jueves, julio 15, 2010

Perfil, el periodismo serio

"Denuncian a CFK y Aníbal F por el Fútbol para Todos" tituló Perfil, en una nota que muestra el nivel periodístico, básicamente por debajo de una cloaca, de ese pasquín. Acá lo recordábamos.
El denunciante, ayer, lanzó la candidatura presidencial del nazi Alejandro Biondini.

¿Porqué no está en la cabecera de Perfil eso?
Como diría el director de la revista Caras, Jorge Fontevechia, porque "de periodismo, nada"

Triunfó la política

"Qué locura lo que aprobaron ayer" fue el comentario, recién, de un militante peronista en una oficina pública de Paraná. Todos los presentes, asintieron.
Nadie dio por necesario fundamentar esa afirmación.
Se trata de militantes de barrios populares.
Hay una dimensión histórica en todo esto. Pocos lo perciben, porque pocos tienen como un componente de sus vidas, incorporada esa dimensión, la historia.
Las leyes, más allá de los imperativos categóricos, van detrás de las transformaciones sociales. Aún así, a veces, en ciertas coyunturas, se unen varios ingredientes y desde las legislaturas se emiten mensajes potentes. Horizontes de conducta social aceptada. No discriminar, es uno.
La discusión jurídica resultó de avanzada.
Hubo expositores de alto contenido teórico (como Fuentes y Filmus) otros, francamente empobrecedores. Sorprendió la chatura teórica, la incultura en general, de los detractores del proyecto. De todos modos, la media es muy por encima de la capacidad media de argumentar de la gente de a pie.
Por mi formación, estas mismas impresiones me chocan: el elitismo es una porquería. Pero. Bueno, a veces, las cosas son así.
Colectivos militantes con fuerte cohesión interna, tras batallar muchos años, tras modificar tácticas, afinar la puntería, van ganando consenso.
Es la primera vez en la historia que  un titular del ejecutivo nacional se pronuncia a favor de la igualdad de derechos por encima de las diferencias sexuales. Este es un hecho trascendental.
Aunque también, el voto de los líderes radicales, del único socialista, de la única senadora que permanece en la derechista Coalición Cívica.
Algo raro sucedió.
No es común.
Rodríguez Saá dio un discurso sin pie ni cabeza. Se lo veía contrariado, incómodo. El peronismo de derecha votó en bloque contra la igualación de derechos, pero Saá no pudo demostrar convicción en su voto. Más bien, lo contrario.
Muy pocos argentinos -como quien les habla- vieron las más de doce horas de debate. De todos modos, más argentinos que de costumbre vieron la sesión del Senado.
Da un poco de bronca observar que la derecha, que se llena la boca con profesión de fe republicana, a la hora de los hechos se caga en reglamentos y formalidades. Negre de Alonso picó en punta en groseras faltas reglamentarias. Esta derecha es muy vulgar, discúlpenme.
El Grupo A demostró sus logros: Negre de Alonso.
La hipocresía de la derecha clerical es un dato para observar.
Están temerosos, no sólo de sus mentes retorcidas y perversas, sino además -he aquí la novedad- tienen miedo de quedar como discriminadores.
La correción política es muy aburrida, la baja de las pasion es absolutas, componente innegable del avance de los derechos de tercera generación, deviene en aburrimiento. Mejor así.
Los efectos electorales, para los cruzados antikirchneristas, no se harán esperar.
Los bloques opositores que acompañaron la medida, aún cuando en algunos casos fueron los impulsores, se cuidaron bastante bien de no pagar los costos: Nito Artaza, vulgar en su formación política, lo explicitó al defender a Bergoglio, fuera de reglamento y con un Pampuro que estaba pintado como presidente del debate.
Pero, la medida pasó, ahora vendrá la etapa de judicialización (la derecha católica tiene muchos cuadros metidos en tribunales) y es bastante probable que muchos sectores quieran disputar los beneficios. Bienvenidos sean: esa disputa -que a los ojos de los antipolíticos ensucia todo- en realidad fortalece y da mayor legitimidad al proyecto aprobado.
Fue la política, no la religión ni el "sentido común" ni la brujería ni la pastelería o la nanotecnología, la que posibilitó esta medida. Triunfó, sobre el oscurantismo, la política.
Y los que están en contra, tuvieron que argumentar políticamente.
Es un paso adelante por muchas cosas, pero también por esto: triunfó la política, por sobre invocaciones medievales a diablos, biblias y sotanas.

