El Hombre Tonto confirma nuestra tesis: la majulización de la política, o la carrioidiotización del periodismo militante, son las tres caras de la misma moneda.
Carrió no tiene votos, pero tiene razón
10-10-11 00:00
Elisa Carrió ya casi no tiene votos y su futuro político está en serias dudas. Es una de las grandes derrotadas de las elecciones primarias del pasado 14 de agosto y es probable que le vaya todavía peor en las presidenciales del próximo 23 de octubre. Sin embargo, su experiencia como parlamentaria y convencional constituyente y el conocimiento profundo de sus colegas en el Congreso la convierten en una analista política excepcional (lo cual habla de tu capacidad de análisis), aunque para construir mayorías su fracaso haya sido rotundo (ah, una cosa no va con la otra si uno se dedica a la política, mirá vos...). El menemismo primero y el kirchnerismo después desataron sobre ella sendos y exitosos planes de pulverización (te olvidás de De La Rúa, pero a ver, ¿si el menemismo la pulverizó,cómo es que recién fue candidata a presidente, por primera de sus tres veces, en el 2003?). La acusaron de loca. De denunciadora oportunista sin pruebas. De pronosticadora y pitonisa sin brújula. Sin embargo (sin embargo....), sus señales de alerta siguen siendo tenidas en cuenta por la mayoría de la clase política (claro, y así les fue).
El miércoles pasado, en A Dos Voces, Carrió vaticinó (vaticinó) que es muy probable que, antes de fin de año, el Frente para la Victoria intente discutir, en el Parlamento (con mayoría del Grupo A, que Carrió conduce, o conducía), dos leyes clave para el proyecto hegemónico de Cristina Fernández y los que pretenden eternizarse en el poder (ya empezamos a fabular, Majul; pero esta vez te sincerás: esas premisas vienen...de VATICINIOS de la señora Carrió). Una es la que le permita quitar a Clarín y La Nación el control de Papel Prensa (ah! yo pensaba que había un artículo en la Constitución que impedía tres mandatos consecutivos), para manejar la producción y el precio del papel de diario (que, como estás aceptando, ahora manejan Clarín y La Nación, te falta agregar que los subsidia -con la plata de los jubilados- el estado). La otra es una reforma constitucional que le otorgue a Ella la posibilidad de ser reelegida de manera indefinida (bue, Majul, Majul, por más vaticinios de Carrió: el Grupo A tiene hasta fin de año mayorías en el congreso, y se necesitan dos tercios para llamar a una Convención Constituyente, Majul, Majul) , tal como lo impusieron los Kirchner en la provincia de Santa Cruz.
La candidata a presidenta de la Coalición Cívica fue más allá (¿más allá de sus vaticinios?): mostró en cámara parte de la plataforma del Frente Amplio Progresista (FAP) de Hermes Binner en la que se incluye la propuesta de pasar de un sistema de gobierno presidencialista a uno parlamentario a través de una nueva reforma de la Constitución. (ajá, Majul: y en la plataforma del Frente Para La Victoria, qué dice? Porque, boludón, Binner apenas rasguñará algunos diputados para su minúsculo bloque, corazón).
Los que voten a los diputados y senadores de Binner (no está en condiciones de ganar ningún Senador, estudiá el calendario, Majul, a lo sumo, podría alzarse con un Senador por la provincia de Buenos Aires, es un intendente reelecto mil veces, te cuento, salame) tienen que saber que estarán votando a favor de la reelección indefinida de la Presidenta, explicó Carrió, en un brutal atajo que mezcla información pura con deducción de lo que se viene.
La diputada nacional sabe de lo que habla (ajá, si vos lo decís...). Como convencional constituyente, votó en contra del llamado núcleo de coincidencias que le permitió al gobierno incluir la cláusula de reelección de Carlos Menem, por única vez, en la última reforma constitucional, aprobada en 1994 (Majul, también fue electa convencional de esa constituyente por la UCR que aprobó ese núcleo, y ¿sabés qué? También el único senador que tiene Binner es gracias a esa reforma constitucional conservadora).
