miércoles, enero 18, 2012

De vez en cuando la SOPA


En varias entradas anteriores reflexionábamos sobre las pujas empresariales de las grandes multinacionales de internet, su implicancia geopolítica y la crisis del saber institucional que esto implicaba.
No teníamos, nosotros (yo y mi ego) una posición simple ante este tipo de cosas, como sucede ahora ante una ley del congreso yanqui apodada SOPA  Entendemos que la situación requiere de un grado de sofisticación, para no quedar atrapados en la lógica de google y demás (ya dijimos mucho sobre el asunto, sobre el futuro de los blogs y las redes sociales, sobre el impacto en la educación, incluso una crítica al rol del intelectual hoy, todo así de pomposo, la concha de la lora) pero al igual que en otras de las obsesiones recurrentes de este blog (el rol de la oligarquía en el país, por ejemplo; el oscurantismo de los ecologistas; porqué Cherubito no me da bola, etc, etc) perdemos por mil a cero en la discusión pública.
Así que, bueno, eso, nada. No estoy alarmado ni sorprendido de SOPA, no me uno a StopSopa ni a esas coaliciones comandadas por monopolios, ni me dejo llevar por los cantos de sirena del tremendismo, me quedo acá, chupando un palo sentado sobre una calabaza.
Simplemente, hay que tomar una posición propositiva desde Unasur y pelear desde esa plataforma. Eso creo. Para lo cual, hace falta masa crítica. Y en lo que a mí respecta, seguiré intentando, desde mi humilde (ja) lugar, formar esa masa crítica. 

A los hombres que creen en algo


Están los que miran al cielo y encuentran trascendencia, más allá de la enormidad, como si alguien allá lejos los esperara. Están los que encuentran en la distancia ese ninguna parte que ordena todos los sentidos, los pequeños de las pequeñas cosas y los grandes sentidos de las grandes cosas, organizados según un patrón de acumulación, qué raro suena disecar esas cosas, hacerlas lógicas, darles, ja, sentido. Justamente, sentido.
Están los que miramos el cielo y vemos cielo, los que miramos la noche y vemos bares, los que no tenemos el vuelo poético de cualquier religión, apenas la parábola de compartir apenas la existencia. Con los que creen. Y con los que no creen.
Iba a decir algo inteligente. 
Pero no se me ocurre nada.

Polémica palabra


Clarín de hoy, polémica manera de titular. 

Nacional y Popular


El gobierno se comprometió a subsidiar a la oligarquía  con medidas vergonzosas, probablemente con el dinero que este año no tuvieron los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo, durante fin de año.
Sintonía fina, que le dicen.
Una verdadera porquería.
Una distribución regresiva del ingreso.
Claro que no recibirá "fuertes críticas" porque meterse con la oligarquía, hablar en serio, no decir una serie de banalidades sobre el terrorismo o el osopandismo, no garpan para jugar de crítico, sino que es meter el cuchillo donde se corta el bacalao; en el dinero, con la oligarquía, en esto que se llama "sintonía fina". 