TV digital

Charla: Televisión Digital Abierta, democratización de la comunicación y profundización del modelo




Expositores:

Osvaldo Nemirovsci (Coor Gral Consejo de Televisión Digital Terrestre Argentino)

Enrique Masllorens (Secretario del Consejo Federal de la Televisión Pública - Agrupación Aluvión)

Franco Vitali (Suplemento Ni a Palos - Miradas al Sur)

Modera:

Andrés Larroque (Subsecretario para la Reforma Institucional y Fortalecimento de la Democracia - JGM)



J. A. Roca 782

Auditorio Subsuelo - JGM



Organiza: Subsecretario para la Reforma Institucional y Fortalecimento de la Democracia - Jefatura de Gabinete de Ministros - Presidencia de la Na

Obispos

Por Néstor Borri

Qué decirles, Monseñores: estamos aburridos, estamos cansados, estamos, la verdad, asqueados.








Lo menos que podemos decir de lo que ustedes hacen, es que es una irresponsabilidad pastoral. También es un escándalo, y una vergüenza. Dan asco. Dan pena. No da, la cosa, para más.







No da para más. A lo mejor ustedes lo saben, y por eso recurren a construirse una legitimidad entre lo más reaccionario, patético y antievangélico - aunque de misa diaria se maquillen- de nuestra sociedad. Porque con las mayorías que aman y sueñan, a ustedes no les va quedando nada. Ni de respeto, ni de legitimidad, mucho menos del afecto que, alguna vez, algunos pastores lograron de sus fieles. Hoy, disfrazados como van, suman al atuendo y la soberbia, la máscara patética de la altanería que no duda en reivindicar la muerte, y un aura de hipocresía que parece que sólo ustedes no perciben.







La teología de ustedes, sus sermones, sus admoniciones... apenas pueden ser llamados así. No sólo se la siente lejos de la vida y, claro, de cualquier forma de alegría o libertad. Además de eso, queda claro que apenas razonan, que son gente no feliz, que la complicidad que sostienen les amarga corazón y vísceras, ni hablar del alma. Pena darían, si le dejara lugar a la pena la repulsa que provocan.



Hace pensar que lo más evangélico y lo más práctico que podemos hacer con ustedes, además de ignorar sus indicaciones, es reírnos de su ridículas posiciones. Y así sería, una risa, si no fuera porque ustedes además siguen sosteniendo su complicidad con asesinos y genocidas. Y porque influyen, desde sus oscuras cavernas revestidas de dorados y piadosas imágenes, sobre políticos y otros dirigentes, que traicionando la democracia que los llevo a sus puestos, los obedecen a ustedes - digamos mejor que se usan perversa y mutuamente- y con esa obediencia toman decisiones que luego cuestan vidas.







Y sin embargo, el problema de ustedes no es con los gays y su matrimonio. Podríamos decir: ojalá así fuera, de manera que sólo eso fuera. Pero no: el problema de ustedes es con la vida, con el placer, con la libertad, con la felicidad.



También vemos esto: no se trata ni siquiera de que la mayoría de los que usan sotana estén en posiciones reaccionarias y que otros, valientes pero pocos, se hagan cargo como pueden de su madurez. No se trata de eso. De lo que se trata es que una casta de célibes ya no puede pastorear a unos creyentes maduros y, mucho menos, pretender orientar a una sociedad democrática.







La complicidad con los genocidas y el encubrimiento y aceptación de la pedofilia son sólo las manifestaciones más evidentes de la decadencia de ustedes, de su lejanía y su patetismo. De sus crímenes. No olvidamos eso. Pero también sabemos que la institución que ustedes dirigen desde arriba y desde lejos, tiene complicidades económicas con lo peor del poder concentrado; también sabemos que solo usufructuando una parte de los recursos públicos - materiales, institucionales, simbólicos, la educación a la cabeza- es que mantienen una presencia en la sociedad que la animación de la fe y la voluntad de las comunidades creyentes no les provee.