Los ejes de aquella reforma no eran malos (ay!). El problema es que no podían votarse sin que se aprobara, de manera indirecta, la reelección del entonces presidente. Lo mismo podría decirse de una buena parte de la Ley de Medios que se aprobó antes de terminar 2009 con mayoría casi absoluta (menos mal, porque te la pasaste rabiando a pedido del diputado De Narváez-el dueño, ilegal, de este diario- contra esa ley). Los fundamentos y el espíritu del proyecto se presentaban como progresistas. Sin embargo, el verdadero objetivo, por encima del discurso, era, y sigue siendo, destruir el periodismo crítico, uno de los pocos contrapesos frente al discurso único y el abuso de poder (pero con la plata de los jubilados vos te llevabas 7 millones de pesos para ser crítico). A casi dos años de su aprobación, en vez de desconcentrar y democratizar los multimedios, se ha construido un nuevo monopolio oficial y paraoficial de desinformación más poderoso agresivo y manipulador que cualquiera de los que el gobierno califica de concentrados y hegemónicos (claro, como eso que dijiste de que Las Madres tienen una constructora más grande que Techint). Y con el caso Papel Prensa sucede lo mismo (¿qué mismo, si Papel Prensa es también del estado?). Una diputada aliada del Frente Amplio había presentado, en su momento, un proyecto para declarar de interés público la producción y distribución de papel de diario. De ese proyecto aparentemente progresista se está agarrando ahora el gobierno para intentar destruir a Papel Prensa, porque sabe que así neutralizará a uno de los pocos focos de resistencia contra el relato único (pará, ¿y el diario El Cronista, de De Narváez, donde sale esta nota, no lo es?).
Para reformar la Constitución se necesitan dos tercios de ambas cámaras. Es decir: 219 legisladores. Si se confirman los pronósticos de la mayoría de las encuestadoras el Frente para la Victoria podrá obtener 172, entre propios y aliados ya declarados. Pero si a ese número se le suman los diputados y senadores del FAP de Binner, algunos radicales a los que les cae simpático el sistema parlamentarista y una decena de legisladores sueltos que podían apoyar al gobierno por conveniencia o convicción, el gobierno podría lograr la reforma con un apoyo parecido al que logró la Ley de Medios, el matrimonio igualitario o la estatización de las AFJP (pequeño detalle para el rejunte de diputados: los supuestos 172 del FPV -existen en tu imaginación fabuladora nomás, pero bue- ¿desde cuándo van a ir detrás de la plataforma de Binner, los vaticinios de Carrió o tu analfabetismo funcional?) Por supuesto, Cristina Kirchner y sus asesores trabajan ahora para analizar de que manera presentar la iniciativa (¿Otro vaticinio de Carrió? ¿O esta fabulación el mozo la carga a tu cuenta?). Ya se sabe (ja) que la Presidenta no la impulsará de manera pública. Ya se descuenta (ja), también, que será enarbolada como un beneficio para todos los argentinos. Ya se afirma (juaz) que servirá para mantener latente la guerra política contra medios y periodistas críticos que tantos dividendos le vienen reportando al gobierno, sin la más mínima pérdida de votos. ¿Cómo se parará el gobernador Daniel Scioli y los diputados de la provincia de Buenos Aires frente a esta nueva ofensiva? ¿Cómo lo harán José Manuel De la Sota, Juan Manuel Urtubey o Jorge Capitanich, quienes también sueñan con suceder a Cristina en 2015? ¿Será el operativo Cristina eterna una mera distracción (o un mero vaticinio de Carrió) para mantener el poder hasta el último día de su nuevo mandato o la presidenta irá a fondo, como lo hizo su compañero en la provincia de Santa Cruz, cuando pocos creían que lo lograría (y fijate, Binner intentó hacerlo y no lo logró...te cuento más: el gobierno de Rozas, en el Chaco, también intentó hacerlo y no lo logró. Preguntale a Carrió, que apoyó ese intento)? La excusa ideológica y militante del politólogo Ernesto Laclau ya está servida en la mesa del poder. Con una liviandad digna de un estudiante secundario (juaaaaaaaaaaaaazzzzzzzzz, MAJUL!), Laclau sentenció que la única manera de hacer viables las democracias reales en América Latina es a través de la reelección indefinida de los líderes con los que él simpatiza (lo leíste con una liviandad digna de un analfabeto funcional. Volvé a la escuela, Majul, que te regalan una notebook).
