lunes, octubre 15, 2012

Invitación al abismo

La Agencia Paco Urondo le hizo un imperdible reportaje a Martín Rodríguez, que acaba de editar (en el experimento editorial de Sebastián Morfes) un nuevo libro de poemas, el octavo, titulado, ja, genial: MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL.
La entrevista, advertimos, no es para maricones.



Su octavo libro de poesía, y el primero en publicarse en formato digital, se inscribe dentro de una tradición literaria de larga data que sin embargo hoy no es dominante: la escritura que vincula poesía y política (Descargá el libro aquí).
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APU (Por Soledad Guarnaccia): ¿Cómo surgió Ministerio de Desarrollo Social? ¿Cómo fue el proceso de escritura del libro y con qué materiales trabajaste?
Martín Rodríguez (MR): Yo tenía escritos algunos poemas –ponele- de temática política que armaban una serie pero la cosa no terminaba de armarse y dejé descansar los textos y en un momento me apareció como referencia el Ministerio de Desarrollo Social, un gran paraguas bajo el cual trabajar un montón de cosas que a mí me interesaba pensar y escribir. Digamos que en un momento encontré el paraguas negro del Ministerio de Desarrollo Social que, en el fondo, ponía en juego un saldo de mi experiencia adentro del Estado. Tuve la oportunidad de conocer la experiencia militante en un sentido más llano y la experiencia estatal. 
APU: ¿Y cómo pensás que este libro plantea el vínculo entre la poesía y la política?

MR: Es la primera vez que me lo planteé de este modo: si había algo político para decir después la poesía se encargaría de cómo decirlo. En el momento de composición fue clave la pregunta “¿tengo algo para decir de la política?”. Y esta vez alcancé el modo instrumental que tenía la poesía para decir lo que yo quería decir sobre la política y sobre el Estado. En este sentido para mí este libro fue revelador: por primera vez la estética no dominaba, no fue una búsqueda de un ideal estético sino que fue la búsqueda de un mensaje político. Por supuesto no me refiero a un mensaje político colectivo, ni un mensaje al pueblo ni nada parecido sino a una reflexión política que yo estaba en condiciones de hacer y el lenguaje poético permite cierta maleabilidad que a mi me mejoraba las condiciones para hacerlo.

APU: ¿Y qué te parece que dice poéticamente este libro?

MR: Claro es difícil porque yo te digo esto y enseguida tendría que aparecer un mensaje evangelizador... Hubo algo que a mí me resultó conflictivo. Casi todas mis experiencias de los últimos siete años fueron de trabajo con población vulnerable dentro del Estado. Entonces, me interesaba saber qué me quedaba a mí de esa relación “Estado-pobreza” mediada por una voluntad militante que muchas veces es la que mueve al Estado. Diría que aprendí muchas cosas. Aprendí que el Estado no tiene inercia en esas áreas, una gran parte depende de la voluntad. También aprendí – brutalmente- que quienes se dedican a la pobreza también se dedican a reproducir las condiciones de la pobreza. Lo menos moderno que me tocó vivir del kirchnerismo y de esta etapa fue el trabajo con los más pobres. Además, es un trabajo cuerpo a cuerpo, porque es un Ministerio que tiene territorialidad, esto significa llegar a la familia, a la mujer, al hombre, al chico. Entonces, descubrí que detrás de ese discurso de la “seguridad social” hay un discurso conservador que es y no es consciente. Y cuando digo conservador quiero decir conservacionista de las condiciones de pobreza. Por otra parte, es un Ministerio que intenta reconstruir lo que la economía destruyó. Tiene un ideal de reproducción de la vida comunitaria y social por afuera de la economía, cosa que para mí es imposible. Si uno se lo plantea desde un concepto moderno es un Ministerio cuyo fin debe ser su extinción. No es como el Ministerio de Trabajo, que en un país capitalista deberá siempre existir para actuar en la regulación de las relaciones del capital y el trabajo, o los ministerios de Salud o Educación. Este es un Ministerio que uno intuye que tiene que desaparecer porque todo su aparato asistencial es una cobertura “hasta que”, hasta que la gente solucione su situación por sus propios medios. Y el ideal moderno y liberal al que yo suscribo apunta a que la gente solucione su situación por sus propios medios. No estoy hablando de crítica al clientelismo, de hecho eso no está planteado en el libro. El ideal de soberanía política comprende la soberanía de las personas con sus propios recursos, entonces ahí veo que el Ministerio es un gran aparato que se constituye a partir de aquello que el mercado y la economía no pudieron hacer. Es decir, el Estado artificialmente puede hacer lo que el mercado y la economía no pueden hacer y eso se puede llamar “economía social”, se puede llamar de muchas maneras, y para mí eso es un problema. Además, ése fue el Ministerio que, en términos concretos, significó retrasar la llegada de la Asignación Universal por Hijo. La objetaba. Cuando vos decís “nuestra empresa es la reconstrucción del país”, si asumimos la dimensión trágica de un país que estaba destruido y hubo que reconstruirlo, parte de esa tarea de reconstrucción debería significar pasar en limpio derechos universales. A mi me parece que en el tema de derechos universales se trabajó menos, no hubo una recomposición de los sistemas de salud y educación que haya involucrado la misma inversión de energía que determinadas políticas asistenciales, siempre focalizadas. Y la Asignación Universal por Hijo, que les pisaba el poncho a todas esas políticas sociales, era para mucha gente de ese Ministerio una política liberal. El otro punto es lo que podríamos llamar la “fiesta de la pobreza”, para mí eso es peronismo malentendido: me refiero a las trabajadoras sociales que van cantando al barrio y son felices en el barrio y entonces comen choripán con los pobres. El peronismo es modernidad, no conservadurismo social. Es productor de movilidades. 
APU: Del trabajador social se dicen muchas cosas en el libro. Por ejemplo que tiene una heladera Siam Di Tela y un auto Valiant, objetos que a mi se me presentan como “fierros” del pasado, y a su vez hacia el final del libro hay unos versos muy fuertes que resumen un poco la perspectiva que aborda el libro: “todo trabajador social mora en la tierra de su mente/ Y negocia con el mundo de afuera los arreglos para dormir en paz” ¿De dónde sacaste esas ideas?

MR: Mi mujer es trabajadora social. Pero ella no ama la pobreza, en todo caso quiere a la gente. No dice “voy al barrio y me siento bien”. El trabajo social no tiene que servir para la conciencia de los trabajadores sociales, tiene que servir para la solución de los problemas de la gente. Mi mujer tiene muy claro eso y no hace esa especie de populismo tonto y esotérico que ve en el pobre la reserva moral y primitiva de una sociedad solidaria. En tal caso se trata de un trabajo para confirmar públicamente que la pobreza está mal, que es una condición cualitativa y cuantitativa.

APU: ¿De ahí viene ese verso que dice que el Ministerio de Desarrollo Social es “una solución visual para los problemas laicos”?

MR: Claro, esa figura de los trabajadores sociales en algún punto es también la solidificación del militante. El militante político, el militante social, que va el sábado al barrio y hace la colecta y la olla popular, la copa de leche y el apoyo escolar. El Estado kirchnerista toma ese insumo social, hay un montón de militantes incorporados a la estructura del Estado y dispuestos a reproducir esas prácticas militantes desde el Estado. Seguramente las voluntades de los militantes de ese tipo son más dinámicas que las voluntades de un trabajador de planta que está acostumbrado a ver pasar las gestiones, “pasan los gobiernos, quedan los artistas” como dice Enrique Pinti.

APU: La tapa del libro es muy buena y a la vez es muy fuerte, un rosario negro abajo del título ¿Fue una idea tuya?

MR: No, del editor, Sebastián Morfes que es un genio, es un poeta buenísimo de Bahía Blanca [ver nota aparte]. Él impulsa esta editorial después de años donde los libros de poesía tienen siempre un montón de ceremonias, la edición, la presentación, en un espacio donde hay muchos caciques y pocos indios No hay lectores que no sean poetas. Él creó esta forma virtual y accesible.

APU: En el libro hay una expresión que para mi es un poco problemática y es aquella que expresa el vínculo del Estado con el individuo en términos de “violación imperceptible” o “copulación silenciosa”

MR: Bueno… ahí quizás se me va la mano.

APU: Esos versos están referidos al “albino”, otro gran personaje del libro que venís trabajando desde libros anteriores a Ministerio. Del “albino”, justamente, se dice que es nacido de esa “violación imperceptible” o “copulación silenciosa” del Estado con el individuo.

MR: Bueno, no es una violación literal. Lo que pasa es que para mí nosotros vivimos en un país de una tradición estatal enorme, casi que teníamos Estado antes de tener pueblo. En ese sentido el Estado produce ciudadanía, produce imagen y semejanza. Ese fue el intento de las minorías o las elites del siglo XIX, producir un tipo de ciudadanía. La mitad de la obra de Alberdi y Sarmiento es una carajeada contra la mierda que nos tocó, la esperanza en la inmigración es como decir “cambiame la carne argentina que es una garcha”. Pero la idea de modelar una ciudadanía también está presente en el Estado popular. En este sentido veo una línea de continuidad, una gran tradición que une a Perón con Roca, incluso a Roca con Rosas. Y esto también está presente pero con un peligro, porque es un discurso social y comunitarista que empobrece lo político. Supongo que los acuerdos, los contratos que firma cualquier ciudadano con el Estado son siempre un poco oscuros, un poco violatorios de algo. Ya desde la escolaridad de una persona hay tramas medio oscuras…

APU: A mi me parece que esa figura o imagen de la violación, que por supuesto no es literal, para caracterizar el vínculo del Estado con el individuo está bastante extendida sobre todo en ciertos sectores de la sociedad. Imagino que la clase media que actualmente se manifiesta contra el gobierno entiende de ese modo, por ejemplo, el pago de impuestos.

