No creemos víctimas
Pensaba
en eso el otro día, cuando veía por televisión el mensaje grabado de los hijos
de Ernestina, con ese indefinible sentimiento a mitad de camino entre la pena y
el asco que se siente cada vez que hay utilizados y utilizadores.
Hay
una ola creciente de victimización berreta, fundamentalmente en periodistas y
políticos opositores que buscan de ese modo legitimar éticamente sus miserias,
cada vez más expuestas, tan grandes que para taparlas no alcanza una foto de
Cabezas.
Quieren
hacernos creer que tienen miedo, que nosotros les causamos miedo, que somos
capaces de hacerles cualquier cosa, simplemente por el hecho de pensar distinto
o de criticar al gobierno, que por otra parte contaría con mano de obra
disponible dispuesta a hacer realidad esos miedos.
Están
sacados, bajo estado de emoción violenta, crispados, como dirían ellos que
estamos nosotros. Y se les nota.
Por
eso no les demos el gusto, no creemos víctimas.
Hace
dos años nos vinieron con el cuento lacrimógeno del pobre chacarero que se
levantaba a la madrugada a sembrar y cosechar, coartada perfecta para defender
a millonarios panzones con demasiado tiempo libre.
Que
se reveló eficaz para lograr que un montón de boludos caceroleen para que los
ricos paguen menos impuestos, y dos años después, si los para De Angeli en un
corte de ruta, lo pasan por encima con el auto.
Entonces
el problema era la piña de D’Elía o el Napia Moreno cantando la marcha en la Plaza de Mayo, rodeado de
Acero Cali y sus muchachos.
Hoy
son afiches -de dudosímo origen- contra periodistas de Clarín, o una presunta
red de blogueros difamadores a sueldo, o una senadora que dice que esta sola y
tiene miedo.
O
una probable marcha para pedir la renuncia de Cobos, o el juicio político para
destituirlo, o Duhalde que dice que lo persigue a todos lados una patota armada
por la SIDE.
Aderezado
todo, claro, por boludos que esperan a las cámaras de TN para empezar a las
patadas contra las cortinas metálicas de la UIA , o arman bardo en la asamblea de la UBA , o en la Feria del Libro cuando habla
Hilda Molina.
No
les demos el gusto de que nos digan que tienen miedo de ser perseguidos por
contar la verdad tipejos como Majul, que lo único que quieren es hacer negocios
vendiendo unos cuantos libros.
No
dejemos que se convierta en víctima Cobos, que se cagó y se caga todos los días
en la Constitución
y en ocho millones y medio de votos, mientras pone cara de prócer y se asume
como el guardián de las instituciones.
No
permitamos que circulen fábulas de milicias armadas por el gobierno, de
policías secretas que difaman opositores y estarían dispuestas a atentar contra
ellos, difundidas por tipos que todavía no rindieron cuentas en la justicia por
las muertes de diciembre del 2001, o por el autor intelectual de los asesinatos
de Kostecky y Santillán.
No
convirtamos en voceras de la preocupación ciudadana por la inseguridad, a
vedettongas descerebradas famosas por otras cualidades, no precisamente
vinculadas al desarrollo intelectual.
No
dejemos que nos den lecciones sobre que hacer con la deuda los tipos que la
llevaron a cifras astronómicas y los que la dejaron de pagar alegremente, ni
nos digan como usar las reservas los que las vaciaron.
No
consintamos que nos digan que defienden la libertad de expresión tipos que apelan
a argucias y chicanas en la justicia para frenar la ley de medios que votó por
amplia mayoría el Congreso de la democracia.
No
permitamos que nos digan que está sola una senadora que, a juzgar por sus
propios proyectos, está acompañada nada menos que por el grupo Clarín.
No
admitamos que Lilita Carrió, que discrimina la legitimidad del voto según el
color de la piel y recorre embajadas socavando al gobierno, nos diga que ella
defiende las instituciones.
