Hay cotorreos gráficos y audiovisuales que, simulando neutralidad informativa, deslizan la saña del miedo como si ellos no lo alentaran. Ya corren por la red encuestas intencionadas que preguntan a los usuarios si tienen miedo, instándolos a tenerlo; y se derraman cadenas de mensajes arengando a recibir al censista sólo en la vereda y con custodia. Últimamente consorcistas de propiedad horizontal, vecinos unidos en el delirio, usinas de desconfianza mediáticas o blogueras advierten del peligro de abrirle la puerta a un señor o señorita por más credencial que muestre. Cada acción oficial y gubernamental es motivo de sospecha activando en la oposición glándulas de negación y de condena. Esta clase de prejuicios, especulaciones y absurdos conspiran contra un censo nacional que sólo se propone la clásica actualización de nuestra identidad poblacional, geográfica, social y económica.Orlando Barone, sigue acá.
jueves, octubre 07, 2010
El Censo
miércoles, octubre 06, 2010
Yo también te mando mensajes así, tipo subiminales
Probablemente esté modificándose el lenguaje periodístico. No sólo los formatos, los géneros, sino la materia prima, el lenguaje.
En la semiótica de los años sesenta y setenta nadie discutía- más que desde los bordes (difusos) de la disciplina- que es el lenguaje el que decodifica la imagen. No habían entonces irrumpido las nuevas tecnologías comunicacionales modificando radicalmente la cotidianeidad. Hay un periodismo analógico que pervive basado en el prestigio de las jerarquías y otro que emerge voluptuoso y abarcadoramente marginal. Sin embargo, esas dicotomías que nunca operan con desgarro en la realidad sino que sirven para ilustrarla, tienen siempre zonas grises, compartimentos, lugares comunes. Así es que se vuelve más complejo encontrar los rasgos de ese nuevo lenguaje de la narrativa periodística.
La imagen no se decodifica solamente con palabras, como bien sabe Florencia. Poner en palabras un # de Twitter, la potencia que baja de un videojuegos, la multiplicidad de formatos conteniendo una significación redonda -lo que aún, escuetamente, se llama multimedia- son todavía inapreciables para la conceptualización, ésa que crea consensos al interior de los grupos de estudio. Se alude a lo novedoso de las cosas para justificar su inminente inapresabilidad, pero antes de que suceda el momento de la captura por parte de los conceptualizadores, el msn ya quedó en el olvido. Y sí, por sólo preguntarse, estamos asistiendo a una etapa, quizás superior, del lenguaje periodístico, donde las palabrs ya no dicn tdo? Donde hay otros idiomas -por poner provisoriamente, un término- que se aprenden por fuera de las instituciones? Las educativas, las de justicia, etc. En esas instituciones, los docentes y los abogados escriben para el culo, pero son, se sabe, los custodios de esa entelequia tan vulgar que es la Real Academia o la profesión de constitucionalista. El desprestigio en el que caen los interpretadores de corán sintáxico no se debe sólo a las antiguallas de sus formatos, sino además a la multiplicidad de sentidos que en otras muchas áreas (la sexualidad, la religión, los gustos culturales) se acepta con la contundencia de lo cotidiano.
Y sí estamos asistiendo a la generación de los diversos lenguajes, que buscan, ya, borrar los formatos estancos, la verdad impoluta, los sentidos imponentes, si eso sucediera, qué pasaría con el lenguaje periodístico, hijo de la nostalgia de los diarios en papel?
martes, octubre 05, 2010
Carnaval toda la vida
El carnaval es una costumbre traída a américa por los conquistadores españoles y portugueses. Con cierto aire pagano, se enmarcaban principalmente en el campo religioso cristiano. La distancia -física, con todo lo que eso representaba hace 500 años- entre las autoridades terrenales de dios y sus delegados en la conquista, permitía que, en realidad, los delegados fueran el verdadero poder en la administración de las colonias. El carnaval formaba parte del folclore religioso.