MR: Está bien, yo no pensé en eso, pero bueno, insisto: la imagen proyecta al Ministerio como el gran Estado conservador, en el sentido de conservación de clases sociales, aunque también como administrador de una justicia social, en tanto reparto de proteínas y recursos. Mitad pescado y mitad caña de pescar reparte, ya que rige una apuesta a “lo productivo”, al cooperativismo, a una economía social siempre débil, con respirador artificial. Es un Ministerio que, estando peleado con la economía, imagina construir una ciudadanía justicialista enemiga de la restitución de la gente al mercado laboral. Esa especie de ilusión del movimiento social es parte de una ideología del kirchnerismo y un elemento conservador del kirchnerismo. Por algo el kirchnerismo nunca pudo constituir una relación con el sindicalismo y sí lo hizo con los movimientos sociales. A los movimientos sociales terminó capturándolos prácticamente a todos porque les dio espacios y contención social. Lo que no pudo tener el kirchnerismo fue habilidad para introducirse en el conflicto más nuclear que es el del capital y el trabajo. El kirchnerismo ahora dice “Moyano es un burócrata” que representa a los que laburan y lo acusan de no darse cuenta de que este Estado es de los más pobres. Hay más discurso para el “último”, el más pobre de todos, el que va al final de la fila, que para el asalariado formal, alguien que sufre inflación y presión tributaria. Y como si fuera poco, además las centrales sindicales, sobre todo la CGT, serían culpables de no haber tenido nunca una política para los trabajadores informales. Bueno, es más responsable el Estado que la central sindical. ¿Qué política puede tener un sindicato con respecto a eso? ¿Tomar las fábricas para que tomen más gente? Algunos sindicatos tienen proyectos al respecto, Facundo Moyano tiene un proyecto contra las tercerizaciones. Pero volviendo: supongo que quise dar cuenta de la paradoja del lugar donde estaba parado: que en el momento que creés darle la mano a alguien para liberarlo, en realidad también lo estás sujetando.

Y otra idea que para mí era importante es la ideología de Estado que genera el Ministerio. Es una ideología donde no existe lo público, existe lo estatal. Es decir, lo estatal cubre lo público. Y ahí también encuentro un problema porque después el mercado es más hábil para ocupar lo público. El kirchnerismo no distingue tanto lo público y avanza en un sentido roquista, Néstor es una figura así, su impronta era la ocupación del espacio público en forma de restitución y absorción del Estado. Seguramente, Néstor hizo mucho menos de lo que quiso hacer en términos de obras pero imaginó su gestión como avanzada sobre un desierto arrasado. Me gusta esto, me sigue pareciendo una figura tremenda la de Néstor, un político cargado de intuiciones, un político del “gesto”. Cristina te explica el “después del gesto”, pero no te hace el gesto. En cambio Néstor hacía el gesto, él dijo “bajen los cuadros” y punto. Cristina te habla sobre la línea de tiempo, está antes y después del “gesto”. Néstor dijo simplemente “bájenlos” porque él tenía tres palabras para explicar eso. Fue el hombre de las doscientas palabras, como decía Carrió con intenciones tontas.

Para mí hay una complejidad más en la cuestión de la diferencia entre lo público y lo estatal, porque es un desafío que, aun siendo tan popular, el peronismo nunca supo romper. Creo que en torno a esta cuestión hubo dos cosas que se hicieron bien: Tecnópolis y el Bicentenario. Hiciste algo y te quedaste ahí, la gente lo tenía que llenar. Es decir, la gente lo convierte en algo público.

APU: En este marco me gusta un poco más esa duda que planteabas sobre el vínculo del Estado y el individuo y que en el libro se expresa como violación. Me parece más interesante el planteo en términos de poner a trabajar una duda sobre ese vínculo en función de la construcción de lo público.

MR: En general ese agente estatal, el operador territorial del Estado, ve algo público e imagina el Estado dándole volumen. Por eso le cuesta tanto al Estado pasar en limpio qué es la nueva Ley de Medios, cómo se organiza ese nuevo espacio que se imagina desmonopolizado. Y bueno ahí aparecen un montón de cuestiones y problemas. Por un lado, no tenés ninguna idea de mercado. La Ley de Medios es una ley anticapitalista, es una ley que no tiene en cuenta el negocio, es como un plan quinquenal en el vacío. O sea parece un diagnóstico voluntarista del mercado y de la sociedad que sirvió al menos para algo fundamental: descentrar el sistema de medios monopolizado por el grupo Clarín.
Su octavo libro de poesía, y el primero en publicarse en formato digital, se inscribe dentro de una tradición literaria de larga data que sin embargo hoy no es dominante: la escritura que vincula poesía y política.
 
altAPU (Por Soledad Guarnaccia): En Ministerio de Desarrollo Social están muy presentes las tradiciones del Ministerio ligadas al cristianismo y al control social pero, sorprendentemente para mí, está ausente la tradición más evitista. ¿Por qué esta selección?

Martín Rodríguez: ¿Y cuál sería la tradición más evitista?

APU: Bueno, el edificio del Ministerio tiene actualmente en sus muros dos imágenes de Eva Perón y hay todo un legado inspirado en el trabajo de la Fundación Evita. Esa tradición podría resumirse con una frase famosa del General Perón que dice que mientras él se ocupaba de agrandar la casa, Evita se ocupaba de abrigar a los que todavía estaban afuera. Esa podría ser una imagen pero lo relevante, me parece, es que esa es una idea muy potente para el trabajo en el Ministerio, al menos yo la percibo así, y en el libro no encontré la figura de Evita y me llamó la atención esa ausencia. ¿Fue deliberada?

MR: Yo no soy tan evitista.

APU: ¿No?

MR: No, si tengo que optar entre Perón y Evita, opto por Perón.

APU: Pero ese es un falso dilema ¿no? Evita optaba por Perón siempre…

MR: Está bien, está bien...

APU: ¿Quizás te moleste, como a muchos peronistas, la apropiación de Evita por parte del montonerismo?

MR: En este sentido hay dos cuestiones. Evita aparece como la Evita montonera que se contrapone a un Perón conservador y después también aparece como el hada buena de tipo socialcristiano que hay que rescatar. Como lo que intentó hacer Chiche Duhalde en los años noventa. Intentaron rescatar de nuevo el afecto social del peronismo que en el menemismo había sido olvidado. O sea que en ese momento estaba bien lo que planteaba Chiche Duhalde, a pesar que terminó siendo un evitismo pasteurizado. A mí nunca me atrajo demasiado la figura de Evita porque no me atraen las figuras sin contradicciones, como tampoco me atrae el Che Guevara. Salvo cuando alguien te presenta al personaje en su dimensión dilemática o trágica, pero en general te los presentan como un tren bala hacia el mito y el destino. ¿Cuál era la tentación de Evita? Yo quiero conocer esa Evita. No niego la potencia revolucionaria que puede tener, no la niego para nada, soy peronista pero no me engancho por ahí. Y además me parece que ese Ministerio y esa época también están atravesados por López Rega ¿no?

APU: En el libro sí, de hecho el primer capítulo se llama Bienestar Social.

MR: Claro, lo otro está muy presente, parece que el gran Daniel Santoro todos los días le pasa el rodillo al Ministerio. Pero hay todavía gente que trabajó en la época de López Rega … Cuando yo trabajé en la Municipalidad había tipos que hablaban de Cacciatore. “El petiso era un fenómeno”, te decía un delegado veterano de SUTECBA. Yo entendía entonces que la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires tiene su caudillo histórico que es Cacciatore, y este Ministerio tuvo su caudillo oscuro, con toda su impronta también salvadora, que fue López Rega.

APU: ¿Y Carlos Monzón? Él también es un personaje presente en Ministerio que viene de otros libros tuyos.

MR: Para mí es el estereotipo del negro argentino. A mí me interesaba pensar todas las formas de celebración de la pobreza, todos los estereotipos de celebración del mundo popular porque este Ministerio está teñido por una perspectiva de clase media. Además la gente de clase media quiere desplazarse, en general nosotros pertenecemos a un sector que es inestable y no quiere a su propia clase. Eso también es parte de la pelea discursiva que para mí está presente en esto de decir “voy al barrio no para llevar el mensaje de modernidad a la que pertenezco sino para decir que la verdad está acá abajo”. Creo que ése es otro problema que además es contrario al ideal moderno del peronismo, es decir, contrario a la movilidad social. El discurso de reivindicación de los pobres que actualmente se pone en juego en la confrontación con los cacerolazos corre el riesgo de contraponer “por izquierda” un conservadurismo mayor. Esa especie de opción por los pobres cuando ya sos el Estado y ese discurso anti clase media terminan en una negación del ideal de movilidad social. Uno podría pensar, sin que se ajuste a una verdad empírica pero que se aproxima a una verdad, que gran parte de la clase media de hoy fue la clase obrera de ayer y que los grandes procesos de desarrollo social producen clase media.