Una parte de ustedes, la más expuesta, la más explícita, es la que más claramente muestra públicamente los signos de su decadencia. Estertores de un poder que no volverán a tener. Ya no se oyen, casi, voces proféticas. Fallecieron o se apagaron, muchas veces condenados al ostracismo y el silencio desde arriba. Lo que preocupa es que , estadísticamente al menos, sería pensable que entre el número de obispos que hay en este país, alguno que sea buena gente habrá, algún adulto maduro, algún ciudadano conciente y, seria esperable, más de unpastor... Y sin embargo callan. Le apuestan al secreto y al silencio. Y, así, el espíritu "de cuerpo" prevalece, se transforma en argumento, en práctica recurrente y, en última instancia, resulta ser más importante que la verdad, que el amor, que el evangelio, incluso que la doctrina. El espíritu de cuerpo - y eso que ustedes con el cuerpo parece que tienen problemas, de los serios, de los serios y patológicos muchas veces- resulta ser el formato que adquiere entre ustedes la opresión interna, y la cohesión retrograda. Qué pena. Porque, visto de cerca, conociendo un poco, diríase que algunos pastores, hombres de bien, hay entre ustedes.







Pero bueno: así es la vida. Da la impresión de que ustedes la traicionan, y también de que se la pierden. Una lástima a veces, y un escándalo cada vez más seguido.







Qué decirles. Básicamente: no cuenten con nuestra obediencia. Eso es una fantasía trasnochada de ustedes. Despierten. Y vayan preparándose para no contar con absolutamente nada de nosotros y de nuestra sociedad, que quiere ser feliz en democracia, madurando, creyendo, amando. Disfrutando nuestros errores y buscando trascendencia con mejores pensadores, poetas, y dirigentes. Y acaso pastores. Sobre todo, con mejores compañías. Suerte en sus palacios y en sus cónclaves y en sus cócteles. Desde el lado de afuera de sus cortinados, les contamos que aquí sopla una brisa fresca. En la religión que ustedes predican, en un tiempo, se la llamaba, a esa brisa, Espíritu. Y qué decirles, monseñores: nosotros la llamamos , hasta nuevo aviso, Libertad.









