lunes, febrero 21, 2011

El Tío Tom



El apoyo de Carbap

La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa “CARBAP”, cuestionó hoy el "claro tinte político" detrás de la detención de Gerónimo Venegas, dictada por el juez Norberto Oyarbide.
En el documento dejó sentada su "preocupación" por la "debilidad institucional que transita la República Argentina" luego de "los acontecimientos judiciales de las últimas horas" y agregó que la detención de Venegas "carga con un claro tinte político que hasta el más desinformado ciudadano no puede dejar de advertir".
CARBAP sostuvo que "siempre" bregó por "alcanzar una mayor calidad institucional, algo prometido por la señora presidenta en su campaña electoral, y nunca cumplido".
"Una verdadera república debe garantizar que nadie sea detenido e incomunicado sin previa declaración indagatoria y que la Justicia alcance con la misma vara a todos los ciudadanos, sin que haya hijos y entenados", agregó la entidad.
Finalmente, CARBAP aseguró que "acompañará a los trabajadores rurales", que representa Venegas, cuando en Buenos Aires y La Pampa protagonicen "reclamos y actos de repudio ante la detención de su secretario general".

COMUNICADO DE PRENSA
La Sociedad Rural de San Pedro adhiere a la convocatoria realizada por la Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) para participar este viernes 11 de febrero desde las 6 de la mañana, de una asamblea abierta, en la Delegación de Río Tala, en repudio a la detención del dirigente Gerónimo Venegas.
Se invita a productores, trabajadores y vecinos en general a acompañar esta reunión en la que se analizarán diferentes alternativas para expresar enérgicamente el rechazo a esta detención de carácter político y discriminatorio.
Jueves 10 de Febrero de 2011
Sociedad Rural de San Pedro. Adherida a CARBAP.

DECLARACIÓN DE DIVERSAS ENTIADES

En una declaración suscripta por varias entidades, se advirtió que la decisión de detener a Venegas proviene del "más alto nivel del Poder Ejecutivo".
Las organizaciones aseveraron que la detención fue anunciada anticipadamente por medios de comunicación afines al Gobierno.
"La secuencia de hechos persecutorios previos aparecidos en los medios de propaganda oficial (en referencia al trabajo esclavo que difundieron Página 12 y 678) fueron anticipando el propósito que hoy se consuma con la detención de un dirigente sindical crítico de la gestión gubernamental. Es una expresión cabal de todo el aparato del Estado en beneficio de los intereses sectarios y del círculo cada vez más estrecho en el que se encierra el oficialismo", añadieron.
Movimiento Productivo Argentino “MPA” (entongue creado por Duhalde y Alfonsín en el 2001 para voltear a De La Rúa y pesificar las deudas de Techint y el Grupo Clarín), la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores “UATRE” (el gremio de Venegas) - 62 Organizaciones Peronistas  (el sello político de Venegas) - la CGT Azul y Blanca (la unión de dos delincuentes: Venegas y Barrionuevo). Sociedad Rural - Confederaciones Rurales Argentinas - Coninagro - Federación Agraria Argentina 
(Las patronales contra las que debería pelear Venegas)

El Movimiento de Reconocimiento Agropecuario se solidariza con el Señor GERONIMO VENEGAS, en este momento de repulsa del gobierno ante quien es representativo del sector rural argentino.
Fiel, defensor y a favor siempre, por principios de este Movimiento, a nuestra CONSTITUCION NACIONAL peticionamos al señor Juez OYARBIDE que aplique la EQUIDAD en la forma de administrar a JUSTICIA, a los efectos que los resultados sean verdaderamente JUSTOS. La vara de la justicia debe ser la misma para todos. Quebrada la equidad no se hace más que quebrantar los Juramentos por Ud. realizados y motorizar en la sociedad un estado convulsivo que nada ayuda a la buscada PAZ INTERIOR.
El Movimiento de Reconocimiento Agropecuario respalda a la UATRE en este infortunio en apoyo y unión, manifestándose en contra del avance abierto del Poder Ejecutivo sobre el Poder Judicial dando por tierra la independencia de los Poderes que rige a nuestra REPUBLICA.
Quiera DIOS, fuente de toda RAZON y JUSTICIA ilumine al menos una vez, al señor Juez OYARBIDE.
11 de febrero de 2011
Fernando A. Castro Pintos
Presidente Movimiento de Reconocimiento Agropecuario
(Ver acá quién es este pomposo papanatas)

DECLARACIÓN DE ABOGADOS RURALISTAS EN DEFENSA DEL CAMPO ARGENTINO SOBRE LA DETENCIÓN DEL SR. GERÓNIMO VENEGAS
.La sorpresiva detención del Secretario General de la U.A.T.R.E. (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores), Sr. Gerónimo Venegas, por parte del Juez Federal en lo Criminal y Correccional Dr. Norberto Oyarbide en el marco de la causa en que se investiga la comercialización de medicamentos falsificados, mueve a este "Abogados Ruralistas en Defensa del Campo Argentino" a pronunciarse sobre esta sospechosa detención de un dirigente vinculado a la oposición política del gobierno nacional, considerando que se trata del mismo Juez que tan velozmente sobreseyó al matrimonio presidencial en la causa promovida por enriquecimiento ilícito, y mantiene, entre otros, al ex Secretario de Transporte de la Nación Ricardo Jaime y al ex Superintendente de Servicios de Salud de la Nación Héctor Capaccioli en libertad, a pesar de los graves delitos que se les imputan.
También llama poderosamente la atención que hasta la fecha no se haya procedido de igual forma con otros dirigentes políticos y sindicales como el caso del Sr. Hugo Moyano, Secretario General de la C.G.T., que maneja todos los hilos de la corrupción sindical y cuyo sustancial enriquecimiento es de público y notorio conocimiento. De allí el famoso "Derecho de dos velocidades" del que se habla frecuentemente.
Se trata, en nuestra opinión, de una manipulación más del Poder Ejecutivo Nacional sobre jueces que resultan vulnerables, con la obvia finalidad de producir a los ojos de la opinión pública una mancha sobre un dirigente de la oposición, con un claro tiro por elevación a la figura del ex Presidente Dr. Eduardo Duhalde, uno de los contrincantes con mayores posibilidades en el acto eleccionario de octubre del corriente año.
Advertimos a la opinión pública para que esté atenta a estas maniobras ya reiteradas a que acude el oficialismo, y que no se deje engañar por las apariencias de "Justicia" con que suelen enmascararse estas maniobras, pues, tal como lo enseñó nuestro Juan Bautista Alberdi,
"La peor inseguridad para las personas es la que nace del vicio de las leyes y de la arbitrariedad de los magistrados, porque a la fuerza insuperable del poder público reúne el prestigio moral de la autoridad. Por lo mismo el Art. 18 de la Constitución cuida de establecer las bases de un enjuiciamiento, que no deje a la ley, ni a la autoridad el medio de ejercer contra las personas la menor tiranía con viso de legalidad".
ABOGADOS RURALISTAS EN DEFENSA DEL CAMPO ARGENTINO