Carrió puede ser apocalíptica (lo es) y algunas veces dice lo que la mayoría no quiere escuchar (no, dice lo que vos querés escuchar, Majul). Sin embargo, lo que vaticina ahora no parece una locura (no, es una majuleada nomás): van por todo, envalentonados por lo que será la victoria más aplastante desde 1983 y sin una oposición capaz (al fin te hacés una autocrítica...).
El miércoles pasado, en A Dos Voces, Carrió vaticinó (vaticinó) que es muy probable que, antes de fin de año, el Frente para la Victoria intente discutir, en el Parlamento (con mayoría del Grupo A, que Carrió conduce, o conducía), dos leyes clave para el proyecto hegemónico de Cristina Fernández y los que pretenden eternizarse en el poder (ya empezamos a fabular, Majul; pero esta vez te sincerás: esas premisas vienen...de VATICINIOS de la señora Carrió). Una es la que le permita quitar a Clarín y La Nación el control de Papel Prensa (ah! yo pensaba que había un artículo en la Constitución que impedía tres mandatos consecutivos), para manejar la producción y el precio del papel de diario (que, como estás aceptando, ahora manejan Clarín y La Nación, te falta agregar que los subsidia -con la plata de los jubilados- el estado). La otra es una reforma constitucional que le otorgue a Ella la posibilidad de ser reelegida de manera indefinida (bue, Majul, Majul, por más vaticinios de Carrió: el Grupo A tiene hasta fin de año mayorías en el congreso, y se necesitan dos tercios para llamar a una Convención Constituyente, Majul, Majul) , tal como lo impusieron los Kirchner en la provincia de Santa Cruz.
La candidata a presidenta de la Coalición Cívica fue más allá (¿más allá de sus vaticinios?): mostró en cámara parte de la plataforma del Frente Amplio Progresista (FAP) de Hermes Binner en la que se incluye la propuesta de pasar de un sistema de gobierno presidencialista a uno parlamentario a través de una nueva reforma de la Constitución. (ajá, Majul: y en la plataforma del Frente Para La Victoria, qué dice? Porque, boludón, Binner apenas rasguñará algunos diputados para su minúsculo bloque, corazón).
Los que voten a los diputados y senadores de Binner (no está en condiciones de ganar ningún Senador, estudiá el calendario, Majul, a lo sumo, podría alzarse con un Senador por la provincia de Buenos Aires, es un intendente reelecto mil veces, te cuento, salame) tienen que saber que estarán votando a favor de la reelección indefinida de la Presidenta, explicó Carrió, en un brutal atajo que mezcla información pura con deducción de lo que se viene.
La diputada nacional sabe de lo que habla (ajá, si vos lo decís...). Como convencional constituyente, votó en contra del llamado núcleo de coincidencias que le permitió al gobierno incluir la cláusula de reelección de Carlos Menem, por única vez, en la última reforma constitucional, aprobada en 1994 (Majul, también fue electa convencional de esa constituyente por la UCR que aprobó ese núcleo, y ¿sabés qué? También el único senador que tiene Binner es gracias a esa reforma constitucional conservadora).
