Dice Scioli que es "destituyente" el paro de docentes, regulado legal y constitucionalmente. Que bregan por la escuela privada, sin dudas, pero ningún gobernante puede correrlos por izquierda. Bah, el ministro de educación de la Nación es de los pocos políticos cuyos hijos van a escuelas públicas.
No es de extrañar que en el vocabulario ignorante de Scioli y toda la farándula mersa que lo rodea esa palabra está copiada. Hay una prostitución de las palabras que trasciende este caso. Los goles secuestrados, por ejemplo.
O el "cepo publicitario" del que habla, sin eco ni suerte, el Partido Clarín.
La arboleda de boludeces de Foster en defensa de cuatro pinos de mierda. Claro que bien escrito, lo de Foster. Y con un vocabulario envidiable. La presidenta, con sus excesos -producto de su voluntad de rodearse de mediocres que aplauden sin tomarse la modestia de escuchar siquiera qué mierda aplauden- es una política con un nvocabulario rico, perdón por la palabra, en conceptos y articula los pensamientos de manera ordenada. Con silogismos -ésta es una categoría filosófica del orden del lenguaje, tiene un uso peyorativo que no es el que se está usando acá- lógicos, bien planteados. Se pueden discutir las premisas, bah, se deben discutir, en democracia, las premisas, pero hay amplio consenso de que tiene un pensamiento elaborado sofisticadamente.
Macri, que es analfabeto funcional (se define así a quien habla con menos de 2.000 palabras) no puede realizar un silogismo.
Néstor Kirchner, versado en economía como pocos dirigentes argentinos, tampoco podía. Su sintaxis era salvaje. Pero a mí me gustaba escucharlo. Más que a la presidenta, que me aburre. Aunque, a la vez, coincido más con el gobierno de Cristina que con el de Néstor. En la actual maniquea huevada opositora, yo soy más cristinista que kirchnerista, un poco para no caer en su trampa y otro poco porque para quienes venimos de la izquierda y no de Santa Cruz, para nosotros era más conocida la diputada rebelde que el lejano gobernador de Santa Cruz.
Binner es un caso también de hablar parco, torpe, incapaz de un silogismo. Sin embargo, me consta, es una persona leída. Lee las cosas que yo no leería, toda la socialdemocracia conservadora y fracasada de Europa, la historia liberal, etc.
Pero la prostitución del lenguaje le corrsponde, principalmente, a los perdidos del actual proceso político. Hoy, periféricos del Partido Clarín. Lanata, el espécimen más bruto de esa camada, no es periférico, pero su carísima ineficacia lo llevará a ese lugar tras las elecciones de octubre.
No es nada dramático, las palabras mutan. Conservan su huella fonética pero devienen otros significados con el espiral del proceso político.
Y no agotan, jamás, los posicionamientos. Sólo dan cuenta de incomodidades, cambios en las relaciones de fuerzas y modalidades de la fluidez que adquieren las luchas políticas y sociales. Siempre dinámicas. Los quiero, putitos.