lunes, julio 12, 2010

Bettanin me tiene rodeado


Los curas villeros y las minas que quieren lapidarme




Sí, hoy estoy buscando ganarme la simpatía de varios. Pero, digo, eh. Un cura villero es alguien que no nació en una villa y a diferencia de todos los habitantes de la villa, no quiere huir para vivir en Recoleta o de última Almagro, sino que, el cura, quiere vivir en la villa. Bien. Si quiere vivir ahí, que viva.
Pero, ojo, no sólo quiere vivir en la villa, sino que quiere ayudar a los de la villa. Tá bien, buen tipo. ¿Y porqué no milita social o políticamente? Lo hace, obvio, pero no lo sabe.  Porque él cree en dios, lo cual es muy respetable (yo creo que las morochas cogen mejor que las rubias, y tampoco puedo probarlo) y bue, una cosa, convengamos: es un poco hinchabolas cuando el que cree en dios cree además que dios lo mandó a que yo también crea en él. Se ve que dios es muy vanidoso y receloso, tá. Hay gente así. Generalmente son diputados.
Obviamente, los que dicen que hablan con dios para que le reclute más militantes a su causa, a mí no me joden. De hecho, no se meten conmigo. Cuando era chiquito y no podía elegir por mí mismo, me la creí a esa de dios. Ahora, de grande, no. De modo que a mi casa de barrio Candioti nadie viene a joderme con dios. Hay una parroquia abandonada, que subsidia el estado, para las cuatro viejas que usan esa parroquia como obra social, para el reuma. Todo bien. Pero, a mí no me joden. Está, para allá, doblando a la derecha, la parroquia, por avenida Candioti. Acá en Santa Fe todo se llama Candioti. Menos la mina que me dio el teléfono ayer. No me acuerdo su nombre. ¿Cómo se llamaba? Candioti no era.
Distinto sería si yo viviera en una villa. Y necesitara, por ejemplo, un plato de sopa. Ahí, el cura villero, me da un plato de sopa y me habla de dios. Y entonces, yo debo fingir que creo en dios. Por el colchón, creo en el concejal de la sección cuarta: creo si me cumple con el colchón. Con la garrafa. Ojo, el concejal, el cura y dios, ninguno de los tres se siente celoso, eh. Porque a veces si vos estás con los de Despertar Peronista se te enojan los de San Juan Bosco Conducción. En este caso, no.  Por el plato de sopa, capaz que si el cura villero me da otro plato mañana, de onda, le creo en dios. Como un favor. O capaz que hasta le creo en dios de verdad, y al tener línea directa, ya no necesito del cura villero, pero como dios no me da de comer y el cura sí, la mediación continúa. Es difícil: me hacen creer que puedo hablar con el candidato y el que paga la sopa, pero en la realidad, nunca lo veo ni puedo prescindir de sus mediadores.
Hay gente buena en este mundo. Yo no soy uno de ellos. Una pena.
Y eso que, como no necesito un plato de sopa (puedo ir al supermercado a comprarla) podría tener línea directa con dios sin necesidad de mediadores. De curas villeros.
Y no, no me nace.
Ojo, si dios me pagara la tarjeta de crédito, por ahí, quién te dice, para comprar la sopa en el supermercado necesito la tarjeta de crédito (anoche me gasté toda la plata)  y bue, si me la paga, suma una voluntad más en esta tierra, que diga que le cree, que le masajee el ego ese inmenso que tiene -sos el todopoderoso, el perfecto, lo más, una masa total, aguante dios  y así (este dios, convengamos, es más ególatra que nadie. En vez de sentarse, tranquilo, a tomar una sopa, naaa, tiene que estar vigilando que todo el día y a todo hora sus militantes lo elogien. Mierda, ni Stalin era tan obsesivo)-
Pero dios no me paga la tarjeta de crédito. De hecho, no tengo más tarjeta de crédito ni débito: está en la casa de Marisín, ahí en la República de Palermo, estado libre asociado. Tengo planificado, pero no le digas a nadie, contratar un grupo de paramilitares, camuflarnos las caras, subir a un tanque, con chalecos antibalas, rodear la manzana, tener helicópteros de salvataje, francotiradores subidos al Varela Varelita, y recién ahí, pararme en la vereda (frente a la farmacia de Tito), con un altoparlante, y hacer el canje de prisioneros:
- tomá tu camisa, devolveme la tarjeta de débito.
Y si sale por el balcón a tirarme con la notebook, muchachos, abran fuego.
Por ahora, las líneas de comunicación están cortadas. Hasta me eliminó del Facebook.
 Probamos con la mediación de Patucho, no funcionó. En Uganda, año setenta y pico, a pesar de Idi Amin, los israelíes lograron sacar sanos y salvos -menos uno, que murió- los rehenes en manos de los Palestinos. Sin mediadores. A veces hay que recurrir a las armas, nena. Ojo: batí un récord olímpico en los 800 metros. De Scalabrini y Santa Fe, hasta Paraguay, pasé de ser tu mejor amigo a este crápula hijo de puta. Más rápido que Ben Johnson. Sí, control antidoping ahí.
Mis abogados me aconsejan que pactemos, en sede judicial, ante escribano público y el jurado de bailando por un sueño: vos podés visitar tu camisa de lunes a miércoles y yo usar la tarjeta de débito los días 5 de cada mes.
Pasa que la justicia es lenta. Y las mujeres sensibles entran por una puerta y salen por la otra. Nadie las detiene. Nadie hace nada. Así estamos. Culpa de Barañao.
Y sobre los curas villeros, nada, eso.
Y en Colegiales, para colmo, en un punto intermedio -entre lo del pelado y su casa- Jimenita se me rió en la cara. También me considera un hijo de puta. Me estoy haciendo viejo. E hijo de puta.
Si yo fuera mina y viviéramos en Somalía me habría apedreado. Y moriría virgen. Más inocente que Jesús.
Así que, Euge, esperame en el Berlín, ahí en Rosario. Esta noche voy. Tengo un amigo que toma más fernet que yo. En la barra de abajo, donde se puede fumar.
Dios mío. Si todos mis ex amigos volvieran a quererme. Sería popular. Sería, no sé qué sería. Más felíz. Y más aburrido.
Está todo bien con los curas villeros. Son buenas personas. Ya quisiera yo.
Al pedo me desperté tan temprano, no?