Los ejes de aquella reforma no eran malos (ay!). El problema es que no podían votarse sin que se aprobara, de manera indirecta, la reelección del entonces presidente. Lo mismo podría decirse de una buena parte de la Ley de Medios que se aprobó antes de terminar 2009 con mayoría casi absoluta (menos mal, porque te la pasaste rabiando a pedido del diputado De Narváez-el dueño, ilegal, de este diario- contra esa ley). Los fundamentos y el espíritu del proyecto se presentaban como progresistas. Sin embargo, el verdadero objetivo, por encima del discurso, era, y sigue siendo, destruir el periodismo crítico, uno de los pocos contrapesos frente al discurso único y el abuso de poder (pero con la plata de los jubilados vos te llevabas 7 millones de pesos para ser crítico). A casi dos años de su aprobación, en vez de desconcentrar y democratizar los multimedios, se ha construido un nuevo monopolio oficial y paraoficial de desinformación más poderoso agresivo y manipulador que cualquiera de los que el gobierno califica de concentrados y hegemónicos (claro, como eso que dijiste de que Las Madres tienen una constructora más grande que Techint). Y con el caso Papel Prensa sucede lo mismo (¿qué mismo, si Papel Prensa es también del estado?). Una diputada aliada del Frente Amplio había presentado, en su momento, un proyecto para declarar de interés público la producción y distribución de papel de diario. De ese proyecto aparentemente progresista se está agarrando ahora el gobierno para intentar destruir a Papel Prensa, porque sabe que así neutralizará a uno de los pocos focos de resistencia contra el relato único (pará, ¿y el diario El Cronista, de De Narváez, donde sale esta nota, no lo es?).
Para reformar la Constitución se necesitan dos tercios de ambas cámaras. Es decir: 219 legisladores. Si se confirman los pronósticos de la mayoría de las encuestadoras el Frente para la Victoria podrá obtener 172, entre propios y aliados ya declarados. Pero si a ese número se le suman los diputados y senadores del FAP de Binner, algunos radicales a los que les cae simpático el sistema parlamentarista y una decena de legisladores sueltos que podían apoyar al gobierno por conveniencia o convicción, el gobierno podría lograr la reforma con un apoyo parecido al que logró la Ley de Medios, el matrimonio igualitario o la estatización de las AFJP (pequeño detalle para el rejunte de diputados: los supuestos 172 del FPV -existen en tu imaginación fabuladora nomás, pero bue- ¿desde cuándo van a ir detrás de la plataforma de Binner, los vaticinios de Carrió o tu analfabetismo funcional?) Por supuesto, Cristina Kirchner y sus asesores trabajan ahora para analizar de que manera presentar la iniciativa (¿Otro vaticinio de Carrió? ¿O esta fabulación el mozo la carga a tu cuenta?). Ya se sabe (ja) que la Presidenta no la impulsará de manera pública. Ya se descuenta (ja), también, que será enarbolada como un beneficio para todos los argentinos. Ya se afirma (juaz) que servirá para mantener latente la guerra política contra medios y periodistas críticos que tantos dividendos le vienen reportando al gobierno, sin la más mínima pérdida de votos. ¿Cómo se parará el gobernador Daniel Scioli y los diputados de la provincia de Buenos Aires frente a esta nueva ofensiva? ¿Cómo lo harán José Manuel De la Sota, Juan Manuel Urtubey o Jorge Capitanich, quienes también sueñan con suceder a Cristina en 2015? ¿Será el operativo Cristina eterna una mera distracción (o un mero vaticinio de Carrió) para mantener el poder hasta el último día de su nuevo mandato o la presidenta irá a fondo, como lo hizo su compañero en la provincia de Santa Cruz, cuando pocos creían que lo lograría (y fijate, Binner intentó hacerlo y no lo logró...te cuento más: el gobierno de Rozas, en el Chaco, también intentó hacerlo y no lo logró. Preguntale a Carrió, que apoyó ese intento)? La excusa ideológica y militante del politólogo Ernesto Laclau ya está servida en la mesa del poder. Con una liviandad digna de un estudiante secundario (juaaaaaaaaaaaaazzzzzzzzz, MAJUL!), Laclau sentenció que la única manera de hacer viables las democracias reales en América Latina es a través de la reelección indefinida de los líderes con los que él simpatiza (lo leíste con una liviandad digna de un analfabeto funcional. Volvé a la escuela, Majul, que te regalan una notebook).
Carrió puede ser apocalíptica (lo es) y algunas veces dice lo que la mayoría no quiere escuchar (no, dice lo que vos querés escuchar, Majul). Sin embargo, lo que vaticina ahora no parece una locura (no, es una majuleada nomás): van por todo, envalentonados por lo que será la victoria más aplastante desde 1983 y sin una oposición capaz (al fin te hacés una autocrítica...).