APU: Recientemente escribiste una nota que titulaste “la clase media es el hecho maldito del peronismo” ¿El Ministerio de Desarrollo Social sería la institución maldita?

MR: No es la institución maldita, porque si no existiera habría que inventarla. Me parece que en términos de política pública cumple roles fundamentales. En términos de objetivo y de proyecto político me parece que es más difícil.

APU: Aún cuando se trata de poesía, vos sostenés más o menos algo así: uno debería pensar que en un proyecto político que aspira a la emancipación en términos políticos, sociales y económicos, debería llegar el momento en que no habría necesidad de un Ministerio de Desarrollo Social, entendido como administración de la pobreza; básicamente porque debería llegar el momento en que no haya más pobres o que sea un tipo de pobreza que no requiera de algún modo de “asistencia” por parte del Estado. Para decirlo brutalmente, pienso que es imposible que algo así pueda darse, primero porque este proyecto político no tiende a la eliminación del sistema capitalista sino a la regulación, es decir, se puede aspirar a la superación de la pobreza pero hay que tener políticas públicas para la pobreza y realmente no creo que se pueda eliminar absolutamente el “asistencialismo”.

MR: Sí, es ideal. Yo no soy anarquista, no creo en la destrucción del Estado ni mucho menos. Digo: no perdamos de vista que hay un Ministerio que existe por desgracia. Aunque nunca vaya a dejar de existir, no perdamos de vista eso. Uno puede imaginar que la salud existe y a la vez que hay enfermedades que pueden ser eliminadas y eso no significa que no haya políticas de salud. Ese Ministerio se hace cargo de los costos sociales de un tipo de economía que no alcanza a todos y a la vez lo hace sobre falsas ideas. O sea el propio Ministerio no debería perder de vista que está para eso y no para reconstruir la integralidad de una vida, no porque esté mal hacerlo, sino porque no se puede hacer, porque es imposible. Ese Ministerio es una sala de urgencias, debería actuar en una primera instancia sobre la reconstrucción de un tejido social. Con el kirchnerismo la Argentina logró que todos los pibes tengan la cantidad de proteínas y vitaminas que necesitan, lograr que toda tu población coma lo que necesita comer es revolucionario, pero no me parece que ese Ministerio pueda pensar en un plan B o un plan C por fuera de esa especie de objetivo primario. Por eso creo que en su ideal de reconstrucción de una vida tiene una visión desmesurada sobre cuánto puede reconstruir una vida. Y yo creo que ahí está el problema, no podés reconstruir todo, la gente no está esperando al Ministerio. Recuerdo cuando trabajé en un programa municipal con los cartoneros, lo primero que te das cuenta es que el cartonerismo es una economía. Te das cuenta de que la economía sigue, no está esperando al Estado para humanizarse. Ni la gente ni la economía esperan al Estado. Entonces el problema es que el Estado produce con el Ministerio una suerte de captura social y una falsa ilusión de reconstrucción total de toda una vida y eso me parece imposible. Ojo: ésa es una de las capas del justicialismo, construir una ciudad al amparo de la historia, la comunidad organizada, pero acá se hace sobre la base de ningún ascenso. Y con la fijación del pobre al barrio pobre. No se proyecta el chalecito californiano (de donde nace el mito versero de que levantaban el parquet), sino bajo la forma de microemprendimientos, panaderías de pan barato. El viejo peronismo lo hacía sobre la regulación de la relación del capital y el trabajo. Y era la ciudad feliz para los privilegiados: la ciudad de los niños.

APU: ¿Y qué problemas concretos trae ese objetivo de reconstrucción total?

MR: Yo no tengo una visión del tipo “este Ministerio no permite el crecimiento de una fuerza revolucionaria”. Para mí la mayoría de los pobres –en un promedio grosero- van a estar a mi derecha, no tengo ningún problema en decirlo. Creo que el promedio del mundo popular está a la derecha del promedio del mundo de clase media. La gente dice “qué horror lo que piensan Las Heras y Callao”, bueno andate a Cobo y Curapaligüe a escuchar lo que piensan. Hay horror en todos lados, toda esquina tiene su fosa, su abismo, no es que escuchás hablar a los pobres y es agua bendita y escuchás hablar a la clase media y decís “qué asco”. Son jodidos como todo el mundo. El racismo está en todos lados. El kirchnerismo es la oportunidad a partir de la cual existe cierto izquierdismo que transforma la sociedad a espaldas de la sociedad. Nosotros les colamos el matrimonio igualitario, identidad sexual y un montón de cosas que si vos las plebiscitás no ganan. Hoy nadie se podría imaginar que las mujeres no voten. Mi abuela votó por primera vez cuando ya era grande y hoy parece estúpido el mundo en que las mujeres no podían votar. No se te ocurren argumentos para sostener eso, nadie sería serio si sostuviese eso hoy. A la vez en aquella época existía el Partido Radical que ya era moderno y tenía figuras como Yrigoyen y Alvear, políticos súper interesantes que –por acción u omisión- bancaban que las mujeres no voten. Toda época tiene su costado oscuro. También eso es interesante, el kirchnerismo combina dosis de modernidad y conservadurismo. Por eso es interesante meter la discusión adentro. Mi crítica a muchos compañeros es que la oportunidad histórica no es solamente la oportunidad para ser obediente y disciplinado y mostrarle a la conducción que podés ser un soldado fiel. La oportunidad histórica es colar temas. Después va a ser difícil, andá a colarle un tema a Cobos, por ejemplo.

APU: En el libro se percibe una cierta obsesión por lo nuevo pero al mismo tiempo hay una impronta algo pesimista en torno a la emergencia efectiva de lo nuevo. ¿Lo vivís así?

MR: Yo creo que mi pesimismo es hacia la sociedad y creo que un mejor gobierno no hace necesariamente una mejor sociedad. El kirchnerismo produjo un montón de cosas pero no veo un cambio cultural, hay un ideal de sociedad mejor pero no veo que haya cambios fundamentales en ese sentido. No creo que 678 sea mejor que TN, aunque tengo algunos amigos en 678 y en TN ninguno.

APU: ¿Crees en el progreso?

MR: Un poco.

APU: ¿Y te interpelan los ideales del cristianismo?

MR: Sí, en el sentido del escándalo frente a las cosas. No es resignación sino escándalo. Creo que no hay que naturalizar. Soy devoto de San Benito y él dice que hay tres entidades desde las que habla Dios: tus adversarios, que son los que te dicen la verdad y te indican tus zonas débiles; los extraños, él dice que siempre que llega un forastero hay que atenderlo porque puede ser Dios; y los jóvenes porque son los que creen que las cosas no tienen que ser sólo así. El cristianismo pone en movimiento un sentido de comunidad que es inquietante.

APU: Para terminar: el año que viene se cumplen diez años del kirchnerismo y treinta años de democracia ¿Cómo pensás la poesía argentina en estos últimos treinta años y especialmente en estos últimos diez?

MR: Nosotros no tuvimos una buena generación del setenta, no estoy haciendo valoración de la calidad poética, quiero decir que para quienes buscamos la política en la poesía no fue una buena generación. Yo siempre busqué la política en la poesía, busqué algo que seguramente sólo a través de la poesía se da y es algo político. En la literatura en general siempre busqué la política. Empecé a leer poesía política e histórica en la poesía de los noventa y la que siguió. Al menos yo la leí en la poesía de Martín Gambarotta, Sergio Raimondi, Laura Wittner, Horacio Fiebelkorn, Santiago Llach, Mario Arteca, Cucurto, Marina Mariasch, Fabián Casas, Alejandro Rubio, Carlos Godoy, Diego Sánchez, Martín Armada, Hernán Vanoli. Y también en la narrativa de Fogwill, Osvaldo Lamborghini y Perlongher, que leí después. Yo me inicié en la lectura en los años noventa y leí de atrás para adelante, de lo inmediato a lo más histórico. Leí a mis contemporáneos inmediatos y después fui leyendo hacia atrás. Y en los noventa hubo un gran movimiento de vanguardia poética, que son estos autores que nombré y algunos más, que de algún modo hicieron mucho más el duelo surgido de la ruptura del ideal político de los setenta que los propios escritores que venían del setenta y siguieron escribiendo en los ochenta y noventa. El libro Punctum de Martín Gambarotta es el duelo sentimental del hijo de un militante que, en ese gran vanguardismo estético que asume, envuelve un ideal romántico de la política. O sea el chabón está lleno de resentimiento porque ve que los antiguos militantes políticos se convierten en unos pelotudos o porque los demócratas dominan la escena literaria, la marginalidad crece y un montón de datos que en el fondo configuran el ideal perdido de Punctum, es decir, la militancia política de los setenta. Y en ese sentido me parece que después de estos diez años de kirchnerismo la literatura perdió fuerza porque en realidad todos nos sumamos a la tarea y me parece que no se escribieron grandes textos.

APU: ¿Entonces no habría una poética kirchnerista o sí?