La Comisión de Enlace ante la detención de Gerónimo Venegas

La Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias reitera el pedido para que sean respetados los principios que emanan de la Constitución Nacional, las instituciones de la República y los mecanismos democráticos, en todos sus niveles.
Deben garantizarse en nuestro país la calidad institucional y la independencia de poderes.
El procedimiento de detención del líder sindical de los trabajadores rurales, Gerónimo Venegas, conocido opositor al gobierno nacional, independientemente de la sustanciación de la causa, por su celeridad y su difusión pública, contrasta enormemente con la lentitud que caracteriza a causas equivalentes abiertas contra funcionarios del gobierno, demostrando una vez más que se involucra a la Justicia en cuestiones políticas.
Las entidades agropecuarias expresan su apoyo, colaboración y solidaridad con los trabajadores rurales en la búsqueda de que las garantías constitucionales sean el marco para todos los argentinos, sin exclusión.
Buenos Aires, 11 de febrero de 2011
Confederaciones Rurales Argentinas               Federación Agraria Argentina
Sociedad Rural Argentina                                         CONINAGRO

LA FAA ANTE LA DETENCIÓN DEL TITULAR DE UATRE
La Federación Agraria Argentina manifiesta su preocupación por el hecho de que la detención del titular de UATRE, Gerónimo Venegas, se haya dado de manera absolutamente arbitraria.
Se trata de un dirigente político que está públicamente enfrentado con las autoridades nacionales por motivos políticos, y es por esto que llama la atención que la Justicia haya actuado con Venegas con una celeridad que no mostró en los últimos tiempos, cuando se iniciaron causas por corrupción u otros delitos a funcionarios y empresarios vinculados al gobierno nacional.
En nuestro país debe garantizarse la calidad institucional y la independencia de poderes. Y sea cual fuere el partido que esté a cargo del Poder Ejecutivo, bajo ninguna circunstancia puede utilizarse al Poder Judicial para tomar revanchas políticas.
Fuente: Prensa FEDERACIÓN AGRARIA ARGENTINA

domingo, febrero 20, 2011

Taso, Taso perdió el boludazo!




Vladimir ha dejado un nuevo comentario en su entrada "El Olvidau":

Lucas: Nada que ver con el post pero ya que te interesó en su momento te paso la primicia: Sobisch, el del "Tazo Tazo se viene el Bigotazo", perdió por goleada la interna del Mov. Pop. Neuquino (70% de Sapag contra 30% del Bigote delincuentón y menemista). Ahora faltaría que vaya a la cárcel y la fiesta será completa. Salu2!!!

El Olvidau

Disparen contra los jóvenes.




Hoy, el suplemento Enfoques del diario editado por el estado y la sociedad de Mitre y Noble, vende en la portada principal una nota sobre lo que llama "la juventud K". Citando a cuarentones en decadencia que intentaron armar la "juventud de Graciela Fernández Meijide" dentro del gobierno más reaccionario de la historia democrática, ahora reconvertidos en "estudiosos", el análisis de la juventud -que adhiere mayoritariamente al kirchnerismo- se centra en los lugares menores a los que acceden la dirigencia de una agrupación, La Cámpora.
Es curioso, porque en esos lugares, no se tomó ninguna decisión seria que afecte de verdad a las corporaciones diversificadas para las que La Nación actúa de portavoz.
Lo de los ex jóvenes delarruistas se puede comprender desde la perspectiva que, para seguir cobrando al pedo con Margarita Stolbizer y descarriar hacia la aventura de una derecha cool con Ernesto Sanz, necesitan recurrentes apariciones en medios que les exigen un nivel de agresión algo más sofisticado que sus fuentes, como putear usando palabras esdrújulas.
Entonces, todos los prejuicios de clase -y además, prejuicios de nabo- confluyen en una síntesis de los miedos históricos que en la oligarquía mojigata han producido los contradictorios (sí, siempre contradictorios) movimientos populares: que el Cuervo Larroque no terminó la secundaria, que hay nuevos ricos -o pendejos desclasados manejando directorios de empresas- hijos del por algo será y el revanchismo, excedidos en las tareas concretas; portadores, a lo sumo sanos, de esta farsa montonera que no es progresista ni peronista sino claramente, pero claramente eh, fascista stalinista neoliberal y del peor peronismo, el primero, pero además de todo eso, es nada, porque están confundidos y descarriados y engañados, detrás, claro está, del Diamante Sangriento. 
Tengo varios amigos citados ahí, como Patucho Alvarez y Martín Rodríguez. Al resto, o lo conozco poco o me caen decididamente mal. Ayer hablaba con una ex novia mía-que también es profesional y de clase, señor- de Martín Rodríguez. No sólo porque esta ex no es kirchnerista -más bien lo contrario- sino más que nada porque no toma en serio, ni lee, la cloaca de Perfil o La Política on line -que es la usina de bolazos en bruto, que luego La Nación retoca con una redacción más amena y compleja, citando a Marcos Memento Novaro- cuando le mencioné, al pasar a Martín Rodríguez me preguntó si me refería al poeta, y citó varios obras de Rodríguez. Es el mismo. Que, además, no es Gerente de Contenidos (así que al pedo lo andan tratando bien los periodistas, por debajo, de los medios hegemonicos). Patucho es mi amigo de hace años. Viene de La Pampa, es un militante político formado, sofisticado, culto, y un buen tipo. Que escriba en un blog -bah, últimamente, lo tiene medio abandonado- es más por placer que por los fantasmas que puedan inventarse. Fantasmas que evocan la desverguenza de las cosas que se dijeron sobre los descamisados que, medio siglo atrás, entraban, oh qué escándalo, al Colón, o sobre los escritores y artistas que apoyaban la tiranía peronista, obviamente, por plata.
Hoy, nadie se atrevería a decir que Discépolo, Scalabrini Ortíz, Jauretche o Cooke escribieron e hicieron lo que hicieron por dinero. En su momento, desde las páginas manchadas de sangre de la tribuna de doctrina de Mitre, se dijeron calumnias aún peores. Con el placet de los Pino Solanas que gritaba que la concesión del CIADE y bananitas dolca que se llevaban la mano al pecho por los Gainza Paz y el diario La Prensa. Escribas a sueldo de la defensa de dos familias, emparentadas. Los Noble y los Mitre. ¿O acaso coinciden espontáneamente en los ataques, los descalificativos, la minimización, la soberbia? ¿Tanta coincidencia no puede más que explicarse desde la perspectiva de la disciplina partidaria?
El caso de Patucho es una síntesis -desconocida por quienes hacen la nota- porque tiene mayor formación cultural que la media entre los periodistas, tiene mayor creatividad que la media entre quienes intervienen en la acción política, y porque le chupa un huevo -me consta- los denuestos a los que son tan afectos en los ámbitos políticos, periodísticos sobre todo, y culturales en general: minimizarte.No sólo desde las corporaciones, sino desde el propio kirchnerismo.
El arte de la humillación tiene su pelotazo en contra: la neurosis que explota cuando al humillado le rebota. A Patucho le rebota. Ya quisiera yo (y lo he pensado, en serio, muchas veces) tener esa grandeza. Y es una síntesis porque es quien está detrás de muchas acciones políticas poniéndole una impronta novedosa, jugada.
Y porque, como recién se desliza en el último párrafo, la pregunta del desvelo para la derecha es ésta:

 "¿Podrían sobrevivir los jóvenes K sin Cristina en el poder? Esa parece ser la pregunta del millón, y la mayoría de los analistas y protagonistas de la política se inclinan por el no. Aunque en la Argentina nunca se sabe".