martes, enero 17, 2012

La vetocracia de Macri


Según un ex legislador de un partido opositor al intendente Macri, desde el poder ejecutivo del municipio del puerto se vetaron la friolera de 85 leyes. Es demasiado. Deberían, quizás, los concejales, ser más serios en su trabajo. Habla muy mal de los concejales que Macri tenga que vetar 85 leyes.
Según el diario antirepublicano La Nación, esas 85 leyes se encargan de repartir los dineros públicos, en tanto el poder ejecutivo municipal, se encarga de pagar los costos de juntar esos dineros públicos. Muy lindo todo. Pero no funciona así la democracia, ni la república, y es tan harto evidente la demagogia de los concejales -que con cuatro punteros, dos abogados, todos especialistas en crear partidos políticos, legislan grandilocuentemente sobre toooooooooooooooooooooooooooddddddos los temas sin tomarse, por supuesto, la molestia de entender del asunto: chicos, háganse blogueros K, pero dejen de gastar el presupuesto público para opinar livianamente sobre toooooooooooooooooddddddddddddddoooooooossssssss los temas- tan evidente es el asunto que hasta los concejales del PRO votan esas leyes, que total.
Los cogobi
ernos no están contemplados, ni siquiera en la constitución porteña (la más conservadora del país, hecha por un gran penalista, el ex juez de la dictadura Raúl Zaffaroni, en representación de un fugaz partido que ya no existe, que murió junto con los 50 asesinatos que provocó) y las minorías partidarias dentro del partido de gobierno deberían ganar las elecciones antes de pretender gobernar. La autonomía de los concejos deliberantes (el concejo deliberante más caro del país, jaja) es una construcción ideológica que puede funcionar muy bien en las febriles imaginaciones de los periodistas, pero en la realidad, no. Por suerte.
Que los partidos opositores hagan circo en el concejo deliberante está dentro de la norma de las cosas, nadie total los toma muy en serio. Pero que hasta las minorías del partido vecinal que lidera Macri le mojen la oreja, naaaa, eso ya es mucho. Zaffaroni, quizás por su propensión a cambiar de partido político cuando cambian las encuestas, previó no respetar la voluntad popular así que Macri no puede ser reelecto, como seguramente sería la decisión soberana de los ciudadanos (no los que trabajan, que votan en el conurbano) del puerto, pues ven un reflejo cultural de sí mismos en el analfabeto funcional, pero millonario y bien tilingo, del señor Macri. Y además, con los propuestólogos, debatidores de cable, que se le oponen, uh, sí, Macri podría gobernar con tranquilidad unos 20 años más. Este incentivo constitucional para la formación y destrucción de partidos vecinales, tiene mucho que ver en la demagogia recurrente de los sistemas legislativos. Generalmente, donde hay reelección indefinida -respeto a la voluntad popular, por encima de la demagogia punitiva en los sistemas políticos que plantean las élites individualistas, como Zaffaroni- los concejales no suelen tirar manteca al techo de la imaginación y escribir que hay que financiar tal empresa, hacer un centro cultural allá, bajar los impuestos, subsidiar peluquerías, poner nuevo nombre a la luna, indignarse porque en la tele no hay gordos, hacer gratis los servicios públicos, repudiar la invasión de indochina, declarar ciudadano ilustre a Zulma Lobato, exigir que los yogures de frutilla traigan también mandarina, en fin, gente que sabe sobre muchos temas y sino, se asesora o crea una comisión o un registro. Ajá.
Pero si algo sale mal, es culpa de Macri. O de Ibarra. O de Telerman. O de De La Rúa. Por falta de "controles".
Claro que sí, señores.



Si yo tuviera 17


1) La izquierda en la Europa occidental- la flamante europita- facilitada por los sistemas parlamentarios (de esencia claramente conservadora: devenir de contrapeso al feudalismo, según la narrativa disponible, es el devenir de correr el cauce revolucionario que aniquile la aristocracia hacia una forma de "equilibrio" que luego, deviene "equilibrio" entre las fuerzas de derecha del cristianismo -la democracia cristiana- y las de centroderecha llamadas socialistas) se unió en sus versiones de marxismo reformista moral, encabezados por los desprendimientos de los partidos comunistas y el oscurantismo moral, apodado con cariño acá "el osopandismo" de los llamados "partidos verdes", partido vergas si los hay, de origen oscuro y devenir más oscuro, nunca rojo, nunca verde, siempre oscuro. Entre ambos parieron la tesis ridícula del "decrecimiento económico" y la necesidad de control natal de los países pobres y la consolidación conservadora de la actual desigualdad mundial; aunque por supuesto proclamen y quieran otra cosa.

2) Estas tesis fueron las adoptadas por los viejas izquierdas del tercer mundo que aún purga sus culpas en laaaaaargas sesiones de psicoanálisis, pero en especial de latinoamérica (por la influencia yanqui, donde el osopandismo es una corriente de izquierda, con fuerte influencia de los "libertarios", o sea, la ultraderecha yanqui). Las características de desarrollo geográfico desigual, con grandes metrópolis que miran y comercian con Europa, y despoblados y pobres "interiores" de influencias culturales más "originarias" es el escenario ideal para el desarrollo del osopandismo. Sociales socorriendo al interior riojano: niños, nadie hizo más que Carlos Menem por el medio ambiente; un banco contamina más que una fábrica, y sí.