MR: Lo que pasa es que el kirchnerismo es contemporáneo de la revolución tecnológica y las redes sociales. En realidad me parece que lo que se produce hoy pasa más por ahí que por los libros. Las redes son un fenómeno que yo no analizo porque no me interesa, lo vivo. Por ejemplo, leo blogs, leo cosas, leo gente, no sé, leo twitteros que me parecen buenos. Lucas Carrasco, el Coronel Gonorrea, Manuel Barge, Luciano Chiconi. No es sólo lo que se escribe en las redes sino la velocidad con la que se pone en circulación. Y otra cosa es que no me interesa leer lo que dice un autor sino que me interesa más el debate, las discusiones, los movimientos de sentido. Por ahí, en Twitter y los blogs se produce algo más interesante en términos de debate que en la contratapa de Página 12. O sea, se quebraron jerarquías y eso es lo que pasó en la literatura durante el kirchnerismo. Pensé este libro en función de la circulación a través de internet y las redes, menos ligado a esa producción clásica de la literatura que en realidad es pura política de autor.

Sos Miami, pendeja




En vísperas del próximo heidimo neonazi nos cuentan desde sus páginas oficiales el sublime grado de estupidez política que los aglutina. Dan conmovedoramente risa. Pero requieren, como carne de cañón arriada para fines que aceptan con candidez y simpleza beligerante, una conducción política más seria. Hasta ahora, con el mamarracho desvariado de Lanata, no van ni a la esquina. Puro circo. Playito. Sin densidad. De una torpeza cachivachezca.
Pueden llenar un montón de plazas contra la negrada y el pobrerío pero en la medida en que no jueguen a mayor amplitud de clase -lo cual implica democratizarse, cosa imposible por ahora, dadas sus limitaciones cívicas e intelectuales- quedarán acotados a ser los amanuenses de una bufonería que no comprenden.

-Hacemos este cacerolazo por que no queremos a Moreno! Pero no somos golpistas- me dijo, tierna, una señorita exuberantemente cheta, por Twitter. Con evidentes problemas para la comprensión de textos.
-Sos Miami, pendeja.
Le respondí. Y me autocito. Gozoso.
Ególatra.
Pero la cosa quedó ahí. Con tan poco.
No, no creo que se pueda establecer un diálogo con los cánditos heidistas que marchan con svásticas. Váyanse a la mierda. Háganse cargo, la derecha hipócrita, se lo que desatan.


La representación, como idealización práctica del institucionalismo, tiene, muestran los portadores sanos de anti institucionalismo, los cacerolos, sus limitaciones.
Habrá que aprender a convivir con los neonazis de una derecha dura que no encuentran contención en el sistema democrático. Que les queda grande. Que buscan elaborar, de sus postulados guerreros y crueles, un nuevo sentido común. De ultraderecha. Pero con la sonrisa cómplice de quien es ultrabanana. Que, aclara, "yo de esto no entiendo nada pero hay que matarlos a todos".
El heidismo.
El residual y el emergente.
Quizás se amplíen y en el camino vayan encontrando carriles de menor violencia simbólica, de menor idiotismo; por ahora, tal cosa no ocurre.

Ernestina Herrera de Noble es La Cautiva.
Hay un malón de indios que la toma prisionera.
Brian, a los efectos narrativos, puede hacer de Héctor Magnetto. Y entrecruzar la cuestión, en La Cautiva, de los hijos. Y las infinitas superposiciones de miradas civilizatorias. Miradas de peluquería, con pretensiones de totalidad. Sentidos comunes en ciertos y privilegiados círculos sociales. Con sus infaltables merodeadores, alrededor de la jaula, buscando eso tan grato que es pertenecer. A la jaula. Mendigando en las puertas del Club Social.
El Indio, llamado, asquerosamente, con distancia racial, El Indio, bien cabe para CFK. Porque el Indio es odioso cuando se sale de su casillero y se empodera. Cuando hace lo impensable: se transforma, del otro, de ese infierno que son los otros, en uno.
La Cautiva no es lo más conocido de Estéban Echeverría (un partido del conurbano, de las tolderías, paradojalmente, aloja su nombre). Y menos aún estudiado es el Dogma Socialista, del mismo autor.  Una tradición elitista, vanguardista, alejada de cualquier encarnación real (perdón por el uso marxista del término) es un sujeto popular. Representante de la brillante Generación del 37, Echeverría trascendió por su fina escritura y sus ideas raciales. Enfrentada a la potencia bárbara de Rosas, la Generación Literaria del 37 se desperdició en el exilio de los antipopulares, en Montevideo. La ciudad que expulsó a sus mejores exponentes. Y lo sigue haciendo.
El Matadero.
Eso es lo más conocido y estudiado de Echeverría. Juan María Gutierrez lo incorpora, más tarde, a las obras completas de Echeverría. Paladín del romanticismo -como escuela estética- argentino. Aunque entonces, Argentina, no había sido fundada. Aunque ya sí fundida. Obra fundante, El Matadero -en ésta página de Clarín se puede leer- junto con Facundo, la novela de Sarmiento; del criterio, de persistente validez para una mirada crítica, del eje civilización y barbarie. De esa excursión a los indios ranqueles, la fascinante novela de Lucio V Mansilla. Se puede leer en PDF acá, un formato, además, de fácil impresión.
En la Biblioteca Virtual de Clarín  se puede leer el Facundo (Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, tiene el buen gusto de no leer mi blog, como la mayoría de los seres humanos que habitan esta tierra, esta patria y este barrio. Sino sería lindo decirle que hay que avanzar en las plataformas digitales para la literatura argentina. Alguien podría sugerirle eso. Voy a contar algo: Horacio González me ha felicitado, cuestión que para un vanidoso irremediable como yo es perfectamente natural excepto que siempre es poco,  por cosas que he dicho en la TV. Cosa que me sorprendió. No lo hacía a González viendo TV, sino más bien, leyendo. Y mi blog, modestias aparte que me hacen estornudar, es muy leído. Pero en general, en el gobierno, solamente por los funcionarios más jóvenes. Hay una cuestión generacional, cierto. Pero también, hay una cosa insidiosa, abusiva, con la prensa tradicional. Una obsesión poco correspondida. Y ni que hablar, pero no es el caso de González, con la TV. Es una lectura correcta del mapa de medios predominante. De cómo se genera influencia. De cómo se organizan los conceptos que luego hacen al debate político. Pero es una mirada pequeña, que contrasta, con los funcionarios más jóvenes o el periodismo, hoy encumbrados, que tienen, sí, un panorama más amplio y sofisticado; razón por la cual disfruto psicopateándolos, je. Bueno, todo este comentario iba a que Clarín, como burguesía nacional, concentrada y rentista, avanzó, antes que el monopolio mundial de Google, en la digitalización de clásicos de la literatura nacional: el estado, la Biblioteca Nacional, nada ha hecho y está en mora en este aspecto. He dicho)  

Los expertos estatales y privados, que portan la legitimidad estatal del monopolio de la violencia, de Inteligencia están de punta contra el gobierno y se sienten amenazados.  Las fuerzas armadas, ni más ni menos. Trajes de fajina. Discursos brutales. Amenazas apenas veladas.
Las pancartas neonazis se permiten humoradas que descalifican la gravedad de la situación.
Los estudios jurídicos que las defienden, los estudios jurídicos y contables que hacen cursos de elusión impositiva y tribunalicia para la oligarquía. El entramado de la oligarquía que está espontáneamente inclinada a la desestabilización, parafraseando a Rodolfo Walsh.
Se conjugan demasiados elementos, coincidentes,  articuladores, condensados.
No es joda.

Las autopistas virtuales del Cacerolindo, como la autopista de Cortázar, está estancada. En un atolladero. Largas filas. Muchedumbres que opacan ese dato inútil, para nosotros tan de cabotaje, del pronóstico del tiempo: la visibilidad. Y conviven, se pelean, en la autopista que no avanza. Van creando su propia realidad fantasmagórica, atrapante, paranoica. Cierta psicosis de urgencia les patea el culo. Tienen sus códigos salvajes de convivencia. Sus capillas. Su relato. Y, naturalmente, sus maneras de alimentar y retroalimentar su relato.

No es mirando únicamente a Clarín, sino al Banco Central, como se sale de éste atolladero.
Fin del comentario.

Las redes sociales se autopresentan, en la épica ultramontana, como su teatro de operaciones. Es el reverso, desgastado, del Teatro de la Crueldad. No sorprende. No toca ninguna fibra íntima. No llega ni a la esquina.  En El Teatro y su Doble, Antonin Artaud, se quedó, quién lo diría, corto en sus postulados. Quizás una versión más radicalizada del Teatro de la Crueldad, la de Martin McDonagh, sí remita a los Cacerolindos; a escenas de violencia física y simbólica de las cavernas donde los neonazis miran sus sombras, creyendo, platónicos, mirar y temer el mundo entero.
In-Yer-Face podrían decirle a los cronistas de 678 golpeados. O cuando cantaban a la presidenta "andá con Néstor, la puta que te parió". O con sus svásticas. Soslayadas.
La marcha de las svásticas tiene ecos del Corpus Cristi. De antesala.