Dìas atrás, el experto en almuerzos de Mirtha Legrand, Pablo Sirven, receteaba una nota cargada del mismo odio en torno a la muerte de Néstor Kirchner. La bronca de los ex jovenes a sueldo del estrepitoso fracaso de Graciela Fernández Meijide, del diario manchado en sangre de La Nación y de Sirven tienen la misma histeria: Kirchner está muerto, Cristina muy probablemente sea reelecta, pero hay algo peor: toda una generación les toma el pelo, les resultan, a esta generación más feliz y deshinibida,  indiferentes sus oropeles, caminan por el costado, piensan otras cosas, ganan en autonomía, mejoran, sí, millones de jóvenes mejoran materiamente sus vidas y sienten una causa, muchas causas que confluyen en un rostro, como propia.
En la calle San Martín cortada, Los Mimosos de La Paternal cantaron anoche una canción a Nestor y Cristina, el público, entusiasta, bailaba. A media cuadra había una fiesta, de un montón de pibes que recién salían de lo secundaria. Cuando se cortaba la cumbia, Cobos era el hit.
¿Sabe algo de esto mi amigo Iván Hein? No sé, y supongo que no.
 Pero lo cuento para que el miedo a la Casa Tomada sea más extenso, perdurable, desesperante: hay para rato, doctores. Las ilusiones, los sueños, la alegría, las esperanzas, están más allá de palcos y escenarios,  de avances y retrocesos, de sapos y princesas. En el camino, algunos intocables se sienten visibilizados, algunos chantas -las dos familias emparentadas- ven recortado su poder ilegal, algunos amigos de La Nación están presos a cadena perpetua, los ex armadores juveniles de Fernandez Meijide se reciclan del ostracismo del fracaso con fracesitas de viejas chotas, y Los Mimosos de La Paternal hacen bailar las familias que cortan las calles.
Las notas sobre Una Excursión a los Indios Ranqueles tienen esa desesperación que Gilles Deleuze y Félix Guattari detestaban en Mil Mesetas.
Y punto.
Yo de pedo terminé la secundaria, con los años (no soy joven ni quiero volver a serlo) fui aprendiendo que los intelectuales orgánicos de la derecha son certeros: no los alivia la muerte de Kirchner, no les preocupan las corbatas de la dirigencia de La Cámpora, se resignan, incluso, a un nuevo mandato de Cristina -aunque no resignarán la pelea- y ya no atacan a donde se concentran las cajas verdaderas del estado, las que hasta hace algunos años coimeaban a toda la corporación periodística (¿hace falta nombrar las cajas? Puede ser, pero en otra ocasión, para el caso lo que importa es que ninguno de los mencionados en la nota maneja esas áreas que fueron un festival de coimas a periodistas durante el menemismo y el ministerio del cuñado de Graciela Fernández Meijide) sino que les molesta el legado rizomático (por eso golpean a diestra y siniestra), los miles y miles, los millones de pibes que ya crecieron políticamente sin comer pescado podrido y, encima! sin tragarse los sapos tamaño elefante de tanto chanta desvelado por saber cuánto le va a durar la terapia.
Muchos, muchos años de terapia.
Venimos a romperles las pelotas, doctores.
Por eso nos tienen tanta bronca, tanto desprecio, por eso apelan a la deslegitimación, al pensamiento binario: no pueden contra la murga que llaman la turba, no pueden abarcar, representar, acotar, un fenómeno político que les vuelca todas las estanterías con las que, en los 90, hasta uds, los doctores, se doctoraron en progresistas.

¿Irán, como ha festejado el diario La Nación a lo largo de la historia, detrás de arrasar de nuevo a una generación entera? ¿Es ése el objetivo? No creo. No tienen las condiciones. Van al núcleo de la subversión: el pensamiento, la cultura, la alegría vívida, las ganas, las luchas y sus estandartes. Aprendieron bien. Contra eso; hay que divertirse, burlarse, festejar, pedir más.Sobre todo, pedir más.

Estoy, aunque no parezca, escribiendo a varias puntas. Sé que hay muchos que me consideran un perfecto idiota a sueldo, de un lado, y del otro, un perfecto idiota útil. No me importa mucho.
Siempre sueño con que una chica hermosa -rubia y de vestido estampado en flores- sepa leer entre líneas y me encuentre al doblar una esquina y me inscriba un beso así, de callado. Sino tuviera este desprestigio que defender, contaría que algo así ha sucedido.
Anoche dormí lo más bien a pesar de la intervención al Indec, pero yo también tengo mis fuertes críticas al gobierno. Sólo que, equivocado o no, entiendo cuál es el prado desde donde puedo disputar, dónde mis ideas pueden resultar plausibles, y en cuál campo sembrado mis ideas serían funcionales a un silo que especula con bajar el precio del avance de las capacidades estatales.


No importa lo que digan, todavía hay miles y miles de compatriotas que duermen en las calles, todavía hay jubilados que se las rebuscan, un elitismo espantoso en el acceso a la educación de calidad, una pésima distribución regional del ingreso, falta un país integrado para desde ahí pensar la integración sudamericana, todavía hay que industrialziar más y más, crear trabajo digno para los jóvenes, todavía falta mucho, muchísimo, como para distraerse en tres o cuatro histéricos que temen que, los del otro lado de la Casa Tomada, los negros de mierda, se queden a vivir a para siempre. Terapia, doctores, muchos años de terapia.
La Casa Tomada no es temida por los escritorios, por los expedientes, por los CBU,  sino por esta batalla cultural que, sin darnos cuenta y leyendo a la derecha, nos vamos percatando (que fea palabra, corazón) que sino está ganada, por los menos, ellos, los doctores, están cagadísimos en las patas por el miedo a perderla.

Los intelectuales orgánicos de la derecha están, resultante de tantas dictaduras, un poco magullados y a la deriva. Los Dioses, Hombrecitos y Policías sólo pueden producir poesía de la mala y temerosa de una avalancha cultural que los esquiva a lo pavote.
Si yo fuera su terapeuta, doctores, les advertiría: no es para tanto.
Pero como soy su indigno (y pequeñísimo) adversario, aprovecho las boleadoras para pegar a varias puntas y, ya que estamos y mientras tomo un café, largarme una lenta y duradera carcajada. Que no es más que la prolongación resignificada de la larga risa de todos estos años.