Encontrarle un tinte contracultural al carnaval es parte de un contexto más amplio y de larga tradición: el orientalismo, el guevarismo, el hippismo, el maoísmo, el indigenismo, el surrealismo, el mayofrancismo, etc. Las prácticas idealizadas que a distancias siderales se desarrollan en pequeños círculos de grandes centros urbanos. Como es regla, se mete a los negros esclavos, a los indígenas y a los rebeldes sociales en la práctica del carnaval, con algún asidero en la realidad, pero forzando muuucho las interpretaciones.
Las culturas donde prima el protestantismo no tienen carnaval -y sus fábulas contraculturales son distintas- y sí las que fueron hijas de la conquista criminal del catolicismo. Raro. Como encendido.
Generalmente el carnaval está antes de la fiesta de la Cuaresma. Y leerlo como liberación de la opresión esclavista es bastante traído de los pelos. Aunque esta versión sea furor en las facultades de temas sociales. La idealización del guerrerismo indígena, de la inmundicia de la esclavitud y cierto horizonte puesto en una utopía sin sujeto social permite el despliegue de estos mitos que luego producen prácticas sociales de mucho progresismo cool. Banal y sin mayores consecuencias, la más de las veces. A lo sumo, soportar a las vedettes en el carnaval de Gualeguaychú o mirar las empresas de carrozas desfilando por Brasil, cristalizando organizaciones vecinales de fuertes vínculos con el narcotráfico y la violencia, pero todo muy simpático. En Gualeguaychú, por ejemplo, la continuidad del carnaval se vio (en la cabeza de muchos entrerrianos) amenazada por el afeamiento del paisaje que produce, innegablemente, la pastera de la República de Botnia, gobernada por el muy progresista -y carnavalero- Frente Amplio. Fea la actitud.
Pero, ojito, hay murgas que contienen un diseño estético agradable visualmente, con fuertes contenidos revolucionarios, como por ejemplo la comparsa de Proyecto Surf, con los jóvenes idealistas -Julio Raffo, Pino Solanas, Claudio Lozano- a la cabeza. Merecen tener su feriado, la murga Agarrate Cristina porteña.
lunes, octubre 04, 2010
La juventud
Hay un primer dato a tener en cuenta, y es que esa juventud (esa ínfima parte de lo que son los jóvenes argentinos) es el primer sector social movilizado del kirchnerismo que no estaba previamente activado ni politizado. Es decir, a diferencia de los movimientos sociales, de los sindicatos o de los organismos de derechos humanos, esos jóvenes son (mos) fruto del actual proceso político. En una parte importantísima -que muchos pudimos constatar en el terreno- es una nueva participación que fue germinando durante y después del conflicto rural de 2008 y la Ley de Medios. Su naturaleza es extremadamente heterogénea y los blogs y demás “soportes” la representan sólo muy parcialmente. Hay una realidad más nacional de lo que se cree, y dónde han perforado particularmente el formato “hinchada de 687″ como también experiencias políticas locales, dónde la rebeldía de la remera del Ché se trastocó en la rebeldía frente al lockout sojero y el sentido común de “la gente” (mayor).
Y sigue acá.
Putos
Como somos parte de este tiempo en que pueden casarse dos hombres, dos mujeres. Ni nos imaginamos cuánto cambia eso el rumbo, pero nos damos cuenta cuando en una conversación aparentemente definitoria, que mas tarde tendrá otras y cambiará, esos que imaginaban otra cosa tartamudean en la parte de, es que no sé no te podes casar bueno ahora sí en fin. Cuántos anteriores a nosotros tuvieron que esconderse abajo de la mesa, escapar corriendo, aguantar maltratos, disfrazarse. Hoy a menor escala. Somos también nosotros los que tenemos que sumarnos al avance, impedir retrocesos y quién sabe dónde estar dentro de treinta años. Los ninguneados, los perseguidos, los marginados.
Los putos peronistas festejaron la nueva ley, el orgullo,
los jueces casan putos y lesbianas,
el machismo retrocede hasta hacerse minúsculo frente al vendaval del tiempo y la organización. Dos jóvenes, apenas veintipico, enroscados con historias nuestras y de otros.
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