Probablemente, la crisis militar occidental, con los empantanamientos de Irak y Afganistán, con la Libia masacrada por el Premio Nobel de la Paz, la Unión Europea, la crisis militar que derivó sin conexión aparente en crisis financiera, continúe un par de años. Hasta que la junten en pala y se vuelva socialmente intolerable. Y aflojen. En el "primer mundo". En los estados industrialmente criminales.
Y Sudamérica, sin revertir con contundencia los factores productivos estructurales, tenga, siga teniendo, un intercambio favorable. Altos precios de materias primas. Y se vaya, lentamente, consolidando, como en Argentina, una industria liviana, mano de obra intensiva.
El eje, entonces, en la dinámica nacional, no pasará por la desigualdad, lamentablemente. Aunque ha sido acortada. Pasará, de acuerdo al cuadro de relaciones de fuerza, por un esquema sindical escueto y la voracidad rapaz de una clase dominante que es incapaz de ejercer como clase dirigente. Burguesía nacional, contate otra.
Los paradigmas económicos imperantes tienen alto consenso y por ahora, aunque todo parece indicar que se extenderá al mediano plazo dada la brutalidad con que el sector más retrógrado de la derecha se posicionó como conducción de la oposición al gobierno, los conduce el kirchnerismo.
No hay riesgos, hoy, en las urnas para las políticas sociales. Ni los mecanismos -poco audaces- de distribución del ingreso, no de la riqueza.
Los riesgos están en las svásticas, en la ultraderecha, ultramontana y ultrabanana que golpea sobre la línea de flotación de la democracia y el estado de derecho.









domingo, octubre 14, 2012

Instrucciones para asistir con uniforme al Cacerolindo Neonazi



Vayamos, es importante, es la única manera que tenemos de mostrar que no estamos de acuerdo.
 
No nos quedemos sin hacer nada.


 



ABasta de inseguridad.
Basta de Paco.
Basta de corrupción.
Basta de villas sin urbanizar.
Basta de adoctrinar a nuestros hijos.
Basta de instalar el odio.
Basta de Trenes de la Muerte.
Basta de falta de medicamentos.
Basta de desnutrición infantil.
Basta de trabas a las importaciones y exportaciones.
Basta de barrios sin agua, cloacas, ni electricidad.
Basta de violencia verbal.
Basta de sembrar odio.
Basta de manipulación de la justicia.
Basta de violencia sobre pueblos originarios.
Basta de patoterismos.
Basta de punteros políticos
Basta de impunidad.
Educación sexual para los más jóvenes.
Basta de autoritarismo.
Basta de feudos en nuestras provincias.
Basta de falta de educación.
Más empleos dignos y menos planes.
Basta de dividir a la sociedad.
Basta de adoctrinar políticamente en las escuelas.
Basta de liberar asesinos para hacer política.
82% Móvil a los jubilados YA.
Basta de perseguir con la AFIP al que piensa distinto.
Basta de estigmatizar gente por Cadena Nacional.
Por todo esto, decimos BASTA.

Queremos un país seguro, democrático, transparente, próspero, tolerante y en paz.

La inercia es igual a la complicidad. El pueblo argentino no es cómplice de esta corrupción.
Hagámosle saber que no toleramos más esta situación.

"LO ÚNICO QUE NECESITAN LOS MALOS PARA TRIUNFAR ES QUE LOS BUENOS NO HAGAN NADA"

Firme Junto al Pueblo


POLITICA |

 "Mamarracho para todos"

14.10.2012   

Lanata, el chocolatero que hace el ridículo en TV

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Lanata, y Chávez a su izquierda. (EFE)
Lanata, y Chávez a su izquierda. (EFE)
Luego del triunfo en Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de Venezuela, "Jorgito", el nuevo conductor de la noche dominguera de canal 13, y enviado especial a Caracas, se mostró fastidiado por la derrota del opositor Capriles.
Por Lucas Carrasco
Sin proponérselo, más bien proponiéndose lo contrario, la derecha argentina hizo del triunfo de Hugo Chávez en la reciente elección presidencial venezolana un acierto del kirchnerismo. 

Se puede graficar con un sencillo ejemplo: el del “periodista” Jorge Lanata provocando a los encargados de seguridad de otro país, justamente Venezuela, negándose a abrir el equipaje de una comitiva que, como se vio en los videos donde insulta porque perdió el candidato de los Estados Unidos, tiene, entre otras tareas, la de aplaudirlo.

Lanata se lleva su claque de reidores y aplaudidores, lo cual está muy bien, pero llamará la atención en cualquier aeropuerto semejante comitiva: explicarle a cualquier persona que el empleado preferido de Magnetto tiene “problemitas” de vanidad puede demandar más de una hora. 

Por suerte, en el aeropuerto de Caracas fueron comprensivos -según Lanata porque lo conocen y le temen o algo así, aunque no se lo puede tomar muy en serio-, y en menos de una hora ya estaba haciendo su lumpen show en Buenos Aires, al servicio de las licencias ilegales del Partido Clarín. 

Henrique Capriles, el candidato que todos los medios de comunicación pro yanquis apoyaban, será pronto olvidado por esos mismos medios que lo endulzaban tanto que hasta Lanata se habrá puesto celoso. Pero lo que quedó es la sensación evidente y amarga de derrota de la derecha, que se creyó sus propias mentiras. Incluso hasta el colmo del rencor; no es otra cosa el hecho de terminar puteando porque en una jornada ejemplar no triunfó el candidato yanqui en Venezuela. Si eso no es “periodismo militante” es, entonces, lisa y llanamente, vulgaridad recalcitrante. 

El tremendo error político de Héctor Magnetto, en vísperas de capitalizar un cacerolazo“espontáneamente” convocado para el prime time del 8 de noviembre, se debe a que en la desesperación se deja conducir por el lumpen show de Lanata, que junta su dinero sin aportarle un solo gramo de persuasión que no esté reducido al entorno reaccionario del cual ya se nutría el Partido Clarín.

El problema de truchar encuestas, montar operaciones e imitar en el autoelogio a Ricardo Fort es terminar confundiendo ese lumpen show con la realidad. Porque, después, esa realidad, vengativa, te prodiga esas decepciones... por ejemplo, que todo lo que dijiste e hiciste montado, psicóticamente, sobre tus propias mentiras, con el acompañamiento de marginales políticos como Eduardo Amadeo oPatricia Bullrich, resulta, desnudo, un papelón. 

Eso le pasó a Lanata. Creyó en sus propias mentiras. 
Y el lumpen show montado en Caracas contra Cristina (más que contra Chávez) resultó un mamarracho. 
De unas elecciones que en general, a la población argentina, le importaban poco y nada, la dirigencia de la derecha -la plana mayor del Partido Clarín- hizo un mundo, demostrando su aislamiento y haciendo, con vocación increíble, el ridículo. 

Ante cada traspié de la realidad, como buen mitómano militante, Lanata se pone él mismo en el centro de la noticia, fabulando una conspiración internacional para borrarle las terribles grabaciones donde revela vaya uno a saber qué cosa oscura que al gobierno venezolano no le interesaba dar a conocer. Un circo de falsetes que estrenan novedosas caras de indignados por la falta de libertad de expresión le hacen coro. Como ya es natural, a los dos días se descubre que era todo verso, una infamia de una puerilidad desgastante, y entonces el asunto se enfría y se olvida. Arranca la nueva Operación Triunfo. 

Solamente apretando mucho las palancas del odio se pueden entreverar tanto las cosas para caer en estos grados de perversidad: la noticia principal, para la Argentina, no son las fabulaciones de un mitómano militante, sino que triunfó democráticamente Hugo Chávez, que la derecha está aislada del mundo que imagina y no entiende, que cualquier futuro en manos de los encargados del lumpen show derivaría en un mamarracho tras otro, indefectiblemente. 

El chocolatero que hace el ridículo en TV, Jorge Lanata, está chocando la calesita. Problema interno del Partido Clarín. 

Era esperable que la mafia organizada del Partido Clarín abusara de todos los recursos posibles para no adecuarse al principio de igualdad ante la ley, pero no estaba en los cálculos de nadie que hiciera el ridículo. 
El Estado en su conjunto está obligado -no es optativo- a aplicar la ley. 

Los pucheritos berretas, las operaciones de inteligencia, seguirán después del 7 de diciembre, día en que se les acaban las chicanas judiciales de los abogados del Partido Clarín, los mismos que en el Grupo Clarín son presentados como constitucionalistas, acaso porque van a cobrar los cheques a Constitución, donde está la sede del órgano de circulación interna del monopolio ilegal. Que tiene la característica de traer publicidades de supermercados y electrodomésticos (sin privarse de hablar de estanflación) en el medio de sus instrucciones internas para empleados y militantes de 250 licencias ilegales. 

Es tan autocentrado el diario Clarín que sólo sirve para que sea replicado, como una biblia de neón, en las 250 licencias ilegales de medios de comunicación que concentra. 

Al igual que Lanata, todo aquel que lo contradiga, y a esta altura, son todos menos ellos mismos, es un K aborrecible que se niega a reconocer que la mitomanía militante es la pureza absoluta y la ley y el estado de derecho una trampa para aplicársela a los delincuentes. Y... sí.