sábado, febrero 19, 2011

El angostamiento




Del Grupo A que prometía gobernar desde el congreso un país presidencialista -claro que todo muy republicano y consensual e institucionalista, no por nada Victoria Donda preside la Comisión de Derechos Humanos que tiene, casi incluso, hasta un 10% de contratos para la pyme, claro que a cambio de votar a quien posee el 110% delos contratos en la Comisión (que importa) de asuntos constitucionales a Graciela Barrionuevo, cara visible (y horrible, convengamos) de la impotencia y la frustración de esta derecha cool- hasta el peronismo federal, al servicio de la comunidad, para luego, implorando desde las tribunas corporativas del periodismo militante, que traicionen su mandato electoral más caciques sin indios -el caso de Victoria Donda es símil al de Graciela Barrionuevo- para luego inventar que El Hijo De alfonsín entusiasmaba a las masas, acompañadas de un tecito de buenos modales, para luego, etcéteracompulsivo, hacer de Sanz un estadista, hasta que Sanz, el estadista, abrió la boca y dijo una serie inigualable y escueta de muy republicanas boludeces, el angostamiento lleva a que, anoréxicas, las corporaciones que comandan la Unión Democrática en estado de Guerra de Guerrillas escriba, impotente, la sátira de que la contracara del peronismo kirchnerista está en el propio peronismo kirchnerista. Una sutileza dialéctica marxiana que, convengamos, está muy lejos de la capacidad de abstracción de De Narvaez o Macri, ambos semianalfabetos funcionales que perdieron, nostalgias de tener tu risa loca, hasta el semblante proactivo del eficientismo publicitario, a los que, entusiasta, Luis Majul les come la billetera, con una novela por entregas que, tras rebotar en editorial Planeta, compró a precio de saldo el perverso de Fontevechia.
El problema de hacer una operación de prensa del tipo cayó un rayo en el cielo sereno, pero ojito, ahí reside la antítesis que derivará -tranquilitos, chicos revoltosos- en síntesis superadora cuando en realidad se desea con fe religiosa que la antítesis -hoy Scioli, mañana Moyano, Sabatella, Lino Barañao, Hugo Curto o Washington Cucurto- sea la negación de la negación así en seco, planchado, perfumado y olvidado; el problema es que se muestra, demasiado, el rostro de la impotencia. Como en Asesinos sin Rostro, la novela de Henning Mankell, la crueldad hacia el kirchenrismo es dirigida con la saña de una gran operación, de trama compleja y aceitada, que trastocará el orden y fatigará hasta lograr quebrar los cimientos burgueses de estos montoneros falsos progresistas tan chavistas y stalinistas lindando con el fascismo, cuando en realidad, debajo, y sin rascar mucho la superficie -basta con rascar la espalda contracturada de la mediocridad- hay dos boludos sin ton ni son, dos familias (emparentadas) como en Asesinos sin Rostro. Una inversión antropológica y narrativa de A Sangre Fría, para defender, no ya dos boludos extranjeros y extraños, sino dos familias emparentadas. Salvarles (perdón porla ironía) la ropa.
Amenazando con tanques para luego hacer cosquillitas. Montar la escena del asesino a sueldo, preparado y con la mira fija, sin que le tiemben las manos, para lanzar, ponzoñoso, una cebita en manos de Pablo Sirven, experto en encontrar sutilezas en los almuerzos aburridos de la grosera Mirtha Legrand.
La experiencia del angostamiento toma carnadura cuando hay que retar, por papanatas a un Mauricio Macri, por no ser la proyección del deseo del deseo del otro en Reutemann, por la imposibilidad de lograr entusiasmar a largos empleados de carrera en el PAMI con El Hijo De alfonsín. Todo así, muy berreta. Confiando en que el kirchnerismo se depure de kirchnerismo desde el propio kirchnerismo, haciendo entrismo con la tosquedad de un trostkista en la asamblea de Parque Centenario, confiando en que los personajes imaginarios de esta revista con mucho cartel -tanto de fachada como en la palícula colombiana La Estrategia del Caracol- cobren vida y tiernos como Peter Pan pero vampiros como un comic del año 50, se coman rabiosos y pronto desde adentro al mounstruo que, para desgracia de la racionalidad, marcha primero y si tiene que saltar vallas, son las que el propio kirchnerismo se pone, ante la ausencia de una alternativa y de puro aburrimiento nomás.

Para hacernos comer elarroz con bife, mi mamá nos compró unos cuentos dónde, desde los envases con forma de dedo del azafrán salían duendes, que eran buenos y grandotes y tiernitos y ocurrentes; entonces, nosotros, con tres o cuatro años, comíamos gustosos toda la comida. Tretas de mi pobre madre.
Los duendes de sombreros anchos y colores vistosos -libros caros para la época- volaban y bailaban en el aire. Yo tenía 3 años, estaba convencido de la existencia de los duendes voladores que salían del dedito de azafrán, pero como los grandes empresarios de este país que tampoco son boludos, jamás me arrojé por el balcón para ver si, de verdad, los duendes que fantaseaba que volaban demostraban que cualquiera, con buena voluntad y convencido, podía volar.
Considerando que mi casa en Rosario era la de arriba y que esas casas de techos altos y escaleras de mármol y vidriales de colores con balcones amplios e iluminados, podía, de haberme arrojado con mi imaginación infantil y fervorosa, al asfalto caliente de calle Rioja y 1 de Mayo, haberme muerto lo más campante y alegre, considerando eso me parece que, también a los 3 años y como todo niño mal educado, no me gustaba comer verduras, es probable que las verduras que se venden como complejas operaciones quirúrjicas en los boletines internos de la clase dominante, no sean más que un juego resignado que sirva de pasatiempo hasta que los niños crezcan, tabulando los deseos con la realidad, volviendo a leer el mismo libro y descubriendo sutilezas en la tosquedad de los libros infantiles, sabiendo en el fondo que las sutilezas no son más que nuestros deseos proyectados. Porque volaran o no volaran, los duendes, corazón, lamentablemente no existen.