Y
no podemos permitirnos nada de eso, porque en el fondo tenemos razón, porque
podemos mostrar lo que hicimos, y ellos no pueden decir lo que harían.
Es
posible que se le haya ocurrido a otros la asignación universal a la niñez,
pero la hicimos nosotros.
Es
verdad que la lucha por los derechos humanos no empezó en el 2003 y el mérito
es de las Madres, las Abuelas y los demás organismos, pero también es cierto
que fue este proceso político el que la asumió como propia, aportando el apoyo
para que hoy Bignone, Bussi, Menéndez, Astiz y muchos otros estén presos y
condenados.
Es
cierto que hay una larga y meritoria lucha de un montón de gente por tener una
ley de medios de la democracia; tanto como que fue este espacio político que
gobierna la Argentina ,
el que le puso el moño a esa lucha mandándola al Congreso y presionando por su
sanción, y hoy no anda por los estudios de TN pidiendo perdón por haberlo
hecho, como Pino Solanas.
Las
instituciones las defendemos nosotros, a los que el pueblo eligió por amplia
mayoría para gobernar cuatros años, como manda la Constitución , y no
para irnos en helicóptero antes de la mitad del mandato.
Nosotros,
que nos bancamos cien días de rutas cortadas y desabastecimiento, sin reprimir
ni matar a nadie, y respetamos el voto en contra del Congreso, consumado con la
defección del traidor.
Nosotros,
que no amañamos las interpretaciones de la Constitución cuando
nos faltan los votos, ni presentamos proyectos de ley diciendo que algún poder
del Estado no tiene las atribuciones que esa misma Constitución le da.
Si
fuimos capaces de acompañar hasta acá a las Abuelas en la búsqueda de la verdad
(y no sólo sobre los hijos de Ernestina), tenemos que ser capaces de ponernos
al costado, atentos y vigilantes, para que ellas mismas (que solitas pudieron
contra todo y contra todos) la coronen ahora, cuando está en la punta de los
labios hasta de los mismos apropiadores.
No
les regalemos el motivo para teñir de sospecha una de las cosas más puras y
transparentes que hay en la historia política argentina: la lucha de los
organismos de derechos humanos contra la impunidad por los crímenes de la
dictadura.
Que
el ejemplo de lo que pasó con el campo -desde la cacerola hasta la puteada a De
Angeli- nos sirva, para entender que hay mucha gente a la que hay que darle tiempo
para entender como son las cosas.
¿O
acaso nosotros mismos no necesitamos tiempo para entender tantas otras?
Es
refrescante el fenómeno de 6, 7 y 8 y los grupos de Facebook, protagonizado por
gente capaz de expresarse a favor de este proceso político, que se identifica a
partir de sentirse traicionada en su confianza por el mensaje de los medios;
quizás muchos más defraudados como espectadores o como oyentes, que como
ciudadanos o votantes. No importa en definitiva, todo suma.
Pero
nunca perdamos de vista el contexto: militemos a favor de la aplicación de la
ley de medios, pero defendamos que siga habiendo paritarias; pidamos saber la
verdad sobre los hijos de Ernestina, pero expliquemos a los que nos rodean,
como impacta en la pobreza y la indigencia la asignación universal.
Digamos
todas las veces que haga falta: “Clarín miente”, pero usemos la misma energía
para decir nuestra propia verdad, para explicarle a muchos como los benefician
millones de nuevas jubilaciones o puestos de trabajo, o por que es necesario
que el Estado intervenga en la economía o aumente el gasto público.
Defendamos
lo logrado estos años (que nos es poco, aunque falte mucho) sin vergüenza, con
pasión, con mística, pero con alegría y con inteligencia, con paciencia
infinita para no ceder a la provocación del que sabe que, por más que se
esfuerce, no siempre logrará que la realidad responderá a sus deseos, y si no
pregúntenle a Morales Solá.
No
creemos víctimas, donde simplemente hay victimarios.