La resentida, por Luciana Jury


Nacionalismo de izquierda



Los climas de época son claves de comprensión. Categorías que se aferran a la narrativa predominante. Y el triunfo, categórico, de Chávez en Venezuela se inscribe en el giro a la izquierda que adoptó Sudamérica; casi en soledad, en relación al resto del globo terráqueo.
Parecía, hace pocas décadas, una imposibilidad el nacionalismo de izquierda que predomina en la mayoría de los países de la subregión; no tanto por el vocativo "izquierda" cuanto por el vocativo "nacional": la globalización, se decía, iba a terminar con las fronteras nacionales.
Y caído o debilitado el estado-nación se predaba la condición de posibilidad de una izquierda. Que era el objetivo, en ese mundo que ya fue, a destruir.
Hoy, ese objetivo se desplaza con timidez a destruir la forma, diría Lenin, nacional. A través del sánscrito de que estamos "aislados del mundo". Pero colisiona, esa aventura reaccionaria de dialogar con un mundo donde la patria de la infancia está ausente, con la efectiva integración política en la región, propia del clima de época, y la crisis de los paradigmas neoliberales de maximización de la tasa de ganancia a través de la financiarización del capital, acumulado primariamente a través del estado industrial, hoy, deslocalizado.
La resultante es compleja en varios sentidos pero llana en otros: es la construcción de un marco ideológico que hegemoniza las interpretaciones de la coyuntura, entrampando en irresolubles los planteos nostálgicos de la década de oro del neoliberalismo.

viernes, octubre 12, 2012

Tanta agresión no es gratuita.

No tiene el kirchnerismo, de su lado,  el (quizás, además, abusivo tácticamente) recurso del "factor sorpresa" para el #7D.
El microclima vive, vivimos, de ésto: por primera vez, en democracia, algo tan normal y liberal en el capitalismo central y tan poco frecuente en las economías dependientes como el desmembramiento, a través de instituciones republicanas, de un monopolio, está, señora, a punto de suceder.
La estratégica derrota moral de la derecha argentina, que con la precariedad intelectual de Lanata se dejó conducir al desastre venezolano, opaca el recrudecido aislamiento político del Pistoletazo (epílogo de un desgaste innecesario de la variable de insubordinar a las fuerzas armadas. Probablemente, sino hubieran ido tan lejos, partidos de historia cuartelera como el socialismo y el radicalismo, o sus hijos dilectos, el PRO, no se hubieran desmarcado tan rápida y contundentemente, contribuyendo, así, al aislamiento del golpismo) e indaga sobre la crecida soledad del Partido Clarín. Dónde cuenta con la bandera de rendición de cualquier causa, no importa si se dan cuenta: si tu causa la defiende Patricia Bullrich o Eduardo Amadeo, ambos con destino de verguenza electoral como Silvana Giúdice y Fernando Iglesias; es que en realidad, estás presentando bandera de rendición. De rendición incondicional.  De prepotencia guaranga antes de estrellarte contra la pared.
De todos modos -bah, nunca es posible pensar después de todos los modos posibles, pero, digamos, después de acontecidas las variables más previsibles- la batalla legal no haría más que encorsetar, dicotómicamente, el ring de la disputa política que derivará, siempre y cuando la derecha salvaje respete, como hasta ahora, las rutinas institucionales, en el condensamiento que definirá la continuidad del kirchnerismo en la modalidad de Cristina como presidenta, del 2015 en más.
Las elecciones de 2013 serán un plesbicito en torno a CFK.
Todas las fuerzas sociales y económicas coinciden en este punto.
Pero, además, serán también un test que abrirá las compuertas para pensar qué quedará cuando finalice la presidencia de CFK o la conducción de la fuerza política mayoritaria: cuánto podrá, el eventual corrimiento a derecha (sea en 2015 o sea en 2019) mojar, la derecha salvaje.
Para decirlo en criollo: si se repitiera el cuadro de distribución de responsabilidades de 2011 con un kirchnerismo abrumadoramente mayoritario, secundado por un progresismo conservador y oligárquico como el de Binner y luego por las esquirlas del narcoradicalismo y el narcoperonismo, entonces, señores, el monopolio Clarín será, sencillamente, historia.
Y el Partido Clarín se irá diluyendo en su rencor.
Con el agregado, algo cruel, de que la memoria popular, tiene, siendo amables, plazos medianos para el olvido. O más bien, plazos largos. Tanta agresión no es gratuita.

jueves, octubre 11, 2012

Los puntos suspensivos.





En un bar de Paraná, en la esquina de mi trabajo, hubo una discusión fortísima: éramos cuatro periodistas amigos, bastante amigos. Desde entonces, nos saludamos, cortésmente, desde enfrente, con dos de ellos, dos de nosotros. Era el año 2004. Pasaron ocho años.
La mitad de la vida de prácticamente de quienes más frecuentan este blog.
Y uno aún contándose las costillas.
Las viejas heridas.
La cantidad de rencores.
Discutíamos, esa nochecita, entre vasos de fernet (con soda y limón), del 2004,  la naturaleza del gobierno de Kirchner, si era o no parecido al gobierno de Chávez, que todos, los cuatro, apoyábamos.
Estaban los cambios del equipo titular, que hasta entonces, además, picaba en punta: los posestructuralistas o su versión remixada, eso de que no había que tomar el poder. Y la contracara, defensiva (hoy vale reconocer cuán precaria) del socialismo del siglo 21.
Todavía, en esa esquina, no habían puesto el semáforo, entonces mirar las minas que venían de trotar por las barrancas del parque Urquiza, sobre el río Paraná, era una tarea que insumía más energías. Y el que tenía mayor poder de concentración, bajo el riesgo que nadie te retenga mucho la atención, ganaba por abandono.
Mi trabajo no era bien pago, pero en una sana costumbre, me cagaba en todos.
Y soñábamos que si en Sudamérica, etcétera, que si ganaba el Frente Amplio en Uruguay,  más los contornos que el peronismo podía aportar a la izquierda sudamericana, en fin, acorralando a Lula, en Brasil, que era un mundo de decepciones...(en Buenos Aires queda bien hablar bien de los gobiernos de centro del Brasil y Uruguay, en las provincias, que es donde habitan los que con frecuencia en el puerto se llaman Argentinos, la cosa, es distinta: entre otras razones, porque se los tiene, a los países y gobiernos en cuestión, más cerca).
Las previsiones fueron, hasta cabría lamentar, acertadas. Los resultados, muchísimo menos, en clave Sudamericana, que lo que nos dictaban los manuales de la revolución escuetamente posible.
Tanto batallar contra el posibilismo (la fuerza cultural del peronismo ha desterrado esta palabra del lenguaje al uso) de la Tercera Vía...

Enrique Medina, en una novela que se llama "Transparente", de un registro tan distinto del resto de sus obras, las de los años setenta, hace un abuso, tan raro, tan desestabilizante, de los puntos suspensivos...
¿Qué tiene que ver?
Nada...

En el año 2004 ya no tenían cabida las discusiones (francesas) sobre el carácter burgués de la novela, su posible fin, la perspectiva, miedosa, de su futuro. Ya esas cosas eran viejas. En el peor sentido del término: sinónimo de inútiles.
Lo peor, arriesgo ahora, de pensar la vejez es pensarse inútil. Con el cuerpo. Con la mente. Con esa separación, tajante, idealizada, de lo binario primario de una identidad. De una persona.

El vuelco en la correlación de fuerzas - en esos años usaba más, abusaba más de mi lenguaje izquierdista- era, en los albores del gobierno K, un hecho, palpable, no todavía contrastable, en Latinoamérica. Bah, en especial, Sudamérica. Nuestro mapa de situación no estaba tan errado. Y ojo que, naturalmente, la mente, vanidosa, hace recortes en los recuerdos, evitando los errores más groseros. Me acuerdo de estar viendo con otro amigo, Ignacio González Lowy, que lo perdí de vista, él se fue por los caminos de la izquierda que en 2002 mejor comprendía el peronismo y se fue por ahí, entre otras cosas, por insistencia mía en esa visión de izquierda nacional y popular con sesgo federal, pero bueno, ahora está en el rabioso antikirchnerismo que anda buscando, en las fuerzas armadas amotinadas, a la mierda, los cauces torrentosos, cuando la historia adquiere densidad, derivan a lugares impensados..., anda buscando ahí su última esperanza blanca; con la poesía pasablemente mala de Mao, pero me acuerdo de estar mirando en su casa, a mediados de 2002, el golpe de estado en Venezuela, por Crónica, el canal. No era TN, que siempre fue sospechado de ser una reverenda inmundicia porque era la voz pura del Partido Clarín. Y un amplio abanico de corrientes, antes de la llegada del kirchnerismo, pensaba lo mismo que ahora sobre el Partido Clarín. Claro que en el menú teórico portuario no estaban este tipo de reflexiones, ni a derecha ni, menos aún, a izquierda. Entonces se veían imágenes de un pueblo movilizado, contra Chávez. Me acuerdo de haber discutido, estando, yo, ahí, dudando, por decir lo menos, de Chávez, creyendo que el pueblo se le alzaba en contra. Eran imágenes manipuladas. No existían, ni los canales ni las extendidas pericias para manejarlos, como internet, con la ilusión de lo instantáneo, el enigma inmediato. No existían, además, las condiciones políticas y culturales para decodificarlo, sino, apenas, los refugios teóricos y el quilombo enorme que se armaba en las calles de las provincias, todos esos días.