3) Creía, y había escrito acá, que esta era una batalla ideológica perdida. Ahora, lo dudo. Los acontecimientos en la europita -de probable estancamiento de mediano plazo, "a la japonesa"- probablemente reencuentren en la izquierda, y en la centroderecha socialdemócrata (que ya ha tenido giros a la izquierda a lo largo de la historia)  a un sujeto social del campo "de los oprimidos", hoy ausente y reemplazado por las religiones del fin del mundo, los pastores morales y las teorías conspirativas. En síntesis: que no hay una lucha de clases entre osos pandas y gatitos de feria, sino entre trabajo y capital, con lo cual, todas las pelotudeces del oscurantismo moral volverán al campo de la derecha de donde vinieron con palomas mensajeras.

4) La lucha ideológica que libra la derecha (los partidos comunistas de europita y los partidos vergas, perdón, verdes, son la vanguardia de esa exaltación del capitalismo limpio, o sea, financiero) en europita es hoy contra sí misma y contra EEUU, pero puede virar, en alianza con comunistas y vergas, hacia los BIRC.

5) Chau, los quiero a todos. No puedo amar al prójimo como a mí mismo porque me moriría de amor, pero se hace lo que se puede. Forros. 

domingo, enero 15, 2012

Sintonía loca

Del blog Nestornautas

SEÑAL DE AJUSTE

Por Raúl Degrossi 

"Ajuste" es la palabra del momento: ocupa los principales titulares de Clarín y La Nación, encabeza todos los discursos de la izquierda y de algunas fracciones del sindicalismo como la CTA de Micheli.

No es un dato menor que la oposición "tradicional" (el radicalismo y los residuos del peronismo disidente) se hayan llamado a silencio sobre el punto: además del papelón electoral, hablar de "ajuste" para ellos es un tema incómodo, porque tienen demasiados esqueletos en ese placard.

Para la izquierda, en cambio, el asunto es diferente, porque son históricamente inmunes a los resultados electorales (al punto de haber festejado como un logro el 2,48 % de Altamira), y la oportunidad es harto propicia para reflotar la eterna cantinela y anunciar -por enésima vez- la inminencia del estallido social. Sumen a eso errores no forzados del gobierno como la ley antiterrorista, y tienen para todo un año de editoriales en Prensa Obrera.

Lo curioso del caso (o no tanto) es que a los medios hegemónicos y ciertos grupos de intelectuales o autodenominados tales (alguna vez alguien deberá decir donde está la Facultad en la que se otorga el título), la  cuestión del "ajuste" les viene también como anillo al dedo para machacar sobre el remanido tema de la impostura kirchnerista: se acabó la fiesta -tal el slogan al uso- y ahora nos la harán pagar, y si es necesario, se caerán las máscaras y habrá represión.

Fraseología de Sociales al margen, más o menos lo mismo que dice la izquierda; a la que sin embargo habrá que reconocerle la virtud de la coherencia: siempre dicen lo mismo, sin importar circunstancias de tiempo y lugar, y todos los gobiernos y todas las políticas son lo mismo para ellos: son también inmunes a las complejidades de lo real.

Para cierta intelectualidad de la progresía (y cierto periodismo de ese palo), la cuestión del "ajuste" les permite expiar culpas por la incomodidad a la que los ha sometido el kirchnerismo todos estos años, exponiendo sus miserias e incoherencias, y sorprendiéndolos in fraganti con compañías indeseables; a las que sin embargo buscaron solitos: de lo contrario, habría que creerle a Lanata cuando dice que no le quedó más remedio que recalar en los medios del Grupo Clarín. 

Para los medios en cambio el tema del ajuste les permite exhibir la profecía autocumplida de la irracionalidad intrínseca del experimento kirchnerista: como expresión genuina del pensamiento de derecha que son (y como parte concreta del poder real de la Argentina), vinieron machacando por años sobre lo funesto de las principales premisas del rumbo económico seguido desde el 2003; y creen ahora llegado el momento de exhibir -por fin- un pronóstico certero que los redima de tantas predicciones fallidas, o asistir a un rotundo giro a la derecha de Cristina, rendida ante la evidencia de que contra las leyes sagradas de la economía y el mercado no se puede, diría Cachanosky. 

No exentos del deseo íntimo (a veces trasuntado en las entrelíneas de títulos y zócalos televisivos) de que el volantazo sea tardío, y todo estalle por los aires, y se lleve puesta a la anomalía kirchnerista, en un revival del 2001; única forma de dejar definitivamente atrás los resultados del 23 de octubre y sus consecuencias políticas, algo decisivo sobre todo para ellos y sus intereses.