La otra iglesia

Hay un grupo hiperminoritario en el catoliscismo orgánico, que se encarga de legitimar por izquierda al mismo.
El sacerdote Eduardo de la Serna, líder de un grupo de otros 20 sacerdotes, nos envía esto sobre el matrimonio gay (no es muy brillante ni dice nada nuevo: simplemente, su valor radica en que legitima por izquierda al fascismo católico y que en el debate jurídico de coyuntura disiente, respetuosamente, con los inquisidores. Re valientes...Nunca entendí porqué estos solteros sin familia, con vida sexual a escondidas y culposa, devienen en expertos de la familia y la sexualidad, es raro eso: aunque estén a favor de la realidad y contra la inquisición, no deja de ser raro el lugar desde el que, con nada de modestia, "predican" sobre lo que no saben ni quieren saber y se ufanan, encima, de no saber ni practicar):

Preguntas que nos surgen en la situación actual




Ante el surgimiento de temas conflictivos en la sociedad, en medio de los debates, vemos que con mucha frecuencia las voces que se atribuyen a “la Iglesia” aparecen del lado de los que se niegan a “lo nuevo”, los que tienen miedo a la libertad, los que quieren que nada cambie. Es cierto que con mucha frecuencia hay quienes quieren mostrar la “peor cara” de la Iglesia, es cierto que no siempre “lo nuevo” es “lo mejor”, y que caminar caminos de libertad supone andar rumbos que a su vez nos hagan libres. Por eso, como miembros activos y plenos de la Iglesia, un grupo de curas de la diócesis de Quilmes quisiéramos formularnos algunas preguntas. No pretendemos tener todas las respuestas, pero sí creemos que interrogarnos nos ayuda a pensar con libertad y con paz.



1. Ante el clima de intolerancia, y en muchos casos de actitudes verdaderamente dignas de las peores Cruzadas, movidas por preocupantes fundamentalismos bíblicos, filosóficos y antropológicos, nos preguntamos: ¿Se puede seguir afirmando que la homosexualidad es una “enfermedad”, y desde una comprensión prejuiciosa de la misma, condenar tal identidad y sus eventuales derechos civiles? ¿Cuáles serían los argumentos serios, razonables y académicos para sostener semejante afirmación?

2. Ante el planteamiento de que un eventual matrimonio entre parejas del mismo sexo atenta contra la “ley natural”, nos preguntamos: ¿A qué se llama “natural” en estas discusiones? ¿No estará aquí una de las dificultades para poder clarificar este debate? “Ley natural”, “naturaleza”, “orden natural”, ¿no son expresiones a ser revisadas y actualizadas? ¿Pueden entenderse estas expresiones de manera absoluta, fijista y sin la dinámica propia de nuestra condición humana? Si en la historia de la Iglesia se consideraba “natural” el cauce de un río y se impedía canalizarlo, o se consideraba “natural” la esclavitud, ¿no estaremos ante una concepción claramente cultural? La concepción de “ley natural”, ¿no es más propia del helenismo que de la Biblia? Cuando san Pablo afirma que “es natural en el varón el pelo corto” (1 Cor 11) ¿no es esta una concepción evidentemente cultural?

3. En nuestros barrios hay muchos pibes y pibas que nacen y crecen con madres solteras, a cargo de tías y abuelas, de gente sincera que realizando la “función materna y paterna” les garantiza el afecto y el cuidado necesario para la vida. Comedores, hogares o simplemente vecinos y vecinas que hacen gratuitamente más amplia su mesa y su casa, logran que muchos chicos encuentren “familia” (la más de las veces sin su papá biológico y, a veces, hasta sin su mamá biológica). ¿No será necesario revisar el concepto burgués de “familia”, defendido detrás de slogans discriminatorios a la condición homosexual? ¿No han generado los pretendidos “sanos” matrimonios heterosexuales (“sanos” por el mero hecho de ser “hetero”) situaciones disfuncionales, abandono de hijos, abusos y violaciones a la vida?