Tampoco existían los formatos, recontracaducos, de linealidad entre medios de comunicación de masas y comportamiento ciudadano. O existían, como apéndices aburridos, de la historia sociológica, de sus recorridos accidentados. Y manuales de guerra. De inteligencia. Y teorías psicoanalítica.

Cosas que se volvieron viejas.
En su peor sentido.
Inútiles. 

martes, octubre 09, 2012

La carta robada





Los Gendarme y Prefectos sublevados contra la democracia están pagando su desvarío político en el desierto, ese lugar donde no hay capitalización ni representación mínima, por que decidieron quedarse al borde. Y traspasarlo.
El rol de la mayoría de la oposición política, en este caso, es enorme. Han aislado a quienes cruzan la frontera. El triunfo de Chávez, con la escena montada para que los militantes rentados del Partido Clarín, que por solidaridad de aislados, del otro lado de la frontera de lo legal, con el Pistoletazo y con los escrachadores del Cacerolazo, cierra el moño para regalo del estado de derecho. Las cartas están echadas.
Los prefectos -no los de la policía parisiense que en el magistral cuento de Edgar Allan Poe (ni en la versión de Julio Cortázar) se hunden en lo irresoluble y deciden pedir ayuda al detective, inaugurando, ingenuamente, un género literario- no tienen, ni en el duhaldismo, ni en el procesismo de Macri, ni en el radicalismo, es decir, en su estado mayor de la naturaleza, gravitación. El gobierno resolvió, por encima de la resolución de no reprimir la protesta social y meter en cana a los represores de la dictadura, con política, este dilema con política.
Un problema tiene una solución.
Un conflicto tiene un cauce institucional.
Un dilema no tiene solución ni cauce institucional.
Se trata de aprender a convivir, las mayorías democráticas, con el dilema. Hasta que el mero paso del tiempo opere como aprendizaje de las fronteras legales. No queda otra.
Que la política, como arma, ya no de resolución de problemas, ni de encauzamiento del conflicto, sino de aislamiento de los dilemas.
El problema es la Carta Robada. Esa carta guardada que los monopolios que se juegan la vida -se juegan, como en el caso del Grupo Clarín, su razón de ser en tanto monopolio, esto es, se juegan la vida- deben, naturalmente, tener.
¿No era, según los Manuales de Inteligencia, que el gobierno iba a mandar a Gendarmería el #7D para que el Grupo Clarín cumpla la ley? Gendarmería no parece muy dispuesta, precisamente, a hacer cumplir la ley. Más bien, lo contrario: se han constituido en la razón armada de la ilegalidad. Se fuerza, acá, la máquina, hasta lo inverosímil: el gobierno debe, más que puede o quiere, debe, hacer cumplir la ley. No le queda otra. Cumplir la ley o hacerla cumplir no es optativo. Es un imperativo categórico cuya ilusión sostiene el estado de derecho.
Los monopolios, los de AEA -la poderosa Asociación Empresaria Argentina que dirigen Techint, Clarín y la oligarquía sojera- no están acostumbrados a gobiernos como los de los K, que pretenden la igualdad ante la ley. Que hace, pero qué malos son señora, leyes contra los monopolios, contra un monopolio, sin nombre y apellido, dado que los monopolios nunca tienen una verdad, son, por naturaleza, la verdad: son lo contrario a la existencia de verdades múltiples.
El Grupo Clarín debe tener una carta guardada que todos buscan, desesperadamente.
Quizás, como en el relato inaugural de Poe, esté en el lugar, sencillamente, más obvio. 

domingo, octubre 07, 2012

Al sur de la frontera


Heidismo residual y heidismo emergente




Los debates con la derecha en torno a la calificación técnica que merece el intento de golpe de estado implican una lucha política de carácter estratégico, cuyo resultado coyuntural marcará la suerte del gobierno en los próximos 3 años pero también, de la calidad del estado de derecho.
El quiebre de la cadena de mandos es, si es que ocurrió (con la información disponible hoy, es susceptible dudar) es, sin restarle gravedad institucional, de menos jerarquía que el quiebre legal y político inusitado desde los alzamientos carapintadas, expresado a viva voz: el pedido de anulación, a través de la consigna "fuerzas unidas, jamás serán vencidas" con lo cual se pretende homologar Seguridad con Defensa. La respuesta del poder político, no sólo del oficialismo, fue clara y contundente.
Cuando esta derecha, la brutal y la que no sale del placard, se siente avergonzada de lo que es, cosa que ocurre con curiosa persistencia, acumula para el heidismo. Esa manera, maricona y enternecida en leche, de presentar los acontecimientos como ensimismados, inmunes -no ingenuos, inmunes- a las mediaciones, donde los protagonistas siempre tienen la sinceridad de su lado, siempre y cuando horaden al gobierno nacional. Así, los cándidos neonazis en realidad le están diciendo Nazi a la presidenta, los que amenazan la democracia desblocando el monopolio legítimo de la democracia en su propio beneficio sectorial, en realidad, le están demostrando a CFK que no le tienen miedo y así, sucesiva y torpemente. Aburre la enumeración, que, sin embargo, se vuelve imprescindible. Es un heidismo residual, de planta permanente en la historia.
En las bataholas cualquiera reflexión que exija serenidad será excomulgada de antemano.
Es el caldo de cultivo, el caldo espeso, que conviene a esta derecha amarga, residual, con capacidad operativa para dinamitar lo conquistado por la corriente que se entiende, y donde me enrolo desde una mirada de izquierda, nacional y popular.
Pero la narrativa, pretendidamente blasfema, pero de sustrato conservador y reactivo a falta de programa político, está fechada en el heidismo emergente.
El heidismo emergente no tiene esas dramaturgias de la historia, es puro presente, exalta hasta límites inconmensurables su escala de valores estúpidos: la espontaneidad, confundida por reliquias culturales burguesas en sinceridad, el individualismo, lo antipolíticamente correcto, la pacificación de los espíritus a cañonazos...Nada muy novedoso, en realidad. Pero sí es novedosa la exaltación de su idiotez, el regodeo ante la ignorancia, el desprecio de toda evidencia que implique alguna densidad conceptual, su falta de anchura intelectual.
Siempre hubo, en la historia, de derecha a izquierda, corrientes intelectuales del heidismo emergente, pero jamás se propusieron, hasta la llegada del posmodernismo, como vanguardia de valores mesiánicos, con la violencia simbólica que eso implica.  

viernes, octubre 05, 2012

Venezuela

Por Roque Mario Tito


Lo primero que sentís a llegar a Caracas,es como sí fuera inminente la erupción de un volcán,gente inquieta,tensa,pero sin perder esa amabilidad que los caracteriza,Caracas se encuentra en un valle,rodeado de montañas,pobladas de barrios-como aquí se denominan,a lo que en otros países llamamos villas miseria,favelas o o cantegriles-ahí viven una parte importantísima,de lo que es la base social del Chavismo,el pueblo humilde,olvidado,ignorado por los gobiernos Social demócratas y social cristianos de la llamada 4 República y a los que el Comandante,lentamente pero sin pausas,comenzó a devolverles lo que durante más de 2siglos le habían robado,salud,educación,alimentación,viviendas dignas,y sobre todo,esperanzas en un futuro mejor.  Y,ahí esta la gran diferencia entre Chavez y Capriles Radonsky,ex Tradición Familia y Propiedad,integrante de una nueva derecha latinoamericana,profundamente inculta y aventurera,con un discurso plano,chato,sin contenido,de un lado la Esperanza,del otro disfrazado,oportunista,un conjunto de partidos y grupos,a los que solo los une el odio,en algunos casos por la pérdida de privilegios,en otros la bronca con ese coronel zambo,que se gano el amor de un pueblo,que no los comprendió.
Nunca mejor utilizado,el término rejunté,para denominar a la opositora,Mesa de Unidad Democrática
Ayer,se cumplieron 30años de la Masacre de Cantaura,en la madrugada del 4 de Octubre de 1982, fueron asesinados de un tiro en la nuca,23 jovenes,eran integrantes de una guerrilla,impulsada por el partido Bandera Roja,de orientación maoísta,y que aún hoy,en su página de internet se define como marxista leninista,la orden para esa operación de exterminio,no hubo heridos ni capturados,la dio el Presidente Luis Herrera Campins,del Partido Copei,de orientación socia cristiana. Hoy,asesinos y víctimas,Copei y Bandera Roja,integran el frente anti chavista.cualquier semejanza,con situaciones que han ocurrido,ocurren y,lamentablemente ocurrirán en nuestro país,es producto de la imaginación,de algún mal pensado.
Ayer,la avalancha Bolivariana,desbordo las Avdas.Bolivar,Universidad,México y otras 4 más,del centro de Caracas,en el cierre del candidato de la Revolución,ni las fuertes lluvias impidieron que los militantes se mantuvieran en las calles,más aún,cuando más fuerte era la lluvia,más saltaban,cantaban,gritaban,ese acto de amor a su líder,no lo realiza,quienes van por dinero u obligados,como acusa la oposición,por el contrario es la conciencia de un pueblo,que no se vende,ni se compra,es un nivel de conciencia,que pase lo que pase,no retrocede más,y ese,quizás,sea el gran logro de Chávez.
El domingo es la gran carrera,de un lado el parejero del Pueblo,que soporto estoicamente el aguacero,demostrando que pese a contratiempos conocidos,esta fuerte,vital,del otro su rival,más joven,con el apoyo del 90 % de los medios,pero,que por más travestido que se presenté,representa la vuelta a un triste y dependiente pasado.Los pueblos de la Patria Grande,juegan todos sus boletos,al Comandante,humanista,solidario,su triunfo oxigenara nuestros procesos populares,y como"el amor,con amor se paga"seguramente,podrá seguir construyendo " la Patria Bonita". Será Justicia.

jueves, octubre 04, 2012

El Partido Verde, Clarín, está aislado.