Pero volviendo al tema del ajuste, hace un tiempo planteaba yo la necesidad de apuntar a mejorar el nivel del debate político, para salir de la guerra de trincheras en que parece estar; y no simplificarlo al extremo de caer en la guerra de consignas: de un lado gritan "ajuste", y del otro respondemos "profundización del modelo", y pocas veces se termina entendiendo de que se habla; menos cuando hay cierta tendencia a confundir objetivos con instrumentos, y cuesta descender de las grandes abstracciones, a las cosas concretas.

En ese contexto, no es menor apuntar el hecho de que no se palpa un clima social de "ajuste": la gente protestará porque se eliminan los subsidios, o no se reajusta el mínimo no imponible de Ganancias (para el que le toca, claro), pero veranea, se compra autos, sale a comer afuera, compra lo que puede o le alcanza, en síntesis: sigue viviendo más o menos como hasta el 23 de octubre, sin la sensación de la inminencia de un desastre.   

No faltará quien diga que hay parte de una burbuja consumista que se niega a aceptar la realidad, y otra de sentimientpo piadoso hacia Cristina por sus problemas de salud, que sofrena las críticas: una especie de "efecto viudez" recargado, una estupidez según la cual las desgracias personales terminan trayendo finalmente suerte en política. Algo de esto hay en la crispación que provocó en los medios el anuncio de que al final Cristina no tenía cáncer, y las suspicacias que levantaron algunos dirigentes opositores como Binner. 

Sin embargo, en tiempos menemistas ambos climas coincidían dramáticamente: privatizaciones, despidos, protestas, piquetes, reestructuración brutal de la Argentina post peronista (en nombre del peronismo) mas a fondo aun que en la dictadura, convivían con una euforia consumista de vastos sectores sociales, que evocaba a los tiempos de la plata dulce de Martínez de Hoz, y la sensación extendida de haber sido transportados al primer mundo.

Para cualquiera que intente un paralelismo burdo con la actualidad, las diferencias son importantes en el plano económico, pero siderales en el plano político: hoy desde la conducción del Estado no hay intención de dejar caer a nadie afuera del sistema social, productivo y laboral.  

En la asignación de centralidad al ajuste (además de intereses concretos) hay varias sustracciones de partes importantes de la realidad, sin las que poco se puede entender: la crisis económica internacional -que ya tiende a ser endémica y más temprano que tarde se hará sentir en el país-, de que hablamos cuando decimos que el kirchnerismo recuperó la primacía de la política, y como sus ocho años en el poder han producido transformaciones que marcaron un piso sobre el que estamos todos parados, y que cualifica los reclamos.

Así vemos que hoy se habla de "ajuste" cuando discutimos por la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas, la suba del mínimo no imponible de Ganancias para los salarios, la subsistencia de algún bono navideño en las empresas o reparticiones del Estado, la eliminación de los subsidios a las tarifas para la clase media o el aumento de los impuestos que pagan los autos importados de alta gama; con lo que la palabra corre el riesgo de transformarse en un significante vacío; en un país que si de algo sabe, es de ajustes.    

Del mismo modo, el kirchnerismo reafirmó la primacía  de la política sobre la economía, pero para poder hacerlo tuvo que construir bases macroeconómicas sólidas: el superávit fiscal, el superávit comercial, la abundancia de reservas en el Banco Central, no fueron simples metas macroeconómicas, sino condiciones de posibilidad necesarias para que el gobierno se hiciera respetar por los poderes fácticos no institucionales.

De allí que no puede extrañar que el gobierno de Cristina intente con firmeza mantener -hasta donde las circunstancias se lo permitan- esos pilares, que le permitieron por ejemplo sortear con éxito la última corrida especulativa contra el peso, y dar señales muy claras de que mantiene firme el timón.

Es cierto que nadie se enamora de los superávits gemelos o la acumulación de reservas, o que no generan mística militante como la discusión por la ley de medios o el conflicto de la 125; pero no es menos cierto que, si esos pilares flaquean, toda posibilidad de profundizar el modelo yendo por las transformaciones pendientes, es absolutamente ilusoria. 