4. Se ha afirmado que se quiere cambiar “la familia”. ¿No es evidente que “la familia” ha cambiado y sigue cambiando a lo largo de la historia? El modelo que actualmente se defiende, ¿no es propio del s. XVIII y muy diferente de las familias de las comunidades indígenas de América o de África? ¿La familia polígama de “Abraham nuestro padre en la fe” es igual a la familia ampliada en la que convivían no sólo padres, hijos, nietos, sino también esclavos y clientes, como era habitual en el imperio romano? ¿La familia patriarcal en el que la mujer era tenida por “propiedad de” un varón (¿no viene de allí el término “matri monium”?) es igual a la familia en la que una jovencita debe cuidar a sus hermanitos mientras su mamá trabaja porque su papá los abandonó? ¿cuál de todos estos y los muchos otros existentes en la historia sería el término adecuado para hablar de “familia”?

5. Si miramos el Evangelio de Jesús, es evidente que, Reino de Dios y familia son “fidelidades en conflicto” (S. Guijarro). Jesús dedica todas sus energías y entusiasmo a predicar “el reino de Dios”, y relativiza de un modo claro y evidente la familia; ¿no es sorprendente que muchas veces escuchemos y leamos sobre “la familia” como una expresión unívoca y sin relación a la búsqueda de la justicia y la opción por los pobres, propia del Reino? ¿Por qué tantos y tantas “cruzados/as” católicos/as que levantan sus voces y se movilizan no lo hacen para combatir la pobreza, la injusticia, la desocupación, la falta de salud, de vivienda digna, cosas que ciertamente “atentan contra la familia”? Si para Jesús, “el reino es lo único absoluto y todo lo demás es relativo” (Pablo VI), ¿por qué no es “el reino” el grito unánime de los “cristianos” (católicos o no) de hoy?

6. Si la Iglesia en su historia, en su predicación y en sus enseñanzas (Magisterio) enseña que se debe obedecer ciegamente la “conciencia”, y que el ser humano “percibe y reconoce por medio de su conciencia los dictámenes de la ley divina, conciencia que tiene obligación de seguir fielmente en toda su actividad para llegar a Dios, que es su fin” (“Dignitatis humanae”, nº 3) ¿Es posible, a esta altura de la historia, pretender condicionar la acción de nuestros legisladores en su labor parlamentaria con concepciones propias de la cristiandad medieval obviando su legítima libertad de conciencia en temas tan controvertidos? Es absolutamente justo y razonable poder decir una palabra y opinar, pero pretender legislar o que los legisladores “deban” seguir dictámenes eclesiásticos, ¿no es más propio de concepciones de “cristiandad” antes que de respeto y tolerancia democráticas?

7. Algunas voces eclesiásticas han reclamado un “plebiscito”. Siguiendo los propios criterios y argumentos que han enarbolado, ¿se podría plebiscitar la “ley natural”? La apariencia es que consideran que en ese supuesto plebiscito saldría ganadora su posición, ¿lo propondrían de no creerlo? ¿aceptarían un triunfo de la posición opuesta? Si se trata de reconocimiento de “derechos de las minorías”, ¿es sensato o justo proponer semejante plebiscito? ¿Se puede plebiscitar lo que es justo?

8. Si para Jesús el Reino de misericordia, justicia, e inclusión de los desplazados de su pueblo estaba por encima de toda otra concepción y valores culturales de su tiempo (la familia incluida); a la luz del evangelio del Buen Samaritano (cf. Lc 10,25-37) nos preguntamos, ¿cómo podríamos considerarnos discípulos de Jesús sin conmovernos con entrañas de misericordia ante los hermanos y hermanas excluidos del camino de la vida y la igualdad ante la ley? ¿podemos seguir “de largo” sin detenernos a escuchar lo que Dios nos está queriendo decir a través de tantos y tantas que se sienten “explotados y deprimidos” bajo un sistema discriminatorio?



En conciencia, queremos ser pastores según los sentimientos de Jesús, y estas preguntas son las que nos surgen en estos días.

Queremos ser Iglesia servidora del Reino, siempre del lado de los más pobres y sufrientes.