La desaparición de Alfonso Severo, un testigo del caso del crimen de Mariano Ferreyra, golpea -como me decía, recién, Pablo, el hermano de Mariano- de manera dura sobre la querella, los fiscales y, obvio que de manera distinta, sobre el gobierno nacional. Es un momento donde todas las hipótesis son posibles. Lo que, claramente, dificulta la búsqueda.


El clima es turbio. Hay operaciones de todo tipo. Incluido, la presencia de militares transportándose en camiones -como desde Diamante a Paraná, en movimientos nunca vistos, antes del comienzo de la asonada de las fuerzas represivas- y los llamados, a través de las cándidas redes sociales, donde los funcionarios del PRO trabajan activamente, de manera coordinada y sistemática, mientras su línea dirigencial dice otra cosa, para potenciar la asonada y el acuartelamiento; los llamados a constantes escraches y cacerolazos, la difusión de direcciones y domicilios (el mío, por ejemplo, pero no solamente), son parte de una operación coordinada, no jodamos.


Los hechos sociales no encuentran a sus protagonistas con plena conciencia de sus consecuencias.  La historia, nacional y mundial, abunda en ejemplos. Menos, cuando se trata de cabezas huecas de las fuerzas armadas, que verbalizan sus reiteradas amenazas de manera tan primitiva. Con su lenguaje tosco, profundamente antidemocrático, pero antipolíticamente correcto. Como un columnista, digamos, del Grupo Clarín.

El cúmulo de operaciones desestabilizadoras tiene puntos de captura y puntos de fuga. Entre los primeros, está la desmonopolización de uno de los principales grupos económicos del país. Pero ésto se expande en líneas de fuga disímiles que abarcan, en promedio, a la clase dominante argentina, que está, por su historia, parafraseando a Rodolfo Walsh, espontáneamente inclinada al asesinato. Pero es espontánea, está bien, según el curioso decálogo de la violencia antipolíticamente correcta.
Los 200 represores presos son una línea dura de entendimiento de la realidad nacional. Un inevitable.
Después están las líneas de fuga de una inseguridad, de una violencia ciudadana, real, en aumento. No quizás en asesinatos o hurtos violentos, si en delitos menores que meten, incluso, más miedo.
La brutal desigualdad social es una línea de fuga inabordable en el actual decurso de la narrativa política, una pena.
Las retenciones son un punto de captura y condensación, tanto como su línea de fuga, la mayor eficacia de la AFIP.
Así se puede seguir enumerando los mozaicos que se van derribando, en torno, a la ruptura de un silencio antipolíticamente correcto de una sociedad que naufraga entre la radicalización de un sector, que además apoya al gobierno y gana espacios, y la radicalización de un sector opositor, que se anima a las bestialidades que antes callaba, hoy conducidos por los militantes rentados del Partido Clarín, tanto como es La Cámpora quien termina liderando su inevitable contracara.  Parecemos, fundamentalmente por esta oposición estúpida, brutal y brutal, Venezuela.

En este cuadro general se inserta (y valora) la declaración de la mayoría de los sectores políticos, oficialistas y opositores, en defensa de la democracia y en contra de la insubordinación de las fuerzas armadas con tareas de seguridad y defensa.

El golpe de estado fue, nunca hay que bajar la guardia, dispersado, a partir de este pronunciamiento. Donde, Macri, más allá incluso de una vaga referencia a favor del fin de los juicios por crímenes de lesa humanidad ("el maltrato de una década a las fuerzas armadas", en palabras textuales) jugó un rol estratégico al pedir que depongan la actitud las fuerzas armadas acuarteladas.

El Grupo Clarín quedó, fundamentalmente, aislado, fogoneando un golpe de estado, tan obvio que cada tres palabras, como decían ayer en Duro de Domar, cada tres palabras dicen que son democráticos, ja. Bah, lo dicen de los golpistas, pero en el Grupo Clarín hablan por sí mismos. Y se les nota, que tanto hacer hincapié en traducir la asonada militar como democrática, es en búsqueda de una coartada moral en la parte donde andan flojitos de papeles.

Ninguna precaución es poca.

Pero hay que reconocer y valorar profundamente que la mayoría de la oposición política, al ratificar su compromiso con la democracia, aisló a los acuartelados. Un dato de inmensa magnitud.



miércoles, octubre 03, 2012

Instrucciones para actuar ante un golpe de estado

1) El sector más gorila de las fuerzas armadas, la Marina, se ha sumado al acuartelamiento, al igual que Gendarmería y continúa el de Prefectura, a pesar de que se les han devuelto los adicionales.

2) Los "Fondos Buitres" a través de los mismos estudios jurídicos que defienden los represores y que fogonean el cacerolindo, han logrado frenar la Fragata Libertad, símbolo de la Marina, en la remota Ghana.

3) Los cacerolindos, convocados para esta noche, en defensa de las Fuerzas de Seguridad, independientemente de que se haga o su magnitud, buscan opacar la reacción democrática del conjunto de las fuerzas políticas que se movilizarían ante el resurgimiento de las intentonas carapintadas.

4) Las operaciones de inteligencia militar para desestabilizar, encuentran, además, en su trabajador favorito, Hugo Moyano,  la coartada para sembrar miedo.

5) Paralelamente, la derecha idiota, niega que ésto sea un intento del resurgir carapintada (la quiebra en la línea de mandos, razón por la cual las cúpulas de Gendarmería y la Armada, presentaron sus renuncias, las que serán aceptadas o no de acuerdo a información y criterios que desconocemos y le corresponde al gobierno analizar) y que se trata de un mero reclamo salarial.

6) El Poder Tribunal se hace el boludo ante esta situación. El Poder Mediático, fogonea. Siembra dudas, operaciones de inteligencia (como las de Lanata, a quien tuvieron la desgracia de pedirle documentos y no considerarlo...este...no sé, el fundador de Crítica) y comportamientos minimizadores con la secreta esperanza, prudente, de que ésto crezca para luego adjudicarle la responsabilidad de ese crecimiento de la asonada a la propia Presidenta.


Ante esta situación, quienes defendemos el gobierno nacional, pero fundamentalmente, todas las fuerzas democráticas, debemos actuar.
En primer lugar, con absoluto pluralismo, intentando aislar a los sectores reaccionarios y desestabilizadores.
Es muy importante todo lo que se pueda hacer a través de llamadas telefónicas, cadenas de mails, manejo de las redes sociales, contacto con familiares y amigos, para aislar a los desestabilizadores: avalando cualquier reclamo, protesta, disconformidad e ideología que en el marco de la democracia disienta en parte o totalmente con el gobierno nacional y el kirchnerismo, el objetivo estratégico es aislar a los golpistas.
El reclamo salarial ya fue escuchado, ya fue solucionado, la continuidad del acuartelamiento y la convocatoria pública, apenas discreta, por parte del Grupo Clarín a una asonada militar, busca crear una turbulencia desestabilizadora ya no del gobierno nacional, sino de la democracia. Cualquier reclamo salarial es legítimo, pero no una asonada militar montada sobre un acuartelamiento ilegal. Hay que defender la democracia. No minimizar ni sucumbir a las fuerzas políticas marginales que, por ingenuidad en algunos casos, por complicidad en otros, intentan que la población no sepa de qué estamos hablando: estamos hablando del crecimiento del huevo de la serpiente fascista, un intento de asonada militar que ponga en jaque este gobierno para así condicionar la democracia.

Probablemente sean anteriores a la patria, porque son anteriores al Homo Sapiens




Gendarmes y prefectos pidieron reunirse con Moyano y los recibe esta tarde

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Las manitos arriba, saludando la vieja Alemania...

Crimen Prefecto


La imagen muestra la articulación de titulares, de un plan de inteligencia que puede resumirse en que suponen que están en el Chile de Allende, con el deseo muerto de un Pinochet.
Independientemente del reclamo salarial, puntual, los hechos sociales no se construyen (menos cuando existen este tipo de maniobras oscuras; operaciones, claras, de desestabilización) con la plena consciencia de sus activos participantes. Los que van a echar leña al fuego, sin ninguna inocencia, operan sobre un escenario preconstruido que signará la presidencia de Cristina. Hay que cerrar filas. Ya no se trata, como piensa el hijo de puta de Luis Juez, que a través de su hermano Coronel, fogonea, sin disimular, la prefectura marginal en Córdoba pero la Gendarmería, cuestión central en una provincia de historia reaccionaria, donde la presencia de la Federal es casi nula (es decir, la mano del estado nacional, está quebrada en la espina dorsal: el monopolio legítimo de la violencia).
La situación es gravísima.
Se trata de cerrar filas con la democracia y el estado de derecho.
Los odios, sacan de foco el contexto en el que esos odios terminan acumulando. Hay que tener mucho cuidado.