Los pies




Caminaba tranquilo. No muy rápido, tampoco despacio, bajo el sol, al costado de la ruta. Se me hacía más difícil porque no iba por el asfalto, por las dudas. Igual, cada tanto pasaba algún auto. La ruta iba más bien vacía. Había salido temprano, con un bolso y una mochila. Caminaba por el borde, un poco alejado, donde era más seguro, pero tenía que apoyar los pies sobre tierra mayormente, y en algunos lados, pasto. Todavía no se sembraba en las banquinas. Había lomadas y partes del camino donde la ruta estaba cortada al filo por paredes de barro congelado, de  barro hecho piedra. Tenía 14 años. Y 60 kilómetros por delante. Me había peleado con los amigos con los que nos fuimos de campamento. Me enojé. Casi terminamos a las piñas. Mejor dicho, un gil, casi me caga a piñas. Me alejé de ahí, estaba anocheciendo. Dormí más lejos, entre unos árboles, con una bolsa de dormir. El resto de los pibes me buscaron, yo me quedé ahí. Mirando la noche. Que está, en el monte, llena de ruidos. De ruidos secos, peligrosos.
Ahora que lo pienso era un chico raro.
Porque casi ni dormí. No me acuerdo bien. Sentía miedo. A los ruidos. Las ratas, porque el monte es el paraíso de las ratas, pero tambièn a un gato montés, o a cualquier bicho, qué se yo. La cosa es que tenía miedo. Cuando amaneció me sentí mejor. A los 14 años el cuerpo es tuyo, aunque está mutando y bulle, es todo tuyo.
Encontré la ruta y empecé a caminar. Si el colectivo tardaba dos horas y algo mas, en mis cálculos, no era tan lejos. Parece una tontería, pero yo nunca tuve conciencia de ser un adolescente. Apenas perceptible, y de a ratos, tuve conciencia de ser niño, pero adolescente, no. Sí me sabía "menor", con las implicancias legales del caso. Pero lo veía como un problema a resolver, más que como una imposibilidad. Los árboles estaban lejos en los campos sembrados. Cuando tardé tanto en llegar a los árboles, entendí que no iba a ser fàcil. Que estaba un poco loco. Que no iba a llegar nunca y tenía que solucionarlo de algún modo.
Volverme, no.
Siempre tuve poco, y en aquellos años, estaba orgulloso de ser orgulloso. Volverme, no. Me senté un rato, debajo de un árbol. El sol estaba fuerte. Era verano. Me descalzé y fumé un cigarrillo. Desde los 13 años -el año en que perdí la virginidad, gran año- que tenía una crisis con dios.Bah, con la religión. Sentía culpa de alejarme de la religión y supongo que inconscientemente suplía esa culpa con aferrarme, como de modo directo, con dios. Al año siguiente, con 14, ya dios estaba un poco lejos. Me picaban, en los pantalones cortos, los mosquitos. Hablé con dios. Yo entendía -y entendía perfectamente- que había algo en mí que fallaba, algo interno, tenía algo que me hacía no encajar. Lo sabía. Disimulaba y me salía bien. Podía reírme, besar a las chicas, darle la mano a los amigos, peinarme con jopo, emborracharme, ratearme de la escuela, escribir poemas, soñar con ser una estrella de rock, podía sufrir, incomprender el mundo, revolear hormonas, podía ser adolescente pero también tenía otra cosa, algún mecanismo había venido como fallado. Y en la vida nunca hay garantías, menos de por vida.
El día iba picando, el sol y los mosquitos. Me puse las medias, las zapatillas -que tenía un agujero en la pierna operada- y la remera sobre la cabeza, para cubrirme del calor; y me metí sobre un prado donde al fondo había una chacra. Cuando me fui acercando al alambrado, un montón de perros se me vinieron encima. Me quede quieto. Ladraban como en el infierno. Salió una mujer, mayor. Le pedí agua.
Me dio una botella de vidrio, de una bebida blanca que creo que ya ni se vende. Amargo Obrero. Me dio varios panes de horno, supongo que del horno que estaba al costado de la casa. Salió el que debe haber sido el marido. Me miró, buen día, nada más. La mujer me preguntó algunas cosas. Le mentí, supongo. No me acuerdo. Tomé medio litro de la botella, me mojé la cabeza con el resto. Y me la volvió a llenar. Era agua fresca, de pozo. Metí la botella en la mochila, con cuidado para que no se caiga y seguí viaje. De vez en cuando, al costado de la ruta, miraba para atrás, a la casa. Me costaba un montón de pasos, incluso los fui contando, dejar de lado la casa. Caminar. Caminar. Pasaban a veces algunos autos con una canoa remolcada, un camión con ganado, colectivos llenos de polvo.
Vi que la ruta daba un círculo extraño, entre unas cuchillas entrerrianas. Si yo iba derecho, por entre el campo ya cosechado, ahorraba camino. Entonces vi un camino de tierra que hacía más o menos eso: servía para que desde los campos más tierra adentro salieran a la ruta. Tomé por esa calle de tierra. No había nadie. Los campos estaban por encima de mi cabeza -en esos años era más petisito, claro- y sobresalían esos yuyos salvajes y fuertes que crecen sobre los alambrados. De pronto una nube de polvo, de esa, no me sale la palabra, uh, no es tierra, ah, brosa, de brosa, de la que queda floja cuando hace mucho que no llueve y no pasan la máquina esa que aplasta la brosa, no me acuerdo el nombre de esa máquina, una nube de polvo, lejísimos, pero calculè mal, me hice a un lado, subièndome a un montículo de yuyos, algunos me pinchaban las piernas, para que pase lo que traía envuelto esa nube de polvo. Tardó un montón. No sólo porque calculé mal, sino porque era una camioneta viejísima que, encima por ese camino, iba despacio. Y tardó en pasar por delante mío. Yo sospeché, ahí bajo el sol, que ya había pasado, y durante unos segundos iba a quedar la tierra sobre el aire. Sobre el aire quieto, suspendido en el calor. Pero, no, es que la camioneta había parado.
Me gritó, un paisano, algo. Me subí, a la parte de atrás. Había unas herramientas, unas bolsas, y el vidrio de la cabina me tapaba un poco de la tierra que desparramaba el camino. El paisano iba con la ventanilla abierta y me hablaba. con acento de campo. Prendí un cigarrillo. El camino subía y yo estaba contento porque volví a ver la casa donde me dieron agua. Me acordé del agua. La saqué de la mochila. Y me saqué la mochila, y las zapatillas. El campo, la casa, el horizonte, el trecho recorrido.
El camino de tierra atravesaba la ruta, frenó en la ruta. Me bajé. Le agradecí. Me cargué la mochila. El paisano, lento, arrancó, se llevó una nube de polvo. Como un caracol, se iba. Volví a caminar sobre la ruta. Calculé la hora. Yo, sonreía, tenía toda la ruta, todo el día. En mi casa me esperaban recién dos días después. En algún momento iba a llegar. Caminar.
Pasé por un caserío, había un bar. Entré a pedir agua. No tenía nada de plata. Así que me dieron agua pero un tipo, flaquito, vestido de gaucho, sentado en la esquinita, sobre la ventana con cortinas agujereadas, me dijo si quería un sánguche. Y me hizo, el canoso que salió de atrás de la casa a atender la barra y darme agua, un sánguche de un salame grueso, un pedazo grandote de queso y un pan inmenso. Me lo envolvió en un papel gris. Lo guardé en la mochila. El gaucho me hizo sentar, me convidó vino tinto. Me hizo que me sirvan un vaso. El canoso puso un vaso sobre la barra, una barra negra de una madera oscurísima, y con una damajuana cargó la mitad con vino blanco y le puso soda al resto. El gaucho protestó. "Es un pibe, no puede tomar mucho vino" le respondió el canoso, y anotó algo en un cuaderno. Supongo que anotó la cuenta, que iba a pagar el tipo flaco vestido de gaucho.
Me senté ahí y el gaucho no me habló. Le dijo al canoso que le traiga más vino. Le llenó el vaso y se metió, detrás de unas cortinas, de nuevo en la casa.
No me decía nada.
Tomé tranquilo el vino. Me mareé.
Después, le pregunté la hora, parándome.
-y...ya es la siesta, mi´jo.
Le di la mano. Salí y el sol estaba más contundente. Medio mareado, pero contento, retomé la ruta. Iba mirando, para atrás, cuánto tardaba en dejar el caserío, en perderlo, paso a paso, de vista.  Caminando, con el sol en la frente, y el aire seguía quieto, como indiferente.



















viernes, febrero 18, 2011

A este ritmo, hasta mi madre -en unos años- me toma en serio!