Florencio Varela, 6 de julio de 2010

 

sábado, julio 10, 2010

El negocio de la iglesia católica.

Para comprender la cruzada oscurantista de los principales funcionarios del catolicismo, hay que entender sus tres obsesiones políticas:

1) La primera, y acaso más coyuntural, vívida, pero para nada la más importante, es específicamente nacional y regional. En la región sudamericana, gobiernos de origen nacional y popular, más allá del espíritu más o menos reaccionario de cada episcopado (el argentino es de los más reaccionarios) no se sienten parte de estos procesos,  aunque el problema viene de lejos: no encuentran un lugar en las democracias. Y consecuentemente, ven perder su capacidad de influir en el estado y la vida pública.

2)Relacionada y articulada con la anterior, la iglesia católica tiene un problema de origen con la modernidad. El constante debilitamiento de las concepciones integristas, del fundamentalismo moral y más aún, de la trascendencia en el capitalismo tardío, les tare un problema de proporciones gigantescas. Ni los mismos afiliados al catolicismo les dan bola a los viejitos con polleras negras cuando de usar forros, divorciarse, discriminar homosexuales se trata. Ni que hablar con la cantidad (mayormente desconocida) de boludeces que prohibió Juan Pablo dos y su sucesor.  El punto es complejo y refleja un avance (contradictorio, como todo) de la humanidad: no darle bola a unos sectarios que dicen interpretar la complejidad del mundo a través de unas tablas de un tipo que vivió hace más de dos mil años.

3) La religión católica pierde diariamente militantes, sobretodo de sectores de menores recursos y educación, aunque no solamente, en manos de las empresas evangelistas. Menos hipócritas, con negocios más transparentes que los católicos, y complejamente más adaptadas al mundo actual pero a su vez más conservadoras, las empresas evangelistas reclutan sus clientes en la esfera de militantes católicos. De hecho, al achicarse el mercado de clientes de religiones, pasa como con el troskismo: un cliente puede haber pasado sin mayores dramas, por dos empresas rivales del evangelismo (o tres o cuatro) a lo largo de un breve tiempo, y luego volver al catolicismo, luego explorar con alguna bruja cachabacha algún gualicho, y todo eso (que otrora merecía torturas en la inquisición) sin mayor drama.

Ante este escenario, los tres frentes de conflictos políticos abiertos que tiene el catoliscismo, las estrategias para contrarrestar sus obsesiones son varias, pero todas confluyen. Por un lado, un cierre cada vez más integrista, místico y opresivo: es el único modo de encontrar refugio en una sociedad cada vez más libre, pero por eso mismo, cada vez más vacía. Si el gerente general del catolicismo, por caso, se le diera por mostrarse a favor del amor y la libertad, seguramente, al otro día no tendría razón de ser su propio cargo de Papa. ¿Porqué un joven homosexual reprimido se haría sacerdote si no es para conjurar todos sus miedos, dejar de temerle a la muerte y disminuir la culpa? De querer ser un puto alegre, ese joven no se hace sacerdote sino militante de la secretaría de diversidad sexual del partido socialista. Esa es la razón de ser de la elección como autócrata del último estado teocráctico de europa a Joseph Ratzinger.
Paralelamente, como sucede claramente en argentina, donde el catolicismo es un multimedios, han desplegados medios de comunicación y relajado las peroratas litúrgicas. Mientras se vuelve a permitir la misa en latín, los sacerdotes también conversan por la tele en portuñol.
El análisis del que parten es que las empresas evangélicas les quitan mercado gracias a su avance en los medios de comunicación. Contestan del  mismo modo, pero el catolicismo, que en nuestro país es financiado oscuramente por el estado, tiene mayor influencia en las élites económicas que las empresas evangélicas.
De modo que consiguen más guita para comprar medios de comunicación.
La elección del matrimonio civil igualitario como "guerra", que blanquea las conspiraciones católicas contra el kirchnerismo, ataca estos tres frentes políticos que la iglesia con mayúscula tiene abiertos: cohesiona su base, opera como faro cultural de dirección de las derechas, amalgama todos los sectores que pretenden salir del populismo, y permite -mirando hacia la competencia evangélica- un retorno al misticismo más primivito y vulgar.
Las homilías de los obispos, los fundamentos teológicos, las salvajadas que se han dicho, no se escuchaban desde hace mucho tiempo. Al no tener fundamentos jurídicos para una discusión jurídica, menguados sus carnets morales por ser cómplices y ocultadores de los peores delitos sexuales -violaciones deurante la dictadura, robo de bebés, pedofilia- retornan a los discursos el diablo, la bruja, satán y la espada.
Es un gran negocio para la iglesia católica, reconvertida en vanguardia del misticismo, homogeneizando -desde su posición dominante en lo cultural, y el monopolio en lo estatal- la diversidad de ofertas en el mercado.
Y una cosa más, independientemente de lo que pase en el senado: la iglesia católica ya ganó la batalla que le interesaba, y es hacia su frente interno, hacia su mercado potencial y por último, hacia la sociedad.