Si se tienen claro las grandes líneas maestras del modelo impuesto a partir del 2003 (priorización el mercado interno y el consumo popular como motores del crecimiento, reindustrialización, desendeudamiento, independencia en la política exterior, ampliación del piso de protección social, restauración o ampliación de derechos, recuperación de la dinámica de la negociación colectiva, defensa de la industria nacional, recuperación de la inversión pública), habrá menos razones de nuestra parte para temer que el gobierno de Cristina abandone el rumbo o retorne al pasado, en definitivas: una claudicación o una traición al sentido del mandato popular.

Y en ese sentido, como se señalaba acá, no se pueden encontrar desde el 23 de octubre medidas del gobierno que apunten directamente en contra de los sectores más desfavorecidos de la sociedad y que constituyen -sin dudas- la parte principal de la base electoral de Cristina, y el sustento de su triunfo: no se ha eliminado la AUH, ni suspendido la ley de movilidad previsional, ni eliminado las pensiones no contributivas o las jubilaciones del plan de inclusión previsional, ni privatizado empresas públicas, ni ejecutado despidos en masa en el Estado, ni se está planteando hacer nada de todo eso; por mencionar ejemplos actuales e históricos de lo que en la Argentina significa un ajuste.  

Por el contrario, acá en esta nota de La Nación (diario insospechado de kirchnerismo si los hay) pueden ver las cifras del gasto social en el Presupuesto 2012, y cuanto aumentará cada partida respecto del 2011; con la salvedad que otra vez se meten con el espinoso asunto de la clasificación geográfica del gasto. 

Y aunque el gobierno se propusiera ejecutar un ajuste, los propios logros del kirchnerismo (el piso del que se hablaba antes) se lo dificultarían, porque muchos han adquirido un carácter estructural, como lo señalaba con claridad Alfredo Zaiat en este columna de Página 12 de hace unos días; condición que determina en buena medida la falta de percepción social de la inminencia de un ajuste, pero por el otro genera mayores responsabilidades y desafíos políticos al kirchnerismo, porque las demandas sociales se van cualificando, y no se les puede responder indefinidamente con la enumeración de los logros obtenidos. 

Un triunfo tan amplio como el obtenido por Cristina genera un inmenso capital político, pero al mismo tiempo trae aparejada la complejidad de administrarlo; porque ese capital de compone tanto de conformistas con la situación creada (y que por ende expresan una tendencia a conservar lo logrado, sin arriesgarlo), como de quienes quieren profundizar el rumbo con nuevos avances, nuevas conquistas y la búsqueda de los múltiples desafíos pendientes; aunque para eso haya que ingresar en zonas de turbulencia política.     

El 54 % representa además un enorme voto de confianza a Cristina (no un cheque en blanco, y si así se interpretase se incurriría en un error) para administrar los desafíos que el escenario plantea; lo que incluye -si es necesario- revisar instrumentos o metodologías, a condición de que no se abandone el rumbo: hay que enamorarse de los logros, sin pensar que hay una sóla manera de defenderlos. De hecho, el caso de los subsidios a las tarifas es un buen ejemplo de como hay que estar pensando permanentemente si los mismos instrumentos que se usaron hasta acá, garantizan o no los mismos resultados.

El 54 % implica además que, aun cuando fuese cierto que el país estuviera a las puertas de una tremenda crisis económica, el voto del 23 de octubre lleva implícita la voluntad de la mayoría del pueblo argentino de que Cristina es la más capacitada y confiable para capearla y llevarnos a buen puerto.

Sucede que si, a la falta de debate interno en el oficialismo (aunque a nivel de la simple militancia lo hay, mucho más incluso que en la oposición, que viene de recibir un mazazo electoral)  se le suma la hosquedad comunicativa del gobierno, nos corren con el fantasma del ajuste y muchas veces olvidamos todas esta cuestiones y nos ponemos a la defensiva, como sintiendo culpa por haber votado como votamos; incluso olvidando quienes son los que menean el fantasma, y desde donde hablan. 

Como por ejemplo Pagni, que en su columna de ayer en La Nación nos trae la novedad de que ahora el kirchnerismo sería la derecha argentina: palabras más, palabras menos, lo que viene diciendo desde hace años Altamira. 

