Creo que.
Uau.
Una vez mi amigo el Pájaro Ramos -lo crucé, hace poco, después de muchos años, yo iba caminando con mi hermano Joaquín, por Rosario- estábamos en el auto del padre, escuchando una canción, no me acuerdo cuál, de Fito Páez y me dijo: "me gustan las canciones donde dicen yo creo que". Sí. A mí también. Y todavía. Mirá que han pasado años. Pero comenzar un texto así, no da. Aunque es una modalidad de arrimar el bochín. Leo algunos blogs y, ay, mi aspereza, me los imagino en una postura de yo creo que. Yo creo que.
Probablemente, a mí se me imagine, con el insoportable tono de mi voz de batifondo, sacado, como pegando trompadas al viento y al teclado, y después, tras una proyección de un apodo estratégico a algún enemigo de turno, qué capacidad, la puta madre, para hacerme de enemigos, eh, bueno, después de eso, una posturita de que a mí todo me chupa un huevo. Iba a hablar de la CGT. Qué pocas ganas, mamita linda.
Me duelen los pies. Estoy haciendo una rutina de largas caminatas. Con el teléfono. Tuiteando pelotudeces. Creo que. Hoy me paró un policía para contarme la historia más loca del mundo. Por Liniers. Recorrí las ferias bolivianas. Hay algunas cosas que me intrigan. Fui a Crónica, a que me maltraten un poco y me paguen. La próxima vez me voy a ir vestido de Lanusse, así me tratan bien. La CGT se partió -recomiendo la hagiografía de ese dirigente gris, sin muchas luces, que es Caló. En Crónica. Ja. O Martínez, que no es gris, sino oscuro. Creo que Martínez es el dueño o socio del diario, no sé. Es una etapa donde la ley de medios no estipula, ni la AFIP se preocupa por saber quiénes son los dueños de los medios. Y por eso yo puedo trabajar en negro. No es que quiera, a ver si el secretario general de la CGT, Carlos Tomada, deja de pavear en internas de empresarios de la salud (eso es la CGT) y vuelve, como en las viejas épocas, a ocuparse de los trabajadores. No es menor que la mayoría de los trabajadores de los medios K estén recontra enojados con el gobierno: hay muchas vallas y policías y carros de asalto en la Casa Rosada, quizás por eso no se enteran- y es un lugar común decir que es una mala noticia. Yo no estoy de acuerdo. Me parece una buena noticia. El gobierno podría avanzar en desonganizar los sindicatos y sacarles el curro de la salud, por ejemplo. O crear, como se hizo finalmente, por los problemas con los empresarios de la salud Moyono un ministerio de transporte, crear un ministerio de salud. Es una idea.
El mercado laboral está, para el paladar de la sospechosa chupamedia Unión Industrial Argentina, viudas de Blaquier, fragmentado. ¿Por qué las centrales sindicales no deberían estarlo? Por rama, incluso. De hecho, la única división que no suma es la de la CTA. La del desorientado Yaski y el delirante Michelli, de la CTA Blue. UPCN, el gremio preferido por la Casa Rosada, se los termina comiendo. Menemismo con derechos humanos es UPCN, que manejan, además, a través de Noemí Rial (qué patética es esta funcionaria permanente) los padrones.
Los empresarios no tienen una buena noticia -tampoco el lumpenburguesariado de las privatizadas y los medios paraestatales- aunque crean que sí. No, se equivocan. Este gobierno tiene una buena noticia en la partición, por ramas, que tarde o temprano, sucederá en el mundo sindical.
Este es el gobierno que más ha hecho por los trabajadores. Lo capitalizaron -política y económicamente- las corporaciones de la salud, que se hacen pasar por sindicalistas.
Los melones, se van acomodando.
Que compitan, por la representación, o sea por la guita, pero con fines prácticos, las burocracias cansadas del movimiento sindical, como trabajador, me parece perfecto.
Los economistas, campeones de la flata de imaginación para las metáforas, hablan del árbol y el bosque. O la foto y la película. Gansadas de ese estilo. Pero viene a cuento la imagen: el gobierno que más hizo por los trabajadores está surtiendo efectos, probablemente impensados (lo dudo en el caso de Cristina) de sus políticas de "empoderamiento" (los trabajadores sociales sí que son negados para las traducciones anglosajonas).
Las paritarias, con todo lo de cinchada que tienen, son parte del paisaje. Del sentido común. Del paisaje del bosque. De la película del sentido común. Un triunfo (si se me permite, un triunfo K) de la puta madre. La suerte de estos gordos chantas me chupa un huevo. Y la de los corbatitas de los ministerios, que miran CN23 y se creen que la gente los idolatra, también.
Se viene un lindo quilombo. Pero no es con Scioli ni su agrupación La Pimpinela, ni la dialécticamente incomprendida crisis internacional, ni los Moyonos, ni el lumpenburguesariado de las privatizadas, ni los análisis amateurs en el campo comunicacional, no es nada de eso, el quilombo que se viene son las variables de un esquema económico que entra en su fase aguda: o distribuye más o muere. Esta es la dinámica que guiará, inflación mediante, las coordenadas políticas de la próxima etapa. Y la clave de comprensión de lo que sucede.
Todo lo demás, va y viene.
Y la mayoría de las veces, no vuelve. Incluidas las fuerzas que el kirchnerismo va desgajando en el camino. Los quiero a todos, putitos. Bah, basta de mentiras. Los detesto profundamente. A todos y cada uno. Y sigo con ganas de matarlos a todos. A todos. Sin excepción. Si yo tuviera el botón rojo de la bomba atómica, ni lo dudo.
Carrasco -2015, presidente. De Irán. No, esos amagas como los norcoreanos. Dictador Popular de Estados Unidos y que vuele todo a la mierda.