Con esa foto, desde Venado Tuerto, Carlos Boyle se suma  a esta entrada y detrás de una (demasiado, igual, gracias) elogiosa interpretación, hace una interesante crítica a este blog. La foto me divirtió, fue hace varios años, en Tucumán: ahí está, al lado mío, Mendieta, detrás, el ahora famoso Gerardo Fernández (que anoche, cuando volvía de 678 con el Conu, tiró una discusión muy interesante que cruzó también a Esteban Schmidt, ya voy a contar de eso) y al lado el Seba Lorenzo, que está en costa Rica emborrachándose y creo que viene mañana (Seba es mi único amigo Proactivo).
Dice Carlos:

Están tocando en la calle una tarantela, al costado del Mercado. El gordo de canas de la pescadería trata de aplaudirse debajo de las rodillas, y la mujer del rulero tira la cesta de frutas, mientras el peruano enloquece de alegría, el peón boliviano sonríe sin dientes y una muñequita, preciosa y divina, manda un mensaje de texto a alguien para avisarle que el Mercado es una locura. Los borrachos del bar salen a mirar, el grupo abandonó la tarantela y...
Mucho antes este blog era colectivo, digo, ese lugar tan sagrado donde acude tanta gente. Mucho antes de que lo borrara y empezara de nuevo, de cero, antes de que los trolls le imposibilitaran su escritura.
Empecé mi blog tras leer el de Lucas, quedé maravillado, muchas veces no sabía quién escribía, algunas  veces era Carrasco, otras Milagros Sala, otra yo, incluso uno de los cuentos preferidos de mis hijas es La hija del alcalde en donde hago una recreación del cuento de Lucas mezclada con dos canciones de Rada 'Muriendo De Plena' y "Aparte de ti tu boca".
Pero aquella escritura colectiva de lo escribible cambió, cambió al ritmo de los amores, al ritmo de los trolles, al ritmo de las circunstancias políticas. El diálogo de los comments se cortó al necesitar aprobación para los mismos. Lucas se protegió, de los trolles, de sus amores y de nosotros mismos y cambió. A partir de un determinado momento no escribió mas textos colectivos, produjo textos plurales en donde lo colectivo está en la lectura y ya no en la escritura, o también en la escritura pero mucho menos. A partir de allí produce un texto universal y colectivo que se termina de leer en la cabeza del lector, claro, esto se podría interpretar como la cursilería de caer permanentemente en lugares comunes pero esto aquí no sucede, lo que nos lleva al tiempo.
Desde entonces aprendí que Lucas no es Lucas, Lucas está (tampoco se sabe dónde porque se mueve constantemente). Rompe con la cadena del pensamiento occidental lineal del pienso, luego existo para simplemente estar y sin ser, en Santa Fe, en Buenos Aires, en Almagro, en su Rosario natal, acunándose en Paraná. Rompe con la cadena de frío. Como una mancha en el objetivo aparece en todas las fotos de todas las cámaras, en todos los canales, en todos los actos, en todas las camas de señoritas dispuestas y no tanto. Uno querría atrapar a Lucas y llevárselo a su casa pero Lucas se escurre y dinamita el tiempo y el lugar, la continuidad, el relato. Solo está ahí como don Juan Matus, como en el estar de Kusch, Lucas tiene 970 años más que Matusalén, Lucas está hecho, solo tenemos que disfrutarlo y no atraparlo. Es como el río Paraná
Tal vez lo mas importante, en estos tres años que lo conozco a través de su blog, es que haya logrado su cometido, que se haya, de una, esparcido por su pueblo que tanto quiere, por eso no se deja atrapar, no se deja escribir, se escabulle y cada tanto muestra su presencia como el brujo, como el sabio. Su territorio se le ha achicado tanto que solo ocupa su cuerpo y es el único soberano de su cuerpo. En cada momento nos ofrece su única pertenencia, su cuerpo, permanentemente se autonomina y se somete a una votación total en el Gran Hermano de la vida donde exige y pelea por la aprobación o la exclusión de este último Gran Cuerpo, el del país.
Esto lo hace más o menos creíble, mas o menos querible, el amor no se deposita en una línea de tiempo como en el caminito de Hansel y Gretel. Su amor es unitario y totalizado, es un amor propuesto que se tiene que terminar de leer en la cabeza de cada uno. Es un amor que se tiene o no se tiene.
Claro Ud me dirá, de qué sirve todo esto, con qué se come. Yo le contesto, disfrútelo mientras lo tenga
Acá la entrada





Es un escrito muy lindo. Me da cosa haber generado esas reflexiones siesteras. Pero quiero aprovechar para contar algo. Efectivamente, en una época, cuando vivía en Entre Ríos, y la cosa con las patronales agropecuarias se puso densa, cerré el blog. Inmediatamente hubo un pedido de mucha gente -hoy casi todos amigos míos, en ese entonces, ni les conocía la cara- desde distintos blogs, páginas, comentarios y las entonces incipientes redes sociales, para que no lo cerrara. Eva me explicó cómo y recuperé la dirección aunque quedaron en el olvido todo lo escrito en aquellos días duros. En aquellos archivos perdidos había, efectivamente como dice Carlos, otra cosa. Eran días de furia, de resistencia, pero también días de escribir un montón de cualquier cosa. Me acuerdo que mandé por correo electrónico una carta a los Pequeños y Medianos Periodistas, obviamente, excepto un par de diarios de Concordia, nadie le dio ni bola. El periodismo en esos días era una verguenza. Una verguenza desmesurada, alcahuete, vasalla, qué hijos de puta y ahora son todos kirchneristas, je: bienvenidos, tanto tiempo. Pero se trataba, a la vez, de escrituras colectivas: hacía de los comentarios un nuevo escrito, las discusiones eran interminables, y había muchos (y divertidos) cruces femeninos. Ni ahí que tenía la cantidad de visitas que ahora. Funcionaba más como una comunidad. La mayoría más mayor entonces de los blogs que resistían la avalancha de mentiras, calumnias y disparates periodísticos se escribían desde Buenos Aires. Yo era una de las pocas excepciones, y por eso el grueso de mis lectores venían de lo que desde el puerto se llama "el interior". La pelea en torno al federalismo estaba siempre perdida de antemano, y andaba a los mandobles de acá para allá. Hablaba (ahora también lo hago) con radios de muchas provincias alejadas de la (pauta publicitaria de) Pampa Húmeda, marcaba, pequeñísimo, una línea política creíble para un puñadito de personas, sobre todo jóvenes, desparramados, desconcertados pero enfurecidos por distintas partes del país.
Viajaba mucho, por distintos trabajos. Pasaba más horas arriba de un micro mirando la soja, el trigo, el campo, y supongo que era más creíble. Me la creía tanto como ahora, pero era sí, más sincero. Después de esto se tornó imposible no moderar los comentarios. Y después, qué se yo, las visitas aumentaron, les crecieron a todos, pero a mí, más que nada, desde la capital federal. Los días políticos son menos duros, las luchas son menos desesperantes, pero por otras razones, recibo una catarata diaria de insultos y pedidos y reclamos, también felicitaciones y esas cosas, todo bien. No pasa nada, tampoco es para tanto. Sí es cierto lo que marca Carlos: tuve que cerrarme, ya no abrir tanto el juego y desnudarme menos (¿pero, acaso, no les pasó a casi todos los blogs más o menos leídos? ¿No está ya muy aburrida la cosa? ¿No se han puesto todos muy solemnes, muy en señores, muy en cirujanos, muy en estrellas? ¿No se está acabando ya este pequeño mundo, no se está yendo a otra parte, no está perdiendo el aura revolucionaria y desfachatada, no van cerrándose kioscos, no van creándose tribus, no van repitiéndose, no estoy repiténdome hace rato?).
No todo tiempo pasado fue mejor, ojo.
Pasa que a veces, claro, me acuerdo de tipos como Carlos, o del que fui, en estos 5 años, cuando todavía quedaba lenguaje para machacar, límites para hacer mierda, cosas para contar, cuando había, todavía, chicas vírgenes y un montón de bares y ciudades.
Ahora está todo más escueto. Más cercado. Se ha crecido, quizás también a costa de etiquetarse, no sé. Ya últimamente ni me denostan, más que con que fui borracho a Duro de Domar o que soy un creído o que estoy a sueldo de o que trabajo en Miradas al Sur (una nota escribí, y al otro día salí corriendo de ahí) o con la palabra bloguero, que también se resignificó y creo que hasta sirve para levantarse una mina, ahora.
Algunos amigos se hicieron más amigos, otros se enojaron, otros se abrieron, y así.
La cantidad de lectores creció, la influencia -aún mínima, muy mínima, no jodamos- creció un poquito, yo me he contradecido, arrepentido, humillado, vuelto a empezar, como es la vida misma.
Y perdí en el camino algo de frescura.
¿Adónde habrá que migrar para buscar nuevos horizontes en el lenguaje, adónde queda ese lugar donde golpear con las palabras, donde enamorar, donde burlarse de las capillas y las jerarquías, dónde defender ideas pero señalar lo precario y los dolores sociales que faltan? ¿En qué ventanilla te cobran los costos de irse volviendo un poco aburrido, un poco analista serio, un poco asentado, un poco señor? No me lo digas. Estoy seguro que de saber donde queda esa ventanilla, no iría a hacer la fila.
Si es que hay alguien haciendo la fila.