Aunque con La Nación nunca se sabe: dejás pasar un par de días, mueven el banco y entra Cachanosky  por Pagni, y resulta que de golpe somos Cuba o la URSS.   

sábado, enero 14, 2012

Chau, mis amores


Ay país, país, país.

El interior seguirá pagando más por la electricidad, pese al ajuste

La quita de subsidios no evita que el servicio sea más barato en la Capital y el conurbano
Por Oliver Galak  | LA NACION






La quita de subsidios a los usuarios residenciales, que comenzó a aplicarse efectivamente desde principios de año, no corregirá uno de los aspectos de la política energética más irritantes para los habitantes del interior: los vecinos de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires seguirán pagando mucho más barata la electricidad.
Hasta ahora, un cliente de las empresas de distribución eléctricas de Córdoba o Santa Fe (ambas empresas públicas provinciales), por ejemplo, que consume unos 600 kWh por bimestre, paga cinco veces más que un compatriota que tuvo la "suerte" de quedar en las áreas cubiertas por Edenor, Edesur o Edelap, cuyas tarifas son reguladas por el gobierno nacional. Si su consumo ronda los 1200 kWh/bimestre, la diferencia se reduce, aunque no demasiado: 3 veces en el caso de Santa Fe y 3,66 veces en el caso de Córdoba.

Los casos de Córdoba y Santa Fe son bastante representativos de lo que pasa en el resto del país. Según estudios privados, con el esquema previo a la quita de subsidios, un hogar que consume 500 kWh/bimestre debe pagar (por kilowatt) $ 0,10 si vive en la zona de Edesur, $ 0,40 si está en Santa Fe, $ 0,50 en Córdoba o Mendoza, $ 0,45 en Neuquén, $ 0,33 en San Juan y $ 0,62 en Salta. El ingreso promedio por habitante en la Capital Federal es muy superior al de cualquiera de esas provincias.
Esta desigualdad no se repetirá en otros servicios que perderán los subsidios. En el gas no hay tanta diferencia porque es el Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas) el que fija las tarifas de distribución y los cargos variables para todo el país. La mayor disparidad en este caso se da por las regiones que están fuera de la red de gas natural. Son unos 4 millones de hogares (sobre un total de 11 millones), incluyendo provincias enteras, como Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones. En promedio, pagan $ 1,20 por m³, cuatro veces más que un usuario de gas natural por red previo a la quita de subsidios (sin los subsidios, igual quedaría por debajo del precio del gas en garrafa).
En el caso del agua, el interior no sufrirá cambios, porque sus servicios no estaban subsidiados
Ojo, no es culpa del gobierno santafecino ni del cordobés, esta situación (histórica, incluso atenuada, apenas, durante el tiempo kirchnerista, pero no es excusa) es pura y exclusivamente responsabilidad del gobierno nacional, que traslada dinero del país a las empresas extranjeras distribuidoras de luz en las zonas más ricas del país (zona más rica por el puerto y estos mecanismos organizadores de la desigualdad). El problema es que tanto los gobiernos de Córdoba (peronista) o Santa Fe (radicales y extrapartidarios como Binner), tomados como muestra (esto es así en todas las provincias) se tienen que callar la boca porque cobran cero pesos a la oligarquía en concepto de impuestos. Y además, son provincias ricas, por su cercanía al puerto (también Entre Ríos y cierto interior, que no todo, bonaerense).
¿Pero cómo se puede explicar esto, no es una barbaridad? 

Del blog No Te Vayas Estúpida 


miércoles 11 de enero de 2012

SURTIDO EN REALIDAD A CRISTINA LA OPERARON PARA INJERTARLE UNA GLÁNDULA ARTIFICIAL QUE SEGREGA PODER Y FASCISMO FABRICADA CON PLUTONIO IRANÍ, DICEN (36)

Y comenzamos nuestra recorrida habitual de todos los días post-tormenta de verano con una sutileza de La Nación, gentileza de Oscarcito Zárate. Qué pasó, qué pasó, vamos ahi, Tribuna. Con la Jefa no, eh.

Continuamos con una del GDA enviada antaño por Plotkyn. Vos fijate lo que es el ser humano, no, las proezas que puede llegar a realizar con tal de adaptarse. Ojo, yo que ya sé picar cebolla y pimiento capaz me puedo ir a probar suerte a España. Está el tema del idioma, claro, pero con voluntad todo se puede.

