ninguna de sus bicicletas, los fabricantes nacionales, que
siempre fueron pícaros, la van a vender con precios altísimos bajo cualquier excusa.
Si eso pasa, basta “liberar” una cantidad de bicicletas del país X, más
baratas, para poder regular el precio de los fabricantes nacionales.
Los grandes lineamientos de la economía tienen relación con
nuestra vida cotidiana, por eso es fundamental comprenderlos y saber valorar
correctamente. Sobre todo porque muchas veces los economistas hacen difícil la
comprensión de las cosas. Algunos,
incluso, de mala fe. Porque trabajan de lobistas de bicicletas del país X.
Otros, porque su jerga es sólo para iniciados. Pero yo no lo puedo echar la
culpa a los economistas por haberme comprado una bicicleta que duerme en el
balcón esperando mi espíritu deportivo que no aparece. Qué lástima.
Publicado en Crónica. Firme junto al pueblo
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