Bue, metí ideas que no supe explicar bien en algo muy acotado. Pero ya empieza el partido así que me tengo que ir. Pero, ojo: yo estoy a favor del matrimonio entre homosexuales, pero absolutamente en contra del matrimonio entre heterosexuales. A mí que no me jodan con esas cosas.

 

Urtubey y la realidad efectiva que debemos a Monseñor




En Salta gobierna la "joven"  promesa de renovación, Juan Manuel Urtubey. Es una verdadera promesa de renovación de la edad media, algo anquilosada hoy por más de tres siglos de modernidad.
El principal problema político que afronta en estos días el aliado de Alberto Fernández, Sergio Massa y Pablo bruera tiene que ver con un problema comunicacional.
En Salta, las escuelas públicas están obligadas a enseñar lo que opinen los obsipos católicos, en una materia llamada, curiosamente, "religión".
9 padres se presentaron a tribunales, acompañados por la Asociación por los Derechos Civiles, para plantear la inconsticuionalidad del dictado obligatorio de preceptos católicos en las escuelas públicas, y obligatoriamente laicas (pasa que estos renovadores atrasan unos 130 años).
Un charlatán de feria, que trabaja como juez y se llama Marcelo domínguez, confesó ser incompetente para tratar este asunto sencillito y bastante fácil. Pero no renunció a su cargo. No, se declaró incompetente pero, bueno, ya se sabe cómo es: no es competente para ejercer el cargo, obviamente, pero se queda ahí (y Alejandro Rossi le quería tomar exámen a estos tipos que se declaran alegremente incompetentes, je). De modo que el tema pasó a la suprema corte de justicia de la provincia. Ojo, no pasa nada: Urtubey la tiene arreglada, como sucede con la mayoría de las cortes provinciales. Pero, acá viene el problema.
La Asociación por los Derechos Civiles planea, tras el fallo obvio de los amigos del gobernador y del ex gobernador (el hombre de la "diplomacia paralela" en el mercado de exportación de productos primarios no tradicionales, Juan carlos Romero) lllevar el tema hasta la corte suprema de la nación. Donde, obviamente, ni ahí que querían jamás meterse con este tema (de hecho, podrían haberlo hecho hace varios años) ni con nada que se trate de pelearse con la curia, así es nuestra suprema corte progresista (a bajo costo) pero no les va a quedar otra. Y el tema cobrará dimensión, en el marco de la "guerra" que los obispos declararon al poder democrático.
Mala suerte porque nuestra joven promesa de renovación será conocido como un ultraconservador, y la realidad siempre es más fea. La realidad efectiva que debemos a Monseñor. Es como ir a preguntarle a Binner porqué en Santa Fe no hay unión civil o matrimonio gay. O porqué dijo que era un disparate el proyecto de un diputado peronista, hace un año, para llevar las jubilaciones provinciales al 82% móvil.
Más pronto que tarde, la suprema corte -contra su voluntad- tendrá que volver al viejo laicismo republicano al que obliga el respeto a las instituciones y las leyes.
Qué feo, pero ya lo dijo Lino Barañao: ojalá que gane Uruguay con una goleada y festejamos todos. Porque uruguay es un país serio. Donde NO  se obliga a los chicos a aprender tonterías de unos viejitos trastornados que usan polleritas negras y unos adornos púrpuras que, te digo, los hacen quedar así como medio putitos, eh.