La banda sonora de lo que viví




Vamos por partes: yo escribí esto. 

A partir de entonces, y bajo el título "Un sentido solitario para la vida desolada" el historiador Pablo Hupert entiende que mi escrito es "una pintura de época de y a partir de Lucas carrasco" lo cual, claro está, suena a mucho y agradezco -ególatra como soy- cortesmente, en el sentido del buen cortés burgués, obvio.
Pero el punto que más interesa es otro, y pego la crítica que realiza en su blog al escrito mío: 

 No hay sentido en las palabras (que proliferan en cantidades industriales) ni en la vida que vivimos (ese show), sino en el amor puntual (un coito, una mirada, una boca). No hay sentido en lo colectivo: ni en el lenguaje, ni en la vecindad, ni en la sociedad, ni en el trabajo, ni en la que cada uno se empeña en llevar. Digo: no hay sentido en lo colectivo actual como lo hubo en lo colectivo perdido y añorado: la infancia, la tarea pendiente, la ciudad provinciana. Esos espacios sociales son ahora páramos de desolación (léalo "de sinsentido"). Así las cosas, la desolación se la dedicamos al amor. O sea: hoy la desolación la destinamos al amor. O sea: la desolación nos conduce (aunque no siempre llegamos) al amor.
Pero el amor de hoy es puntual. No nos acompaña todo el tiempo; está cuando está (no se lo extraña, lo que sería una forma de que esté cuando no está). Y es lo que queda bajo cosas que se le superponen. No es un espacio colectivo; es un agregado. No es una relación, sino una intermitencia que da sentido a casi todo (es decir, da casi sentido), solamente para vos.
¡Mierda! ¿El sentido también ha dejado de ser un espacio colectivo?
La cantidad industrial de palabras que proliferan tiene una vinculación con el No Hay Sentido en las palabras.  Afanando a lo motochorro bruto- que en vez de manotear la cartera tira de los pelos- a Lacan está el concepto de la atención flotante. Pero no da para andar buscando -diría, je, Foucault- citas de autoridad, sino que te cuento, Pablo, una cosa: pongo una canción y escribo lo que sea, de la extensión y el tiempo que me lleve, con la misma canción. Pero es una canción con letra y con letra en castellano. Cualquiera. En algunos casos, una que me gusta, en otros casos, una que me trae algún recuerdo o así. Ojo, no es que escribo cualquier cosa de este modo (escribo muchas cosas, es mi oficio, mi manera de ganarme, casi siempre, el pan y antes el vino) sino que lo que vos leíste, o todo lo escrito en este blog, por el cual no compro ni el pan y menos, hoy, el vino, está escrito de ese modo. Y sin corregir ni releer. Con algunas palabras que sólo una persona -generalmente, una mujer- puede entender. Israel se llamaba el noviecito de la infancia de...
Arrojados a la existencia que no elegimos, sometidos a la angustia de la finitud, así son las cosas: nosotros no elegimos vivir, ni elegimos las condiciones en que vivimos, sin embargo, ahora y acá, en última instancia y siempre condicionados pro variables más o menos acotadas, elegimos. Incluso, elegimos también vivir. No elegimos morir, sí, elegimos vivir, o en todo caso -pongamos el caso del suicidio o la eutanasia o incluso el riesgo extremo- podemos elegir dejar de vivir; no podemos elegir morir porque no sabemos de qué se trata la muerte. Si estoy frente a una puerta y una ventana cerradas, y no sé qué hay del otro lado, que vos sepas que detrás de la ventana hay un jardín con flores y detrás de la puerta me espera la policía federal, cuando yo elija, supongamos, salir por la puerta, no estoy eligiendo que me interrogue la federal; estoy eligiendo no quedarme encerrado, estoy eligiendo salir por la puerta -y no por la ventana- y estoy eligiendo la posibilidad en la que creo, estoy eligiendo la posibilidad de lo que creo hay detrás de la puerta, del mismo modo que no estoy eligiendo (y por eso eligiendo al fin) quedarme encerrado o salir por la ventana. No podemos elegir vivir -después de todo, yo vengo de un polvo impredecible: de una cogida que pudo no haber sido- pero una vez en la vida podemos elegir dejar de vivir o seguir viviendo y esto implico elegir y elegir constantemente. Claro que las elecciones no son las óptimas, las racionales, las más convenientes, necesariamente. Claro, claro. Pero aún así. Elegimos. Arrojados al charco de las cosas, somos responsables de nuestro destino. De nuestro destino condicionado. Elije tu propia aventura.
¿Pero cómo vivir sin dotarse de un sentido de la existencia? O más bien, porqué vivir sin un sentido (sin dotarse de) desde el cual aferrarse como fundamentación última para la toma cotidiana y exasperante de decisiones, un sentido para soportar la pesada carga de ser responsables últimos de nuestro destino. Ese sentido está en lo vivido. No en lo real vivido, sino en la acumulación caótica de sedimentaciones, pretensiones, desilusiones, alegrías, esperanzas, secretos.
La naturaleza finita de la vida no sería tan dramática si el guión estuviera escrito, si supiéramos cómo y cuándo será el final.
¿A qué, sino el pasado, aferrarse, para construirse un sentido de la propia existencia, de la libertad responsable, de la soledad de saberse único, de saberse vivo?
¿Cómo saber si las ex novias piensan las cosas del mismo modo, bajo el mismo prisma, en el mismo proceso? ¿Cómo saberlo de cualquier persona, del señor que viaja en el colectivo, del físico que se radica en Canadá, del pibe que duerme en la calle, de la prostituta que espera en la esquina? ¿Cómo saberlo si ni siquiera yo -por esa naturaleza dialéctica de no haber elegido nacer pero sí elegir vivir y cargar con la mochila de la finitud imprevisible, la finitud todavía (y siempre) inédita- puedo dar por concluido el sentido último de las cosas, cuando las cosas, todas las cosas, desde la heladera hasta la muerte de mi viejo, desde la boleta del gas hasta el perro que mea en el árbol, si todas las cosas son vistas desde la mediación de mi subjetividad, cómo dar por concluido el sentido si no elegido dejar de vivir y eso implica nuevas posibilidades, nuevas experiencias, nuevas radicalidades epistemológicas o degenerativas o devenires nomás de la libertad. Quiero decir: cómo saberse vivo si no es ante la posibilidad del cambio? Y cómo dotar de sentido -transcurrirlo, notarlo, tornarlo carnal- al cambio, al devenir, al envejecimiento del cuerpo sino es a través de la sedimentación caótica y constantemente reelaborada (por la propia naturaleza del cambio) del pasado.
¿Entonces, no hay relación? No, hay pasado: hay lo que yo -y eventualmente ella- reelaboramos y reelaboraremos como relación, o como si querés su antítesis, el olvido.
Si relación - o lo colectivo- es la consustanciación, o si querés la suma de las partes que por cualquier lógica -matemática, química, dialéctica, dramatúrgica- devienen en la renuncia al yo, entonces, creo que no. No hay relación ni hay colectivo.
¿Pero entonces el amor no modifica al uno, al otro? Sí, claro, y a esa modificación, a esa turbulencia si querés  se le puede llamar relación. Y más aún: relación es la necesidad de ser otro, de ser el otro en mí, de que el otro sea en mí. Eso es una relación. No hay punto de equilibrio, no hay cosificación, no hay un "momento" donde congelar el yo, el vos, y hacer de eso uno. Hay relación cuando hay una construcción tensionada de la necesidad de una relación, del deseo de una relación, de una articulación que puede tener distintas formas: por eso, la boca, el coito, las ciudades provincianas, las ex novias, la escuela, la bandera, las epopeyas, las actuales luchas políticas, las ganas, los desánimos.
¿No hay entonces sentidos que sean espacios colectivos?
Como ideal alcanzable, no. Ahora no estamos obligados a leer la biblia en latín.
Sin embargo, y acá vamos al meollo: sí existen las construcciones sociales de sentido, pero no en sí, no sustanciadas, no objetivables (lo cual no quiere decir que no exista lo real, sino que conocer lo real es imposible sin mediación: la imposibilidad de conocer lo real no es lo mismo que la negación de la existencia de la realidad, del mismo modo que la imposibilidad de saber qué es la muerta no significa la infinitud de la vida). Existen como construcciones nunca quietas, nunca estables, con luchas y marchas y contra marchas, con emergentes y residuales, con ganadores y perdedores (sociales, simbólicos, culturales, económicos) y el lugar, drásticamente pequeño, que uno ocupa en esas mareas de sentidos, adquiere sentido desde el yo, desde la precaria construcción de mi sentido de las cosas. Sino, solamente estoy en la marea. Sin subjetividad liberada (esto es, autónoma pero en relación y diferenciación) es difícil hacerse cargo de la construcción de un sujeto social.
Traducido al lenguaje político: el sentido es un espacio colectivo sólo y bajo la condición de la construcción de un sujeto social que sólo es posible a partir de subjetividades liberadas.
Y no me refiero a tratados filosóficos, sino a la simple asunción del yo como parte, pero en tanto yo y no en tanto parte, porque en tanto parte difícilmente yo pueda saber parte de qué formo. Es entonces cuando tenemos la posibilidad, en tanto yo, de ser otro, de ser otros. Con una fuerte presencia de esos fantasmas que nos informan que sin embargo, es una tarea -aún suponiendo que no existan el subconsciente y el superyó- inconclusa del tipo "hoy no se fía, mañana sí" saberse, completo, quién es uno, porque uno es también devenir y también es parte. La única certeza, de tener una, del tipo "pienso, luego existo" es que soy lo que todos los otros no son, del mismo modo que vos sos todos los otros que no sos. No soy en sí mismo, soy desde la negación, desde la diferencia. ¿No es demasiado poco; y qué entonces de la flor que le regalé a la maestra, del primer beso en una fiesta de cumpleaños, de la cachetada de mi madre, de la terapia intensiva por asma, del velorio de Antonio, del café con leche y tostadas que me prepara mi abuela?
Mientras pienso estas cosas, Pablo, amanece. Me río solo, a la espera de la lluvia. Podría decirme al oído: coño, muy linda la reflexión, pero de follar ni hablar. Y sí.
Me voy hasta la estación de servicios a comprar cigarrillos. Es una Shell, yo quisiera que fuera una de PDVSA/ENARSA, podría no fumar más e irme a dormir, y colaborar para que Shell sienta resentidas sus ventas en estas semanas. No es mala idea.
Igual, está por llover. Salgo ahora antes de que se largue. Ya vuelvo.