Los títulos de La Nación tienen ese no que se. Gracias Tirino.

 Y los capicúa de Clarín ya son un clásico. Claro, el tipo empieza a redactar y cuando llega al final ni se acuerda cómo empezó, y no se va andar fijando con lo que ocupado que está, imaginate. Este lo enviaron varios, por lo que no quisiera agradecer para no olvidarme de nadie.


Y para el final, el uy, pero esta sociedad está cada vez más secular, está del postre. Presentando, pluma clarinesca mediante, justamente a un postre en lugar de un santo de los más pulenta. Gracias Daniel Z, nada más, me voy al consulado español, permiso, buenas tardes.

Trenes, camiones y tractores



El secretario municipal de transporte (pero ya no en la intendencia PRO sino ahora en el gobierno nacional PROgre: pero sin cambiar de funciones) Pablo Schiavi, según Página 12 descartó "de plano" eliminar el subsidio indirecto a las patronales concentradas en el puerto y menos aún el subsidio directo a los empresarios de la estafa del transporte "público". Después dio una noticia de esas de veremos: una tarifa diferenciada para personas de bajos recursos.
Bueno, hay que festejar.
El vergonzoso costo del colectivo en Capital Federal lo seguirá pagando el resto del país, donde los sueldos son más bajos y por esta concentración de la riqueza en el puerto, por esta desigualdad estructural, hay menos trabajo. Incluso, los trabajos estatales, se pagan menos. Alegría entonces para los empleados del gobierno nacional con vocaciones municipales pues seguirán teniendo el sueldo, el transporte y muchos años de servicios  domiciliarios pagados por todo el país.
Yo supongo que ningún funcionario de cierta jerarquía llega a su trabajo en tren. Se sorprenderían. Pero así son las cosas.
Quitar a una partecita de los subsidiados esos subsidios a los servicios domiciliarios no redundó en mejoras para los sectores más pobres del país. Pero es un avance. Que esos sectores más pobres del país dejen de pagar el subte, los únicos subtes de todo el país (aunque los formoseños, riojanos y jujeños les van a seguir pagando 720 millones de pesos en una partida que se llama "acuerdo para la transferencia del subte" por parte de la secretaría municipal del gobierno federal a la secretaría municipal de la intendencia del puerto), tampoco ha redundado en mejoras en su transporte ni les devolverán lo que aportaron, pero es un avance. Hablar de tarifas diferenciadas, también es un avance; más allá de que ESAS TARIFAS DIFERENCIADAS ya existen. Pero, bueno, la prensa porteña suele ser bastante inculta en estos temas (sí, la puta madre, estoy enojado). Ya pagan menos los cartoneros -que según el Indec, tienen un trabajo (no es según el Indec solamente, sino también en los estándares internacionales en la materia: ok, pero de ahí a la Justicia Social...)- y ya pagan más los más ricos en un servicio mucho mejor, claro. Y más rápido. Y más que decente. Y existen, además, pasajes en tren de larga distancia en espera, con rebajas. Algo parecido a lo que financian los cartoneros para la gente de bien, en Aerolíneas, su línea de bandera, alegría.
Que se mejoren esas tarifas diferencias, que se aplique la "sintonía fina", estaría bueno. Pero es un veremos de esos.
Los trenes han vuelto. En algunos lugares por aportes provinciales. La secretaría municipal de transporte del gobierno federal, bien, gracias. Es un chiste. Bah, una vergüenza.  Pero ahí están, además de los burócratas neorevolucionarios de la secretaría municipal de transporte, unos empresarios invisibles que se dedican a estafar a la gente, la ignorancia de los que deciden sobre cómo se vive allá abajo, las mafias sindicales como las de Pedraza, la cobardía de muchos gobernadores de no reclamar lo suyo (no sea cosa que se note que en sus finanzas provinciales...la oligarquía no paga impuestos: hola socialismo santafesino, hola peronismo cordobés) o sea todo el combo intocable. Pero explosivo.
No hace falta que Pino Solanas quiera mandar gente (que no tiene) a quemar vagones.
Hace falta continuar con esta política conservadora.
De hacer mierda la dignidad de los que viajan en tren y subsidiar camiones y tractores. Sobre todo los tractores.