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Uau.
Una vez mi amigo el Pájaro Ramos -lo crucé, hace poco, después de muchos años, yo iba caminando con mi hermano Joaquín, por Rosario- estábamos en el auto del padre, escuchando una canción, no me acuerdo cuál, de Fito Páez y me dijo: "me gustan las canciones donde dicen yo creo que". Sí. A mí también. Y todavía. Mirá que han pasado años. Pero comenzar un texto así, no da. Aunque es una modalidad de arrimar el bochín. Leo algunos blogs y, ay, mi aspereza, me los imagino en una postura de yo creo que. Yo creo que.
Probablemente, a mí se me imagine, con el insoportable tono de mi voz de batifondo, sacado, como pegando trompadas al viento y al teclado, y después, tras una proyección de un apodo estratégico a algún enemigo de turno, qué capacidad, la puta madre, para hacerme de enemigos, eh, bueno, después de eso, una posturita de que a mí todo me chupa un huevo. Iba a hablar de la CGT. Qué pocas ganas, mamita linda.
Me duelen los pies. Estoy haciendo una rutina de largas caminatas. Con el teléfono. Tuiteando pelotudeces. Creo que. Hoy me paró un policía para contarme la historia más loca del mundo. Por Liniers. Recorrí las ferias bolivianas. Hay algunas cosas que me intrigan. Fui a Crónica, a que me maltraten un poco y me paguen. La próxima vez me voy a ir vestido de Lanusse, así me tratan bien. La CGT se partió -recomiendo la hagiografía de ese dirigente gris, sin muchas luces, que es Caló. En Crónica. Ja. O Martínez, que no es gris, sino oscuro. Creo que Martínez es el dueño o socio del diario, no sé. Es una etapa donde la ley de medios no estipula, ni la AFIP se preocupa por saber quiénes son los dueños de los medios. Y por eso yo puedo trabajar en negro. No es que quiera, a ver si el secretario general de la CGT, Carlos Tomada, deja de pavear en internas de empresarios de la salud (eso es la CGT) y vuelve, como en las viejas épocas, a ocuparse de los trabajadores. No es menor que la mayoría de los trabajadores de los medios K estén recontra enojados con el gobierno: hay muchas vallas y policías y carros de asalto en la Casa Rosada, quizás por eso no se enteran- y es un lugar común decir que es una mala noticia. Yo no estoy de acuerdo. Me parece una buena noticia. El gobierno podría avanzar en desonganizar los sindicatos y sacarles el curro de la salud, por ejemplo. O crear, como se hizo finalmente, por los problemas con los empresarios de la salud Moyono un ministerio de transporte, crear un ministerio de salud. Es una idea.
El mercado laboral está, para el paladar de la sospechosa chupamedia Unión Industrial Argentina, viudas de Blaquier, fragmentado. ¿Por qué las centrales sindicales no deberían estarlo? Por rama, incluso. De hecho, la única división que no suma es la de la CTA. La del desorientado Yaski y el delirante Michelli, de la CTA Blue. UPCN, el gremio preferido por la Casa Rosada, se los termina comiendo. Menemismo con derechos humanos es UPCN, que manejan, además, a través de Noemí Rial (qué patética es esta funcionaria permanente) los padrones.
Los empresarios no tienen una buena noticia -tampoco el lumpenburguesariado de las privatizadas y los medios paraestatales- aunque crean que sí. No, se equivocan. Este gobierno tiene una buena noticia en la partición, por ramas, que tarde o temprano, sucederá en el mundo sindical.
Este es el gobierno que más ha hecho por los trabajadores. Lo capitalizaron -política y económicamente- las corporaciones de la salud, que se hacen pasar por sindicalistas.
Los melones, se van acomodando.
Que compitan, por la representación, o sea por la guita, pero con fines prácticos, las burocracias cansadas del movimiento sindical, como trabajador, me parece perfecto.
Los economistas, campeones de la flata de imaginación para las metáforas, hablan del árbol y el bosque. O la foto y la película. Gansadas de ese estilo. Pero viene a cuento la imagen: el gobierno que más hizo por los trabajadores está surtiendo efectos, probablemente impensados (lo dudo en el caso de Cristina) de sus políticas de "empoderamiento" (los trabajadores sociales sí que son negados para las traducciones anglosajonas).
Las paritarias, con todo lo de cinchada que tienen, son parte del paisaje. Del sentido común. Del paisaje del bosque. De la película del sentido común. Un triunfo (si se me permite, un triunfo K) de la puta madre. La suerte de estos gordos chantas me chupa un huevo. Y la de los corbatitas de los ministerios, que miran CN23 y se creen que la gente los idolatra, también.
Se viene un lindo quilombo. Pero no es con Scioli ni su agrupación La Pimpinela, ni la dialécticamente incomprendida crisis internacional, ni los Moyonos, ni el lumpenburguesariado de las privatizadas, ni los análisis amateurs en el campo comunicacional, no es nada de eso, el quilombo que se viene son las variables de un esquema económico que entra en su fase aguda: o distribuye más o muere. Esta es la dinámica que guiará, inflación mediante, las coordenadas políticas de la próxima etapa. Y la clave de comprensión de lo que sucede.
Todo lo demás, va y viene.
Y la mayoría de las veces, no vuelve. Incluidas las fuerzas que el kirchnerismo va desgajando en el camino. Los quiero a todos, putitos. Bah, basta de mentiras. Los detesto profundamente. A todos y cada uno. Y sigo con ganas de matarlos a todos. A todos. Sin excepción. Si yo tuviera el botón rojo de la bomba atómica, ni lo dudo.
Carrasco -2015, presidente. De Irán. No, esos amagas como los norcoreanos. Dictador Popular de Estados Unidos y que vuele todo a la mierda.
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