jueves, febrero 17, 2011

Prólogos

Cuando tenía 15 años faltaba bastante a la escuela. Después arreglaba la situación con la preceptora -que me quería, pobre- o de cualquier otra manera. Tenía, entonces, la mitad de la mañana libre y me iba hasta la biblioteca pública en Paraná para leer y descubrir. Mientras tanto, me llevaba casi todas las materias -tengo un recuerdo horrible de casi todos mis profesores: siempre me parecieron (con esta inmensa soberbia, claro está) un puñado de idiotas, ocupados en resignificar su vida vacía jodiendo a unos adolescentes a los que les bullían las hormonas y las ganas de vivir en esos espacios mal pintados, oscuros, húmedos que eran las aulas, tan asexuadas, las aulas de casi todas las escuelas a las que fui. El libro de las obras completas de Oliverio Girondo traía un prólogo, larguísimo y escrito en verso, de Enrique Molina. Entonces conocí a Molina que me llevó, por otro prólogo -los caminos raros a los que conducen los prólogos, no?- a Olga Orozco. El prólogo de Enrique Symns se comía, me acuerdo, las obras completas en prosa de Charles Bukowski y el prólogo, ya célebre, de Jean Paul Sartre se comía todo Los Condenados de la Tierra de Franz Fanon.




LUZ DE PATÍBULO

¡No quiero morir! me digo a menudo como un imbécil
descorriendo los paños agrios del amanecer sobre mi
máscara de mono
sobre mi corazón sin principios
¡entre la avaricia de la tierra confusa y ardiente como el
camarín de una loca!

No quiero morir sin conocer a fondo una piedra una mano
la rueda de hormigas y vino que mueve la noche la amistad
de los pájaros en esas regiones baldías donde se muele la harina
sin fin en el calendario
con mi alma de encrucijada y de caricia girando en el viento
de la frustración
excitante como el horizonte
¡como un sexo insatisfecho hasta los últimos óvulos de la
costa que se pierde de vista!

¡No quiero morir! me digo aullando con la apuesta perdida
de otro día en plena sangre
yo que insultaba a esos cargadores de inmundicias y a esos
otros devoradores de migajas benditas por amor a la muerte
exijo una piel de orquídeas bajo la demencia de las estrellas
una injuria de prisionero secuestrado por las olas
esas mujeres fanáticas insomnes en sus pobres hospitales de
besos entre los fuegos nocturnos.

Yo hijo de labores incompletas y regiones extrañas
hijo de sementeras errantes y de matrices ansiosas
hijo de corrientes de uñas hambrientas
hijo de hembra fosforescente
no quiero morir bajo mi piel
bajo mi voz
para vociferar en la sombra tras esos ventanales inmensos
y empañados
donde apoyan la frente criaturas de muralla y de lluvia...



Enrique Molina, hay más acá.